Primer déficit financiero, pero con superávit primario

¿Cómo le fue al fisco en julio?

El Sector Público Nacional No Financiero registró en julio el séptimo mes consecutivo con superávit primario y el primer mes con déficit financiero. En números, las cuentas públicas registraron un superávit primario de $0,91 billones y, con un pago de intereses que se ubicó en $1,51 billones, se obtuvo un déficit financiero de $0,6 billones.

¿Qué explicó el déficit fiscal de julio? En sintonía con la dinámica observada en los meses previos, pero moderando la magnitud, continuó el recorte real sobre el gasto (-24% i.a) acompañado de la caída real de los ingresos (-5% i.a). Ahora bien, considerando que los tributos ligados a la actividad siguen sin dar señales de mejora, la clave para el relativo sostenimiento de los ingresos fue el Impuesto PAIS, que de no ser por su aporte el déficit financiero de julio se hubiese duplicado. Por su parte, el salto que pegaron los intereses se explicaría por los pagos correspondientes a los Bonares y Globales (Bonos en USD).

Como resultado, el sector público acumula un superávit primario del 1,3% del PIB y un superávit financiero del 0,3% del PIB en lo que va del año. De esta manera, los primeros siete meses del año estuvieron caracterizados por un marcado recorte sobre el gasto público (-31% i.a) y una caída sostenida en los ingresos vinculados a la actividad (-5%). En tal sentido, el sostén de los recursos vino de la mano del extraordinario aporte del impuesto a las Ganancias en mayo, de lo recaudado por derechos de la exportación y de la ampliación del Impuesto PAIS desde el cambio de mandato (de no ser por su aporte, el Gobierno habría mostrado un déficit financiero en el acumulado).

Un zoom al interior de las cuentas públicas

Los ingresos continuaron en terreno negativo (aunque moderando su caída), pero el gasto se contrajo lo suficiente para mostrar un resultado primario positivo en julio (situación que no se evidenciaba desde 2019). Además de la mencionada importancia del Impuesto PAIS, los ingresos provenientes de los Derechos de exportación (+150% i.a. real) impactaron de manera positiva, mientras que el resto de los recursos se mantuvo en rojo.

En cuanto a los ingresos ligados al nivel de actividad, el IVA registró una caída real de (-12% i.a), mientras que los ingresos provenientes de la Seguridad social continuaron moderando la caída (-8% i.a) que comenzó once meses atrás. Alejándose del resultado excepcional de mayo, Ganancias profundizó su contracción en julio cayendo -26% i.a. en términos reales.

Por su parte, y como resultado de un recorte transversal sobre las principales partidas, el Gasto Primario registró una contracción real de -24% i.a, hilando un año con consecutivas caídas reales interanuales.

Haciendo foco, las Prestaciones Sociales explicaron casi un tercio de la disminución del gasto: cayendo 18% i.a real, en línea con la caída de los meses previos, pero evidenciando una dinámica heterogénea en su interior. Por un lado, las Jubilaciones y Pensiones (incluyendo Pensiones No Contributivas) experimentaron una merma de 14% i.a (en términos reales), al tiempo que las Asignaciones Familiares se redujeron un 7% i.a. real. En contraposición, la AUH tuvo un crecimiento de 15% i.a (explicado en gran parte por el cambio en la fórmula de movilidad y el aumento discrecional otorgado al inicio de la gestión) y las prestaciones del PAMI le ganaron a la inflación creciendo 27% i.a. real.

Por su parte, los Subsidios Económicos cayeron en términos reales un 15% respecto a julio de 2023, moderando la caída de los meses previos, y explicando menos de una décima parte de la contracción del gasto. A su interior, los subsidios energéticos mostraron una dinámica similar, dado que se habrían retomado los pagos pendientes a CAMMESA.

En cuanto a la negociación con los gobiernos provinciales, tanto las Transferencias a Provincias (corrientes y de capital) como los Gastos de Capital (obra pública excluyendo transferencias), mostraron otra contundente contracción real en julio del -78%, que explicó el 22% de la caída en el gasto primario.

Con respecto al resto de las partidas, las Transferencias a Universidades tuvieron un recorte real del 74%, y los Gastos en Funcionamiento, donde se incluyen salarios públicos, cayeron 23% i.a en términos reales. De este modo, ambas partidas anotaron el séptimo mes consecutivo en baja.

¿Qué esperamos hacia adelante?

Desde el inicio de la gestión, el Poder Ejecutivo enfatizó la necesidad del ordenamiento de las cuentas públicas y estableció el ancla fiscal como driver y pilar de la política económica. Por ende, el contundente resultado financiero acumulado en los primero siete meses le dio un respiro al gobierno de cara a lo que resta del año.

Sin embargo, las características del ajuste implementado sobre el gasto, la dinámica que arrastra la recaudación por el contexto recesivo, la indexación de las partidas previsionales (con proyectos de Ley que podrían acentuar el impacto fiscal) y los ruidos asociados al cambio en la estrategia monetaria y cambiaria siembran incertidumbre sobre su sostenibilidad a mediano plazo.

Ya aprobados la Ley Bases y el Paquete Fiscal, persiste el interrogante en torno a su impacto en la recaudación de los próximos meses. En concreto, con la recomposición de la cuarta categoría de Ganancias esperamos una mejora fiscal (a partir de agosto) tanto en las finanzas nacionales como provinciales ya que es un impuesto coparticipable. Por su parte, el blanqueo generará un ingreso excepcional, aunque habrá que ver si predomina el incentivo de una menor alícuota al inicio o la incertidumbre alrededor de lo que suceda con el régimen cambiario. Del mismo modo, también jugarían a favor la moratoria previsional (que busca regularizar las deudas tributarias, aduaneras y de seguridad social con el fisco), y el adelanto de Bienes Personales.

