Enero con la inflación más baja de los últimos 54 meses

El IPC Nacional de INDEC trepó 2,2% mensual en el primer mes del año, exhibiendo una desaceleración de -0,5 p.p. respecto al dato de diciembre y representando la variación más baja para cualquier mes desde julio de 2020. Así, se ubicó 0,1 p.p. por debajo de las expectativas del mercado, que esperaban 2,3% para dicho mes (REM-BCRA). De esta manera, la inflación alcanzó una suba de 84,5% i.a., la más baja desde septiembre de 2022.

Los bienes y servicios continuaron evolucionando con una gran diferencia. Los primeros treparon 1,5% en el mes, mientras que los servicios subieron un 3,8%. Así, mostraron variaciones de 64,5% i.a. y 152,4% i.a., respectivamente. La diferencia entre la evolución de ambos grupos se sigue explicando principalmente por el ancla cambiaria que implica el deslizamiento del tipo de cambio oficial.

A partir de este mes, las autoridades optaron por reducir el crawling peg desde el 2% mensual hacia el 1%. Como resultado, estimamos que los precios de los bienes sigan desacelerando su evolución para moverse a una velocidad cada vez más parecida a la del tipo de cambio oficial. A diferencia, los precios de los servicios tanto públicos como privados son los podrían continuar mostrando una nominalidad levemente mayor en el corto plazo. No obstante, pese a que los riesgos mencionados pueden generar cierta resistencia a la baja en algún momento del año, estimamos que en 2025 la inflación cerrará notablemente por debajo de la cifra anual observada en el año anterior.

El IPC Nacional de INDEC trepó 2,2% mensual en el primer mes del año, exhibiendo una desaceleración de -0,5 p.p. respecto al dato de diciembre y representando la variación más baja para cualquier mes desde julio de 2020. Así, se ubicó 0,1 p.p. por debajo de las expectativas del mercado (REM). De esta manera, la inflación interanual alcanzó una suba de 84,5% i.a., la más baja desde septiembre de 2022.

A su interior, existió una diferencia en la evolución de las categorías. Los precios estacionales fueron los que traccionaron a la baja el Nivel General (+0,4% mensual y 61,8% i.a.), con subas a nivel nacional de 0,3% mensual de verduras, 0,8% de frutas y de 0,1% de ropa.

Por otro lado, la inflación Núcleo (que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados) trepó 2,4% mensual (-0,8 p.p. respecto al mes anterior), exhibiendo una suba de 75% i.a. Al interior, destacó la desaceleración del precio de la carne (+1,2%).

Por su parte, los precios Regulados aumentaron 2,6%, desacelerando también 0,8 p.p. respecto al dato de diciembre. Así, mostraron una suba de 148,0% i.a., casi 65 p.p. por encima del nivel general de precios.

Las diferencias de velocidades se hacen más palpables al comparando bienes y servicios. Los primeros treparon 1,5% en el mes, mientras que los servicios subieron un 3,8%, algo que viene sucediendo desde hace un año consecutivo. Así, mostraron variaciones de 64,5% i.a. y 152,4% i.a., respectivamente. La diferencia entre la evolución de ambos grupos está estrechamente vinculada al ancla cambiaria que implica el deslizamiento del tipo de cambio oficial.

En cuanto a las divisiones, la de mayor aumento en el mes fue Restaurantes y hoteles (+5,3%) -con la mayor incidencia para GBA y Cuyo- y Recreación y cultura (+2,5%), como consecuencia de subas estacionales asociadas al turismo y al esparcimiento. Además, en el resto de las regiones la división con mayor incidencia fue Alimentos y bebidas no alcohólicas (+2,2%) por subas en panificados y lácteos.

¿Qué esperamos para 2025?

A partir de este mes, las autoridades optaron por reducir el crawling peg desde el 2% mensual hacia el 1%. Como resultado, estimamos que los precios de los bienes sigan desacelerando su evolución para moverse a una velocidad cada vez más parecida a la del tipo de cambio oficial.

A diferencia, los precios de los servicios tanto públicos como privados son los podrían continuar mostrando una nominalidad levemente mayor en el corto plazo. De todas formas, estimamos que las paritarias salariales actúen en gran medida moderando esta tendencia, con un Gobierno que está incitando -y de hecho logrando- a cerrar acuerdos más acotados que miren la inflación futura en vez de la pasada. Además, en cuanto a los servicios públicos (principalmente de tarifas de gas, luz y combustibles), existió una reducción de los incrementos esperados para el 2025, en línea a la menor necesidad de corrección por la baja en la nominalidad de la economía y favorecer a la desinflación, principal objetivo del Gobierno.

No obstante, en febrero la desinflación tendrá un escollo con la aceleración del precio de la carne vacuna, algo que ya se pudo adelantar con la evolución de precios mayoristas de la carne (que según la cámara CAMYA mostraron una aceleración en torno al 15% en las últimas semanas) y agregará una presión extra al nivel general de precios del segundo mes del año. Por otro lado, en marzo llega un mes típicamente alto por la vuelta a clases y el fin de la época estival y es probable que también haya cierto dinamismo -aunque mucho más acotado que en otros años- en la ropa por cuestiones de cambio de estación.

Por estos motivos, todavía no prevemos que la inflación “comience con 1 %” en el primer trimestre del año, dejando este hito posiblemente para abril, más aún considerando el mencionado tope que el Gobierno impuso a los aumentos tarifarios.

Para los próximos meses, hay que monitorear también los factores coyunturales que puedan complejizar el sendero de desaceleración. Principalmente se encuentra el riesgo cambiario, que radica en que los dólares paralelos se mantengan contenidos en un año electoral. Además, si la recuperación de la actividad económica es mayor a la esperada también podría generar presiones extras al frente inflacionario.

No obstante, pese a que los riesgos mencionados pueden generar cierta resistencia a la baja en algún momento del año, estimamos que en 2025 la inflación cerrará notablemente por debajo de la cifra anual observada en el año anterior.

Un año de desinflación con recomposición de precios relativos

El shock inflacionario que supuso la devaluación del tipo de cambio oficial en diciembre 2023, seguido de los ajustes tarifarios y de precios regulados a lo largo del año pasado, iniciaron un importante reacomodamiento en los precios relativos de la economía. Con el correr del tiempo, la rápida desaceleración de la inflación a la zona del 2-3% mensual permitió que el gobierno alcance un esquema de precios relativos mucho más sostenible que el heredado.

¿Por qué es importante llegar a unos precios relativos alineados? Porque significa que no hay ningún precio relevante de la economía que está demasiado barato o caro respecto al resto. Por ejemplo, demorar aumentos tarifarios en un contexto de elevada inflación atrasa el precio relativo de los servicios públicos (o de los precios regulados, como las prepagas o los combustibles), volviéndolos más baratos y asumiendo así un mayor costo fiscal. De esta manera, evitar este tipo de distorsiones reduce la expectativa de futuros aumentos para compensar los desequilibrios acumulados, lo cual ayuda a contener la inflación esperada.

En este sentido, se suele considerar que en Argentina el último período de precios relativos alineados fue hacia la segunda mitad de 2018: el fuerte ajuste de tarifas llevado a cabo por Cambiemos ya había llegado prácticamente a su fin y el movimiento del tipo de cambio había revertido la apreciación real del peso suscitada entre fines de 2016 y 2017.

