Síntesis
• Con términos del intercambio soplando levemente en contra, en mayo el saldo comercial exhibió un abultado déficit (el más elevado del año), algo inusual para un mes típicamente superavitario. De hecho, desde inicios de siglo sólo en dos oportunidades se observó un rojo para este mes (2017 y 2018).
• Las exportaciones -impactadas por la sequía- acumulan un semestre en caída, en tanto que las importaciones mermaron en menor medida, producto de un repunte en los volúmenes que cortó con una racha de cinco meses en baja.
• Hacia adelante, la aguda escasez de divisas y el reducido saldo comercial para 2023 fruto de la sequía irremediablemente acentuará la caída de los volúmenes importados no-energéticos, limitando la potencial expansión del mercado interno.
El déficit comercial más elevado de 2023
Aun siendo un mes típicamente superavitario -comienza a exportarse gran parte de la cosecha gruesa- en mayo el saldo comercial exhibió el déficit más elevado de 2023 (–USD 1.200 M), cuando en mayo de 2022 se verificaba un superávit de USD 370 M. De hecho, desde inicios de siglo sólo en dos oportunidades se observó un rojo comercial para este mes (2017 y 2018). De esta forma, el resultado externo se encontró en terreno negativo por tercer mes al hilo.
Las exportaciones acumulan un semestre en caída. Sumaron USD 6.200 M (-25% i.a.). Los volúmenes volvieron a retroceder (-13% i.a.), al tiempo que los precios promedio, lejos de compensar, disminuyeron por 4° mes al hilo (-14% i.a.), retornando a los niveles de 2019.
Las importaciones también mermaron, pero en menor proporción, gracias a una recuperación en los volúmenes. Las compras externas alcanzaron aproximadamente los USD 7.300 M (-7% i.a.), descenso determinado por un retroceso en los precios (-10% i.a.), dado que los volúmenes enseñaron un leve repunte (+4% i.a.).
Los términos de intercambio (relación entre precios de exportación e importación) siguen soplando levemente en contra. En mayo descendieron nuevamente (-4,1% i.a.) alcanzando 5 meses de caída ininterrumpida en forma interanual. Si se hubiesen mantenido los TDI de mayo 2022, el saldo comercial habría anotado un déficit algo menor (en torno a los USD 1.000 M), dando cuenta que el rojo del mes estuvo explicado principalmente por el desempeño de los volúmenes. No obstante, los TDI se ubican un 13% por encima al promedio histórico (2004-22).
¿Qué productos explican la caída en las exportaciones? ¿cuáles permitieron un mayor dinamismo de las importaciones? ¿qué esperamos hacia adelante?
Las exportaciones siguen mostrando una importante caída
El complejo sojero fue uno de los principales motores de caída de las ventas externas. Las exportaciones de Aceite de soja (-45% i.a., -USD 390 M) y Harina y pellets de soja (-16% i.a., -USD 200 M) explicaron el fuerte deterioro en la performance del complejo. De esta forma, la caída acumulada de ambos productos en 2023 trepó a -USD 2.400 M i.a. (-54% i.a. en cantidades), arrastrada por la demora y desplome en la cosecha producto de la sequía, sumado al adelantamiento de ventas fruto de las ediciones anteriores del dólar soja.
Por otro lado, se destacaron las reducciones tanto del Maíz (-47% i.a., -USD 430 M) como del Trigo (-88% i.a., -USD 400 M), con una caída acumulada de ambos productos en torno a los -USD 4.100 M i.a., acusando la extrema gravedad de las inclemencias climáticas.
Como resultado, las exportaciones de Productos Primarios (PP) se desmoronaron (-37% i.a.), arrastradas por una fuerte caída en los volúmenes (-34% i.a.), con precios retrocediendo levemente (-4% i.a.). En tanto las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) se comportaron de forma similar (-29% i.a.), muy afectadas por las menores cantidades (-15% i.a.) y con precios que no acompañaron (-16% i.a.).
Por último, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) continúan siendo el único rubro cuyas cantidades crecen (+3% i.a.), aunque no así el valor de las ventas externas (-9% i.a.), producto de precios (-12% i.a.) que retrocedieron durante todo el 2023.