En otro orden, habrá que seguir de cerca las resoluciones ligadas al Impuesto PAIS, uno de los pilares de la recaudación durante el primer semestre, aunque en algún momento deberá reducirse si se pretende salir del CEPO. Según adelantaron las autoridades se espera una reducción de la alícuota desde el 17,5% al 7,5% en algún momento de septiembre. De todos modos, hacia finales de año esta fuente extraordinaria de ingresos encontrará su fecha de vencimiento.

Adicionalmente, se suma al debate el proyecto impulsado por la UCR que eleva la recomposición inicial a las jubilaciones y, por ende, el gasto previsional. Consecuentemente, el gobierno estaría intentando introducirle modificaciones al proyecto para mitigar el impacto fiscal.

Por otro lado, en los primeros meses de septiembre el Ejecutivo debería presentar el Proyecto de Presupuesto para año 2025 (tiene tiempo hasta mediados de septiembre), el cual no sólo revelará la estrategia fiscal de cara al año próximo, sino también cómo esperan las autoridades cerrar 2024 y los supuestos macroeconómicos detrás de los escenarios previstos.

Por último, las primeras semanas bajo el nuevo esquema monetario nos develaron que el eventual desarme de LEFI por parte de los bancos no tiene como contrapartida la utilización de los depósitos en pesos del Tesoro, sino que es el mismo BCRA el que emite los pesos correspondientes para brindar liquidez a las entidades financieras en caso de que lo necesiten.

Por ende, el traspaso del excedente de pesos desde Pases del BCRA a LEFI del Tesoro no parecería tener impacto fiscal inmediato (el pago de intereses se daría recién a mediados de 2025, en caso de no renovarse). Diferente es el caso de las LECAP, que con sus vencimientos incrementan las necesidades de financiamiento en el corto plazo. Si bien en ambos casos los pagos de intereses se camuflan debido a cuestiones contables, la nueva estrategia está teniendo un impacto claro en el nivel de la deuda pública: superó en julio los USD 450.000 M y alcanzó su máximo nivel histórico, producto tanto de las operaciones de deuda mencionadas como de la apreciación real del peso.

En definitiva, el contundente superávit fiscal acumulado en lo que va del año representa un logro para el gobierno. Sin embargo, en los próximos meses no solamente se enfrentará a una estacionalidad fiscal menos favorable (especialmente en diciembre), sino también a diversas cuestiones que afectan tanto a los recursos como a los gastos y que podrían modificar el sendero fiscal esperado. En resumen, habrá que seguir de cerca lo que suceda con el blanqueo, la moratoria, la reducción del Impuesto PAIS, el proyecto de movilidad de la UCR y la presentación del Proyecto de Presupuesto para 2025.

Crece la preocupación por el desempleo y llega a un nuevo máximo en 8 años

En agosto la preocupación por el desempleo sigue liderando en ránking de preocupaciones ciudadanas como lo había hecho en julio. Combinado con la preocupación por la inflación, que sigue en descenso, las preocupaciones económicas reúnen el 56,9% de las menciones, marcando que siguen siendo las dominantes para el público. La preocupación por la corrupción se mantiene relativamente estable, cerca del 30%.

La preocupación por el desempleo sigue siendo dominante entre los votantes de Sergio Massa en el balotaje, donde esa preocupación asciende el 53,2%, pero no deja de ser una preocupación que también alcanza a los votantes de Javier Milei, ya que 1 de cada 4 de ellos (25,6%) también se muestra principalmente preocupado por esta problemática, aunque la mayoría de ellos señala la Corrupción como principal problema.

Con el incremento de agosto, la preocupación por el desempleo toca nuevos niveles máximos en 8 años. Incluso superando los niveles registrados hacia el final del mandato de Mauricio Macri (momentos en que se atravesaba una recesión económica), y los niveles registrados durante la pandemia, aunque en este caso cabe destacar que la preocupación por la salud se llevaba buena parte de las preocupaciones.

¿La inflación encontró su piso?

La inflación se moderó levemente en julio

La Inflación a Nivel Nacional publicada por el INDEC mostró una suba mensual del 4% en julio, evidenciando una desaceleración de 0,6 puntos porcentuales con respecto a junio, aunque ubicándose levemente por encima de las expectativas del mercado para el mismo mes (3,9%). Con este dato, la inflación interanual asciende al 263,4% y acumula un 87% en los primeros siete meses del año.

En cuanto a las categorías, la medición Núcleo (excluye estacionales y regulados) subió 3,8% en junio, 0,1 p.p. por encima que mayo y junio, evidenciando una dificultad de la inflación a la hora de romper la inercia. Por su parte, los Estacionales lideraron el incremento (+5,1%), traccionados por subas en frutas y verduras, mientras que los Regulados subieron un 4,3% por subas en cigarrillos y en tarifas en algunas regiones del país.

A nivel regional, la inflación no estuvo exenta de heterogeneidades: mientras que en el noreste del país el aumento del nivel de precios fue de 4,6% (traccionado por aumentos en tarifas que impactaron en julio, mientras que en el resto del país lo hicieron en junio), la inflación del noroeste fue de 3,6%.

Por su parte, los Alimentos y bebidas (+3,2%) aceleraron 0,2 p.p. pero se mantuvieron bien por debajo del nivel general. El capítulo fue clave para el registro del nivel general: de excluirlo, la inflación hubiera sido del 4,4%.  A su interior, se destaca la aceleración de las frutas (6,9%) y verduras (6,1%), producto de las heladas acaecidas durante el mes, mientras que el resto de los alimentos se mantuvo en la zona del 2,5%.

