Brasil | O ciclo de afrouxamento monetário é encerrado

Economia

O cenário prospectivo deve seguir um movimento de depreciação de ativos brasileiros até a ocorrência de sinais mais concretos em relação à extensão e magnitude do impacto da economia chinesa. Sob o prisma da economia brasileira, a tendência é que os efeitos econômicos se concentrem fundamentalmente na redução de preços de mercadorias e desvalorização do câmbio. Uma balança comercial, então, passa a ganhar um valor negativo e um taxa de câmbio, uma longa trajetória rumo aos dados sugeridos pelo nível atual de prêmio de risco. O cenário pessimista aparece em um quadro mais amplo de desaquecimento da economia global. Os sinais mais recentes
confirmam o quadro de estabilidade monetária, ou contribuem para a redução de taxa Selic na reunião do Copom. Nossa leitura é que, por agora, o ciclo de afrouxamento monetário é encerrado.

Política

É verdade que existe uma janela de oportunidade para a votação das reformas, mas o ambiente em 2020 deve ser marcado por bastante pressão por conta das questões políticas e dos efeitos do calendário eleitoral. De todo modo, a tendência é de peso crescente do poder Legislativo no encaminhamento das reformas. A descentralização do poder de agenda confere às lideranças partidárias papel privilegiado na definição do ritmo e do conteúdo da agenda econômica. A ausência de uma coalizão majoritária dificulta proteger a agenda do governo do jogo político-eleitoral. O risco
do quadro político deve aparecer com a decepção no ritmo das votações, especialmente se a economia não der sinais mais relevantes de retomada.

Bolivia | El gobierno busca reducir el déficit fiscal

Economía

Bolivia cerró 2019 con menor déficit fiscal y comercial. En efecto, la información oficial, todavía preliminar, indica que el saldo fiscal negativo fue 7,2% del PIB, menor al 8,1% del año 2018. De igual forma, el déficit comercial fue ligeramente menor, puesto que bajó de 2,4% del PIB en 2018 a 2,1% la gestión pasada. Esta reducción tiene dos componentes cuya magnitud todavía no está identificada: el primero se refiere a la intención explícita del gobierno de reducir el impulso fiscal desde su asunción en noviembre pasado, mientras que el segundo corresponde a la interrupción de la actividad por la insurrección popular que derivó en la salida de Evo Morales. En tal sentido, el crecimiento de 2019 habría estado levemente por encima de 2%, una cifra que responde además al mal contexto regional, que se reflejó en el crecimiento acumulado de 2,9% al tercer trimestre. Como una muestra de compromiso fiscal, el gobierno se fijó como meta de déficit de 6,6% para 2020 y una caída acotada de reservas (16%).

Política

El pasado 3 de febrero terminó la inscripción de los partidos políticos que participarán en las elecciones generales del próximo 3 de mayo. Dentro de ellos destacan el exministro de economía Luis Arce y el excanciller David Choquehuanca por el partido que estuvo en función de gobierno hasta noviembre (Movimiento Al Socialismo), mientras que en el otro frente destacan los siguientes binomios: la presidenta actual Jeanine Añez con el empresario Samuel Doria Medina (Juntos), los líderes cívicos regionales Luis Fernando Camacho y Marco Pumari (Creemos) y el expresidente Carlos Mesa con el intelectual Gustavo Pedraza (Comunidad Ciudadana). Los primeros estudios electorales anticipan que en la primera vuelta ganaría el MAS con un margen que no le permitiría acceder a la presidencia, la cual se definiría en segunda vuelta entre dicho frente y el que resulte el mejor segundo, el cual accedería al gobierno. Los ejes sobre los cuales girará la discusión electoral son la economía y la democracia.

El IPC GBA Ecolatina se desacelera en la primera quincena de febrero

De acuerdo con el relevamiento quincenal del IPC GBA Ecolatina, los precios crecieron 2,2% en la primera quincena de febrero con respecto al mismo período del mes anterior. De esta manera, la inflación cedió 1 p.p. respecto a la primera quincena de enero.