Como se ve en el gráfico, 2024 finalizó con los precios relativos encaminados a alcanzar la relación de aquel momento. Luego de quedar inéditamente caros tras la devaluación, los bienes (incluyendo los precios estacionales, como frutas, verduras y ropa) vienen bajando rápidamente su precio relativo, algo que también se observa al comparar las variaciones mensuales: desde febrero suben en promedio 4,5% por mes (alcanzando el 2,5% mensual en la segunda mitad del año), al tiempo que los servicios lo hicieron a un ritmo de 8,5% mensual (pasó al 4,5% en el segundo semestre).

Sin embargo, pese a esta dinámica e independientemente de la apertura que adoptemos, los servicios (tanto públicos como privados) se muestran con un rezago del orden del 20%. En otras palabras, los bienes estarían un 20% por encima de su precio relativo de “equilibrio”.

Parecería que parte de este desequilibrio se continuará corrigiendo durante 2025: el gobierno ya anunció que las tarifas crecerán más que la inflación (se sumará a una eventual quita de subsidios a sectores medios), al que tiempo que persistirán los ya habituales aumentos mensuales de precios regulados para evitar nuevos atrasos.

Por su parte, el atraso que reflejan los servicios privados (es decir, el componente de servicios del IPC Núcleo) guarda relación con la dinámica del salario real, uno de sus determinantes más importantes y que se encuentra cerca de un 20% por debajo de sus niveles en la segunda mitad de 2018. Entonces, a grandes rasgos, períodos de poder adquisitivo bajo (alto) tienden a corresponderse con servicios que se abaratan (encarecen). Comparar lo que ocurrió en la salida de la pandemia y la experiencia actual es ilustrativo al respecto.

La relación del salario con el tipo de cambio real

Este escenario refleja que la rápida desaceleración de la inflación (la clave del éxito del programa económico del Gobierno), no solamente tuvo que ver con ordenamiento de las expectativas a través del compromiso con el superávit fiscal y el uso del ancla cambiaria, sino que también se aprovechó del ancla salarial. Interrumpir el mecanismo de la virtual indexación salarial luego del shock de finales de 2023 fue un factor importante que ayudó al proceso de desinflación (el salario real habría caída cerca de un 10% promedio durante 2024).

Como este deterioro del poder adquisitivo fue compensado sólo parcialmente por la recuperación de los ingresos laborales, para finalizar el ordenamiento de los precios relativos se requiere que la mejora del salario real se sostenga. En este sentido, considerando la relación histórica y “espejada” que tiene esta variable con el tipo de cambio real, esto también implica que continúe el proceso de apreciación del peso.

El gobierno insiste en que evitará una devaluación que interrumpa esta tendencia en el corto plazo (de hecho en gran medida ha logrado convencer a los actores), defendiendo que esto atenta contra el poder adquisitivo y que no es la solución para las complicaciones en el frente externo. Por esta razón, el precio relativo de los servicios (tanto privados como públicos) seguramente siga creciendo en el corto plazo, dado que experimentarían un avance mayor que el de los bienes. Justamente, el anuncio de la reducción del crawling peg al 1% mensual es clave para que esto siga ocurriendo en un contexto de baja de la inflación, más si el gobierno insiste en que los acuerdos salariales miren la inflación futura en lugar de la pasada.

Más allá de la voluntad política, que puede redundar en un set de precios relativos todavía más adecuado que el actual a lo largo del 2025, no se debería perder de vista que el determinante de largo plazo del salario real es la productividad que tiene un país respecto al resto del mundo. Entonces, preguntarse si el nivel de tipo de cambio real (ya muchos lo miran de reojo) es sostenible, es lo mismo que cuestionar si el esquema económico elegido por el gobierno es capaz de mantener una mejora en el salario real (aún se encuentra alrededor de 20% por debajo de los máximos de 2017-18).

En este contexto, la duda pasa por saber si estamos en condiciones de sostener este proceso de apreciación y mejora del salario real el tiempo necesario hasta que se implementen las medidas que permitan una mejora en la productividad de la economía: la pendiente apertura comercial, reducción impositiva y reforma laboral. Dicho de otra forma, el interrogante es si la mejora de la productividad llega antes que las distorsiones asociadas a una apreciación real poco sostenible en el largo plazo.

La inflación cerró 2024 en 118%

El IPC Nacional de INDEC mostró una suba del 2,7% mensual en diciembre, exhibiendo una aceleración de 0,3 p.p. respecto al dato de noviembre. Con este número se observó el menor registro para un diciembre desde 2018. Así, la inflación nacional acumuló una suba del 117,8% i.a. en 2024, representando una desaceleración de 93,6 p.p. respecto a la variación interanual de diciembre de 2023.

A su interior, las categorías mostraron evoluciones disimiles: la inflación Núcleo (que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados) trepó 3,2% mensual (+0,5 p.p. respecto al mes anterior), con una importante incidencia del precio de la carne. Por su parte, los precios Regulados aumentaron 3,4%, desacelerando 0,1 p.p. respecto al dato de noviembre. No obstante, los precios Estacionales se mantuvieron a la baja: evidenciaron una caída mensual del -1,4%, la segunda caída mensual de manera consecutiva. El registró se explica principalmente por la caída en los precios de verduras (especialmente el tomate, la cebolla y la papa).

Frente a la consolidación de la baja de la inflación en el último trimestre, las autoridades optaron por reducir el crawling peg desde el 2% mensual hacia el 1% a partir de principios de febrero. En consecuencia, es posible que desde febrero los bienes sigan creciendo a un ritmo cada vez menor para acercarse paulatinamente a la nueva velocidad a la que corre el tipo de cambio oficial. Más allá de lo que suceda con los bienes, los servicios (tanto privados como públicos) aún tienen margen para recuperar sus precios relativos.

 El IPC Nacional de INDEC mostró una suba del 2,7% mensual en diciembre, exhibiendo una aceleración de 0,3 p.p. respecto al dato de noviembre. Con este número se observó el menor registro para un diciembre desde 2018. Del mismo modo, se ubicó en línea a las expectativas del mercado, que también esperaba 2,7% para dicho mes (REM-BCRA).

Así, la inflación nacional acumuló una suba del 117,8% i.a. en 2024, representando una desaceleración de 93,6 p.p. respecto a la variación interanual de diciembre de 2023. La última vez que un año cerró con una inflación inferior a la del año previo fue en 2020, cuando la economía se vio afectada por la pandemia.

Recapitulando, los primeros meses del 2024 iniciaron con una importante inercia inflacionaria, un traspaso a precios que trajo consigo la devaluación del tipo de cambio oficial a fines de 2023 y la corrección de precios regulados que se encontraban atrasados. Como resultado, la inflación acumuló 79,8% en el primer semestre del año, la variación acumulada más alta desde principios de los 90.

Sin embargo, pasada la etapa más fuerte del traspaso a precios de la devaluación del tipo de cambio oficial, la inflación comenzó a desacelerar. En este sentido, el crawling peg cambiario en la zona del 2% fue la principal ancla para reducir la inflación, junto con una fuerte contracción del consumo y un anclaje de las expectativas inflacionarias de la mano de señales fiscales y monetarias contundentes. De esta manera, en el segundo semestre del año la inflación se desaceleró notablemente y acumuló un 21,1%.