En esta misma línea, por sexto mes consecutivo los precios de los Bienes (+3,2% mensual) se movieron a una velocidad considerablemente menor a la de los Servicios (+6.4%). Así, a diferencia del año pasado, los aumentos de los servicios se mantienen por encima de los bienes: en lo que va del año estos últimos subieron casi 75%, al tiempo que los servicios subieron casi 130%, aunque claro está, la diferencia es menor si comparamos con los servicios privados (+90%) dado el importante avance de los servicios públicos (216%).

Estas dos velocidades entre bienes y servicios son parte de la diferencia que pueden existir entre el índice que elabora el INDEC y el que confecciona el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que dio 5,1% en el mes de julio. Sin embargo, esta discrepancia se debe a las distintas ponderaciones de los bienes y servicios que componen los índices, siendo estos últimos los que mayor pesan en el índice porteño. Por lo tanto, si estos crecen más que los bienes, impulsará el IPC CABA, más aún si en la ciudad se suceden aumentos puntuales mayores, como seguramente ocurra en los próximos meses con el boleto de colectivo y subte.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Los datos de julio reflejan que la desaceleración vertiginosa de la inflación iniciada a principios de año comienza a tener dificultades para sostenerse en el tiempo. Será difícil que la inflación siga bajando en los próximos meses al mismo ritmo que mostró hasta el momento: es más fácil bajar una inflación desde el pico de un shock nominal (salto discreto del tipo de cambio y ajustes de precios relativos) que cuando se acerca a su velocidad crucero.

En el mediano plazo, la eventual recuperación de la economía a través de la mejora del poder adquisitivo podría incentivar nuevas rondas de aumentos en bienes y servicios que perciban un atraso relativo de su producto en un contexto de mayor demanda. Esto también tiene un impacto por el lado de la oferta en tanto las empresas decidan trasladar costos salariales al precio final. Por caso, los salarios crecieron por encima de la inflación en el segundo trimestre, al tiempo que los servicios privados crecieron 11 p.p. más que los bienes durante dicho período.

Finalmente, todavía queda por ver cual será la salida que tome el gobierno al cepo cambiario. Cualquier eventual corrección cambiaria, por más que sea a los niveles actuales del tipo de cambio paralelo implicará un reacomodamiento en los precios que acelerará la inflación -aunque lejos de los niveles de comienzos de año-. Caso contrario, si el gobierno decide sostener el cepo -con un crawling peg de 2%- o salir gracias a una eventual convergencia de las cotizaciones paralelas con el dólar oficial, la inflación podría sostener el sendero de desinflación. Sin embargo, las condiciones macroeconómicas vigentes hacen que esta decisión incurra en ciertos riesgos, principalmente en el frente externo.

Una alianza LLA-PRO potenciará la obtención de bancas en 2025, pero se ve lejos

Bastó que Javier Milei dijera que “el año que viene vamos camino a una fusión de las fuerzas con el PRO”, para que salieran en fila desde el PRO a bajarle el tono a tal afirmación. Una postura que ratificó Mauricio Macri al asumir como presidente del partido, al sostener que “nadie se casa sin antes convivir”. Esta reacción obedece a la necesidad del PRO de defender una identidad diferenciada para tener eventualmente una posición negociadora, pero no despeja la posibilidad de que finalmente ambos espacios confluyan en una alianza política o electoral.

Lo cierto es que la concreción de una alianza política entre LLA y el PRO es compleja porque el sistema de incentivos conspira para que ello no suceda. A Milei una alianza política con el PRO no le resuelve el problema de la gobernabilidad (seguirían siendo un Gobierno de minoría), por lo tanto no hay incentivos para cogobernar, y el PRO no parece tener incentivos para subsidiar el futuro de su partido a la suerte de un Gobierno cuyo futuro es muy incierto. De modo que el costo para Milei es más elevado que el beneficio, y no solo el costo para Macri es difícil calcular, sino que también lo es el beneficio a recoger.

Pero aun siendo una alianza compleja de alcanzar, lo cierto es que a ambos protagonistas (Milei y Macri) les conviene decir que tienen predisposición de aliarse, porque comparten la simpatía de una porción importante de votantes.

Un incentivo para avanzar hacia una alianza política es el electoral, por el sesgo mayoritario que tiene el sistema D´Hont en la asignación de escaños. Si tomamos la elección de 2023 como ejemplo, en la categoría diputados nacionales, si La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio hubieran ido juntos en alianza, hubieran obtenido 8 bancas más de las que obtuvieron, un 12% más de escaños.

Pero ese incentivo no resuelve un aspecto complejo de esa potencial alianza electoral que es cómo se decide la asignación de los lugares en las listas. Sin tener en claro qué capital aporta cada uno de los socios, se vuelve muy difícil saber cuánto le corresponde a cada uno. Y aun teniendo la posibilidad de resolverlo en una PASO, es una resolución riesgosa para el PRO, que corre con la desventaja de no ser el que lidera el oficialismo.

En definitiva, siendo intuitivo pensar que se pueda dar esta alianza entre el LLA y el PRO, los incentivos y la dificultad operativa de llevarla a cabo invitan a pensar que deben darse muchas condiciones antes de que se pueda efectivizar. Por lo pronto, una muy importante que es saber cómo llegará Milei a la elección de medio término, y ello no se va a saber con precisión sino hasta bien entrado el 2025, para lo que falta mucho.

El promedio de aumentos cae a 141,7%, el nivel más bajo desde septiembre de 2023

Durante el mes de julio los acuerdos paritarios continuaron firmándose con un horizonte de dos o tres meses vista, dando continuidad a la dinámica de acuerdos en escalones nominales sustancialmente menores a los vistos a principio de año. De los grandes gremios, por ejemplo, Alimentación firmó -aproximadamente- un 18,5% por cuatro meses. El promedio de acuerdos registrados este mes es de 141,7%, un número bastante similar al que  registramos en el mes de octubre, lo cual continúa mostrando una tendencia de desaceleración paritaria de la mano de la desaceleración de la inflación.