La desaceleración se explica por la estabilidad de los capítulos de Educación (-0,1%), Atención médica y gastos para la salud (+0,1%), Vivienda y servicios básicos (+0,2%) e Indumentaria (+0,7%). Por su parte, el rubro con mayor dinamismo fue Alimentos y bebidas, que avanzó casi 4% y continúa considerablemente por encima del Nivel general. Este factor no es despreciable ya que impacta en mayor medida en las familias con menor poder adquisitivo (dado que destinan mayor parte de su ingreso en consumir estos bienes) y en la percepción que la sociedad tiene del proceso inflacionario.

De no mediar un mayor deslizamiento del tipo de cambio, esperamos que los aumentos continúen desacelerándose en la segunda parte del mes. Sin embargo, por el momento esta dinámica no sería suficiente para perforar el 2%.

La inflación fue de 2,3% en enero, según INDEC

¿Qué sucedió con la inflación en enero?

El INDEC informó que la inflación nacional alcanzó 2,3% en el mes de enero, mostrando una desaceleración de 1,4 p.p. respecto a diciembre de 2019. Luego de cinco meses consecutivos, el IPC General rompió el piso del 3%. Con estos números, acumuló una suba del 52,9% respecto a enero del año pasado.

Analizando por capítulos, la principal reducción se la llevó Salud (-2%), producto del acuerdo del gobierno con los laboratorios por el precio de los medicamentos, que exhibieron una disminución del 5% en el mes. Por su parte, Equipamiento y mantenimiento del hogar mostró una reducción del 1,3%. Esta contracción respondió a la baja del rubro Servicio doméstico, debido a que en diciembre – y a diferencia de enero – se incluyó la asignación extraordinaria y no remunerativa del salario doméstico.

Por su parte, Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles tuvo un leve incremento del 0,6%. La estabilidad de este capítulo se explicó por el rubro Expensas, dado que en diciembre hubo un considerable aumento de estas, producto de la bonificación anual del 20% a encargados de edificios en el cierre del año. Es importante remarcar que, quitando los efectos de los rubros de Servicio doméstico y Expensas, la inflación mensual habría sido un 2,6% en enero. Por otro lado, Comunicaciones y Educación se mantuvo prácticamente estable, mostrando subas del 0,1% y 0,5% respectivamente.

A contramano, uno de los aumentos más elevados fue el de Alimentos y bebidas no alcohólicas (+4,7%), mostrando una considerable suba de 2,4 p.p. por encima del Nivel general. Este incremento se vio explicado por la reincorporación del IVA en algunos precios. A su vez, se observó un elevado aumento de Recreación y cultura (+5%), Bebidas alcohólicas y tabaco (+4,3%) y Restaurantes y hoteles (+4,2%).

En lo que respecta a las categorías, se observó una fuerte suba del IPC Estacionales (+3,6%). A contramano, el IPC Regulados trepó solo 1,1%, producto del congelamiento de las tarifas de servicios públicos y de combustibles. Por último, el IPC Núcleo exhibió una suba del 2,4% (0,1 p.p. por encima del Nivel general y 1,3 p.p. menos que el IPC Núcleo de diciembre) como consecuencia de la estabilidad cambiaria y la dinámica explicada anteriormente.

¿Qué pasará en los próximos meses?

Por el congelamiento de tarifas, esperamos que los Precios regulados muestren un dinamismo acotado. Por otro lado, el dólar oficial permanece prácticamente anclado y cómo evolucione dependerá primordialmente del resultado de la renegociación de la deuda. Además, en un contexto de cepo cambiario, un aumento de la incertidumbre podría incrementar la brecha cambiaria, y como consecuencia, tener un impacto en el margen sobre los precios. En cuanto a los salarios, será necesario tener en cuenta como impactarán las negociaciones paritarias en los precios.

