El IPC Nacional de INDEC trepó 2,4% mensual en el primer mes del año, exhibiendo una aceleración de 0,2 p.p. respecto al dato de enero. Así, se ubicó 0,1 p.p. por encima de las expectativas del mercado (REM). De esta manera, la inflación acumulada fue de 4,7% en los primeros dos meses del año y la interanual alcanzó una suba de 66,9% i.a., la más baja desde julio de 2022.
A su interior, las categorías mostraron una evolución disímil. Los precios estacionales fueron los que traccionaron a la baja el Nivel General, mostrando una caída de -0,8% mensual (+47,6% i.a.). Por su parte, los precios Regulados aumentaron 2,3%, desacelerando 0,3 p.p. respecto al dato de enero. Por último, la inflación Núcleo fue la categoría con mayor incremento, trepando 2,9% mensual (+0,5 p.p. respecto al mes anterior) mostrando la variación más alta desde octubre y exhibiendo una suba de 60,4% i.a.
Marzo se ubica como un mes típicamente alto por la vuelta a clases, donde es probable que también haya cierto dinamismo -aunque mucho más acotado que en otros años- en la ropa por cuestiones de cambio de estación. Por este motivo, no esperamos que exista una desaceleración significativa respecto al dato de febrero, aunque al interior del índice existirían otros drivers. En este sentido, estimamos que el primer trimestre cerrará con datos de inflación todavía por encima del 2%, dejando una desaceleración más pronunciada para inicios del segundo trimestre.
El IPC Nacional de INDEC trepó 2,4% mensual en el primer mes del año, exhibiendo una aceleración de 0,2 p.p. respecto al dato de enero. Así, se ubicó 0,1 p.p. por encima de las expectativas del mercado (REM). De esta manera, la inflación acumulada fue de 4,7% en los primeros dos meses del año y la interanual alcanzó una suba de 66,9% i.a., la más baja desde julio de 2022.
A su interior, las categorías mostraron una evolución disímil. Al igual que en enero, los precios estacionales fueron los que traccionaron a la baja el Nivel General, mostrando una caída de -0,8% mensual (+47,6% i.a.). Al interior, existieron contracciones de diversas frutas y verduras a nivel nacional, lo que tracciono a la baja la categoría (por caso, el tomate cayó -18,4%, el limón un -25,3%, entre otras bajas).
Por su parte, los precios Regulados aumentaron 2,3%, desacelerando 0,3 p.p. respecto al dato de enero. En términos interanuales, mostraron una suba de 109,5% i.a., más de 40 p.p. por encima del nivel general de precios.
Por último, la inflación Núcleo (que mide la tendencia de los precios al excluir estacionales y regulados) fue la categoría con mayor incremento, trepando 2,9% mensual (+0,5 p.p. respecto al mes anterior). Así, mostró la variación más alta desde octubre y exhibió una suba de 60,4% i.a. Al interior, destacó la aceleración del precio de la carne, que se ubicó como el principal factor que incidió sobre la categoría y también sobre el nivel general de precios (por caso, los principales cortes relevados mostraron subas por encima del 10% mensual).
En la misma línea, las canastas básicas -que miden la línea de ingresos necesaria para ubicarse por encima de la línea de indigencia y pobreza- también se aceleraron en febrero: la canasta básica alimentaria (CBA) trepó 3,2% en el mes de febrero (cuando en enero había trepado 0,9%) y la canasta básica total (CBT) un 2,3%. En este sentido, ambas variables también se vieron afectadas por la aceleración del precio de la carne.
En términos de bienes y servicios se mantuvo las diferencias en la evolución, aunque en menor magnitud que meses previos. Los primeros treparon 2,1% en el mes, mientras que los servicios subieron un 3,1%. Así, mostraron variaciones de 50,2% i.a. y 121,3% i.a., respectivamente. La diferencia entre la evolución de ambos grupos está estrechamente vinculada al ancla cambiaria que implica el deslizamiento del tipo de cambio oficial, aunque en este mes en particular los bienes se aceleraron afectados por el alza de carnes.
En cuanto a las divisiones, la de mayor aumento en el mes fue Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (+3,7%), por subas en alquiler de la vivienda y electricidad, gas y otros combustibles. Además, la siguiente división con mayor aumento fue Alimentos y bebidas no alcohólicas (+3,2%), como consecuencia del aumento del precio de la carne, ubicándose como la división con mayor incidencia en todas las regiones. A contramano, Equipamiento y mantenimiento del hogar (+1,0%) y Prendas de vestir y calzado (+0,4%) fueron las divisiones con menor incremento.
¿Qué esperamos para 2025?
Marzo se ubica como un mes típicamente alto por la vuelta a clases, donde es probable que también haya cierto dinamismo -aunque mucho más acotado que en otros años- en la ropa por cuestiones de cambio de estación. Por este motivo, no esperamos que exista una desaceleración significativa respecto al dato de febrero, aunque al interior del índice existirían otros drivers. En este sentido, estimamos que el primer trimestre cerrará con datos de inflación todavía por encima del 2%, dejando una desaceleración más pronunciada para inicios del segundo trimestre.
Además, en la actualidad ya está rigiendo el crawling peg al 1% mensual, lo cual le da margen al precio de los bienes para que sigan desacelerando su evolución y acoplarse a una velocidad cada vez más parecida a la del tipo de cambio oficial. A diferencia, los precios de los servicios tanto públicos como privados son los podrían continuar mostrando una nominalidad levemente mayor en el corto plazo. De todas formas, estimamos que las paritarias salariales actúen en gran medida moderando esta tendencia, con un Gobierno que está incitando -y de hecho logrando- a cerrar acuerdos más acotados que miren la inflación futura en vez de la pasada. Además, en cuanto a los servicios públicos (principalmente de tarifas de gas, luz y combustibles), existió una reducción de los incrementos esperados para el 2025, en línea a la menor necesidad de corrección por la baja en la nominalidad de la economía.
En cuanto a los riesgos, hay que monitorear también los factores coyunturales que puedan complejizar el sendero de desaceleración. Principalmente hay que seguir de cerca cómo evolucione el frente cambiario, donde el principal foco estará en que los dólares paralelos se mantengan contenidos en un año electoral. Además, si la recuperación de la actividad económica es mayor a la esperada, también podría generar presiones extras al frente inflacionario.
Pese a que los riesgos mencionados pueden generar cierta resistencia a la baja en algún momento del año, estimamos que en 2025 la inflación desacelerará notablemente respecto a la cifra observada en el año anterior, lo cual implicará que se acumulen dos años consecutivos de desinflación.