A su interior, las categorías mostraron evoluciones disimiles: la inflación Núcleo (que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados) trepó 3,2% mensual (+0,5 p.p. respecto al mes anterior), con una importante incidencia del precio de la carne. De esta manera, la inflación núcleo finalizó el año con un alza de 105,5% i.a., un -12,3 p.p. por debajo de la inflación.

Por su parte, los precios Regulados aumentaron 3,4%, desacelerando 0,1 p.p. respecto al dato de noviembre, impulsados por aumentos en transporte público y tarifas de electricidad, luz y gas. Así, cerraron el año con una suba de 205,9% i.a., 88,1 p.p. por encima del nivel general de precios.

No obstante, los precios Estacionales se mantuvieron a la baja: evidenciaron una caída mensual del -1,4%, la segunda caída mensual de manera consecutiva. El registró se explica principalmente por la caída en los precios de verduras (especialmente el tomate, la cebolla y la papa), que cayeron -12,1% a nivel nacional. De esta manera, contribuyeron a la baja de la inflación, cerrando en 87,3% i.a. en el año (-30,4 p.p.).

En términos de bienes y servicios, los primeros treparon 1,9% en diciembre, mientras que los servicios subieron un 4,4%. Así, mostraron en el año variaciones de 96,3% i.a. y 189,0% i.a. en diciembre, respectivamente. La diferencia entre la evolución de ambos grupos se explicó principalmente por el crawling peg cambiario, donde se observó como los bienes se acoplaron a la evolución del tipo de cambio oficial, mientras que los servicios siguieron evolucionando por encima.

En cuanto a las divisiones, la de mayor aumento en el mes fue Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+5,3%) en diciembre, como consecuencia del incremento en alquileres y electricidad. Además, le siguió la división de Comunicación (+5,0%), por subas de servicios de telefonía e internet. Además, en todas las regiones -salvo GBA- la división con mayor incidencia fue Alimentos y bebidas no alcohólicas (+2,2%) por incrementos en lácteos, carnes y panes, mientras que en GBA fue Restaurantes y hoteles (+4,6%).

 ¿Qué esperamos para 2025?

Como hemos mencionado, en los últimos meses se evidenció una marcada diferencia entre la velocidad a la que corren los bienes y los servicios, la cual es explicada principalmente por el ancla cambiaria. Frente a la consolidación de la baja de la inflación en el último trimestre, las autoridades optaron por reducir el crawling peg desde el 2% mensual hacia el 1% a partir de principios de febrero. En consecuencia, es posible que desde febrero los bienes sigan creciendo a un ritmo cada vez menor para acercarse paulatinamente a la nueva velocidad a la que corre el tipo de cambio oficial.

Más allá de lo que suceda con los bienes, los servicios (tanto privados como públicos) aún tienen margen para recuperar sus precios relativos. Esto último explica la postura más activa del Gobierno en cuanto a las paritarias salariales, buscando que los acuerdos se cierren mirando más la expectativa inflacionaria que su pasado reciente. Dado que el salario es uno de los principales costos al momento de pricear un servicio, mantener acotados los aumentos salariales resulta clave para contener la evolución de esta categoría.

En este marco, aparecen 2 riesgos que pueden complejizar el sendero de moderación inflacionaria: 1) El riesgo cambiario, que consiste en si el Gobierno logra sostener una brecha cambiaria baja con el esquema del crawling peg al 1% (al menos hasta las elecciones); y 2) El riesgo inercial, dado que, si la inflación no se reduce a la velocidad esperada por diversos motivos, la profundización del atraso cambiario será aún mayor (frente a un contexto externo poco amigable para emergentes). Tanto el primer como el segundo punto cobrarán más relevancia si la recuperación de la actividad económica es mayor a la esperada, dado que no sólo demandará más dólares, sino que también le daría más margen para incrementar precios a los comercios.

No obstante, pese a que los riesgos mencionados pueden generar cierta resistencia a la baja en algún momento del año (algo esperable en el marco de un año electoral), estimamos que en 2025 la inflación anual seguirá desacelerándose respecto a lo observado en 2024.

La inflación sorprendió a la baja en noviembre

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 2,4% en octubre, mostrando una desaceleración de 0,3 puntos porcentuales con respecto al dato del mes previo y marcando su menor registro desde julio de 2020 (+1,9%). Además, se trata del menor registro para un mes de noviembre desde 2017. De este modo, el IPC Nacional acumula una suba del 112% lo que va del año y un incremento interanual del 166,0% (-27,0 p.p.).

La sorpresa fueron los Estacionales: evidenciaron una caída mensual del 1,2%, la segunda caída mensual desde que inició la serie actual (la anterior fue en febrero del 2018). El registró se explica principalmente por la caída en los precios de algunas verduras: el tomate cayó 31%, la cebolla 18,7% y la papa 14,1%, los tres con un peso importante al interior de los Alimentos y Bebidas.

Difícilmente la inflación logre perforar el próximo piso inercial sin una moderación del crawling peg. Por tal motivo, las autoridades ya deslizaron la posibilidad de recortar el avance mensual del tipo de cambio oficial al 1% mensual en caso de que la inflación sostenga la dinámica reciente en los próximos meses. En tal caso, el impacto sería positivo en el corto plazo para el plano cambiario: la reducción del crawling permitiría robustecer la estrategia del carry en USD, uno de los principales factores detrás de las recientes compras del BCRA en el mercado de cambios oficial.

 

La inflación se redujo gracias a los Estacionales

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 2,4% en octubre, mostrando una desaceleración de 0,3 puntos porcentuales con respecto al dato del mes previo y marcando su menor registro desde julio de 2020 (+1,9%). Además, se trata del menor registro para un mes de noviembre desde 2017. De este modo, el IPC Nacional acumula una suba del 112% lo que va del año y un incremento interanual del 166,0% (-27,0 p.p.). Del mismo modo, se ubicó por quinto mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 2,8%.

En cuanto a las categorías, la inflación Núcleo (que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados) registró un 2,7% mensual (-0,2 p.p.), el menor registro desde septiembre 2020. De este modo, al igual que en octubre, se ubicó por encima del nivel general (segunda vez en el año). Por su parte, los precios Regulados aumentaron 3,8%, ubicándose 1,1 puntos porcentuales por encima de octubre, impulsados por aumentos en transporte público, tarifas de electricidad, luz y gas y prepagas.

No obstante, la sorpresa fueron los Estacionales: evidenciaron una caída mensual del 1,2%, la segunda caída mensual desde que inició la serie actual (la anterior fue en febrero del 2018). El registró se explica principalmente por la caída en los precios de algunas verduras: el tomate cayó 31%, la cebolla 18,7% y la papa 14,1%, los tres con un peso importante al interior de los Alimentos y Bebidas.

Justamente, los Alimentos y bebidas aumentaron “sólo” 0,9% y mostraron el menor aumento desde mayo 2020 (plena pandemia), siendo vital para el registro del nivel general: en caso de excluirlo, la inflación hubiera sido del 3,1%. A su interior, colaboraron en la desaceleración la gran caída en los precios de las Verduras (-10,9%), mientras que el resto de las categorías se ubicaron bien por encima: las carnes subieron 2,4%, los lácteos 2,2%, las bebidas no alcohólicas 3,2%, los aceites y grasas 3,2% y las frutas 6,9%.