Por otra parte, es necesario tener en cuenta que la dinámica observada en los capítulos Equipamiento y mantenimiento del hogar y Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles correspondieron a un componente especifico del mes de enero, y, por lo tanto, no se mantendrá en los próximos meses. Por el contrario, el rubro Salud continuará exhibiendo una dinámica acotada por el acuerdo del precio de los medicamentos.

De mantenerse los factores vinculados a los salarios y el tipo de cambio, esperamos que la inflación continúe mostrando una variación por debajo del 3% en los próximos meses.

Latinoamérica crecerá sólo 1,2% en 2020

La Alianza Latinoamericana de Consultoras Económicas proyecta que la economía de la región crecerá sólo 1,2% en el año 2020, revirtiendo la caída observada en 2019.

La Alianza Latinoamericana de Consultoras Económicas (LAECO, por sus iniciales en inglés) reúne a las principales firmas de consultoría económica independiente de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, que explican el 95% del PIB regional. A la espera de los datos cerrados para 2019, LAECO estima que el PIB de la región habría caído 0,7% el año pasado, empeorando 0,1 p.p. su última proyección de -0,6%, realizada en noviembre de 2019. Dicho desempeño será inferior al registrado en 2018, cuando la región se mantuvo apenas en terreno positivo.

Para 2020, las consultoras que forman parte de la Alianza proyectan una magra expansión del Producto latinoamericano (+1,2%), que comenzaría a salir muy lentamente de su anemia. El estancamiento regional produce serios desafíos, ya que aminora la demanda externa y la creación de empleo, generando crecientes tensiones sociales. Este crecimiento (+1,2%), aunque de poca magnitud, sería el mayor desde 2013, explicado por una aceleración de la expansión en Brasil, Bolivia y Perú que traccionarían el PIB regional. Además, se vería una recuperación del crecimiento en Paraguay, México y Uruguay, y una tendencia constante del crecimiento de Colombia, que compensarían las recesiones en Ecuador, Argentina y Venezuela.

De acuerdo con las estimaciones de los integrantes de la Alianza LAECO, las proyecciones de actividad económica latinoamericana serán menores a las previstas por distintos organismos internacionales. Por caso, el Fondo Monetario Internacional, en su reciente actualización del World Economic Outlook (enero de 2020) publicó que la expansión latinoamericana habría sido de 0,1% en 2019 y sería de 1,6% en 2020 (versus el indicador PBI LAECO 12 que estima una variación de la actividad de -0,7% y 1,2%, respectivamente).

Por su parte, este mes el Banco Mundial redujo sus estimaciones para Latinoamérica, acercándola a las proyecciones de la Alianza LAECO: estimó que el PIB regional habría crecido 0,8% en 2019 (0,9 p.p. menos que en su proyección previa) y que treparía 1,8% en 2020 (0,7 p.p. menos que en la última publicación de LAECO-12 en noviembre de 2019). A su vez, CEPAL mantuvo su estimación de 0,1% para 2019, pero redujo su proyección de crecimiento a 1,3% para 2020 (corrigiendo 0,1 p.p. a la baja respecto del comunicado de noviembre de 2019).

Por último, cabe remarcar que el crecimiento regional se verá nuevamente afectado por la grave crisis de Venezuela. Aislando la evolución de este país, la estimación para el PIB regional habría sido un crecimiento de 0,6% en 2019 y se prevería una nueva expansión de 1,5% en 2020 (en comparación al -0,7% en 2019 y +1,2% en 2020). La Alianza Latinoamericana de Consultoras Económicas expresa su solidaridad y apoyo para la resolución de los problemas que persisten en Venezuela, así como también los otros conflictos en países de la región, que abarcaron rupturas del orden institucional vigente.

