¿Cómo evolucionó la inflación en abril?
El IPC GBA Ecolatina mostró un incremento de 1,9% en abril, alcanzando la variación más baja desde enero del 2018. De esta manera, la inflación acumuló 10% en el primer cuatrimestre del año y 47,3% en la comparación interanual.
En lo que respecta a las categorías, la mayor evolución se observó en el IPC Estacionales (+4,8%) producto de subas fuertes en frutas y verduras (con subas de 11% y 12%, respectivamente). Luego, el IPC Núcleo creció 2%, en línea con lo observado en la inflación, y el IPC Regulados, creció únicamente 0,8%, exhibiendo un menor aumento que el resto de los componentes por once meses consecutivos. De esta forma, arrojó una variación interanual del 28% (mientras que las variaciones del IPC Núcleo y el IPC Estacionales fueron del 54% i.a. y 63% i.a., respectivamente).
Analizando a los capítulos, algunas de las dinámicas por debajo del Nivel general se observaron en Transporte y comunicaciones (+0,7%) y Vivienda y servicios básicos (+1,5%), producto del fuerte congelamiento de servicios públicos.
De todas formas, Alimentos y bebidas continuó mostrando una dinámica por encima del Nivel general (+2,8%), acumulando 14,7% en el primer cuatrimestre del año (+4,8 p.p. por encima del nivel general). El resultado se dio a pesar de la imposibilidad de relevar precios de comercios de cercanía -que son los que están implementando mayores aumentos- y un dólar oficial que se mantuvo prácticamente estable.
Además, considerando que durante abril los relevamientos de abril se dieron bajo un marco de cuarentena estricta, no es posible relevar precios “que no existen”, producto de servicios presenciales que dejaron de operar, como muchos servicios gastronómicos, de entretenimiento (cines, teatros, clubes), esparcimiento (gimnasios, servicios turísticos) y cuidado personal (peluquerías). Estos factores ayudaron a que la inflación mantenga una dinámica acotada -que en todo caso tomará magnitud una vez que estas actividades vuelvan a operar-, sumado a un desplome de la demanda interna que desincentiva la suba de precios de bienes y servicios considerados no esenciales.
De todas formas, es importante remarcar que se observaron subas significativas y aisladas en los precios de algunos bienes. Esto puede ser consecuencia de problemas logísticos como resultado del aislamiento o reflejar problemas de escasez en ciertos mercados, algo sobre lo que se deberá prestar atención en los próximos meses.
¿Qué esperamos de ahora en más?
Considerando que dos de los principales drivers inflacionarios se mantendrán contenidos durante el resto del año (tarifas de servicios públicos y salarios), la evolución de la inflación dependerá primordialmente de la evolución del tipo de cambio.
Si bien el tipo de cambio oficial es el que cobra relevancia a la hora de pensar el impacto en la inflación, una mayor brecha producto de mayores dificultades en la renegociación de la deuda o un eventual default, podría generar presiones al alza. Además, la creciente emisión para financiar el déficit fiscal alimenta las expectativas de devaluación, agregando presiones sobre la nominalidad de la economía.
De todos modos, de no mediar problemas de escasez en el corto plazo, consideramos que la inflación se podrá acelerar nuevamente cuando la economía se normalice, cerrando el año en torno al 47,5% anual.