En el marco de una elevada y creciente vulnerabilidad del frente cambiario, las exigencias del FMI para destrabar el desembolso pendiente y el shock electoral que significó la victoria de Javier Milei en las PASO, el Gobierno se vio forzado a convalidar un salto discreto del tipo de cambio oficial.
Pese a la intervención del Gobierno en los mercados financieros, el ajuste de los USD alternativos a la mayor nominalidad y frente a una exacerbada incertidumbre fue prácticamente inmediato, lo cual no sólo llevó la brecha cambiaria nuevamente a los niveles pre-PASO, sino que también generó presiones inflacionarias adicionales.
El BCRA mostró un saldo positivo en el MULC durante la última semana, aunque en esta oportunidad la compra de divisas no se explica por un incremento en las liquidaciones del agro. En este sentido, se abre un interrogante: mayor oferta proveniente de otras fuentes o freno a la demanda.
Salto discreto y volatilidad en la brecha
En el marco de una elevada y creciente vulnerabilidad del frente cambiario, las exigencias del FMI para destrabar el desembolso pendiente (USD 7.500 M) y el shock electoral que significó la victoria de Javier Milei en las primarias (PASO), el Gobierno se vio forzado a convalidar el lunes pasado un salto discreto del tipo de cambio oficial (+22%), buscando mantener la nueva paridad ($350) fija hasta el 31 de octubre (pasadas las Generales).
Paralelamente, dicha medida estuvo acompañada por una fuerte suba en la tasa de política monetaria (+21 p.p.) junto con mayores restricciones en las operaciones de dólares financieros y a los pagos al exterior.
La estrategia cambiaria implementada consistió en adelantar en un día todo el crawling peg esperado en el período electoral (a una TEM de alrededor del 8%). De hecho, no implicaría una mejora sostenible y significativa en términos reales, dado que la corrección anunciada podría diluirse a fines de septiembre, incluso antes de la elección.
Ahora bien, el hecho de no formar parte de un plan integral (no hubo tampoco una señal fiscal), y ante la falta de confianza/credibilidad en el marco de una la aguda escasez de reservas, la devaluación constituye un elemento más que adiciona incertidumbre al escenario macroeconómico, volviendo a desanclar las expectativas inflacionarias y generando impactos adicionales sobre la actividad.
En este contexto, el ajuste de los USD alternativos a los nuevos niveles de nominalidad y frente a una exacerbada incertidumbre fue prácticamente inmediato: en los primeros 3 días de la semana el dólar blue subió un 30% y cerró el miércoles en $780 con una brecha del 123%, el máximo desde la salida de Guzmán.
No obstante, la intervención del Gobierno en los mercados financieros permitió acotar levemente la suba en el CCL y el MEP, lo cual, con el correr de los días, ayudó a achicar la divergencia entre las cotizaciones alternativas.
Sin embargo, pese al salto discreto en el tipo de cambio oficial, la brecha cambiaria ya volvió a los niveles pre-PASO: el dólar blue cerró este viernes en $720 (+19% s/s) con una brecha del 106%, mientras que el MEP ($695) y el CCL ($642) avanzaron un 29% y un 13%, respectivamente, en la última semana. En consecuencia, la brecha cambiaria promedio cerró la semana en un 96%, apenas 4 p.p. por debajo del cierre semanal previo.
Más allá de la contención en el margen, el reciente incremento en los USD alternativos seguramente genere impactos inflacionarios adicionales al salto discreto en el tipo de cambio oficial, retroalimentando así la dinámica de mayor nominalidad y recrudeciendo los temores de una nueva devaluación. El equilibrio es cada vez más fino.
¿Le cree el mercado al Gobierno que puede mantener los $350 hasta fines de octubre? Más allá de la volatilidad que mostraron en la última semana, los contratos a futuro del dólar continúan mostrando una devaluación implícita en torno al 15% mensual para octubre, lo cual implica que el mercado busca cubrirse de un probable nuevo salto en el TC posterior a las elecciones generales. No obstante, el BCRA aun tiene amplio margen para incrementar su intervención.
En el corto plazo, habrá que estar atentos a la reunión de directorio del FMI que se dará en la próxima semana, dado que el Gobierno espera recibir cerca de USD 7.500 M (¿quizás algo más?) correspondiente al desembolso demorado (de junio) y el adelanto del desembolso de septiembre. Esto último será un factor clave para los próximos meses para evitar un empeoramiento del escenario actual.
Volvieron las compras del BCRA, pero sin el agro
El BCRA volvió a comprar divisas en el MULC, y durante la última semana mostró un saldo positivo por casi USD 660 M (el saldo acumulado en agosto es positivo en USD 790 M).
Pese al repunte en el margen, las RIN se encuentran en mínimos históricos (-USD 8.500 M).
Ahora bien, en esta oportunidad la compra de divisas no se explica por un incremento en las liquidaciones del agro, dado que se desplomaron en la última semana (¿habrá un nuevo “dólar soja”?). En este sentido, se abre un interrogante: mayor oferta proveniente de otras fuentes o menor demanda (producto del salto en el TC o mayores trabas de acceso).
Se mantiene el rollover pese a las turbulencias
En la última licitación de agosto, el Tesoro logró colocar deuda por más de $822.000 M frente a vencimientos apenas por debajo de los $100.000 M. Consecuentemente, las autoridades cerrarían agosto (a falta de la segunda vuelta) con un financiamiento neto de $825.000 M, lo cual implicaría una notoria mejora en el rollover pese a las turbulencias recientes: pasaría del 150% en junio y 120% en julio a ubicarse en torno al 200% para agosto (140% acumulado en 2023). No obstante, la contrapartida del incremento en el financiamiento fue nuevamente una mayor utilización de instrumentos indexados a la inflación.
¿Qué pasará con la tasa real?
Con la reciente suba (+21 p.p. – 118% TNA), la Tasa de Política Monetaria (TPM) alcanza una TEM del 10%. Si bien tales niveles permitirían mostrar elevados rendimientos reales positivos con respecto a los últimos datos de inflación, estimamos que la aceleración inflacionaria (producto de la devaluación oficial, el ajuste al alza en los USD paralelos y el despegue en el precio de la carne vacuna) llevará a la tasa real nuevamente a terreno negativo. En tal sentido, no descartamos que el BCRA convalidé nuevas subas en la TPM, no sólo por la dinámica inflacionaria, sino para evitar una fuga de pesos hacia los USD alternativos frente al objetivo de mantener fijos los $350.