Los grandes gremios amplían la recuperación salarial iniciada en abril

La dinámica paritaria continúa su sendero alcista, el cual inició en abril, mes en donde la inflación comenzó a desacelerar fuertemente. Se trata de un proceso que obedece a la baja pronunciada en los índices de precios al consumidor, el cual, de continuar este sendero, permitirá a prácticamente todas las paritarias volver a acomodarse por encima de la inflación, luego de la erosión sufrida en diciembre pasado. Las excepciones a esta dinámica son las paritarias que dependen directa o indirectamente de presupuesto estatal.

Los gremios Estado-dependientes son los más rezagados en los aumentos 

Los últimos dos datos de inflación que dio a conocer el INDEC lograron acomodar el proceso paritario que, de no mediar sobresaltos inflacionarios, continuará acomodándose al alza en el próximo registro. SMATA, Estacioneros, Bancarios, la UOM y Alimentación (estos dos últimos con aumentos retroactivos en las semanas previas). En caso de que el IPC continúe este sendero, varios de los gremios que hoy se encuentran por debajo del IPC, lograrán acercarse aún más al nivel de precios. Los que siguen muy rezagados son los gremios estatales o estado-dependientes, que vienen muy por debajo de la evolución de los precios.

 

Primer semestre: el superávit comercial más alto de los últimos 15 años

El saldo comercial fue de USD 1.911 M en junio. De esta manera, se acumuló un saldo de USD 10.639 M en el primer semestre del año, observando el saldo comercial más elevado en los últimos 15 años.

Al igual que en los meses anteriores, el resultado se explicó por una caída muy pronunciada de las importaciones, en línea con el deterioro de la actividad económica, y en menor medida por una mejora en las exportaciones, como consecuencia de la mejora tras la sequía del 2023.

El superávit comercial es clave en la estrategia actual del Gobierno. Sin embargo, no es lo mismo el saldo devengado publicado por el INDEC que la acumulación de Reservas mediante del BCRA en el MULC. En tal sentido, habrá que estar atentos a cómo la dinámica de las expectativas puede complejizar la recomposición de Reservas en los próximos meses.

El saldo comercial fue de USD 1.911 M en junio. De esta manera, se acumuló un superávit de USD 10.639 M en el primer semestre del año, observando el saldo comercial más elevado desde al menos los últimos 15 años. Al igual que en los meses anteriores, el resultado se explicó por una caída muy pronunciada de las importaciones, en línea con el deterioro de la actividad económica, y en menor medida por una mejora en las exportaciones, como consecuencia de la mejora tras la sequía.

 

 

Más en detalle, la caída en las importaciones fue de -35,4% i.a. en el sexto mes del año (USD 4.679 M), acumulando USD 27.423 M en los primeros seis meses. Al interior, el deterioro se observó por una caída en las cantidades (-34,5% i.a.) como consecuencia de la caída de la demanda y la producción interna, y, en menor medida, por una contracción de los precios (-1,7%).

Del mismo modo, todos los grandes rubros exhibieron una contracción en los valores de las compras externas, explicado principalmente por un deterioro en las cantidades. La caída más grande se observó en Bienes Intermedios (-37,6% i.a. en valores) con un saldo de USD 1.794 M, mientras que le siguió Piezas y accesorios de bienes de capital (-37,3% i.a., USD 881 M) y Bienes de capital (-34,8% i.a., USD 606 M). Por su parte, Vehículos automotores de pasajeros cayó -33,5% i.a. (USD 146 M) y los bienes de consumo un -29,7% i.a. con un saldo de USD 468 M.

Las exportaciones fueron USD 6.590 M en el mes (+21,7% i.a.), acumulando una suba de USD 38.062 M en el primer semestre (+13,7% i.a.). Al interior, la mejora se explicó por una suba en las cantidades (+30,2% i.a.), mientras que los precios jugaron a la baja (-6,6% i.a.).

Todos los grandes rubros de las ventas externas tuvieron subas en el mes. La suba más pronunciada se observó en el rubro de Productos Primarios (PP) con un aumento de USD 1.785 M (+40,1% i.a.). En la misma línea, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) fueron de USD 2.544 M, reflejando un crecimiento de 16,1% i.a. A diferencia del resto de los meses del año, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) se situaron en USD 1.633 M con una suba de 13,1% i.a. respecto al mismo mes del año anterior, explicado por una mejora en las cantidades exportadas.

Primer déficit comercial energético del año

La balanza comercial energética tuvo déficit en junio: las exportaciones fueron USD 629 M, mientras que las importaciones fueron de USD 761 M, en línea a las mayores necesidades de abastecimiento por factores estacionales debido al invierno. De esta manera, el déficit fue de USD 132 M, revirtiendo el saldo superavitario por primera vez en once meses. Sin embargo, el saldo comercial acumuló USD 2.712 M en el primer semestre: las exportaciones acumularon USD 4.686 M, mientras que las importaciones fueron de USD 1.974 M en los primeros seis meses del año.

¿Qué esperamos para el segundo semestre?

Durante el segundo semestre esperamos una persistencia del superávit comercial, aunque se iría achicando con el transcurrir de los meses. Respecto a las exportaciones, la recuperación luego de la sequía mantendrá las cantidades exportadas al alza, con un buen desempeño en los productos primarios y MOA. Además, las ventas externas energéticas y mineras seguirán mostrando una evolución positiva.

