En septiembre el saldo comercial exhibió un déficit por séptimo mes consecutivo, acumulando en el año un rojo récord, el mayor desde 2018. Los volúmenes exportados -impactados por la sequía- registraron una nueva caída, mientras que las importaciones crecieron por segundo mes consecutivo.
No obstante, mientras el saldo comercial devengado (ICA) acumuló un rojo entre Ene-Ago de USD 6.200 M, el BCRA logró acumular un resultado neto positivo por bienes por unos USD 4.900 M (-56% vs 2022) en el mismo lapso (MULC-caja).
En lo que resta de 2023, la deuda comercial y el swap con China por otros USD 6.500 M serán factores relevantes en la búsqueda por sostener un nivel de importaciones elevado y evitar afectar la actividad económica en un escenario de aguda escasez de divisas en la antesala al ballotage.
En septiembre, el saldo comercial exhibió un nuevo déficit (-USD 800 M), acumulando en 2023 un rojo comercial cercano a los USD 7.000 M, el mayor desde 2018 -medido a precios de 2023-.
Las exportaciones se desplomaron nuevamente en su comparación interanual. Sumaron USD 5.750 M (-24% i.a.), con volúmenes en caída (-13% i.a.), al tiempo que los precios promedio, lejos de compensar, continúan disminuyendo (-13% i.a.).
Los volúmenes importados crecieron por segundo mes consecutivo. Si bien las compras externas alcanzaron los USD 6.530 M (-8% i.a.), las cantidades volvieron a crecer (+3% i.a.), y el descenso estuvo explicado por precios marcadamente a la baja (-11% i.a.).
Los términos de intercambio (TDI, relación entre precios de exportación e importación) no cortan su tendencia a la baja. Como consecuencia, el déficit comercial para los primeros nueve meses fue cerca de USD 1.300 M mayor en 2023 de lo que hubiera sido bajo los precios internacionales de 2022. No obstante, los TDI se ubican 9% por encima del promedio histórico (2004-22).
Exportaciones y un año para el olvido
Producto de la sequía, el complejo sojero fue el principal motor de la caída de las ventas externas. Las exportaciones de Porotos de Soja (-84% i.a., -USD 757 M) y Aceite de soja (-55% i.a., -USD 250 M) explicaron el fuerte deterioro en la performance del complejo en septiembre. De esta forma, la caída acumulada del conjunto de productos de soja en 2023 trepó a -USD 6.700 M i.a.
Detrás de ello le siguen las reducciones de Maíz y Trigo, cultivos también afectados por las inclemencias climáticas, con una caída acumulada de ambos en torno a los -USD 5.600 M i.a.
Como resultado, en los primeros nueve meses del año las exportaciones de Productos Primarios (PP) se desmoronaron (-38% i.a.), arrastradas por una fuerte caída en los volúmenes (-36% i.a.), y con precios levemente a la baja (-3% i.a.). En tanto las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) se comportaron de forma similar (-27% i.a.), muy afectadas por las menores cantidades (-17% i.a.) y con precios que no acompañaron (-11% i.a.).
Por último, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) también anotaron un fuerte retroceso (-10% i.a.), debido al descenso de sus cantidades vendidas (-3% i.a.) y precios que no ayudaron a compensar (-7% i.a.). Los principales subrubros detrás de este desempeño son Productos químicos y conexos y Materia plásticas y sus manufacturas, con decrementos anuales de USD 1.300 M (-29% i.a.) y USD 250 M (-29% i.a.), respectivamente, en el acumulado del año.
En medio de las restricciones y el salto cambiario, los volúmenes importados se sostienen
A pesar de las continuas restricciones para importar y el desordenado salto cambiario post-PASO, que, tras la aceleración de precios, ya se ubica por debajo de los niveles previos a la devaluación, los volúmenes importados se sostuvieron en niveles elevados (+3% i.a.).
Esto se debe a que, a pesar de transitar la sequía más aguda de la historia, el Gobierno apeló a distintas fuentes de financiamiento alternativas para sostener un flujo de importaciones que evite afectar la actividad y el empleo en el año electoral. Tal es así que las cantidades importadas no energéticas, si bien debajo de los niveles de 2022 (-4% i.a.), se encuentran por encima del lapso 2019-21 (ver gráfico).
Detrás de ello, la adquisición de porotos de soja para compensar el faltante por la sequía siguió empujando las importaciones no-energéticas. Las compras treparon a USD 340 M en septiembre (+USD 204 M i.a.) y las importaciones netas de porotos de soja (descontando las exportaciones) totalizan USD 4.200 M en 2023 (vs USD 480 M en 2022), explicando 6 de cada 10 dólares del déficit comercial.
