En medio de una incertidumbre agudizada y marcados desequilibrios macroeconómicos que implicarán enormes desafíos para la nueva administración, emergen buenas noticias: una es que, tras tres años de sequía, siendo la de este año una de las más severas de la historia, el clima jugará a favor de una importante recuperación de la cosecha agrícola en la campaña 23/24.
A pesar de registrarse precios menores al ciclo pasado, el rebote de la producción de cereales y oleaginosas luego de la paupérrima campaña 22/23 permitiría en 2024 una notable mejora en las exportaciones y una mayor recaudación por Derechos de Exportación (“retenciones”), además de contribuir a amortiguar el impacto de la corrección de los desequilibrios macroeconómicos sobre la actividad económica.
No obstante, vale recordar que, en 2021 y 2022, la mejora en los precios internacionales jugó en favor de una liquidación récord del complejo cerealero-oleaginoso exportador que no tuvo su correlato en la acumulación de reservas internacionales, por lo que será clave corregir los desajustes macroeconómicos para sacar provecho a la recuperación productiva esperada.
En medio de una incertidumbre agudizada y marcados desequilibrios macroeconómicos que implicarán enormes desafíos para la nueva administración, emergen buenas noticias: una es que, tras tres años de sequía, siendo la de este año una de las más severas de la historia, el clima jugará a favor de una importante recuperación de la cosecha agrícola en la campaña 23/24.
Gracias a ello, se recuperará un actor sumamente relevante para la economía local: la cadena agroindustrial representa cerca del 17% del PIB; es el principal generador de divisas, concentrando el 65% de las exportaciones totales; y genera en forma directa el 12% del empleo privado registrado del país. Además, explica 2 de cada 10 pesos de la recaudación nacional.
El rebote de la producción de cereales y oleaginosas luego de la paupérrima campaña 22/23 permitiría en 2024 una notable mejora en las exportaciones y una mayor recaudación por Derechos de Exportación (“retenciones”), además de contribuir a amortiguar el impacto de la corrección de los desequilibrios macroeconómicos sobre la actividad económica.
Luego de tres años de sequía, el clima comenzó a jugar a favor
Las previsiones de un mayor volumen cosechado están sustentadas en que, luego de experimentar las últimas tres campañas bajo la presencia del fenómeno climático “La Niña”, que generaron en el país una situación de sequía sin precedentes, el ciclo 2023/24 estaría signado por un año “Niño”, a partir del cual las precipitaciones tienden a ser superiores a las normales en el área agrícola, mejorando los rindes de los cultivos; en contraste con lo que acontece durante “La Niña”, donde las precipitaciones son inferiores a lo normal.
La gravedad de “La Niña” fue tal que la producción de los tres principales cultivos (trigo, maíz, soja) en la campaña 2022/23 fue de tan sólo 67 M/Ton (-40% i.a.), una de las más reducidas que se tenga registro, según las entidades privadas especializadas.
Este derrumbe generó impactos múltiples sobre la economía en su conjunto, contribuyendo a agravar la fragilidad macroeconómica y a poner en jaque el cumplimiento de las metas con el FMI: (1) La actividad agrícola primaria caería cerca del -40% en 2023, con una incidencia directa negativa en el PIB en torno a los 2,1 p.p.; (2) Las exportaciones del sector caerían cerca de USD 20.000 M este año (equivalente a cuatro meses de importaciones), (3) Dado su incidencia en la recaudación vía Derechos de Exportación, que en años } normales alcanza el 2% del PIB, el ingreso por esta fuente sería tan sólo de 0,8% PIB; (4) Indujo mayores presiones inflacionarias ante el impacto de la sequía en los precios de algunos alimentos frescos y la menor disponibilidad de bienes en la economía.
Ahora bien, de cara a la campaña 2023/24, según el último informe del IRI (International Research Institute for Climate and Society) de la Universidad de Columbia, desde agosto el clima está regido bajo las condiciones de “El Niño” con intensidad moderada, y hasta febrero 2024 hay 100% de probabilidad de que se mantenga. Además, hasta mayo del año que viene -al cierre de la cosecha gruesa- las probabilidades de seguir bajo este fenómeno climático son de cerca de 60%.
Cierra la campaña triguera con resultados peores a los esperados
En un contexto de aguda escasez de reservas, la cosecha de trigo se configura como un puente de divisas de vital importancia hasta la cosecha gruesa (segundo trimestre): en los últimos años sin sequía las exportaciones de trigo representaron para diciembre-febrero el 10% del total de las exportaciones.
No obstante, las lluvias no llegaron a tiempo para el cereal y, en conjunto con heladas agronómicas, el clima redundó en grandes pérdidas producto de la condición regular a mala en más de la mitad del área sembrada. Ya con la cosecha de trigo avanzada al 36,4% según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), se espera la segunda peor cosecha en ocho años: sería sólo 17% superior a la desastrosa campaña pasada y un 10% menor al promedio de los últimos diez ciclos.
Cabe recordar que las primeras estimaciones para el trigo marcaban un número superior a las 16 millones de toneladas (M/Ton), pero, al no haber acaecido en momentos críticos para el cereal las lluvias necesarias para mejorar los perfiles hídricos de los suelos, tanto la BCBA como la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) recortaron sus estimaciones a 14,7 y 13,5 M/Ton, respectivamente.
Sin embargo, podría haber lugar a las buenas noticias: según las entidades especializadas, la cosecha realizada hasta el momento viene reflejando rindes superiores a los estimados, por lo que, de sostenerse, podría aumentar la proyección de la producción -de hecho, recientemente la BCR ajustó levemente al alza la correspondiente a la zona núcleo-.
