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La inflación cayó en junio: ¿alivio efímero o permanente?

Síntesis

● Gracias a una menor incidencia de Estacionales, la inflación desaceleró en junio por segundo mes consecutivo y estuvo por debajo de las expectativas.

● Fue clave la calma en los precios de alimentos frescos (carne, frutas y verduras), mientras que los empaquetados mantuvieron un registro más elevado

● Partiendo de una afianzada inercia, el segundo semestre no estará exento de riesgos que podrían presionar sobre los precios, dificultando la continuidad de un sendero de desaceleración de la inflación.

 

Tras la fuerte aceleración de principios de año, la inflación se desaceleró por segundo mes consecutivo, reduciendo temores sobre una espiralización del proceso inflacionario en el corto plazo.

En junio, el IPC Nacional reportado por INDEC trepó un 6% mensual, moderándose frente al 7,8% de mayo y al 8,4% de abril. La dinámica del mes estuvo mayormente explicada por lo ocurrido con los precios estacionales y, en particular, por una mayor parsimonia en los aumentos de alimentos frescos (carnes, verduras y frutas).

El registro se ubicó por segundo mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (la mediana del REM-BCRA proyectaba un 7,3%).

A pesar de la desaceleración mensual, la inflación del segundo trimestre promedió el 7,4%, trepando desde el 6,8% del primer trimestre, al tiempo que la inflación interanual trepó a 115,6%, volviendo a situarse en máximos desde 1991. En el primer semestre acumuló 50,7%, mientras que para el mismo período de 2022 el avance había sido de 36,2%.

¿Qué rubros explicaron la desaceleración?

El principal factor que motivó la moderación fue la abrupta desaceleración en la suba de la categoría Estacionales y, en particular, la mayor calma en los aumentos de alimentos frescos (carnes, verduras y frutas). Esta tendencia estaría revelando que los efectos de la sequía sobre la oferta de frutas, verduras y carne aviar parecieran haberse aplacado.

Los Estacionales treparon apenas 1,8% en el mes, el menor registro en 20 meses. Aun así, en la comparación interanual (+137,9%) se ubican 20 puntos porcentuales por encima del Nivel General.

Por su parte, dentro de Alimentos y bebidas -rubro que se moderó al 4,1% mensual (menor suba desde noviembre)- se destacó lo sucedido con los productos frescos, cuyo precio tendió a caer o a mantenerse relativamente estable: frutas (-3,1%); verduras (-1,8%); carnes (+1,3%). Aún con estas mermas, en los últimos 12 meses frutas y verduras trepan 154,7% y 168,0%, respectivamente, un número ampliamente superior al Nivel General.

Asimismo, el IPC sigue viéndose favorecido el abaratamiento que sigue mostrando la carne vacuna, cuyo precio hila tres meses consecutivos de caída en términos reales (-20,7% en los últimos 12 meses). Tomando el promedio de los últimos cinco años, la caída ya supera el 7%.

Esta tendencia responde a los impactos de la sequía: los productores anticipan la salida de animales de los campos por la menor disponibilidad de pasto para la alimentación y temores a la mortandad del ganado. En consecuencia, se adelanta el envío a faena o se “terminan” los animales en corrales, agregándole más rápidamente los últimos kilos a base de granos (engorde intensivo). En el primer semestre, la faena creció 13% i.a., marcando el mayor nivel el proceso de liquidación de vientres desde 2009. Este escenario deriva en mayor presión bajista sobre los precios de la hacienda que se absorbe en el mercado local frente a una demanda debilitada.

En contraste, los productos de Consumo Masivo (empaquetados) crecieron 8,1%. Dentro del rubro se destacaron los aumentos en Azúcar, dulces, chocolate y golosinas (14,3%), Café, té, yerba y cacao (+9,6%), Pan y Cereales (+8,6%) y Aguas y Gaseosas (+6,9%). El IPC Consumo Masivo -el más atravesado por el programa de Precios Justos– promedió 8,7% los últimos 3 meses, 1,3 p.p. por encima del promedio del nivel general, dinámica que da cuenta de la dificultad del programa a la hora de contener los aumentos del rubro.