Por el lado de las importaciones, estimamos que seguirán en rojo producto de una fuerte caída en las cantidades: las compras externas suelen ser más sensibles en periodos de recesión económica. Sin embargo, en la medida que la recuperación de la actividad económica persista, tendrá un correlato en una mejora (o al menos desaceleración de la caída) de las compras externas. Así, podría existir una recuperación de las importaciones de determinados segmentos vinculados a bienes de consumo y a la producción, vía el incentivo extra que trae aparejado la eliminación de las restricciones a las importaciones y las medidas de desregulación del comercio.

Además, la reciente suba en la brecha cambiaria y la apreciación del tipo de cambio real pueden generar el incentivo a adelantar importaciones en la medida que se incrementen las expectativas de devaluación. No obstante, dicho efecto podría estar en parte moderado por el anuncio de la reducción del Impuesto PAIS desde septiembre.

Claramente, el superávit comercial es clave en la estrategia actual del Gobierno. Sin embargo, no es lo mismo el saldo devengado publicado por el INDEC que la acumulación efectiva de Reservas mediante las operaciones del BCRA en el MULC. En tal sentido, habrá que estar atentos a cómo la dinámica de las expectativas puede complejizar la recomposición de Reservas en los próximos meses una vez superada la liquidación de la cosecha y en el marco de mayores pagos por importaciones.

 

 

 

 

El desempleo lidera las preocupaciones con un leve repunte de la inflación

Julio ofrece una novedad en relación a junio, y es que la preocupación por el desempleo quedó primera en el ránking de preocupaciones ciudadanas. Una situación que no se veía desde la época de la pandemia cuando el miedo a perder el empleo llevó esta preocupación al primer lugar. Esta vez el temor vinculado a la pérdida o a la ausencia de empleo superó a la preocupación por la corrupción, y también quedó por encima de la preocupación por la inflación, la cual quedó tercera en el ranking del mes. Esto último no es una novedad ya que había ocurrido también en junio. Asimismo, tampoco es una novedad que las preocupaciones económicas (desempleo e inflación) siguen siendo dominantes, acumulando el 50% de las menciones.

Como observábamos en junio, las preocupaciones en el segmento de votantes de Milei vienen oscilando e impactando en el conjunto general de preocupaciones. En julio, en este segmento de votantes, se advierte un trade off entre la preocupación por la corrupción, que bajó, y la preocupación por la inseguridad, que subió casi en la misma magnitud. Reposicionándose esta última en el ranking general.

 

Repunte de la actividad económica en mayo

La actividad habría encontrado su piso

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE, que anticipa la dinámica del PIB) mostró un crecimiento mensual del 1,3% en su medición desestacionalizada, rompiendo una racha de ocho meses consecutivo de caídas. De este modo, la economía vuelve a los niveles de diciembre 2023 – enero 2024 (ya eran meses de recesión), aunque se mantiene un 3,4% por debajo del promedio de 2023.

En paralelo, el EMAE mostró un crecimiento interanual del 2,3%, la primera variación positiva desde noviembre del 2023. No obstante, el incremento interanual se explica principalmente por el desempeño del agro al compararse contra la sequía del 2023: mientras el agro creció un 103,3% i.a., el EMAE excluyendo dicho sector mostró una caída del 5,8% i.a. (-6,6% i.a. en abril).

Si excluimos del análisis al sector externo, la demanda interna habría mostrado una caída interanual del 14,6% en mayo, sumando así seis meses consecutivos de retrocesos. Además, si excluimos a la inversión, el consumo interno también registra caídas en la zona del 14% para mayo.

Al interior del indicador, 9 de los 15 sectores registraron caídas en la comparación interanual, destacándose Construcción (-22,1% i.a), Industria manufacturera (-14,2% i.a) y Comercio mayorista, minorista y reparaciones (-11,41% i.a). Sólo estos tres sectores le restaron 4,6 puntos porcentuales al crecimiento interanual del EMAE. Por su parte, al comparar bienes y servicios, la heterogeneidad es muy marcada: mientras que los bienes crecen 14,6% interanual (pero caen 10,3% si excluimos los productos agropecuarios), los servicios caen al 3,7% i.a.

¿Qué esperamos hacia adelante?

El salto discreto inicial en el tipo de cambio oficial el año pasado, la suba del Impuesto PAIS y la corrección de precios relativos generaron una marcada aceleración inflacionaria inicial que no fue compensada por las paritarias. Como resultado, se evidenció un fuerte deterioro del poder adquisitivo a inicios del mandato, perjudicando así la demanda interna y el consumo. Paralelamente, la política monetaria y fiscal también adquirieron un fuerte sesgo contractivo, agravando el golpe sobre la economía real.

Esta combinación de factores provocó una caída inédita en el nivel de actividad, tanto por la profundidad de la recesión como por su persistencia. Con el correr de los meses, la recomposición de los ingresos no ha sido equivalente a la caída anterior, lo que ha mantenido estancada la demanda interna y ha impedido un rebote rápido en “V”.

Aunque la actividad económica habría encontrado su piso en marzo-abril, esto se debe principalmente a las ramas vinculadas al sector primario, que han traccionado al resto de la economía. Ahora bien, no sólo importa el nivel en el que haga piso la economía, sino también la velocidad de recuperación y su sostenibilidad.

En adelante, persistirá la heterogeneidad sectorial y será clave diferenciar la dinámica del agro en la comparación interanual. Por un lado, la actividad primaria continuaría en franco crecimiento: a) el sector agropecuario recuperándose de la sequía y proyectando una cosecha alineada con el promedio de los últimos años; b) el sector energético en expansión gracias a la producción de petróleo en Vaca Muerta; y c) el sector minero también al alza (la producción industrial minera creció 9,2% i.a. en los primeros 5 meses del año).

Sin embargo, la actividad primaria explica sólo el 15% del producto, por lo que la performance agregada de la economía dependerá más de lo que ocurra con los sectores vinculados a la demanda interna (industria, construcción y comercio, que en conjunto representan 40% del PIB), los cuales enfrentarán un panorama más complejo y una recuperación más lenta que el nivel general.