Como resultado de la desaceleración en alimentos, las canastas que determinan la línea de pobreza e indigencia también moderaron su avance en octubre. La Canasta Básica Alimentaria (CBA) creció un 1,1% mensual, desacelerándose 0,3 puntos porcentuales con respecto a octubre.  Del mismo modo, la Canasta Básicas Total (CBT) se incrementó un 1,5% en el anteúltimo mes del año, 0,8 puntos porcentuales por debajo de septiembre.

En cuanto al resto de los capítulos, los menores aumentos se vieron en Educación (+5,1% – impulsado por aumentos en las cuotas de colegios), seguida de Vivienda (+4,5% – traccionado por subas en alquileres, suministro de agua y tarifas de gas y electricidad).

En otro orden, por noveno mes consecutivo los precios de los Bienes (+1,7% mensual, -0,5 p.p.) se movieron por debajo del crawling peg (2,2%) y a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+4,3%, +0,3 p.p.). Esta situación es contraria a la de 2023, donde los bienes (que subieron 223,1% en el año) corrían bien por encima de los servicios (+153,8% en 2023), principalmente debido al congelamiento de las tarifas de servicios públicos, que se mantuvo vigente durante buena parte del 2023.

¿Qué esperamos hacia adelante?

A priori, no resulta inverosímil pensar en un diciembre con una inflación mensual en una zona similar a la evidenciada en noviembre. Sin embargo, dado que el registro dependió en gran medida de la caída de precios de verduras, una reversión de dicho efecto, en conjunto con un posible despertar de los precios de la carne vacuna (moneda corriente en época de fiestas), podría añadirle presión al índice y acercar la variación mensual a la zona del 3%.

Hasta el momento, el crawling peg del tipo de cambio oficial corriendo al 2% mensual fue probablemente la principal ancla para reducir la inflación, lo cual se evidenció con la convergencia de los bienes a la pauta cambiaria. Sumado a ello, la relativa estabilidad de la brecha cambiaria, la contención de las expectativas de devaluación y la fuerte recesión inicial (con una posterior recuperación acotada, heterogénea y paulatina) fueron elementos claves que ayudaron a moderar la inflación.

No obstante, pese a que el crawling peg al 2% fue de gran ayuda en el proceso, con la reducción de la nominalidad está dejando de actuar como un ancla para pasar a comportarse como un componente inercial. En este sentido, difícilmente la inflación logre perforar el próximo piso inercial sin una moderación del crawling peg. Por tal motivo, las autoridades ya deslizaron la posibilidad de recortar el avance mensual del tipo de cambio oficial al 1% mensual en caso de que la inflación sostenga la dinámica reciente en los próximos meses.

Ahora bien, aquella alternativa no estaría exenta de riesgos, dado que podría implicar una mayor apreciación real del tipo de cambio en un contexto de presiones devaluatorias de nuestros principales socios comerciales, lo cual podría complicar aún más la cuenta de los dólares en el mediano plazo.

Sin embargo, esta vez podría ser diferente, dado que el impacto sería positivo en el corto plazo para el plano cambiario: la reducción del crawling permitiría robustecer la estrategia del carry en USD, uno de los principales factores detrás de las recientes compras del BCRA en el mercado de cambios oficial. En un contexto de expectativas de devaluación contenidas, brecha cambiaria estable en niveles bajos, y tasas de interés en pesos deslizándose a terreno neutro o positivo en términos reales, existen incentivos para posicionarse en “pesos” y obtener ganancias en moneda dura. De hecho, la semana pasada la autoridad monetaria decidió reducir la tasa de política monetaria frente a las menores expectativas de inflación. Por ende, una eventual moderación del crawling peg podría inclinar la cancha hacia un nuevo recorte de tasas sin que se vea afectado el diferencial de financiamiento en pesos o en dólares.

Rompiendo pisos inerciales

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 2,7% en octubre, mostrando una desaceleración de 0,8 puntos porcentuales con respecto al dato del mes previo y marcando su menor registro desde noviembre de 2021 (+2,5%). Además, se trata del menor registro para un mes de octubre desde 2017. De este modo, el IPC Nacional acumula una suba del 107% lo que va del año y un incremento interanual del 293,0% (-16,0 p.p.).

En septiembre, los salarios registrados de la economía crecieron 3,8% y se ubicaron por sexto mes consecutivo por encima de la inflación (fue de 3,5% en el noveno mes del año). Esto arrojó un crecimiento mensual de 0,3% en términos reales, la menor mejora de esta “racha”.

A priori, no resulta inverosímil pensar en un noviembre con una inflación mensual en una zona similar a la evidenciada en octubre. Difícilmente veamos una marcada moderación dado el impacto de diversos aumentos puntuales: tarifas de gas (+2,7%), electricidad (+2,5%), suministro de agua (+4%), combustibles (2,8%), prepagas (en promedio 4%) y colegios privados (4,5% en CABA y 3,6% en PBA). Al mismo tiempo, se espera que las empresas de telecomunicaciones apliquen nuevos aumentos en octubre, que se acercarían al 4%.

La inflación perforó el 3% en octubre

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 2,7% en octubre, mostrando una desaceleración de 0,8 puntos porcentuales con respecto al dato del mes previo y marcando su menor registro desde noviembre de 2021 (+2,5%). Además, se trata del menor registro para un mes de octubre desde 2017. De este modo, el IPC Nacional acumula una suba del 107% lo que va del año y un incremento interanual del 293,0% (-16,0 p.p.). Además, se ubicó por cuarto mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 3,0%.

A su interior, se destaca la desaceleración de todas las categorías. Particularmente, la inflación Núcleo (que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados) registró un 2,9% mensual (-0,4 p.p.), el menor registro desde septiembre 2020. De este modo, se ubicó por encima del nivel general por primera vez en el año.

Por su parte, los Estacionales desaceleraron 1,5 p.p. y subieron “sólo” 1,4% (menor registro desde junio 2021). A su vez, los precios Regulados aumentaron 2,7%, ubicándose 1,8 puntos porcentuales por debajo de septiembre y anotando el menor registro desde diciembre del 2021.

En el mismo sentido, los Alimentos y bebidas (+1,2%) mostraron el menor aumento desde junio 2020 (plena pandemia), siendo vital para el registro del nivel general: en caso de excluirlo, la inflación hubiera sido del 3,3%. A su interior, colaboraron en la desaceleración la caída en los precios de las Verduras (-4,5%), y un menor aumento de las Carnes (1,1%). Por el contrario, los alimentos que registraron los mayores aumentos fueron Frutas (+4,9%), Aguas y gaseosas (+3,5%), Azúcar y dulces (+3,3%) y Lácteos (+2,2%).

Como resultado de la desaceleración en alimentos, las canastas que determinan la línea de pobreza e indigencia también moderaron su avance en octubre. La Canasta Básica Alimentaria (CBA) creció un 1,4% mensual, desacelerándose 0,3 puntos porcentuales con respecto a septiembre.  Del mismo modo, la Canasta Básicas Total (CBT) se incrementó un 2,3% en el décimo mes del año, también 0,3 puntos porcentuales por debajo de septiembre.

En cuanto al resto de los capítulos, los menores aumentos se vieron en Transporte (+1,2%), donde colaboró la caída en combustibles; Comunicación (+2,1%) y Equipamiento del hogar (+2,6%). Por el contrario, los mayores registros fueron en Vivienda (+5,4%), traccionado por subas en alquileres (+11,3%); Indumentaria (+4,4%), Restaurantes y Hoteles (+4,3%) y Salud (+3,6%), impulsado por aumentos de 6,1% en medicina prepaga.