Leve repunte de las importaciones
Los volúmenes importados de usos vinculados a la producción, como Bienes de Capital (+6,5% i.a.) y Bienes Intermedios (+10,3% i.a.) cortaron una racha de 5 y 8 meses de caída ininterrumpida, respectivamente. En tanto, Piezas y Accesorios de Bienes de Capital, si bien desacelerándose, continua levemente al alza (+0,9% i.a.), colocándose como el rubro de mayor dinamismo en lo que va de 2023.
La importación de porotos de soja siguió empujando las importaciones no energéticas. Las compras treparon a USD 720 M (+USD 370 M i.a.), llegando a representar el 10% de las compras externas -valor récord para un mes de mayo- y 8,3% en el acumulado de las importaciones realizadas en el año (ver gráfico debajo). Esta dinámica se explica por las necesidades de una industria del crushing de soja local enseñando una elevada capacidad ociosa, afectada por el desplome en la cosecha. Las compras de poroto son utilizadas para su transformación y posterior comercialización como aceite y harina y pellets.
Asimismo, las compras externas del complejo automotriz siguen al alza. Totalizan en el año USD 5.000 M (+16% i.a.), con las autopartes creciendo un 21% i.a., contribuyendo al buen desempeño de las exportaciones en lo que va de 2023 (+21% i.a.). No obstante, el complejo presentó un abultado déficit comercial en torno a los USD 1.500 M (+4,1% i.a.), representando 6 de cada 10 dólares del rojo comercial acumulado en 2023.
Balanza energética
La balanza energética acumula en 2023 un déficit de USD 350 M. En mayo, el sector arrojó un resultado negativo de USD 460 M, revirtiendo el leve superávit obtenido durante Enero-Abril. Las importaciones retrocedieron 38% i.a., arrastrada por la caída en los precios (-20% i.a.) y las cantidades (-24% i.a.). Las exportaciones cayeron en menor medida (-5% i.a.), aunque exhibiendo un abrupto crecimiento de los volúmenes (+35% i.a.) que fue contrarrestado por una marcada reducción en los precios (-38% i.a.).
De este modo, la balanza energética no logró retornar a la tendencia superavitaria previa (2019-21) que se registró hasta la disparada de los precios de la energía en 2022 producto de la invasión rusa a Ucrania.
¿Qué esperamos hacia adelante?
Las exportaciones mostrarán una importante merma este año. Los estragos de la histórica sequía que atraviesa Argentina, sumado a los menores precios promedio, significarán pérdidas en las exportaciones agrícolas que podrían superar los USD 20.000 M (equivalentes a casi 4 meses de importaciones).
Por otra parte, más allá de la efectividad del “dólar agro” para adelantar (no aumentar) la liquidación de divisas, la producción de las economías regionales se encuentra también muy golpeada por las inclemencias climáticas. Para ejemplificar, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) estima que la producción total de uva caería un 21% anual en 2023 (la recolección acumulada al 21 de mayo muestra una merma del 25% i.a.), siendo la peor campaña desde 2011 e hilvanando dos años en caída. En situación similar se encuentra la campaña 2022/23 de maní, con una producción que descendería casi 40% i.a., según la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCA).
En materia de importaciones, el freno en la caída de las cantidades importadas de mayo podría verse reforzado por la negociación y activación del swap de monedas con China, revitalizando un comercio bilateral que viene retrocediendo 21% i.a. en lo que va del año.
Además, estimamos que el crecimiento de la deuda comercial seguirá siendo clave. Esto se debe a la posibilidad de que diferentes empresas paguen parte de su deuda comercial en yuanes, otorgando un mayor espacio financiero, y a la negociación con diferentes sectores (petrolero y automotriz) para extender los plazos de financiamiento de las importaciones. Como resultado, luego de crecer USD 8.600 M durante 2022, estimamos que la deuda comercial de bienes durante Enero-Mayo habría sumado cerca de otros USD 3.500 M.
Por último, las buenas noticias en torno al Gasoducto NK también ayudan. El cumplimiento de los plazos estipulados, la próxima puesta en funcionamiento y su consecuente aumento en la producción, sumado a un invierno que sería más caluroso de lo común, implicarán una menor necesidad de divisas, aunque no la suficiente para revertir el déficit estructural de la balanza energética en 2023.
Con todo, la aguda escasez de divisas y un reducido saldo comercial para 2023 fruto del impacto de la sequía irremediablemente agudizará la caída de los volúmenes importados no-energéticos, limitando la expansión potencial del mercado interno producto de un menor abastecimiento de insumos y bienes finales.