En este contexto, la economía pasará de verse mayormente afectada por problemas de oferta (como ocurrió en 2023) a sufrir en mayor medida la contracción en la demanda. Dejando atrás el efecto “los pesos queman”, las correcciones de las principales variables macroeconómicas y la caída del salario real implican un marcado freno al consumo frente a “pesos que no alcanzan”.

Justamente, si analizamos el desempeño de la economía desde la demanda son pocos los factores que podrían jugar a favor de un mejor desempeño en materia de actividad:

1) Consumo privado (representa casi un 70% del PIB): Necesita no sólo una recuperación del salario real y el ingreso disponible, sino también una moderación en la caída del empleo que evite una contracción de la masa salarial.

2) Gasto público: Una expansión del consumo público sería contradictoria con el objetivo de consolidación fiscal, por ende, difícilmente juegue a favor.

3) Inversión: Podría incentivarse en ciertos sectores gracias a la aprobación del RIGI y una eventual salida del CEPO, aunque el impacto real no es inmediato y lleva cierto tiempo.

4) Exportaciones netas: La comparación contra la sequía en 2023 aportará un diferencial positivo en 2024 para las exportaciones. A su vez, el impulso de sectores estratégicos también jugará a favor. Del mismo modo, las importaciones se mantendrán en rojo dado su vínculo procíclico con la demanda interna.

 

Contundente superávit fiscal ¿Qué sigue ahora?

El Sector Público Nacional No Financiero registró en junio el sexto mes consecutivo de superávit fiscal, situación que no se evidenciaba desde 2008.  Las cuentas públicas registraron un superávit primario de $0,48 billones y, con un pago de intereses que se ubicó en $0,25 billones, el superávit financiero resultó ser $0,24 billones. Como resultado, el sector público acumula un superávit primario del 1,1% del PIB y un superávit financiero del 0,4% del PIB en lo que va del año.

En sintonía con la dinámica observada en los meses previos (a excepción de mayo), la mejora de las cuentas fiscales se explicó por la continuidad en el recorte real sobre el gasto (-35,2% i.a, focalizado en las partidas sociales) que más que compensó la mayor caída en los recursos en lo que va del año (-14,7% i.a). Considerando que los tributos ligados a la actividad siguen sin dar señales de mejora, la clave para el relativo sostenimiento de los ingresos fue el impuesto PAIS.

El contundente superávit fiscal acumulado representa un logro para el gobierno, sin embargo, en los próximos meses no solamente se enfrentará a una estacionalidad fiscal menos favorable (especialmente en diciembre) sino también a diversas cuestiones que afectan tanto a los recursos como a los gastos y que podrían modificar el sendero fiscal esperado.

¿Cómo le fue al fisco en junio?

El Sector Público Nacional No Financiero registró en junio el sexto mes consecutivo de superávit fiscal, situación que no se evidenciaba desde 2008.  En números, las cuentas públicas registraron un superávit primario de $0,48 billones y, con un pago de intereses que se ubicó en $0,25 billones, el superávit financiero resultó ser $0,24 billones. Como resultado, el sector público acumula un superávit primario del 1,1% del PIB y un superávit financiero del 0,4% del PIB en lo que va del año.

¿Qué explicó el superávit fiscal de junio? En sintonía con la dinámica observada en los meses previos (a excepción de mayo), la mejora de las cuentas fiscales se explicó por la continuidad en el recorte real sobre el gasto (-35,2% i.a, focalizado en las partidas sociales) que más que compensó la mayor caída en los recursos en lo que va del año (-14,7% i.a). Considerando que los tributos ligados a la actividad siguen sin dar señales de mejora, la clave para el relativo sostenimiento de los ingresos fue el impuesto país.

Por lo tanto, el superávit fiscal acumulado en el primer semestre estuvo caracterizado por un marcado recorte sobre el gasto público (con mayor incidencia del gasto social) y una caída en los ingresos, mitigados por el extraordinario aporte del impuesto a las Ganancias en mayo y la ampliación del Impuesto PAIS desde el cambio de mandato. Este fue uno de los sustentos del programa fiscal en los primeros meses del año: de no ser por su aporte, el Gobierno habría mostrado un déficit financiero en el acumulado.

Un vistazo al interior de las cuentas públicas

Los ingresos profundizaron en junio la tendencia a la baja anotando la mayor caída real en lo que va del año, pero el gasto se contrajo lo suficiente para mostrar un resultado fiscal positivo. Además de lo mencionado respecto al impuesto país, los recursos se sostuvieron gracias al impuesto a los débitos y créditos (+1% real i.a) pero, a diferencia de los meses previos, los Derechos de Exportación se retiraron como fuente de recursos marcando una caída real de (-48% i.a).

En cuanto a los ingresos ligados al nivel de actividad, el IVA registró la mayor caída real en lo que va del año (-20% i.a), mientras que los ingresos provenientes de Seguridad social cayeron “apenas” 10% i.a. Dejando de lado el resultado excepcional de mayo, Ganancias retomó el sentido de los primeros meses y se retrajo -15,6% i.a. en términos reales.

Por su parte, y como resultado de un recorte transversal sobre las principales partidas, el Gasto Primario registró una contracción real de -35,2% i.a, hilando ya casi un año con consecutivas caídas reales interanuales.