En otro orden, por noveno mes consecutivo los precios de los Bienes (+2,1% mensual, -0,9 p.p.) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+4,3%, -0,3 p.p.). Esta situación es contraria a la de 2023, donde los bienes (que subieron 223,1% en el año) corrían bien por encima de los servicios (+153,8% en 2023), principalmente debido al congelamiento de las tarifas de servicios públicos, que se mantuvo vigente durante casi todo el año.

Se recuperan los salarios formales

En septiembre, los salarios registrados de la economía crecieron 3,8% y se ubicaron por sexto mes consecutivo por encima de la inflación (fue de 3,5% en el noveno mes del año). Esto arrojó un crecimiento mensual de 0,3% en términos reales, la menor mejora de esta “racha”.

Hacia el interior, la dinámica fue similar tanto para trabajadores privados como públicos. Sin embargo, los primeros tienen una caída real de 3,7% i.a. y prácticamente ya retornaron a los niveles previos a la devaluación, mientras que los segundos muestran un desplome que alcanza el 19,2% i.a. y todavía se encuentran muy debajo del nivel alcanzado a finales del año pasado.

Dejando de lado la pérdida de los salarios públicos, la dinámica salarial de los trabajadores privados puede resultar de interés para ver lo que ocurre con los salarios de la economía, especialmente porque constituye uno de los costos más importantes. En este sentido, la baja de la inflación está permitiendo una recomposición del poder adquisitivo -y del salario como precio relativo-, pero esta es cada vez menor. De hecho, dado el dato de inflación de octubre y lo que se prevé para noviembre, nuestro relevamiento salarial sugiere que la recuperación seguirá al ritmo de los últimos dos meses, por lo que recién pasado el verano esta variable podría alcanzar el nivel de buena parte del 2023.

Con todo, y desde un punto de vista del mercado laboral, en tanto la fijación salarial continúe como en los últimos meses -no muy alejada de la cada vez más baja de la inflación- los salarios se sostendrán en niveles relativamente bajos, ayudando a que el empleo no sea una variable de ajuste tan inmediata en algunos sectores.

¿Qué esperamos hacia adelante?

A priori, no resulta inverosímil pensar en un noviembre con una inflación mensual en una zona similar a la evidenciada en octubre. Difícilmente veamos una marcada moderación dado el impacto de diversos aumentos puntuales: tarifas de gas (+2,7%), electricidad (+2,5%), suministro de agua (+4%), combustibles (2,8%), prepagas (en promedio 4%) y colegios privados (4,5% en CABA y 3,6% en PBA). Al mismo tiempo, se espera que las empresas de telecomunicaciones apliquen nuevos aumentos en octubre, que se acercarían al 4%.

Hasta el momento, el crawling peg del tipo de cambio oficial corriendo al 2% mensual fue probablemente la principal ancla para reducir la inflación, lo cual se evidenció con la convergencia de los bienes a la pauta cambiaria. Sumado a ello, la relativa estabilidad de la brecha cambiaria, la contención de las expectativas de devaluación y la fuerte recesión inicial (con una posterior recuperación acotada, heterogénea y paulatina) fueron elementos claves que ayudaron a moderar la inflación.

Pese a estos factores, la inflación se chocó con el primer piso inercial del 4% en mayo, mostrando resistencia a la baja hasta agosto. Para retomar el sendero descendente, el Gobierno implementó la reducción del Impuesto PAIS sin una compensación al alza en el tipo de cambio oficial, lo cual resultó en un abaratamiento del dólar importador y permitió no sólo alcanzar en septiembre una inflación del 3,5% mensual, sino también romper el piso del 3% en octubre (dado el impacto rezagado).

Ahora bien, pese a que el crawling peg al 2% fue de gran ayuda en el proceso, con la reducción de la nominalidad está dejando de actuar como un ancla para pasar a comportarse como un componente inercial. En este sentido, difícilmente la inflación logre perforar el próximo piso inercial sin una moderación del crawling peg. Por tal motivo, las autoridades ya deslizaron la posibilidad de recortar el avance mensual del tipo de cambio oficial al 1% mensual en caso de que la inflación sostenga la dinámica reciente en los próximos meses.

Sin embargo, aquella alternativa no estaría exenta de riesgos, dado que podría implicar una mayor apreciación real del tipo de cambio en un contexto de presiones devaluatorias de nuestros principales socios comerciales, lo cual podría terminar de complicar aún más la cuenta de los dólares.

La inflación perforó el 4% en septiembre

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 3,5% en septiembre, mostrando una desaceleración de 0,7 puntos porcentuales con respecto al dato de agosto y marcando su menor registro desde noviembre de 2021 (+2,5%). Con este dato, el IPC Nacional acumula una suba del 101,6% lo que va del año y un incremento interanual del 209,0% (-27,7 p.p.). Además, se ubicó por tercer mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 3,7%.

Los Regulados impulsaron el índice al alza. Las subas en las tarifas de servicios públicos traccionaron a la categoría (transporte público, agua, electricidad, gas y combustibles). Sólo el capítulo de Vivienda (+7,3%) explicó 0,7 puntos porcentuales del total general. También incidieron aumentos en prepagas, telefonía y educación.   

El veranito cambiario que se está transitando hace varias semanas quita presión sobre el resto de los precios, en un contexto de brecha cambiaria en mínimos desde mayo, y de sostenimiento de compras por parte del BCRA. En este sentido, al ancla del tipo de cambio oficial se le suma la baja brecha con las cotizaciones paralelas, por lo que la inflación mensual, de no mediar ningún evento disruptivo, posiblemente continúe en la zona de 3-3,5% hasta fin de año.

 

 La inflación tuvo su menor registro en 3 años

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 3,5% en septiembre, mostrando una desaceleración de 0,7 puntos porcentuales con respecto a agosto y marcando su menor registro desde noviembre de 2021 (+2,5%). Con este dato, el IPC Nacional acumula una suba del 101,6% lo que va del año y un incremento interanual del 209%. Además, se ubicó por tercer mes consecutivo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 3,7%.

Se destaca desaceleración de la inflación Núcleo, que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados: registró un 3,3% mensual luego de promediar 3,9% los tres meses previos. De este modo, se ubicó por debajo del nivel general los nueve meses del año, al revés de lo que sucedía el año pasado, cuando traccionaba al nivel general -por el congelamiento de precios regulados-.

Por su parte, si bien los Estacionales mostraron un avance respecto a agosto (2,9% vs. 1,5%), jugaron a favor de la baja de la inflación. Ocurrió lo opuesto con los Regulados: bajaron el ritmo de crecimiento (4,5% luego de subir 5,9% en agosto) pero impulsaron el índice al alza. Las subas en las tarifas de servicios públicos traccionaron a la categoría (transporte público, agua, electricidad, gas y combustibles). También incidieron aumentos en prepagas, telefonía y educación.

Por su parte, los Alimentos y bebidas (+2,3%) cortaron con la aceleración de los dos meses previos. El capítulo fue vital para el registro del nivel general: de excluirlo, la inflación hubiera sido del 4,0%. A su interior, se destaca la caída en los precios de las Verduras (-0,6%), aunque en lo que va del año crecieron 70% más que Alimentos y Bebidas; y un menor avance en infusiones (1,1%), y Aceites, grasas y manteca (+2,1%). Por el contrario, los alimentos que registraron los mayores aumentos fueron Frutas (+4,2%), Carnes y derivados (+3,0%), y Azúcar y dulces (+2,8%).