La campaña gruesa avanza con buen panorama
Para el caso de los cultivos gruesos, las perspectivas son más que alentadoras. La siembra de la soja y del maíz -según la BCBA- vienen progresando muy por encima respecto a la campaña previa, con coberturas que alcanzan el 44% y 32% de la superficie proyectada, respectivamente.
La campaña de soja tendría una robusta recuperación y se ubicaría en 50 M/Ton, un crecimiento del 138% i.a. respecto a la campaña previa y un 19% por encima de los últimos cinco ciclos. Por su parte, el maíz también tendría un gran repunte hacia las 55 M/ton, un 62% por encima del ciclo previo y un 10% sobre las últimas cinco campañas.
De esta forma, de cara a 2024 la recuperación de los principales cultivos tendrá un impacto transversal en la economía en su conjunto: 1) Contribuirá en forma directa en un crecimiento del PIB en cerca de 2,8 p.p.; 2) La cosecha valorizada rondaría los USD 13.500 M extra respecto a la campaña previa a los precios actuales; 3) Se recuperará una fuente de ingresos fiscales clave, con un aporte en Derechos de Exportación rondando nuevamente los 2% del PIB; 4) Mejorarán la condiciones de cosecha de los alimentos frescos y, por ende, su disponibilidad en el mercado, restando presión a una inflación que irremediablemente se acelerará.
¿Qué esperar de los precios?
En los últimos años, el sector exportador se vio beneficiado por distintos factores que empujaron los precios de las commodities hacia arriba, como los cuellos de botella a la salida de la pandemia y el estallido de la guerra en Ucrania. No obstante, la inflación global viene cediendo, acompañada por el ciclo de suba en las tasas de interés, y los precios de las commodities parecieran comenzar a moverse en consonancia, dando lugar a una campaña 22/23 que mostrará menores precios al ciclo previo.
Según estimaciones del FMI, se espera que el precio en 2024 del trigo se encuentre en 268 USD/tn (-5% i.a.), aunque seguiría un 30% por encima de los valores pre-pandemia (2010-19), el maíz 228 USD/tn (-10% i.a.; +11%) y la soja 494 USD/tn (-6% i.a.; +20%).
Dentro de los riesgos a una mayor baja, se encuentran:
1. Rigidez inflacionaria y menor crecimiento global. Una inflación más rígida a la baja puede derivar en nuevas subidas de tasas de interés mundiales, afectar la actividad y fortalecer el dólar a nivel global, dinámica estrechamente asociada a caídas en el precio de las commodities.
2. Crisis inmobiliaria en China. Una posible precipitación de la crisis sistémica que vive el mercado inmobiliario chino derivaría en una caída de la demanda de commodities de la segunda economía más grande del mundo.
3. Nueva cosecha récord en Brasil. Una nueva cosecha récord en Brasil, sumada a la recuperación local, más que compensaría la caída en la producción de mercados como EE.UU., derivando en un aumento considerable de la oferta. Tanto el Departamento de Agricultura de EE.UU como el organismo brasileño CONAB prevén que el país sudamericano volverá a registrar un récord de producción de soja en la presente campaña 2023/24 para contar con una gran oferta exportable de poroto.
4. Stock estadounidense en niveles bajos. El USDA incrementó la estimación de cosecha estadounidense, la cual ahora es de 112,3 M/Ton contra 111,7 M previstas el mes pasado. Si bien el stock final de soja de EE.UU. de la campaña 2023/24 fue ascendido a 6,6 M/Ton, sigue siendo muy bajo en términos históricos.
Asimismo, existen diferentes presiones al alza:
1. La inflación global desciende por debajo de lo esperado y mejora en la actividad. Una inflación cediendo podría dar lugar a que comiencen a caer las tasas de interés mundiales, ayudando a un repunte de la actividad, un dólar menos fortalecido y una mayor demanda de commodities.
2. Brasil se desinfla y “El Niño” se recrudece en el hemisferio norte. Un empeoramiento de las condiciones climáticas de Brasil, sumado a un “El Niño” más fuerte en el hemisferio norte -fenómenos anteriores han aumentado los precios de las commodities alimentarias por encima del 6% en un año- afectaría a la oferta y aumentaría los precios.
3. Se agudiza el conflicto entre Rusia y Ucrania. Un recrudecimiento del conflicto podría desencadenar en disrupciones en las cadenas de oferta globales y aumentar el precio de las commodities.
Ayudarlo para que el agro ayude
La recuperación proyectada para las exportaciones del sector agropecuario jugará a favor para una próxima administración que iniciará su mandato con la imperiosa necesidad de recomponer el stock de reservas internacionales netas, hoy por debajo de los – USD 10.000 M, frente a los pasivos en moneda extranjera que se enfrentarán en 2024: entre los principales, la deuda comercial por importaciones, vencimientos de deuda en USD, atrasos en la remisión de dividendos y utilidades.
Ahora bien, esta mejora no deberá implicar una actitud pasiva por parte del Gobierno: para sacar provecho de ello, el principal desafío que tendrá que abordar la próxima administración consistirá en recrear un esquema cambiario consistente y sostenido en el tiempo que elimine restricciones, reduzca la brecha cambiaria, corrija el atraso cambiario e incentive la liquidación de exportaciones, en el marco de la necesidad de estabilizar la economía para evitar acelerar el escenario de crisis nominal.
De hecho, vale recordar que durante el 2021 y 2022, con viento de cola en términos de precios internacionales de las commodities, Argentina gozó de un abultado saldo comercial que totalizó USD 21.700 M, pero las Reservas Netas (sin DEG) crecieron tan sólo USD 700 M.
En suma, la recuperación del agro per se no será suficiente para resolver los problemas heredados, por lo que será necesario administrar la escasez y encuadrar los diferentes plazos entre los flujos (oferta y demanda estacional de divisas) y stocks (deuda comercial, dividendos, etc.).