Costa Rica | El déficit primario se ubicó en 2,8% del PIB en 2019

Economía

El mes de enero trajo malas noticias tras la publicación de las cifras fiscales de 2019. Según el Ministerio de Hacienda el déficit primario se ubicó en 2,8% del PIB, mientras que el déficit financiero fue 7,0%. Ambos datos terminaron superando las proyecciones del ministerio en 0,7 p.p. Esta noticia fue clave para que la calificadora Moody‘s rebajara la calificación de riesgo de Costa Rica a B2 con perspectiva estable. Como consecuencia del resultado fiscal obtenido en 2019, el Ministerio de Hacienda ha presentado al Congreso un Programa de Consolidación Fiscal que pretende mejorar las finanzas estatales. Dentro del programa destacan las medidas de: lucha contra la evasión fiscal, contención del gasto mediante una Ley de Empleo Público y el aprovechamiento de activos estatales. Sin embargo, ha sido ampliamente criticado pues las estimaciones de reducción del déficit son poco creíbles.
Por su parte, el Banco Central presentó su Programa Macroeconómico 2020-2021; en dicho programa el Banco ratificó su meta inflacionaria de 3% ± 1 p.p., redujo su tasa de política monetaria (TPM) de 2,75% a 2,25%, y ajustó a la baja sus cifras de crecimiento económico de 2019 y 2020 en 0,1 p.p.

Política

Tras la presentación de los resultados fiscales de 2019, la Asamblea Legislativa mostró su descontento con el desempeño del Gobierno Central en el manejo de las finanzas públicas. Por lo que, Rodrigo Chaves, Ministro de Hacienda, fue llamado a comparecer ante el Congreso para brindar explicaciones. El ministro presentó el Programa de Consolidación Fiscal ante el Congreso, sin embargo, no fue recibido de la mejor manera por la oposición. Las bancadas más importantes de la oposición denunciaron falta de compromiso del Poder Ejecutivo con la contención del gasto y mostraron su falta de apoyo de cara a futuras aprobaciones de emisión de deuda externa. De esta manera, el Poder Ejecutivo, que cuenta con una marcada minoría en la Asamblea Legislativa empieza a perder músculo político a la mitad de su mandato. Adicionalmente, el 2 de febrero se realizaron las elecciones municipales en los 82 cantones del país. De manera general, los dos partidos que recibieron mayor apoyo durante las elecciones nacionales de 2018 obtuvieron cuatro (PAC) y cero (PRN) alcaldías únicamente. Por su parte, el PLN perdió nueve alcaldías, mientras que el PUSC aumentó en dos.

La industria y la construcción, golpeadas en 2019

¿Cómo le fue a la industria en 2019?

Luego de 19 meses de contracción ininterrumpida, la industria logró en el último mes de 2019 mostrar un resultado positivo: el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) mostró una suba del 1,2% i.a. en diciembre y 1,1% en su medición desestacionalizada. El cambio de tendencia se dio gracias desempeño de Alimentos y Bebidas y Productos Textiles, este último en un contexto de baja base de comparación. Con dicho resultado, la industria culminó el 2019 con una caída del 6,4% anual y en niveles de actividad anteriores a 2007.

Analizando el acumulado del año, todas las divisiones mostraron contracciones. El peor desempeño se lo llevaron las industrias vinculadas al mercado interno, ya que producto de la recesión y el deterioro de la demanda doméstica, se vieron obligadas a acumular stocks y producir muy por debajo de su capacidad instalada. En este sentido, Prendas para Vestir mostró una disminución del -11%, Productos de Metal un deterioro del -9% y Muebles y Otras industrias sufrieron una caída del -12%. Al mismo tiempo, ante elevadas tasas de interés y racionamiento del crédito, las industrias relacionadas a la inversión productiva también se vieron golpeadas: Maquinarias y Equipos, Vehículos Automotores y Otros Equipos de transporte mostraron caídas acumuladas del -15%, -22% y -37%, respectivamente.

Por otra parte, las industrias vinculadas a sectores con ventajas comparativas y potencial exportador –agropecuario y petróleo y gas – fueron las que sufrieron menores contracciones. En este sentido, Alimentos y Bebidas se mantuvo estable (-0,1%) y Refinación del Petróleo y Combustible mostró una leve caída del -1%. En el primer caso, el nivel récord de cosecha agrícola y la mayor demanda dese China, hicieron que Moliendas y Cereales y Carnes se mantengan en terreno positivo a lo largo del año. En el segundo, el desarrollo de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta explicó el buen desempeño del sector.

