¿Cómo le fue al fisco en marzo?
El Sector Público Nacional No Financiero registró en marzo el tercer superávit fiscal consecutivo en lo que va del año, mostrando así un superávit financiero en el primer trimestre por primera vez desde 2009. En números, las cuentas públicas registraron un superávit primario de $625.034 millones en marzo. A su vez, con un pago de intereses que se ubicó en $348.396 millones, el superávit financiero alcanzado fue de $276.638 millones. De esta forma, el SPN sobre cumplió la meta delineada por el FMI, acumulando en el primer trimestre de 2024 un resultado financiero de 0,2% del PIB y un resultado primario de 0,5% del PIB.
¿Qué explicó el superávit fiscal en marzo? Lejos de recuperarse, los ingresos profundizaron su caída anotando un rojo real de -8,6% i.a, mientras que el marcado recorte sobre el Gasto Primario (-28,6% i.a. real) volvió a explicar la mejora en las cuentas fiscales.
¿Qué ocurrió al interior de las cuentas públicas?
¿Qué explicó el magro desempeño de los recursos? La caída real en los tributos asociados a la actividad económica y los ingresos más que compensó el aporte de los Derechos de Exportación y la ampliación del Impuesto PAIS.
A diferencia de los dos primeros meses del año, el IVA neto de reintegros se redujo en marzo un -15,4% i.a en términos reales (una caída similar a la de marzo 2020 atravesada por el confinamiento de la pandemia) y los Derechos de Importación anotaron un rojo real de -27,5% i.a.
En paralelo, el Impuesto a las Ganancias continúa anotando caídas reales (38% i.a) desde el recorte de la cuarta categoría de diciembre 2023, al igual que las Contribuciones a la Seguridad Social (-20% i.a) que en marzo cayeron un 20% i.a. (real) e hilaron su séptima caída real consecutiva.
Por su parte, los Derechos de Exportación crecieron nuevamente un +74% i.a. real, y el Impuesto PAIS se cuadruplicó en términos reales con respecto a marzo del 2023 (producto de su ampliación). Buena parte de esta mejora puede explicarse, al igual que en febrero, por la suscripción a BOPREAL que se agotara una vez que se terminen las licitaciones de la Serie 3.
Entonces, ¿qué paso con el gasto? Como resultado de un recorte transversal sobre todas las partidas, el Gasto Primario registró una caída real del 29% i.a. Al igual que en los meses previos, la mayor parte del recorte se explica por el ajuste sobre el Gasto Social.
En tal sentido, las Prestaciones Sociales cayeron un -21% i.a real, mostrando una dinámica heterogénea a su interior. Por un lado, las Jubilaciones y Pensiones (incluyendo PNC) mostraron una caída real del 32% i.a., mientras que la partida “Otros Programas” se redujo un 13% i.a. Por el contrario, las Asignaciones Familiares y AUH registraron un crecimiento real de 16% respecto al marzo pasado.
Los Subsidios Económicos, moderaron la caída de los primeros meses y se redujeron en marzo un 21% i.a. Sin embargo, parte de la reducción en esta partida no estaría explicada por un ahorro genuino, sino por una postergación de pagos y compromisos.
En cuanto a la negociación con los gobiernos provinciales, tanto las Transferencias a Provincias (corrientes y de capital) como los Gastos de Capital (obra pública excluyendo transferencias) mostraron una marcada contracción real del 84% i.a. Con respecto al resto de las partidas, las Transferencias a Universidades (foco de conflicto reciente) se redujeron un 18% i.a. real, mientras que los Gastos en Funcionamiento (incluye salarios) cayeron un 21% i.a. real.
¿Qué explico el superávit del primer trimestre?
La dinámica fiscal del primer trimestre estuvo caracterizada por un marcado recorte sobre el gasto público y una caída en los ingresos que se vio moderada por la ampliación del Impuesto PAIS. Justamente, la mayor recaudación del Impuesto PAIS explicó un quinto de la mejora en el resultado fiscal.
Por el lado de las erogaciones, el Gasto Primario se redujo un 35% i.a. en términos reales, donde el Gasto Social explicó el 44% del ajuste al caer un 27% i.a. real. A su vez, la contracción en los Gastos de Capital y la merma en las Transferencias a Provincias implicaron un recorte real superior al 80% i.a., explicando un 28% del ajuste. Por su parte, la reducción en los Subsidios Económicos (-46% i.a. real) representó el 12% del recorte, donde entró en juego la postergación de pagos a CAMMESA (empresa intermediaria en el sector energético).