Finalmente, los Regulados (+7,2%) lideraron el aumento. Luego de un mayo (+9,0%) en el que coincidieron aumentos en tarifas de electricidad y gas, cigarrillos, educación, transporte público, salud y comunicaciones, el menor registro de junio se debió a una menor incidencia de ajustes en tarifas energéticas. El 7,2% estuvo traccionado por aumentos en Electricidad (11% para ingresos altos, 24% para ingresos medios y 36% para ingresos bajos), transporte público (subtes 10,5%; colectivos y trenes 8,6%), Educación (colegios privados 11,1% en CABA y 7,5% en la provincia de Buenos Aires), Prepagas (+5,5%), combustibles (+4,5%) e Internet y telefonía (+4,5%).

La inercia se mantiene elevada

El IPC Núcleo (+6,5%) desaceleró por segundo mes consecutivo, ubicándose 1,3 p.p. por debajo del promedio de los últimos 3 meses. Se trata del menor registro para este indicador desde enero.

Al excluir precios con comportamiento estacional, sujetos a regulación o con un elevado componente impositivo, la inflación núcleo se utiliza como proxy de la tendencia del nivel general de precios, en tanto depende en mayor medida del ciclo económico.

En este sentido, como podemos ver en el siguiente gráfico la inflación núcleo se mantiene en niveles elevados, dando cuenta de una arraigada inercia, que se ve reflejada en una mayor velocidad de ajuste de los precios, en un contexto de acortamiento de los plazos contractuales formales e informales y un aumento en la cantidad de tramos de incrementos aplicados.

¿Qué podemos esperar en adelante?

Para julio estimamos un guarismo que no superaría el 7% el IPC GBA Ecolatina creció 6,5% mensual en la primera quincena-. En el mes habrá menos aumentos puntuales que en mayo y junio, donde se destacan prepagas (+8,5%); colectivos y trenes (+8%), servicio doméstico (+6%); internet, cable y telefonía (+4,5%); combustibles (+4,5%); y colegios privados. Estos ajustes explicarían entre 0,7 y 0,9 p.p. del IPC de julio.

Hacia adelante, partiendo de una inercia que se ha ido consolidando en pisos más altos, el proceso inflacionario seguirá siendo inestable frente a la ausencia de anclas, la distorsión de precios relativos y la falta de confianza para coordinar expectativas en medio de la incertidumbre propia de la transición electoral.

A un mes de las PASO, y en el marco de la renegociación del acuerdo con el FMI, el Gobierno no dispone de margen para apelar a las tradicionales medidas desinflacionarias pre-electorales: congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar el tipo de cambio oficial. Por este motivo, seguirá apuntando a evitar nuevos shocks: mantener contenida la brecha cambiaria -incluyendo el sostenimiento de una tasa real positiva- destrabar los desembolsos con el FMI y maximizar la utilización del swap de monedas con China y el crédito comercial de importadores a fin de evitar disrupciones en el mercado cambiario.

Sumado a esto, seguirá apelando al programa Precios Justos para los productos de consumo masivo, sumado a su extensión para bienes durables y semi-durables (electrodomésticos, electrónica de consumo, calzado e indumentaria, motos y bicicletas acordaron mantener los precios que tenían al 31 de mayo congelados hasta el 15 de agosto). El programa, además, se amplió a comercios de cercanía, como almacenes y autoservicios, con el objetivo de mejorar su efectividad, teniendo en cuenta que se evidenció un mayor crecimiento de los precios en esos canales de venta.

A su vez, se acordó la renovación del programa Ahora 12 con el objetivo de estimular el consumo, vigente hasta enero de 2024, contemplando proveedores que hayan suscrito los convenios de Precios Justos.

No obstante, el segundo semestre no estará exento de riesgos: la volatilidad de los precios estacionales; un posible ajuste en los precios de la carne vacuna ante una potencial menor faena sobre fin de año; las reacciones de los agentes económicos ante el resultado de las elecciones y la incertidumbre cambiaria propia del año electoral -búsquedas de cobertura, expectativas de devaluación- podrían añadirle presión adicional a un proceso inflacionario con marcada inestabilidad.

Por estos motivos, no esperamos una continuación de un sendero de desaceleración de la inflación, y, de no mediar nuevos sobresaltos, el 2023 cerraría en torno al 130%.



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