¿Y a la construcción?

El Indicador Sintético de la Actividad (ISAC) se contrajo 6,4% i.a. en diciembre, acumulando 16 meses consecutivos de caída. En la medición desestacionalizada muestra una abrupta recesión (-7,3% i.a.) alcanzado el nivel más bajo desde la primera publicación del indicador en el año 2012. En el acumulado del año, la actividad registró una reducción del 8% en 2019.

El deterioro del sector se dio en un contexto de extrema volatilidad cambiaria y elevada incertidumbre. En este sentido, a pesar de que la rentabilidad de la oferta fue mayor -gracias al aumento del precio de las viviendas en dólares y la caída de los costos medidos en moneda dura- la demanda se desplomó. La caída del poder de construcción del salario y la falta de financiamiento producto de las altas tasas de interés explican dicha dinámica.

¿Qué esperamos a futuro?

Las perspectivas para el comienzo del 2020 continúan sin ser favorables. Producto de la incertidumbre que genera el desenlace de la restructuración de la deuda, esperamos que en el primer semestre la industria y la construcción continúen mostrando un magro desempeño. De todas maneras, algunas señales de recuperación podrían materializarse hacia la segunda parte del año.

Por un lado, las industrias relacionadas al sector externo continuarían en terreno positivo producto del buen desempeño que mantendrá el sector primario. De todas maneras, la pérdida de competitividad cambiaria y el aumento de las retenciones podrían actuar como desincentivo. Por otro lado, los créditos subsidiados a PyMEs e industrias mano de obra intensivas, sumado a restricciones a las importaciones, podrían generar un repunte cuando la demanda interna se reactive.

En cuanto a la construcción, considerando que el gobierno se encuentra realizando esfuerzos para alcanzar un resultado primario consistente, podemos prever que la inversión pública se mantendrá postergada en el corto plazo. Sin embargo, a pesar de que la inversión productiva tampoco mostrará importantes signos de recuperación durante el año, algunos factores podrían generar que la obra privada se movilice.

Por el lado de la demanda, el cepo cambiario podría dinamizar al sector, teniendo en cuenta que ante falta de alternativas de ahorro, los hogares y las empresas pueden optar por la construcción para resguardar el valor de sus activos. Además, pueden existir medidas que mejoren la capacidad de financiamiento del sector, tales como el plan ProCreAr. Por el lado de la oferta, si el tipo de cambio no se atrasa significativamente, la rentabilidad ganada con las sucesivas devaluaciones y el aumento del precio de las viviendas seguirá actuando como incentivos para los desarrolladores. De esta manera, la construcción podría mostrar signos de recuperación hacia fines de año.

El IPC GBA Ecolatina fue de 3,1% en enero

De acuerdo con el IPC GBA Ecolatina, en enero la inflación alcanzó 3,1%, desacelerándose 1 p.p. en relación a diciembre (+4,1%). De este modo, acumula una suba de 54,6% respecto a enero del año pasado.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Núcleo mostró una variación de 3,5% en el mes y alcanzó una suba de casi 60% i.a., considerablemente por encima del Nivel General. Dado que excluye los precios Estacionales o Regulados por el gobierno, esta categoría muestra con mayor claridad la inercia del proceso inflacionario, que cede con mayor lentitud.

Por otro lado, los precios Estacionales crecieron sensiblemente (+3,9%) debido al salto en frutas y verduras (9,5% y 12,3% respectivamente). Por el contrario, los precios Regulados se mantuvieron más estables al avanzar apenas 1,8%. Dentro de este rubro se destaca el aumento de cigarrillos (7,1%), pero se debe destacar que tanto el congelamiento tarifario como el de combustibles contuvieron la dinámica de este grupo.

