En enero, el saldo de la balanza comercial exhibió un superávit (+USD 797 M) por segundo mes consecutivo. Los volúmenes exportados repuntaron, mientras que las cantidades importadas registraron un pronunciado descenso.
En particular, la balanza comercial energética arrancó el año con el pie derecho, tras anotar el mayor superávit mensual para un mes de enero desde 2010.
De cara a 2024, la recuperación de la cosecha agrícola, la reversión del déficit energético y un menor nivel de importaciones producto de la caída en la actividad económica colaborarán para que la balanza comercial retomé a su frecuente superávit.
El saldo comercial exhibió un superávit en enero (+USD 797 M), siendo el segundo mes consecutivo desde el cambio de gestión y la posterior instrumentación del salto de casi 120% del tipo de cambio y la readecuación de regulaciones en el comercio exterior.
Las exportaciones tuvieron un pronunciado repunte. Sumaron USD 5.398 M (+9,6% i.a.), impulsadas por cantidades colocadas al exterior al alza (+21,1% i.a.), al tiempo que los precios soplaron en contra (-9,4% i.a.) y ya redondean un año a la baja. Por su parte, las importaciones se desmoronaron al anotar USD 4.601 (-14,3% i.a.), con volúmenes que acusaron el impacto de las nuevas medidas (-11,3% i.a.) y precios que se encontraron a la baja (-3,5% i.a.).
¿Qué ocurrió en enero?
Las exportaciones se vieron motorizadas por el nuevo esquema cambiario, ahora más competitivo, el derrumbe de la brecha cambiaria y una campaña agrícola mejor a la esperada (aunque aun siendo una producción históricamente baja) de la cosecha fina.
En este sentido, las exportaciones de Trigo repuntaron hacia los USD 565 M (+279,2% i.a.; +USD 416 M), monto que representa el 10% de las exportaciones del mes (vs 3% en 2023). Así, las cantidades de las colocaciones externas de Productos Primarios (PP) despegaron +66,7% i.a. y, en menor medida, las de Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) otro +16,6% i.a.
Por el contrario, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) fueron el único rubro en registrar un descenso en las cantidades exportadas (-5,5% i.a.). El nuevo esquema cambiario, con un tipo de cambio importador por encima del exportador, sumado a las demoras de las nuevas regulaciones que siguieron impidiendo un acceso fluido a insumos y bienes de capital del exterior atentaron contra el desempeño de las MOI que, para peor, registraron un descenso no menor en sus precios (-10,1% i.a.).
Por su parte, las importaciones, a la inversa de las exportaciones, se deterioraron al calor de las razones mencionadas. Los volúmenes importados de usos vinculados a la producción se vieron muy castigados, con la única excepción de Bienes Intermedios (+5,5% i.a.); Piezas y bienes de capital sufrió un retroceso del -23,8% i.a., anotando su mayor caída desde septiembre del 2020; y Bienes Intermedios anotó otro -11,8% i.a.
En esta línea, con una demanda doméstica retrocediendo, los volúmenes importados de Bienes de consumo también se retrajeron (-8,3% i.a.). Diferente fue para el caso de Vehículos automotores de pasajeros (+85,2% i.a.), que anotaron su segundo mayor avance en casi tres años.
Balanza comercial energética arriba al superávit
La balanza energética abre el año con un nivel hisóricamente elevado: anotó el mayor superávit mensual para un enero desde el 2010. El balance energético totalizó un resultado positivo de USD 390 M, debido al gran desempeño de unas exportaciones que alcanzaron USD 677 M, repuntando fuertemente en sus cantidades exportadas (+31,2%), que más que compensaron precios internacionales jugando en contra (-15,4% i.a.). En simultáneo, las importaciones retrocedieron de forma abrupta (USD 287 M; -58,7% i.a.), arrastradas por una fuerte caída en las cantidades importadas (-52,7% i.a.) y en menor medida los precios (-11,8% i.a.).
De este modo, visto de forma acumulada en los últimos doce meses, la balanza energética retornó al superávit luego de doce años (omitiendo 2020). Esta es una primera señal de lo que esperamos se constituya en la nueva tendencia positiva para el saldo energético, que estimamos rondará a fines de 2024 con un saldo positivo que superará los USD 3.000 M.
¿Qué esperamos hacia adelante?
El Gobierno comenzó la gestión con vistas a resolver los desequilibrios macroeconómicos heredados. En el plano cambiario, se abordó la corrección del atraso cambiario al convalidar un salto del 118% del dólar oficial, así como una modificación de los tipos de cambio efectivos, ubicando por encima al tipo de cambio importador (tras elevación al 17,5% del impuesto PAIS) respecto al exportador (que además cuenta con retenciones). Asimismo, se sostuvo el} beneficio de liquidar el 20% de las exportaciones por el canal financiero (CCL).
Para recomponer Reservas, a los efectos positivos de las medidas cambiarias se le suma la programación de los flujos importadores, escalonando el acceso al MULC en un 25% del valor FOB importado cada 30 días -el esquema difiere para combustibles, productos farmacéuticos, fertilizantes y automotores-.
En tanto el stock de deuda comercial por importación de bienes, el BCRA ofreció a importadores el BOPREAL, pilar clave para contener presiones cambiarias adicionales (es decir, evitar que se vuelque dicha demanda a los canales de dólares financieros), y cuya Serie 1 completó su adjudicación y se encuentra próxima a finalizar la correspondiente a la Serie 2.
Con todo, en el corto plazo el principal desafío del esquema será llegar con las menores distorsiones posibles a la cosecha gruesa. Es decir, para sortear sin sobresaltos los propios problemas del esquema económico trazado, será clave arribar al segundo trimestre con 1) una inflación arrojando señales de desaceleración para mermar los efectos negativos sobre la competitividad cambiaria (30% de apreciación desde la devaluación del 13 de diciembre a hoy); 2) una brecha cambiaria contenida para incentivar liquidaciones y evitar un potencial exceso de demanda de divisas; y 3) con la demanda de divisas por importaciones in crescendo, las compras que viene registrando el BCRA tendrán en marzo un umbral a superar que marcará el pulso previo a la mayor oferta de divisas tras el ingreso de la cosecha gruesa.
En suma, 2024 tendrá una auspiciosa recuperación de las exportaciones. A la recuperación de los principales cultivos de exportación (soja y maíz) y la reversión del déficit comercial energético se le sumará, en caso de que se logre mantener la brecha cambiaria a raya y se produzca eventualmente una unificación, sectores como el minero y los Servicios Basados en Conocimiento. Por el lado de las importaciones, la demanda se encontrará fuertemente afectada, en particular en el primer semestre del año, producto de la caída en la actividad económica (estimamos una caída del 4% en el 1° semestre; -2,9% anual), estimando una recuperación hacia finales de año.
Dicho esto, dos son las razones que obligan a mantener la cautela: 1) presiones bajistas en el precio de los granos gruesos, en particular la soja, cuyo contrato futuro a mayo-24 ya se ubica en 434,82 USD/tn (-13,8% i.a.), debido a producciones globales por encima de lo estimado y una ralentización de la demanda China; y 2) recrudecimiento en los conflictos de Medio Oriente y en particular en el Mar Rojo, que imprimen volatilidad en el costo de los fletes (en enero saltaron un 36%).