En esta misma línea, por octavo mes consecutivo los precios de los Bienes (+3,0% mensual, -0,2 p.p.) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+4,6%, -1,9 p.p.). Esta situación es contraria a la de 2023, donde los bienes (+223% durante el año pasado) corrían bien por encima de los servicios (+154%),

En otro orden, las canastas que determinan la línea de pobreza e indigencia también se aceleraron en septiembre. La Canasta Básica Alimentaria (CBA) creció un 1,7% mensual, desacelerando 2,2 puntos porcentuales con respecto a agosto.  Del mismo modo, la Canasta Básica Total (CBT) se incrementó un 2,6% en el octavo mes del año, 1,8 puntos porcentuales por debajo de la variación mensual de agosto. La CBA y la CBT acumulan en el año incrementos del 78,1% y 94,6% y variaciones interanuales del 189,9% y 202,0% respectivamente.

¿Desaceleración sostenible?

Cabe destacar que, la baja del Impuesto PAIS vigente desde el 2 de septiembre (se redujo del 17,5% al 7,5% para las importaciones de bienes y fletes) puede haber sido un factor que ayudó a romper el piso inercial del 4%, y que podría colaborar en los meses venideros. Aún así, para ver su impacto total hay que esperar al indicador de precios mayoristas, ya que el traslado al índice minorista puede ser más rezagado. De todos modos, en conjunto el total de bienes afectados por la baja es de aproximadamente 10% del IPC.  

A priori, en octubre impactarán nuevamente aumentos en tarifas de regulados: el suministro de agua subirá 4,9%, la electricidad 3% por el incremento en los tres componentes que conforman la factura (generación, distribución y transporte) pero el gas tendrá una reducción del 10,3% en el PIST, que se traducirá en una caída de entre 3% y 6% en la tarifa total. Además, las tarifas de subte subieron 16,5% el 1 de octubre, las Prepagas en promedio 4,5% y las cuotas de colegios privados subirían 4% en la PBA y 3% en CABA. Por último, se e espera que las empresas de telecomunicaciones vuelvan a aplicar nuevos aumentos en octubre, que se acercarán al 4%.

Pese a esto, el veranito cambiario que se está transitando hace varias semanas quita presión sobre el resto de los precios, en un contexto de brecha cambiaria en mínimos desde mayo, y de sostenimiento de compras por parte del BCRA. En este sentido, al ancla del tipo de cambio oficial se le suma la baja brecha con las cotizaciones paralelas, por lo que la inflación mensual, de no mediar ningún evento disruptivo, posiblemente continúe en la zona de 3-3,5% hasta fin de año.

De todos modos, la trayectoria de la inflación en los últimos meses muestra que es cada vez más difícil (o costoso) mostrar sucesivas bajas de la inflación. La paulatina recuperación de la economía, de la mano de mejores ingresos reales y el crédito, comenzará a presionar los precios vía una mayor demanda.

La inflación se aceleró marginalmente en agosto

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 4,2% en agosto, mostrando una aceleración de 0,2 puntos porcentuales con respecto al dato de julio y ubicándose por segundo mes consecutivo por encima de las expectativas del mercado (3,9% según la mediana del REM). Con este dato, el IPC Nacional acumula una suba del 94,8% lo que va del año y un incremento interanual del 236,7% (-26,7 p.p.).

En cuanto a las categorías, se destaca la aceleración de la inflación núcleo (que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados): alcanzó el 4,1% mensual luego de un 3,8% en julio y un 3,7% tanto en mayo como en junio. Por su parte, si bien los Estacionales jugaron a favor (+1,5% mensual contra un +5,1% en julio), los Regulados impulsaron el índice al alza (+5,9% contra un 4,3% en julio).

Dado que el Gobierno actual tiene como principal bandera la reducción sostenida de la inflación, esta resistencia a la baja (incluso con leves repuntes) complejizan el panorama hacia adelante, no sólo desde una perspectiva económica, sino también política. Si bien hasta el momento la caída de la demanda doméstica y el sostenimiento del crawling peg al 2% mensual fueron las principales anclas inflacionarias, en los próximos meses aparecen dudas en torno a su sostenibilidad.

Se aceleró en el margen la inflación mensual

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba mensual del 4,2% en agosto, mostrando una aceleración de 0,2 puntos porcentuales con respecto al dato de julio y ubicándose por segundo mes consecutivo por encima de las expectativas del mercado (3,9% según la mediana del REM). Con este dato, el IPC Nacional acumula una suba del 94,8% lo que va del año y un incremento interanual del 236,7% (-26,7 p.p.).

En cuanto a las categorías, se destaca la aceleración de la inflación núcleo (que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados): alcanzó el 4,1% mensual luego de un 3,8% en julio y un 3,7% tanto en mayo como en junio. Por su parte, si bien los Estacionales jugaron a favor (+1,5% mensual contra un +5,1% en julio), los Regulados impulsaron el índice al alza (+5,9% contra un 4,3% en julio).

Con respecto a los Regulados, estuvieron impulsados por los aumentos en tarifas de servicios públicos, prepagas, telefonía y educación. De hecho, Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles mostró una suba mensual del 7,1% a nivel nacional, siendo la división con mayor aumento. Sólo este capítulo explicó 0,7 p.p. del nivel general.  

Por su parte, los Alimentos y bebidas (+3,6%) aceleraron por segundo mes consecutivo. Pese a la aceleración, el capítulo fue importante para el registro del nivel general: de excluirlo, la inflación hubiera sido del 4,4%.

A su interior, se destaca el despertar en los precios de algunos productos frescos, que venían contribuyendo a la desaceleración de los alimentos y bebidas. Por caso, las carnes subieron 4,2% (el mayor registro desde abril) y los lácteos 4,1%. Por el contrario, las verduras desaceleraron al 3,4% (-2,7 p.p.), aunque sólo en lo que va del año tuvieron un aumento del 154,7%, casi 60 puntos porcentuales por encima del Nivel General.

En esta misma línea, por séptimo mes consecutivo los precios de los Bienes (+3,2% mensual) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+6,5%). Esta situación es contraria a la de 2023, donde los bienes (que subieron 223,1% en el año) corrían bien por encima de los servicios (+153,8% en 2023), principalmente debido al congelamiento de las tarifas de servicios públicos, vigente durante casi todo el año.

En otro orden, las canastas que determinan la línea de pobreza e indigencia también se aceleraron en agosto. La Canasta Básica Alimentaria (CBA) creció un 3,9% mensual, acelerándose 0,8 puntos porcentuales con respecto a julio. Del mismo modo, la Canasta Básicas Total (CBT) se incrementó un 4,4% en el octavo mes del año, 1,3 puntos porcentuales por encima de la variación mensual de julio (3,1%).

¿Qué esperamos hacia adelante?

En lo inmediato, la baja del Impuesto PAIS vigente desde el 2 de septiembre (se redujo del 17,5% al 7,5% para las importaciones de bienes y fletes) podría ser una herramienta que ayude a reducir el nivel de precios de los bienes transables en el noveno mes del año, aunque será esencial mantener las expectativas de devaluación a raya para que ese menor costo sea percibido como sostenible. Por ende, estimamos que el alcance sería limitado.