En lo que respecta a los capítulos, el que más aumentó fue el de Alimentos y bebidas (+5,1%), 2 p.p. por encima del Nivel General. Este incremento fue explicado en gran medida porque algunos precios de alimentos volvieron a incorporar el IVA: se registraron considerables subas en fideos, arroz, pan envasado, entre otros. A su vez, se registró un fuerte aumento de carnes y verduras, mostrando un aumento de 7,5% en ambos casos.

Por el contrario, vale destacar que el acuerdo del gobierno con los laboratorios por el precio de los medicamentos permitió que Atención Médica y gastos para la Salud exhiba una caída de casi 2% en el mes. Sin embargo, en la comparación interanual todavía se ubica por encima del Nivel General (+63% i.a.).

Para los próximos meses, el congelamiento de las tarifas de los Servicios Públicos seguirá vigente, por lo que la dinámica inflacionaria dependerá de lo que suceda con el dólar y los salarios. En el primer caso, un resultado favorable con los acreedores extranjeros permitirá que el tipo de cambio se deslice sin mayores sobresaltos. En el segundo, será clave ver si las negociaciones paritarias impactaran en los precios de los bienes y servicios. En principio, las mismas deberían ser algo más acotadas de lo que se creía algunos meses atrás dado que deberán absorber el reciente aumento del gobierno otorgado por decreto.

Estos factores implicarán una paulatina desaceleración de la inflación, que perforará el 3% en los próximos meses. Esa tendencia podrá ser interrumpida en tanto alguno de los factores antes mencionados muestre un dinamismo fuera de lo esperado.

Reactivación de la actividad: ¿ficción o realidad?

La crisis todavía continúa

La economía argentina aún se encuentra sumergida en recesión. Considerando que la situación económica es compleja – dado que nos encontramos a la espera de la renegociación de la deuda pública y con una inflación que todavía no cede significativamente – cabe preguntarse en qué momento podremos ver signos de recuperación en el nivel de actividad.

Realizando una revisión hacía atrás, desde la primera corrida cambiaria en abril de 2018 la actividad no logró revertir su caída. Más en detalle, desde el pico de actividad alcanzado por el gobierno de Cambiemos en el cuarto trimestre de 2017, el PBI acumuló en los dos años siguientes una contracción mayor al 7% en términos desestacionalizados, liderada por el desplome de la inversión y el consumo privado.

En comparación a las últimas crisis que sufrió la economía argentina, la actual puede ser considerada una de las más profundas y la más extensa. Luego de la crisis del 2001, la única recesión que superó a la actual, en términos de destrucción de producción, fue la del 2008/09. En aquel entonces, la actividad económica se desplomó más de 10% en tan sólo tres trimestres, aunque recuperó los niveles previos a la crisis rápidamente. En cambio, la recesión por la que estamos atravesando lleva siete trimestres y todavía sigue sin encontrar un piso. En este sentido, teniendo en cuenta la frágil situación por la que atraviesa la economía argentina, podemos prever que la actividad no logrará repuntar en el primer semestre del 2020. De todas formas, algunas decisiones en torno a la política fiscal y monetaria podrían generar una leve reactivación hacia la segunda mitad del año.

Esperando nuevamente el segundo semestre

Son varios los factores para tener en cuenta a la hora de evaluar si se podrá materializar una reactivación de la actividad hacia la segunda parte de 2020. En este sentido, el resultado de la renegociación de la deuda es uno de los más importantes. Una reestructuración exitosa permitiría otorgar certidumbre a la economía argentina y relajar tensiones en el frente cambiario y financiero.

Para lograr este objetivo, el gobierno está siendo prudente en términos fiscales con el fin de dar señales a los acreedores. Además de aumentar los ingresos a través de una suba de la presión impositiva, se encuentra tratando de resguardar el gasto público (principalmente a través de la seguridad social) para alcanzar un resultado primario sostenible y hacer frente a las obligaciones. En este sentido, es que no se espera que el consumo y la inversión pública sean en 2020 motores de la economía.

