En lo que es quizá la principal derrota política del gobierno de Javier Milei, el Senado rechazó los dos pliegos de los candidatos que su administración había elevado a la cámara alta para ocupar las dos sillas vacantes de la Corte Suprema de Justicia. La decisión de rechazar los pliegos se había precipitado en el mismo momento en que Milei decidió designarlos por Decreto en comisión, sin haber logrado algún acuerdo en el Senado. De esta forma, empujó al Senado a hacer lo que habitualmente no se hace: rechazarlos.
El rechazo es el corolario de un encadenamiento de errores cometidos por el oficialismo, que desembocaron en que el Senado deje expuesta la debilidad política en la que transcurre todo el proceso político.
Un gobierno en minoría que, sin hablar con nadie, ni tantear previamente la viabilidad de su propuesta, decidió anunciar el envío de los dos pliegos en el marco de una propuesta que contenía dos grandes vicios: el desprestigio de Ariel Lijo como candidato, y la falta de una mujer que permitiera al menos garantizar que el máximo tribunal no estuviera integrado solo por hombres.
Pero la lectura política más interesante para hacer de este hecho es que, en gran medida, las condiciones del oficialismo para resistir la decisión del Senado de rechazar los pliegos comenzaron a deteriorarse desde el momento en que La Libertad Avanza decidió presentar candidatos -y uno de peso- para competirle al PRO en el distrito que gobierna y que constituye el epicentro de su poder político, con el agravante de que se trata del distrito que es gobernado por su principal socio y por la fuerza política más afín en términos ideológicos.
Hubo 3 senadores del PRO que aportaron para el quórum (el jefe del bloque, Alfredo De Angeli, y la pampeana Victoria Huala, y Guadalupe Tagliaferri que si bien no llegó al quórum, estaba dispuesta a colaborar con él) y a la hora de la votación hubo 7 votos del PRO en contra del pliego de Ariel Lijo, y 4 votos del PRO en contra del pliego de Manuel García Mansilla.
La otra arista política para analizar es la de observar en este rechazo el gesto de mayor resistencia política observado por la oposición hacia este oficialismo. Una resistencia que pareció estar contenida a lo largo de los primeros 15 meses de gobierno, pero que aparece en esta ocasión, justo en momento donde el oficialismo atraviesa momentos de turbulencia política (errores no forzados que impactaron en los indicadores de opinión pública como el escándalo LIBRA) y de tensión económica, con las dificultades vistas en las reservas y la discusión con el FMI por la posibilidad de alcanzar un nuevo acuerdo que ayude a retomar control sobre las expectativas.