A su vez, en septiembre impactarán puntualmente aumentos en combustibles (de la zona del 3% para el interior del país y 7% para CABA), tarifas de agua (4,84%), de electricidad y gas (4% promedio) y prepagas (entre 4,9% y 7,8%). Además, los boletos de tren del AMBA aumentarían 40% en promedio desde mediados de septiembre.

Dado que el Gobierno actual tiene como principal bandera la reducción sostenida de la inflación, esta resistencia a la baja (incluso con leves repuntes) complejizan el panorama hacia adelante, no sólo desde una perspectiva económica, sino también política. En tal sentido, no esperamos grandes actualizaciones tarifarias en el corto plazo que compliquen aún más el objetivo desinflacionario.

Si bien hasta el momento la caída de la demanda doméstica y el sostenimiento del crawling peg al 2% mensual fueron las principales anclas inflacionarias, en los próximos meses aparecen dudas en torno a su sostenibilidad. En cuanto a la demanda, los indicadores adelantados de actividad mostraron un repunte para julio (aún no tan claro en agosto), lo cual invita a pensar si la eventual recuperación del consumo dotará o no de mayor margen a los empresarios para traspasar el incremento de costos (asociados no sólo a salarios, sino también a subas en tarifas) a precios. En otras palabras, la dinámica de la inercia en los precios se hace cada vez más presenta en el IPC con el correr de los meses.

Con respecto al frente cambiario, una moderación de la inflación no podrá percibirse como sostenible en el tiempo hasta que el Gobierno no resuelva el problema pendiente con el cepo cambiario. Cualquier eventual corrección cambiaria implicaría un reacomodamiento en los precios que aceleraría la inflación -aunque lejos de los niveles de comienzos de año-. Caso contrario, si el gobierno decide sostener el cepo -con un crawling peg de 2%- o salir gracias a una eventual convergencia de las cotizaciones paralelas con el dólar oficial, la inflación podría retomar el sendero bajista. Sin embargo, las condiciones macroeconómicas vigentes hacen que esta decisión incurra en ciertos riesgos, principalmente en el frente externo.

¿La inflación encontró su piso?

La inflación se moderó levemente en julio

La Inflación a Nivel Nacional publicada por el INDEC mostró una suba mensual del 4% en julio, evidenciando una desaceleración de 0,6 puntos porcentuales con respecto a junio, aunque ubicándose levemente por encima de las expectativas del mercado para el mismo mes (3,9%). Con este dato, la inflación interanual asciende al 263,4% y acumula un 87% en los primeros siete meses del año.

En cuanto a las categorías, la medición Núcleo (excluye estacionales y regulados) subió 3,8% en junio, 0,1 p.p. por encima que mayo y junio, evidenciando una dificultad de la inflación a la hora de romper la inercia. Por su parte, los Estacionales lideraron el incremento (+5,1%), traccionados por subas en frutas y verduras, mientras que los Regulados subieron un 4,3% por subas en cigarrillos y en tarifas en algunas regiones del país.

A nivel regional, la inflación no estuvo exenta de heterogeneidades: mientras que en el noreste del país el aumento del nivel de precios fue de 4,6% (traccionado por aumentos en tarifas que impactaron en julio, mientras que en el resto del país lo hicieron en junio), la inflación del noroeste fue de 3,6%.

Por su parte, los Alimentos y bebidas (+3,2%) aceleraron 0,2 p.p. pero se mantuvieron bien por debajo del nivel general. El capítulo fue clave para el registro del nivel general: de excluirlo, la inflación hubiera sido del 4,4%.  A su interior, se destaca la aceleración de las frutas (6,9%) y verduras (6,1%), producto de las heladas acaecidas durante el mes, mientras que el resto de los alimentos se mantuvo en la zona del 2,5%.

En esta misma línea, por sexto mes consecutivo los precios de los Bienes (+3,2% mensual) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+6.4%). Así, a diferencia del año pasado, los aumentos de los servicios se mantienen por encima de los bienes: en lo que va del año estos últimos subieron casi 75%, al tiempo que los servicios subieron casi 130%, aunque claro está, la diferencia es menor si comparamos con los servicios privados (+90%) dado el importante avance de los servicios públicos (216%).

Estas dos velocidades entre bienes y servicios son parte de la diferencia que pueden existir entre el índice que elabora el INDEC y el que confecciona el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que dio 5,1% en el mes de julio. Sin embargo, esta discrepancia se debe a las distintas ponderaciones de los bienes y servicios que componen los índices, siendo estos últimos los que mayor pesan en el índice porteño. Por lo tanto, si estos crecen más que los bienes, impulsará el IPC CABA, más aún si en la ciudad se suceden aumentos puntuales mayores, como seguramente ocurra en los próximos meses con el boleto de colectivo y subte.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Los datos de julio reflejan que la desaceleración vertiginosa de la inflación iniciada a principios de año comienza a tener dificultades para sostenerse en el tiempo. Será difícil que la inflación siga bajando en los próximos meses al mismo ritmo que mostró hasta el momento: es más fácil bajar una inflación desde el pico de un shock nominal (salto discreto del tipo de cambio y ajustes de precios relativos) que cuando se acerca a su velocidad crucero.

En el mediano plazo, la eventual recuperación de la economía a través de la mejora del poder adquisitivo podría incentivar nuevas rondas de aumentos en bienes y servicios que perciban un atraso relativo de su producto en un contexto de mayor demanda. Esto también tiene un impacto por el lado de la oferta en tanto las empresas decidan trasladar costos salariales al precio final. Por caso, los salarios crecieron por encima de la inflación en el segundo trimestre, al tiempo que los servicios privados crecieron 11 p.p. más que los bienes durante dicho período.

Finalmente, todavía queda por ver cual será la salida que tome el gobierno al cepo cambiario. Cualquier eventual corrección cambiaria, por más que sea a los niveles actuales del tipo de cambio paralelo implicará un reacomodamiento en los precios que acelerará la inflación -aunque lejos de los niveles de comienzos de año-. Caso contrario, si el gobierno decide sostener el cepo -con un crawling peg de 2%- o salir gracias a una eventual convergencia de las cotizaciones paralelas con el dólar oficial, la inflación podría sostener el sendero de desinflación. Sin embargo, las condiciones macroeconómicas vigentes hacen que esta decisión incurra en ciertos riesgos, principalmente en el frente externo.

La inflación interrumpió su desaceleración

Aceleración en junio debido a los Regulados

La inflación nacional fue del 4,6% en junio, acelerándose 0,4 p.p. respecto a mayo según el Índice de Precios al Consumidor del INDEC. Se trata del sexto mes consecutivo donde el registro estuvo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 5,2%.  Con este dato, la inflación interanual asciende al 271,5% y acumuló un 79,8% en el primer semestre del año.

La suba de los precios al consumidor de junio estuvo principalmente traccionada por los ajustes en los precios Regulados: mostraron un incremento del 8,1% mensual impulsados por los aumentos en tarifas de servicios públicos, prepagas, telefonía y educación. De hecho, Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles mostró una suba mensual del 14,3% a nivel nacional, siendo la división con mayor aumento. Sólo este capítulo explicó 1,4 p.p. Es decir, de no ser por estos aumentos, la inflación habría estado cómodamente por debajo del 4% en el sexto mes del año.