Por otra parte, se intenta recomponer el poder adquisitivo de las familias de menores ingresos para despertar el consumo interno. El otorgamiento de bonos para los beneficiarios de la AUH y Jubilados que ganan menos de ARS 20.000 y el aumento a privados de ARS 4000 (que representa una mayor proporción del ingreso para los trabajadores que ganan menos) son algunas de las medidas que van en esa dirección y que buscan dar alivio a los sectores más golpeados en los últimos años. De esta forma, teniendo en cuenta que estos hogares son los que poseen mayor propensión a consumir, la transferencia de ingresos hacia la base de la pirámide podría otorgar un freno a la disminución del consumo.

Por otro lado, el BCRA optó por relajar la política monetaria por medio de la disminución de la tasa de interés de referencia, colocando a la tasa de interés real en terreno negativo. A su vez – al menos por ahora – decidió mantener planchado al tipo de cambio oficial. Por lo tanto, a pesar de que la política fiscal postergó la recomposición del ingreso de las clases medias y altas, decisiones en torno a la política monetaria y cambiaria podrían actuar como paliativos. Anclar el tipo de cambio recompone el salario en dólares y el menor costo de financiamiento, junto a falta de alternativas de ahorro producto del cepo cambiario, podrían generar que estos sectores movilicen la demanda interna.

Por otra parte, las perspectivas para la inversión son más conservadoras. El aumento de la presión impositiva y la incertidumbre respecto al porvenir de la economía argentina mantendrán a la inversión productiva en terreno negativo. Sin embargo, las restricciones de acceso al mercado cambiario podrían generar incentivos a dinamizar la construcción -como consecuencia de la falta de alternativas para volcar los ahorros- y el otorgamiento de créditos subsidiados a la producción (principalmente PyMEs) podría activar la compra de bienes de capital. De esta forma, la inversión podría cerrar el año con una desaceleración en su caída respecto de lo ocurrido en 2019.

Por último, se encuentra el frente externo. Por un lado, mejores perspectivas para la economía brasilera auguran una mayor demanda desde el país vecino, por otro lado, dos factores atentaran contra la expansión de las exportaciones. En primer lugar, la menor cosecha agrícola que, aunque será la segunda más alta de la historia, en la comparación anual será menor al pico alcanzado en 2019. En segundo lugar, el aumento de los derechos de exportación y la pérdida de competitividad generada por un dólar que se encuentra anclado, son factores que desincentivan los envíos al exterior. En este sentido, esperamos que los mismos se mantengan en terreno positivo, pero desacelerando su crecimiento respecto a 2019.

En relación con las importaciones, aunque reducirían su caída respecto al año anterior, las mismas continuarían contrayéndose debido a la alicaída actividad interna, pero también gracias a mayores restricciones e impuestos tendientes a proteger sectores sensibles de la economía argentina y a reducir la salida de divisas. En este último caso, la menor competencia de importados generaría un mayor espacio para la producción local para cuando la demanda doméstica repunte.

En resumen, las medidas empleadas para reactivar la actividad dependerán primordialmente de como se resuelva la reestructuración de la deuda. Si la renegociación es exitosa, las decisiones en torno a la política monetaria y fiscal generarían un mayor dinamismo de la demanda interna y una mejora en los niveles de consumo hacía el segundo semestre. De lo contrario, la relajación de la política monetaria generará mayor brecha cambiaria y aumento de los precios, y la política de ingresos no será suficiente para aumentar el consumo.

La mejora de la actividad en la segunda parte del año no logrará compensar la caída del primer semestre -ésta última también afectada por el arrastre negativo que deja el 2019- por lo que esperamos que el PBI promedie el 2020 con una caída del 1,6% anual, marcando su tercer año consecutivo de contracción.

Continúa la recesión

¿Qué sucedió en noviembre?

El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) mostró una caída del 1,9% i.a. y acumuló en los primeros once meses de 2019 una contracción del 2,3% i.a. En la medición desestacionalizada, el indicador registró una baja del 1,7% mensual en noviembre, revirtiendo gran parte del avance experimentado en octubre (+2% mensual).