¿Qué esperamos para 2024?
Desde el inicio del mandato, el Poder Ejecutivo enfatizó la necesidad del ordenamiento de las cuentas públicas y estableció el ancla fiscal como driver de la política económica, impulsando un cambio de régimen económico que regenere la credibilidad y confianza, lo cual es central también dentro de la estrategia monetaria-cambiaria.
El resultado fiscal superavitario obtenido en el primer trimestre del año da un respiro al gobierno, con un desempeño fiscal va en línea con la meta anunciada (superávit primario de 2% del PIB en 2024). Pese a mostrar un superávit financiero en el primer trimestre luego de 14 años en rojo, las características del ajuste implementado sobre el gasto, la dinámica que podría adoptar la recaudación en un contexto recesivo y la indexación de las partidas previsionales siembran incertidumbre sobre la sostenibilidad (tanto social como política) de la estrategia a lo largo del año.
En cuanto a los recursos, la recesión económica proyectada seguramente deteriore los ingresos asociados a la actividad, lo cual no sólo afectará a la Nación, sino que impactará con mayor fuerza sobre las cuentas públicas provinciales (ya perjudicadas por la modificación de Ganancias) dado que son mayormente impuestos coparticipables. A su vez, uno de los pilares de la recaudación durante los primeros meses de gestión fue (y será) el Impuesto PAIS, un recurso transitorio que en algún momento deberá reducirse si se pretende salir del CEPO.
En el corto plazo, la liquidación de la cosecha gruesa incrementará lo recaudado vía Derechos de Exportación, poniéndole un límite a la caída de los recursos. Sin embargo, aquel factor mostraría su pico estacional en el segundo trimestre, para luego moderarse en la segunda parte del año.
En este contexto, la aprobación del nuevo Paquete Fiscal y la Ley Bases podría dotar de mayores recursos al fisco producto de la reincorporación del Impuesto a las Ganancias (Ingresos Personales) y el blanqueo (entre otras propuestas). Sin embargo, en caso de no lograr su aprobación, el Gobierno debería continuar ajustando considerablemente el gasto para cumplir con el objetivo comprometido.
Con respecto al gasto, el ajuste implementado sobre el Gasto Social (más de la mitad de las erogaciones) se sostendría principalmente por el cambio en la fórmula de la movilidad previsional, que se actualiza mensualmente desde abril según la inflación evidenciada dos meses atrás. Si bien la nueva fórmula resguarda los haberes y las asignaciones frente a una eventual aceleración inflacionaria, también elimina la posibilidad de recuperarse frente a un escenario de crecimiento y recuperación económica, congelando los haberes en mínimos reales.
De este modo, pese a que el cambio de fórmula incrementa en el margen el gasto en jubilaciones y pensiones, le pone un techo al gasto social tanto para el último tramo del año como para 2025 frente a una eventual recuperación de la economía. Sin embargo, el riesgo en términos fiscales es que una nueva aceleración inflacionaria generaría mayores presiones en el gasto.
En cuanto a los Subsidios Económicos, si bien la actualización tarifaria aliviará las presiones sobre este rubro (elevando las presiones inflacionarias), será necesaria una normalización de los pagos y compromisos en algún momento del año para no generar aún más distorsiones en la cadena de pagos del sector energético.
Distinto es el caso para las Transferencias a las Provincias (discrecionales) y los Gastos de Capital, donde el Gobierno tiene un mayor margen de maniobra para recortar, pero son una carta de negociación para conseguir mayores votos en el Congreso. Justamente, la misma aprobación del nuevo Paquete Fiscal podría recomponer en parte unos diezmados recursos de las finanzas provinciales.
A modo de cierre, si bien estimamos que el objetivo de un equilibrio financiero luce sumamente desafiante en el contexto actual, vemos factible que el Gobierno termine con un superávit primario en 2024 a costas del impacto de la recesión esperada sobre la economía. Esto último no dejaría de ser una señal positiva en cuanto a la dirección tomada tanto para el FMI como para los mercados financieros.