Hacia el interior del mismo, las Prestaciones Sociales explicaron un tercio de la disminución del gasto: cayeron un -18,6% i.a real, en línea con la caída de los meses previos, pero experimentando una dinámica heterogénea en su interior. Por un lado, las Jubilaciones y Pensiones (incluyendo Pensiones No Contributivas) experimentaron una merma del 17% i.a -en términos reales-, al tiempo que las Asignaciones Familiares frenaron el ritmo de caída, contrayéndose solo un -1,2% i.a (en contraste con el -39% i.a. de mayo). En sentido opuesto, la AUH tuvo un crecimiento de +38% i.a acumulando cuatro meses en verde (explicado en gran parte por el cambio en la formula de movilidad y el aumento discrecional otorgado al inicio de la gestión) y las prestaciones del PAMI le ganaron a la inflación creciendo +7,7% i.a.

Por su parte, los Subsidios Económicos cayeron en términos reales un 74% respecto a junio de 2023 anotando la mayor caída en lo que va del año y explicando casi un tercio de la contracción del gasto. El mayor decrecimiento se observó en subsidios energéticos (-81% real i.a) en línea con un el sinceramiento tarifario llevado adelante por la actual administración. Sin embargo, vale decir que parte de esta reducción tiene su razón en la postergación de pagos, como hemos mencionado en informes anteriores.

En cuanto a la negociación con los gobiernos provinciales, tanto las Transferencias a Provincias (corrientes y de capital) como los Gastos de Capital (obra pública excluyendo transferencias) mostraron otra contundente contracción real de -74%, que explicó el 22% de la caída en el gasto primario. En su interior, se destaca que el 45% del Gasto de Capital en junio se explicó por lo destinado a Energía por parte de Nación.

Con respecto al resto de las partidas, las Transferencias a Universidades tuvieron un recorte real del 95%, una magnitud superior a las evidenciadas durante el confinamiento de 2020, y los Gastos en Funcionamiento, donde se incluyen salarios públicos, cayeron 26% i.a en términos reales. De este modo, ambas partidas anotaron el sexto mes consecutivo en baja.

¿Qué esperamos hacia adelante?

Desde el inicio de la gestión, el Poder Ejecutivo enfatizó la necesidad del ordenamiento de las cuentas públicas y estableció el ancla fiscal como driver y pilar de la política económica. Es por esto que el contundente resultado financiero acumulado a mediados de año le da un respiro al gobierno de cara al segundo semestre.

Sin embargo, las características del ajuste implementado sobre el gasto, la dinámica que arrastra la recaudación por el contexto recesivo, la indexación de las partidas previsionales (con proyectos de Ley que podrían acentuar el impacto fiscal) y los ruidos asociados al cambio en la estrategia monetaria y cambiaria siembran incertidumbre sobre la sostenibilidad. Además, la estacionalidad del gasto y los ingresos genera mayores presiones sobre el fisco en la segunda parte del año.

Con el triunfo del oficialismo en las cámaras al aprobarse la Ley Bases y el Paquete Fiscal (con el texto original) se abre el interrogante de cuál será el impacto de la Ley en la recaudación de los próximos meses. A priori, luego de las reglamentaciones publicadas esperaríamos que recién en el ultimo trimestre la Ley traiga un alivio, pero su impacto sobre los ingresos tributarios este año todavía queda por verse.

En concreto, con la recomposición de la cuarta categoría de Ganancias esperamos una mejora fiscal (a partir de agosto) tanto en las finanzas nacionales como provinciales ya que es un impuesto coparticipable. El blanqueo, por su parte generará un ingreso excepcional, sin embargo, habrá que ver si predomina el incentivo de una menor alícuota (5%) y se exteriorizan los activos en la primera etapa que culmina en noviembre, ya que influirá lo que suceda con el régimen cambiario.

Respecto a la moratoria previsional (que busca regularizar las deudas tributarias, aduaneras y de seguridad social con el fisco), y el adelanto de Bienes personales se espera que tengan un impacto positivo en la recaudación de los próximos meses ya que en ambos casos se premia el pago anticipado. No obstante, el impuesto a los bienes personales tendrá un impacto negativo sobre la recaudación en el mediano plazo debido a la baja de la alícuota.

En otro orden, habrá que seguir de cerca las resoluciones ligadas al Impuesto PAIS, uno de los pilares de la recaudación durante el primer semestre, aunque en algún momento deberá reducirse si se pretende salir del CEPO. Según adelantaron las autoridades se espera una reduccion de la alícuota desde el 17,5% al 7,5%, De todos modos, hacia finales de año esta fuente extraordinaria de ingresos encontrará su fecha de vencimiento.

Adicionalmente, el mes pasado Diputados aprobó un proyecto impulsado por la UCR que eleva la recomposición inicial a las jubilaciones y, por ende, el gasto previsional. En números, si el proyecto logra su aprobación en el Senado implicaría un incremento en el gasto de 0,3 puntos porcentuales del PIB en 2024 y 0,5 puntos porcentuales del PIB en 2025. Esto ocurrió luego del cambio de la fórmula de movilidad previsional que actualiza mensualmente las prestaciones por la inflación de dos meses previos, la cual le puso un piso al ajuste sobre prestaciones, pero también un techo frente a una eventual recuperación del salario. En este contexto, el gobierno está intentando introducirle modificaciones al proyecto para mitigar el impacto fiscal, y postergó su tratamiento para agosto.

La última novedad es que el cambio en la estrategia monetaria que llevó a cabo el gobierno con el lanzamiento de la nueva Letras Fiscal de Liquidez (LEFI) tiene impacto en la dinámica fiscal. Si bien la estructura capitalizable de este instrumento no se refleja en un mayor pago de intereses (estos compromisos se registran por debajo de la línea), genera un aumento de las necesidades del Tesoro que deberán cubrirse con más superávit fiscal o con un mayor endeudamiento (roll-over). Además, dado que dicho cupón se encuentra en manos de la autoridad monetaria, por lo tanto, ante decisiones de suba de tasa de interés, mayores serán las exigencias para el fisco.