Analizando por ramas de la actividad, la mayor caída se la llevo la producción de Bienes, que cayó un -2,3% i.a. producto del magro desempeño de la construcción (-6,9% i.a.) y la industria manufacturera (-4,8% i.a.). Por su parte, los Servicios no corrieron una suerte distinta: retrocedieron -1,6% i.a, producto de la caída de los sectores de Intermediación Financiera y Comercio (-8,5% i.a. y -5% i.a., respectivamente).

¿A qué se debió la contracción?

La tercera corrida cambiaria en la era Cambiemos, desatada tras los resultados de las PASO, echo por tierra la leve reactivación que experimentaban algunos sectores en la previa de las elecciones. La fuerte devaluación del Peso, la consecuente aceleración de la inflación, el aumento de la tasa de interés de referencia y la implementación del cepo cambiario hicieron sentir sus efectos negativos sobre la actividad económica durante noviembre.

El continuo deterioro del poder adquisitivo y la falta de financiamiento, contrajeron notablemente el consumo privado y con ello la producción de industrias mercado internistas y de comercio.

Por otra parte, el elevado costo de financiamiento, sumado a la incertidumbre sobre las futuras medidas económicas a tomar por un nuevo gobierno electo, contribuyeron a que la inversión continúe en terreno negativo, golpeando al sector de la construcción y a la fabricación de bienes de capital.

A contramano, se ubicó el sector primario, el de servicios de restaurantes y hotelería y el electricidad, gas y agua. En el primer caso, las ventajas comparativas de las actividades extractivas y el aumento del tipo de cambio real motivaron el avance del sector agropecuario y de minas y canteras. Estos, a su vez, traccionaron la actividad de servicios de transporte.

En el caso de restaurantes y hoteles, registró su séptimo mes consecutivo de crecimiento, a raíz del abaratamiento relativo de los destinos turísticos nacionales tras la devaluación. En este sentido, se expande tanto el turismo que hacen residentes en el país, como el de no residentes en la plaza local.

En cuanto al sector de electricidad, gas y agua, éste experimentó su segundo mes de crecimiento gracias al congelamiento de tarifas que se dispuso luego de la corrida cambiaria de agosto pasado.

¿Qué esperamos para este año?

El 2020 continuará siendo complejo para la economía argentina. Producto de sectores que seguirán en recesión debido a un mercado interno débil, esperamos que la actividad promedie el año en rojo. Sin embargo, si la renegociación de la deuda es exitosa, a partir del segundo semestre algunos sectores podrían mostrar incipientes signos de recuperación y la reactivación de la actividad podría materializarse.

En este sentido, esperamos un primer semestre donde la demanda interna continúe reprimida, debido a que el salario real aún no podrá ganarle a la inflación. Asimismo, a pesar de que la tasa de interés real podría tornarse negativa, la incertidumbre respecto a la resolución de la reestructuración de la deuda mantendrá la inversión relegada.

Sin embargo, en el segundo semestre podrían surgir algunos brotes verdes. Mejoras en el margen del poder adquisitivo de los ingresos de las familias y financiamiento accesible para el consumo (Ahora 3, 6 y 12), despertarían la demanda interna. A ello se suma, que el cepo cambiario genera incentivos a la dolarización de ahorros a través de la compra de bienes durables, como automóviles, electrodomésticos y construcción. Por otra parte, créditos subsidiados a la producción de sectores mano de obra intensivos y protección a los mismos con restricciones a la importación, generarían una reactivación de su producción.

No obstante, vale destacar, que el despertar del consumo doméstico no se materializará acabadamente en un aumento de la producción local, debido a que mucho de los sectores mantienen elevados niveles de stock, tras varios meses de demanda reprimida.

De esta manera, esperamos que la economía promedie una caída en 2020 en torno al 1,6%, luego de haber experimentado una contracción mayor al 2% tanto en 2018, como en 2019.