Nueva moderación inflacionaria en abril
La inflación Nacional fue del 8,8% en abril, desacelerándose 2,2 p.p. respecto a marzo según el Índice de Precios al Consumidor del INDEC. Se trata del quinto mes consecutivo donde el registro estuvo por debajo de las expectativas del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 9% para el mismo mes. Con este dato, la inflación interanual asciende al 289,4% y acumula un 65% en el primer cuatrimestre del año.
La suba de los precios al consumidor en el cuarto mes del año estuvo principalmente traccionada por los ajustes en los precios Regulados: mostraron un incremento del 18,4% mensual impulsados por los aumentos en servicios públicos y prepagas. De hecho, Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles mostró una suba mensual del 35,6% a nivel nacional en abril, siendo la división con mayor aumento.
Sin embargo, la novedad del mes pasó por la velocidad que reflejó la medición Núcleo (excluye estacionales y regulados): subió un 6,3% en abril, ubicándose 3,1 puntos porcentuales por debajo de marzo y alcanzando la variación mensual más baja en los últimos 15 meses. A su vez, los precios Estacionales subieron un 9,9%.
Por su parte, los alimentos y bebidas (+6%) mostraron una variación por debajo del nivel general por cuarto mes consecutivo. A su interior, se destacan no sólo las subas en verduras y lácteos, sino también las caídas evidenciadas en frutas. Justamente, el capítulo fue clave en la moderación del nivel general: en caso de excluirlo, la inflación mensual se hubiera mantenido en el doble dígito para abril. En esta misma línea, por tercer mes consecutivo los precios de los Bienes (+6,3% mensual) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+16,5%).
¿Se mantiene la desaceleración?
La desaceleración de la inflación más rápida de lo previsto tiene sus fundamentos en 4 elementos principales: 1) La fuerte recesión y caída del consumo; 2) El sostenimiento del crawling peg al 2% mensual para el tipo de cambio oficial; 3) La estabilidad nominal en los dólares financieros (impactan en los precios vía los importadores que operan por fuera del MULC); y 4) La continua postergación de las subas en tarifas y combustibles (lo mismo ocurriría en mayo).
Pensando en mayo, la persistencia de estos 4 elementos y la notoria moderación la inflación Núcleo (refleja la velocidad crucero de los precios) inducirían una nueva moderación inflacionaria. En este contexto, el Gobierno estaría priorizando la baja de la inflación por sobre otros objetivos tanto por cuestiones políticas como económicas.
Sin embargo, ya en los meses siguientes aparecerá la parte más complicada del sendero de desaceleración. Será difícil que la inflación siga bajando en los próximos meses al mismo ritmo que mostró hasta el momento: es más fácil bajar una inflación desde el pico de un shock nominal (salto discreto del tipo de cambio y ajustes de precios relativos) que cuando se acerca a su velocidad crucero. Adicionalmente, será más desafiante romper la inercia del proceso cuando comience a impactar la indexación de algunos precios regulados o los ajustes postergados en servicios.
A su vez, el reciente ajuste en las tarifas de servicios públicos atrasadas impondrá una mayor resistencia a la baja en la propia inflación Núcleo: generalmente el incremento en los costos se traslada con cierto rezago a los precios, ralentizando así el proceso de moderación inflacionaria.
Del mismo modo, una eventual recuperación de la economía vía mejora del poder adquisitivo podría ponerle un límite a la desaceleración inflacionaria. Por el lado de la oferta, los aumentos salariales podrían incrementar los costos operativos, lo cual se sumaría al encarecimiento de los servicios públicos. En cuanto a la demanda, la recuperación del poder de adquisitivo podría impulsar el consumo, dando un mayor espacio a las empresas para trasladar la suba de costos a los precios. Este segundo punto podría ser compensado parcialmente con una mayor apertura a productos importados, lo cual explica las recientes bajas en aranceles por parte del Gobierno.
¿Cuál sería entonces la clave para desinflar? La recesión inducida, la apertura comercial y las expectativas de un sendero a la baja deberían primar por sobre la inercia inflacionaria que adquiera una economía con fuerte apreciación del tipo de cambio, correcciones pendientes de precios relativos y un desarme del CEPO cambiario por delante, lo cual puede alterar las expectativas. En este marco, la sostenibilidad del proceso de moderación inflacionaria no estaría exenta de riesgos que se irán acrecentando a medida que se acumulen desequilibrios o se dejen en el camino cuestiones pendientes a resolver.