El IPC GBA Ecolatina registró un crecimiento del 7,2% en abril, en línea con lo previsto. Aunque desaceleró respecto a marzo, principalmente por una menor incidencia de Regulados (+3,2%), el promedio del segundo bimestre de 2023 se ubicó 0,8 p.p. por encima de enero-febrero. En la comparación interanual, la inflación ascendió a 109,9%, la medición más elevada desde septiembre 1991. Así, acumuló en el año un alza del 30,7%, cuando en el primer cuatrimestre de 2022 el aumento era del 21,8%.
¿Impactó en el IPC la suba en los dólares paralelos en los últimos días del mes?
Producto del momento en que se capturaron la mayor cantidad de los precios en nuestro relevamiento, el traslado a precios del estrés cambiario de la última semana de abril no tuvo un impacto relevante en nuestra medición para el promedio del mes. Por esta razón, es posible que INDEC entregue un registro superior al de nuestro IPC.
No obstante, esperamos que el impacto se vea en mayor medida en mayo, teniendo en cuenta que la medición del IPC compara el promedio de precios de distintos momentos del mes con el promedio de los distintos precios del mes anterior (para la inflación mensual). Por este motivo, mayo contemplaría en su totalidad los aumentos de los últimos días de abril.
Para ilustrar de la incidencia suba en los dólares libres en los últimos días de abril, calculamos el aumento de precios de 6.000 bienes durables en la última semana de abril. La inflación de estas categorías fue, en promedio, 6%. En el análisis, los aumentos de 10, 15 y 25% fueron más frecuentes que aumentos en números no “redondos”. Y esas agrupaciones fueron más probables en comercios chicos que en grandes. Esto muestra que hay aumentos defensivos, reacciones apuradas a lo que se asume será el costo de reposición futuro en un contexto de inestabilidad cambiaria e incertidumbre política, un comportamiento muy lejano a estrategias óptimas de priceo, lo que genera múltiples ineficiencias en el camino y una mala asignación de recursos.
El IPC Núcleo se aceleró al 8% mensual (+1,5 p.p. por encima del promedio del 1T). Al proveer una aproximación del comportamiento tendencial del nivel general de precios – dado que excluye precios regulados y estacionales – este comportamiento da cuenta de la fuerte inercia que arrastra el proceso inflacionario. La mayor persistencia se ve alimentada por una mayor velocidad a la que ajustan los precios, una creciente indexación y plazos de renegociación más cortos en los contratos formales e informales (paritarias, alquileres, etc.). Todo esto en un marco de incertidumbre sobre los costos de reposición producto de las restricciones a las importaciones, la volatilidad en la brecha cambiaria y el proceso electoral.
Desempeño por capítulos
Lo más preocupante -en el marco de una tendencia creciente de la pobreza- es que el crecimiento nuevamente sea impulsado por el índice de Alimentos y Bebidas, que registró una variación del 8,9% (+1,9 p.p. por encima del Nivel General). De excluir a este capítulo, el IPC hubiese trepado 5,9%. Al interior, los mayores aumentos se vieron en Pollo (+27,3%), Huevos (+23,9%), Verduras (+14,1%), Pescados y mariscos (+15,0%), Arroz (+10,1%), Frutas (9,0%) y Quesos (+7,9%).
¿Y Precios Justos? El IPC Consumo Masivo -atravesado en mayor medida por el programa- registró un aumento mensual del 6,8%, 2 p.p. por encima del promedio noviembre-febrero, consolidando el rebote de marzo (+6,2%). Esto no hace más que evidenciar la ineficacia del programa Precios Justos como política desinflacionaria, que intenta congelar cerca de 2.000 productos y pautar en 3,2% el aumento mensual de otros casi 50.000 hasta junio inclusive.
En este marco, el Gobierno se reúne con firmas de consumo masivo y supermercados para renegociar los acuerdos contemplando un sendero de mayores aumentos, lo cual, si bien luce razonable -no sólo para favorecer el cumplimiento de los acuerdos sino tambien para evitar un atraso mayor que termine en una gran actualización al finalizar el periodo de vigencia – seguirá siendo inefectivo al no formar parte de un plan integral.
También se destacaron los aumentos en Indumentaria, que creció 7,9%, marcando 124% en la comparación interanual, casi 15 p.p. por encima del Nivel General. Sobresalieron asimismo los incrementos en Esparcimiento (+7,0%), Vivienda y servicios Básicos (+7,0%).
¿Qué esperamos para los próximos meses?
En principio, en mayo coincidirán una mayor cantidad de aumentos puntuales que los vistos que en abril, estimando que la inflación del mes supere el 8%.
En el mes impactarán puntualmente los ajustes en las tarifas de electricidad y gas, transporte público en AMBA (colectivos y trenes subiendo +7,8%, en base al aumento del IPC GBA INDEC de marzo, subtes +16%), taxis (+20%), combustibles (+4%), peajes (entre 40 y 50%), prepagas (+3,6% en promedio), servicio doméstico (+7%), encargados de edificio (+6%) y colegios. A lo mencionado se le sumará el arrastre que dejaron los aumentos en la última semana de abril, motivados por la volatilidad en los dólares libres.
Saliendo de mayo, en los próximos meses seguiremos viendo una inestable inflación consolidándose en escalones cada vez mayores, dejando como resultado una inflación superando el 115% en 2023. El proceso se ve alimentado por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral, la falta de credibilidad para coordinar expectativas y la ausencia de anclas: nuevas subas en tarifas de servicios públicos, un crawling peg que no podrá ralentizarse y paritarias que ejercerán presión en el año electoral.
A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre ciertos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.