En resumen, el contundente superávit fiscal acumulado en este primer semestre representa un logro para el gobierno. Sin embargo, en los próximos meses no solamente se enfrentará a una estacionalidad fiscal menos favorable (especialmente en diciembre) sino también a diversas cuestiones que afectan tanto a los recursos como a los gastos y que podrían modificar el sendero fiscal esperado.

La industria todavía no repunta

El Índice de Producción Industrial Manufacturero mostró una caída mensual desestacionalizada del 0,2% en mayo, todavía sin rebotar desde el piso de marzo y un 14% por debajo del promedio de 2023.

El Indicador sintético de la Actividad de la Construcción mostró en mayo una suba mensual desestacionalizada del 6,2%, encadenando el segundo mes consecutivo al alza y acumulando un crecimiento del 8,3% desde el piso de mayo.

Aunque la actividad económica tocó su piso en marzo, el estancamiento se mantiene y la letra de la recuperación se parece más a una L. De hecho, la mayoría de los indicadores adelantados muestran que en junio la mejora fue muy marginal, e incluso algunos sectores se mantienen con caídas mensuales. Aunque podemos vislumbrar un cambio de tendencia desde abril de cara a los próximos meses, todavía no es suficiente para volver a los niveles previos a la recesión.

La producción industrial todavía no repunta

El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) mostró una caída mensual desestacionalizada del 0,2% en mayo y continúa todavía sin rebotar desde el piso de marzo. En la comparación interanual, el índice evidenció una caída del 14,8% y acumula una contracción del 15,2% en lo que va del año.

A excepción de la refinación de petróleo (+2,6%), todas las ramas siguen mostrando caídas en la comparación interanual. Las divisiones con caídas más profundas fueron Muebles y otros (-33,6%), Minerales no metálicos (-28,0%), Automotores (-18,8%) y productos de metal, maquinaria y equipo (-17,3%).

La construcción se recuperó marginalmente por segundo mes

El Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC) mostró en mayo una suba mensual desestacionalizada del 6,2%, encadenando el segundo mes consecutivo al alza (ya que se corrigió el número de abril, que pasó a registrar un crecimiento respecto a marzo) y acumulando un crecimiento del 8,3% desde el piso de mayo.

Más allá de esta mejora marginal, el sector se ubica en los niveles más bajos desde la salida de la pandemia. En la comparación interanual, el índice registró una caída del 32,6%, acumulando una contracción del 32,2% en lo que va del año.

Los datos del consumo aparente de los insumos para la construcción muestran, con relación a igual mes del año anterior, bajas de 60,4% en artículos sanitarios de cerámica; 48,9% en hierro redondo y aceros para la construcción; 47,8% en asfalto; 47,2% en mosaicos graníticos y calcáreos; 41,8% en pisos y revestimientos cerámicos; 36,7% en placas de yeso; 35,8% en ladrillos.

En cuanto a la encuesta cualitativa para la construcción que realiza INDEC, se muestran expectativas desfavorables con respecto al nivel de actividad esperado para el período junio-agosto: 62,5% de las empresas que realizan principalmente obras privadas prevé que el nivel de actividad del sector no cambiará durante los próximos tres meses, mientras que 25,9% estima que disminuirá y sólo un 11,6% que aumentará. Entre las empresas dedicadas fundamentalmente a la obra pública, 50,0% opina que el nivel de actividad disminuirá durante el período junio-agosto de 2024, mientras que 42,3% cree que no cambiará y 7,7% que aumentará. De todos modos, estos números son algo menos pesimistas que los meses previos, donde, por caso la expectativa de que la obra privada caiga superaba el 43% en diciembre.

¿Qué esperamos hacia adelante?

Aunque la actividad económica tocó su piso en marzo, el estancamiento se mantiene y la letra de la recuperación se parece más a una L. De hecho, la mayoría de los indicadores adelantados muestran que en junio la mejora fue muy marginal, e incluso algunos sectores se mantienen con caídas mensuales. Aunque podemos vislumbrar un cambio de tendencia desde abril de cara a los próximos meses, todavía no es suficiente para volver a los niveles previos a la recesión.

En lo que refiere a la construcción, parte del sector, asociado a la obra pública, difícilmente vea una recuperación significativa dado el freno al gasto de capital llevado adelante por el Gobierno. Con respecto a la obra privada, la reaparición del crédito hipotecario, el blanqueo, la falta de alternativas de inversión podrían ser factores que jueguen a favor, pero su efecto pleno creemos que recién podrían verse el año entrante.

Por su parte, prevemos que únicamente las ramas asociadas a los sectores energético, minero y agropecuario (molienda de oleaginosas, producción de agroquímicos, refinación del petróleo, etc.) tendrán un mejor desempeño en los próximos meses y serán los que traccionen la industria durante el año. Sin embargo, en su conjunto representan menos del 10% de la industria, por lo que la performance agregada del sector fabril dependerá más de lo que ocurra con el resto de las ramas.

Justamente, las industrias más vinculadas a la demanda interna -dentro de las cuales se encuentran las asociadas a la construcción-, que cayó alrededor de 11,8% en el acumulado a mayo, son las más afectadas y las que más demorarán en reactivarse, motivo por el que creemos que la industria caerá en torno a los dos dígitos en 2024, contrayéndose mucho más que el nivel de actividad.

Más allá de la magnitud de la caída es relevante seguir de cerca la extensión de la recesión: en tanto esta se sostenga en el tiempo, el enfriamiento de la actividad puede comenzar a afectar el nivel de empleo. Si bien esto se verificó fuertemente en el primer trimestre en la construcción, todavía no se avizora en la industria; pero dada su relevancia en la economía, vale la pena seguir de cerca, ya que podría ser un escollo creciente al que se enfrente la actual administración.