Editorial

Se evitó la recesión en el tercer trimestre

En el segundo trimestre del año, el producto interno bruto (PIB) creció 0,3%en términos desestacionalizados frente al período previo, tras haber caído 0,1% en el segundo trimestre. En la comparación interanual, registró un crecimiento de 3,3%. De este modo, los primeros nueve meses del año se posicionaron un 5,2% por encima del promedio del mismo periodo del 2024.

La apertura comercial y la suba de las cantidades exportadas (+10,2% i.a.) jugaron un papel importante en el crecimiento interanual del PBI. En ese contexto, las importaciones crecieron 27,3% interanual y alcanzaron un nuevo máximo de la serie, ubicándose en su nivel más alto desde 2017, lo que contribuyó a dinamizar la inversión. Así, la formación bruta de capital fijo creció +10,3% i.a.

Para el 2025, estimamos un crecimiento promedio cercano al 4% para 2025. Este resultado se explica en gran medida por el arrastre estadístico de 2024, dado que la actividad crecería en la zona del 0,5% a lo largo del año.

¿Cómo cerró el segundo trimestre?

En el segundo trimestre del año, el producto interno bruto (PIB) creció 0,3% en términos desestacionalizados frente al período previo (avanzó 3,3% i.a.), tras haber caído 0,1% en el segundo trimestre. De este modo, el promedio de los primeros nueve meses del año se posicionó un 5,2% por encima del mismo período del 2024. Con el dato de este trimestre, se evitó una recesión técnica, considerando que el segundo trimestre del año fue de caída y se esperaba que el tercero también lo sea. 

A diferencia del trimestre anterior (donde cayeron todas las partidas excepto consumo público), la mayoría de los componentes del PIB presentaron subas en la serie desestacionalizada. Las exportaciones lideraron la suba (+6,4%), seguido de Consumo público (+0,5%) y Consumo privado (+0,2%), mientras que se redujeron las importaciones (-6,0%) y la formación bruta de capital fijo (-2,7%).

La comparación interanual ya no se realiza contra el piso de la recesión pasada, sino contra el inicio de la recuperación observado en el segundo trimestre del 2024. En ese marco, son pocos los sectores que crecieron desde entonces: Intermediación financiera (+28%), Explotación de minas y canteras (+10%), Hoteles y restaurantes (+7%) y Actividad inmobiliaria (+4%). En contraste, las principales caídas interanuales fueron Pesca (-20 %), Industria manufacturera (-2,5%) y Electricidad, gas y agua (-1%). Algo que se desprende de esto es que la construcción (+1% i.a.) pudo crecer a pesar de la caída tras el cese de la obra pública, mientras que la industria manufacturera fue particularmente golpeada por el enfriamiento de la demanda interna de bienes locales, la apertura de importaciones a lo largo del último año.

La apertura comercial y la suba de las cantidades exportadas (+10,2% i.a.) jugaron un papel importante en el crecimiento interanual del PBI. En ese contexto, las importaciones crecieron más de 27% i.a. y alcanzaron un nuevo máximo de la serie, ubicándose en su nivel más alto desde 2017, lo que contribuyó a dinamizar la inversión. Así, la formación bruta de capital fijo creció 10% i.a.

Al interior, este crecimiento fue explicado por las subas en maquinaria y equipo (+14%) y equipo de transporte (+28% i.a.). En ambos casos, la suba estuvo traccionado por el componente importado (+43% i.a.) mientras que el local presentó caídas (-8% i.a.).

Mayor apertura impulsa el consumo privado

La mayor participación importada y retroceso del componente nacional también se trasladó al consumo privado. El aumento del mismo observado a lo largo del año, impulsado en los primeros meses por la mejora del salario real (producto de la desaceleración inflacionaria), el crecimiento del crédito y la mayor oferta de bienes importados dio lugar a una dinámica particular del consumo, caracterizada por una mayor demanda de bienes durables (con bajo nivel de consumo masivo) y con una mayor importancia de los bienes y servicios (como turismo) importados.

En ese marco, durante el tercer trimestre el salario real se estancó y el crédito dejó de crecer en dos dígitos como lo venía haciendo la primera parte del año, en un contexto de mayor volatilidad de las tasas de interés. Así fue como el avance de 5,3% i.a. del consumo privado fue más moderado que en los dos trimestres previos, que venía creciendo 11% en promedio. A pesar de esta desaceleración, el patrón de crecimiento de los bienes durables y caída del consumo masivo continuó en el tercer trimestre: la compra de vehículos creció 4%, las motos un 6%, mientras que el consumo masivo se redujo en 1%.

De este modo, contemplando tanto el consumo de las familias como la inversión realizada por las empresas, el tercer trimestre se caracterizó por una demanda privada interna creciendo 6% i.a., pero en la que el componente de producción local aumentó apenas 1% i.a.

¿Qué esperamos para el cierre de año?

De cara al último trimestre del año, los indicadores adelantados no presentan un buen panorama. En el acumulado de octubre y noviembre, la construcción tiene señales mixtas: Índice construya cae en torno al 9%, mientras que los despachos de cemento crecen apenas 0,1%. Por su parte, la producción de automóviles cae en torno al 8% entre los dos meses, los patentamientos se reducen 3% y las ventas de autos usados cerca del 5%. Por último, las ventas minoristas caen 6% en el acumulado de octubre y noviembre.

En el cuarto trimestre, la baja de las tasas de interés podría actuar como un motor de crecimiento moderado, en un contexto en el que octubre fue un mes débil para la actividad, atravesado por la disputa electoral. Además de la propia estabilidad post elecciones, no se observan otros canales que puedan impulsar el crecimiento a fin de año.

Para el 2025, estimamos un crecimiento promedio cercano al 4% para 2025. Este resultado se explica en gran medida por el arrastre estadístico de 2024, dado que la actividad crecería en la zona del 0,5% a lo largo del año.



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