Pese a que ayer se presentaba el proyecto de Presupuesto 2021, el Banco Central sorprendió endureciendo las restricciones cambiarias existentes. Los principales cambios son: i) restringir el acceso al mercado de cambios oficial para las empresas con deudas financieras mayores a USD 1 millón mensual -sólo podrán comprar el 40% del capital a vencer en el mercado oficial, debiendo de hacerse “por las suyas” del 60% restante-; ii) incluir las compras con tarjetas de crédito en el cupo mensual de USD 200 para las personas humanas y sumar una percepción adicional del 35% a cuenta del impuesto a las ganancias/bienes personales en las compras de dólar “solidario”; y iii) mayores restricciones en la operatoria del contado con liquidación (extensión del parking para cambio del Agente de custodia, prohibición de operación a los no residentes) y menores para la venta de divisas.
Deudas financieras de empresas
En primera instancia, se impuso un límite para la compra de divisas por parte de empresas para cancelar deudas financieras -no con proveedores comerciales u obligaciones en cuenta corriente- con vencimientos superiores a un millón de dólares mensual en los próximos seis meses. El Banco Central “invitó” a estas firmas a reestructurar el 60% restante de sus pasivos, consiguiendo mejores plazos de pago -al menos dos años-, o a honrar sus compromisos con dólares propios.
El riesgo país suele funcionar como un piso para el costo de financiamiento de las firmas de un país en el exterior. En el caso argentino, esta tasa roza 12% en dólares. En consecuencia, además de escasas, las opciones de reestructuración son caras. En otro orden, los “dólares propios” se valúan a ARS 130 -tipo de cambio paralelo-. Por lo tanto, se complejizó bastante la situación de las empresas endeudadas en moneda extranjera: si no logran relajar los plazos de pago, sufrirán “reponderación” del costo de su deuda (40% al oficial y 60% al paralelo) que tendrá impacto patrimonial.
Para evitar una cesación de pagos, algunas firmas podrían intentar fijar sus precios usando como referencia un dólar “celeste”: 40% oficial y 60% paralelo. Si bien esta decisión tendría un impacto acotado sobre la inflación, ya que la competencia y la recesión limitan las posibilidades de aumentar los precios, incrementaría el valor de algunos bienes o servicios transables -por las características de la mayoría de las empresas endeudadas en moneda extranjera-.
Dólar ahorro minorista
La segunda medida atañe a las personas físicas que sólo pueden gastar (con tarjeta o atesoramiento) USD 200 por mes al oficial. La compra de dólar ahorro de personas humanas rozó USD 1.000 millones en agosto -casi cinco millones de individuos usaron su cupo- y la salida de divisas por viajes al exterior acumuló USD 1.300 millones entre enero y julio de 2020 (casi USD 4.000 millones en igual período de 2019, sin la tríada pandemia/cierre de fronteras/cepo).
Además, se incorporó una retención al dólar ahorro: un 35% de recargo, deducible del impuesto a los bienes personales y ganancias, percibido por AFIP y cobrado sobre el valor del dólar oficial, sin tener en cuenta el impuesto PAIS en el cálculo. De esta forma, la compra de dólares minorista pasó de la órbita de 100 ARS/USD a la zona de 130 ARS/USD, poniendo un piso muy elevado a las cotizaciones paralelas.
Cambios en la operatoria en los mercados financieros paralelos
Por último, si bien se trabó más la operatoria del dólar contado con liquidación, también se removieron restricciones en el dólar bolsa o MEP. Se llevó de cinco a quince días hábiles el parking -plazo mínimo de tenencia- para el cambio del Agente de custodia y se prohibió la operación a no residentes. De manera contraria, se eliminó el parking para personas humanas que quieran liquidar en moneda local bonos adquiridos en cualquier especie.
Conclusiones
Con estos cambios, es probable que en el corto plazo se frene la sangría de reservas netas del Banco Central, actualmente ubicadas por debajo de los USD 8.000 millones. De esta manera, el BCRA podría continuar con el deslizamiento a velocidad crucero del dólar oficial (entre 2,5-3% mensual) acotando la venta neta de divisas (que acumulan más de USD 2.700 millones desde julio).
No obstante, como también se agravará la brecha, entendemos que la percepción de que el dólar oficial está atrasado aumentará. Como respuesta, las maniobras para eludir la liquidación de divisas en el mercado oficial persistirán: pese a que las presiones se atenuarán, ya que el golpe a la demanda será mayor que a la oferta, la venta de divisas también se resentirá (el talón de Aquiles del cepo cambiario). Asimismo, la medida será válida solo en el futuro inmediato: en cuanto la operatoria y las nuevas regulaciones se normalicen, las restricciones endurecidas pasarán a quedar “cortas” -tal como sucedió, por ejemplo, con la comunicación A7030 de fines de mayo-.
En síntesis, el cepo reforzado relajará algunas tensiones en el mercado de cambios oficial en el corto plazo ayudando al Central a controlar el deslizamiento del tipo de cambio oficial. Sin embargo, el mercado cambiario (MULC) se vuelve menos relevante: algunas empresas endeudadas en moneda dura podrían usar las cotizaciones paralelas como referencias para la formación de sus precios.
En materia de actividad, el efecto de la medida será mayor: algunas empresas grandes sufrirían un negativo impacto en su hoja de balance y podrían incluso caer en default. Asimismo, el continuo cambio de reglas en el mercado cambiario potencia la incertidumbre posponiendo la inversión y paralizando las decisiones de producción y gasto.
Por último, pese a que el Ejecutivo logró reestructurar 99% de los bonos soberanos en moneda dura (ley local y extranjera) y apostaba a que la presentación del Proyecto de Presupuesto 2021 termine de “tranquilizar” la economía, las medidas anunciadas por el BCRA alertaron a los agentes económicos. Sin recomponer la confianza/expectativas, la huida del Peso puede profundizarse y el retiro de depósitos en dólares del sistema financiero reanudarse.