En este sentido, la medición Núcleo (excluye estacionales y regulados) subió 3,7% en junio, mismo valor que en mayo. ¿Se romperá este piso en el corto plazo considerando el aumento en la brecha de las últimas semanas?

Por su parte, los Alimentos y bebidas (+3%) desaceleraron 1,8 p.p. El capítulo fue clave para el registro del nivel general: de excluirlo, la inflación hubiera sido del 5,2%.  A su interior, se destaca la relativa calma de los alimentos frescos: las carnes aumentaron 1,5%, las Frutas cayeron 0,7% (acumulan tres meses con variaciones negativas) y las verduras crecieron “sólo” 5,7%, luego de 7 meses con registros de dos dígitos. En esta misma línea, por quinto mes consecutivo los precios de los Bienes (+3,1% mensual) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+8,7%).

¿Qué esperamos?

Los datos de junio reflejan que el sendero de desaceleración de la inflación iniciado a principios de año comienza a tener dificultades para sostenerse en el tiempo.

El hecho que sea más fácil bajar una inflación desde el pico de un shock nominal que cuando se acerca a su velocidad crucero tiene que ver con los diferentes factores que pueden volverse relevantes una vez disipado el shock inicial. A los aumentos de tarifas de junio le seguirá el efecto de segunda ronda de estos, posiblemente un mayor dinamismo en los precios Estacionales producto de heladas en diversas zonas productivas y no se debe descartar un impacto del aumento de la brecha en los precios de los bienes, considerando también que esto implica una suba del tipo de cambio exportador. Como aliciente, la inminente baja del impuesto PAIS podría jugar a favor de la desaceleración, puntualmente en los bienes.

En el mediano plazo, la eventual recuperación de la economía a través de la mejora del poder adquisitivo podría incentivar nuevas rondas de aumentos en bienes y servicios que perciban un atraso relativo de su producto en un contexto de mayor demanda. Esto también tiene un impacto por el lado de la oferta en tanto las empresas decidan trasladar costos salariales (los salarios habrían crecido por encima de la inflación en el segundo trimestre) al precio final.

Finalmente, todavía queda por ver cual será la salida que tome el gobierno al cepo cambiario. Cualquier eventual corrección cambiaria, por más que sea inferior a los niveles actuales del tipo de cambio paralelo (el dólar blue alcanzó hoy un récord nominal de $1.500 y el MEP y CCL se mantienen por encima de los $1.400), implicará un reacomodamiento en los precios que acelerará la inflación -aunque lejos de los niveles de comienzos de año-. Caso contrario, si el gobierno decide sostener el cepo -con un crawling peg de 2%- o “salir” gracias a una eventual convergencia de las cotizaciones paralelas a la zona de $1000 la inflación podría sostener el sendero de desinflación. Las condiciones macroeconómicas vigentes hacen que esta decisión incurra en ciertos riesgos, por lo que vemos que este escenario no es tan probable en lo que resta del año.

Inflación a la baja en abril: buscando el nuevo piso inercial

Nueva moderación inflacionaria en abril

La inflación Nacional fue del 8,8% en abril, desacelerándose 2,2 p.p. respecto a marzo según el Índice de Precios al Consumidor del INDEC. Se trata del quinto mes consecutivo donde el registro estuvo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 9% para el mismo mes. Con este dato, la inflación interanual asciende al 289,4% y acumula un 65% en el primer cuatrimestre del año.

La suba de los precios al consumidor en el cuarto mes del año estuvo principalmente traccionada por los ajustes en los precios Regulados: mostraron un incremento del 18,4% mensual impulsados por los aumentos en servicios públicos y prepagas. De hecho, Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles mostró una suba mensual del 35,6% a nivel nacional en abril, siendo la división con mayor aumento.

Sin embargo, la novedad del mes pasó por la velocidad que reflejó la medición Núcleo (excluye estacionales y regulados): subió un 6,3% en abril, ubicándose 3,1 puntos porcentuales por debajo de marzo y alcanzando la variación mensual más baja en los últimos 15 meses. A su vez, los precios Estacionales subieron un 9,9%.

Por su parte, los alimentos y bebidas (+6%) mostraron una variación por debajo del nivel general por cuarto mes consecutivo. A su interior, se destacan no sólo las subas en verduras y lácteos, sino también las caídas evidenciadas en frutas. Justamente, el capítulo fue clave en la moderación del nivel general: en caso de excluirlo, la inflación mensual se hubiera mantenido en el doble dígito para abril. En esta misma línea, por tercer mes consecutivo los precios de los Bienes (+6,3% mensual) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+16,5%).

¿Se mantiene la desaceleración?

La desaceleración de la inflación más rápida de lo previsto tiene sus fundamentos en 4 elementos principales: 1) La fuerte recesión y caída del consumo; 2) El sostenimiento del crawling peg al 2% mensual para el tipo de cambio oficial; 3) La estabilidad nominal en los dólares financieros (impactan en los precios vía los importadores que operan por fuera del MULC); y 4) La continua postergación de las subas en tarifas y combustibles (lo mismo ocurriría en mayo).

Pensando en mayo, la persistencia de estos 4 elementos y la notoria moderación la inflación Núcleo (refleja la velocidad crucero de los precios) inducirían una nueva moderación inflacionaria. En este contexto, el Gobierno estaría priorizando la baja de la inflación por sobre otros objetivos tanto por cuestiones políticas como económicas.

Sin embargo, ya en los meses siguientes aparecerá la parte más complicada del sendero de desaceleración. Será difícil que la inflación siga bajando en los próximos meses al mismo ritmo que mostró hasta el momento: es más fácil bajar una inflación desde el pico de un shock nominal (salto discreto del tipo de cambio y ajustes de precios relativos) que cuando se acerca a su velocidad crucero. Adicionalmente, será más desafiante romper la inercia del proceso cuando comience a impactar la indexación de algunos precios regulados o los ajustes postergados en servicios.

A su vez, el reciente ajuste en las tarifas de servicios públicos atrasadas impondrá una mayor resistencia a la baja en la propia inflación Núcleo: generalmente el incremento en los costos se traslada con cierto rezago a los precios, ralentizando así el proceso de moderación inflacionaria.

Del mismo modo, una eventual recuperación de la economía vía mejora del poder adquisitivo podría ponerle un límite a la desaceleración inflacionaria. Por el lado de la oferta, los aumentos salariales podrían incrementar los costos operativos, lo cual se sumaría al encarecimiento de los servicios públicos. En cuanto a la demanda, la recuperación del poder de adquisitivo podría impulsar el consumo, dando un mayor espacio a las empresas para trasladar la suba de costos a los precios. Este segundo punto podría ser compensado parcialmente con una mayor apertura a productos importados, lo cual explica las recientes bajas en aranceles por parte del Gobierno.

¿Cuál sería entonces la clave para desinflar? La recesión inducida, la apertura comercial y las expectativas de un sendero a la baja deberían primar por sobre la inercia inflacionaria que adquiera una economía con fuerte apreciación del tipo de cambio, correcciones pendientes de precios relativos y un desarme del CEPO cambiario por delante, lo cual puede alterar las expectativas. En este marco, la sostenibilidad del proceso de moderación inflacionaria no estaría exenta de riesgos que se irán acrecentando a medida que se acumulen desequilibrios o se dejen en el camino cuestiones pendientes a resolver.