Yendo a los volúmenes importados por los diferentes usos vinculados a la producción, Piezas y accesorios de Bienes de Capital continuó creciendo en septiembre (+2% i.a.), colocándose como el uso más dinámico en lo que va de 2023 (+4% i.a.). Le sigue Bienes Intermedios (+7% i.a. septiembre; +0,3% i.a. en 2023) y Bienes de Capital (-3% i.a.; -9%; i.a.), único uso en franca caída.
Por su parte, los volúmenes de Vehículos y automotores de pasajeros registraron un abrupto crecimiento en septiembre (+91% i.a), más que compensando la caída del mes previo (-82% i.a.) y resultando en las cantidades más elevadas desde agosto 2018. No obstante, las compras externas aún se colocan un 9% debajo respecto a 2022.
Balanza energética, ¿retornando al superávit?
La balanza energética acumula en 2023 un déficit de USD 970 M, bien por debajo de los USD 5.200 M del año pasado. En septiembre, el sector arrojó un leve resultado mensual positivo de USD 27 M, traccionado por importaciones que retrocedieron de forma abrupta (-43% i.a.), arrastradas por una fuerte caída en los volúmenes (-28% i.a.) y en los precios (-18% i.a.); y exportaciones que también retrocedieron (-34% i.a.), con un marcado decremento en los volúmenes (-21% i.a.) y precios jugando en contra (-16% i.a.).
De este modo, la balanza energética registra el déficit habitual, aunque muy por debajo del promedio de -USD 2.800 M de los últimos 11 años (2011-21). Asimismo, luego de un largo ciclo deficitario iniciado en 2011 -brevemente interrumpido en 2020- el gran desempeño en materia energética está generando que el saldo comercial acumulado en los últimos 12 meses comience a tender al superávit.
¿Cómo esperamos que cierre 2023?
Las exportaciones seguirán con una importante merma este año. La sequía que atraviesa Argentina, sumado a los menores precios promedio, significarán pérdidas en las exportaciones agrícolas que podrían superar los USD 20.000 M (equivalentes a cerca de 4 meses de importaciones).
Asimismo, será importante que las condiciones climáticas (mayores lluvias) sean favorables para evitar nuevos recortes en la producción estimada del trigo, cultivo puente hacia el segundo trimestre de 2024 y cuya exportación suele iniciar a finales de año.
En materia de importaciones, como mencionamos, si bien retrocediendo respecto a 2022, se encuentran en niveles por encima de lo esperado, aún en el marco de una aguda escasez de divisas y múltiples restricciones de acceso al mercado oficial de cambios. El sostenimiento del nivel de compras externas responde a la búsqueda por evitar una caída mayor en la actividad que afecte negativamente el empleo en el año electoral.
Como contracara, las reservas del BCRA sufrieron una marcada reducción. A su vez, fueron factores relevantes fuentes alternativas de financiamiento, como el crecimiento de la deuda comercial y el swap de monedas con China, del cual se activó recientemente el segundo tramo por unos USD 6.500 M.
De hecho, mientras que el saldo comercial devengado (ICA) acumuló un rojo entre Ene-Ago de USD 6.200 M, el BCRA logró acumular un resultado neto positivo por bienes por unos USD 4.900 M (-56% vs 2022) en el mismo lapso (MULC-caja).
Esto se debe al crecimiento exponencial de la deuda comercial de bienes, que estimamos ya supera los USD 10.500 M de nueva deuda neta en 2023, situándose en un stock de cerca de USD 42.000 M. De hecho, la eliminación de derechos de exportación para economías regionales y la extensión del “dólar exportador” a nuevos sectores obedece a la búsqueda por generar mayores liquidaciones (ingresos vía MULC), así como de contener las presiones sobre la brecha cambiaria.
En tanto el impacto del nuevo tramo del swap dependerá del uso efectivo que se le asigne. Por caso, es probable que se utilicen yuanes para los pagos de octubre y noviembre con el FMI -próximo a USD 1.400 M-, por lo que el remanente se encauzará en parte para importaciones y para controlar los dólares financieros en un escenario de mayor volatilidad de cara al ballotage.
En suma, los volúmenes importados no-energéticos seguirán a la baja, pero en niveles elevados para evitar afectar la actividad. Las restricciones seguirán operando, limitando una elevada demanda que es impulsada por una creciente brecha cambiaria y expectativa de devaluación que descuentan una corrección del tipo de cambio oficial a principios de la nueva gestión de gobierno que surja del ballotage.
Con todo, se seguirá buscando sostener las compras externas para evitar que la sequía y la escasez de divisas contagie al resto de la actividad económica, que en el acumulado del año se encuentra un 1,6% debajo de 2022, pero un +1,1% i.a. al excluirse el sector agropecuario.