Política

Una alianza LLA-PRO potenciará la obtención de bancas en 2025, pero se ve lejos

Bastó que Javier Milei dijera que “el año que viene vamos camino a una fusión de las fuerzas con el PRO”, para que salieran en fila desde el PRO a bajarle el tono a tal afirmación. Una postura que ratificó Mauricio Macri al asumir como presidente del partido, al sostener que “nadie se casa sin antes convivir”. Esta reacción obedece a la necesidad del PRO de defender una identidad diferenciada para tener eventualmente una posición negociadora, pero no despeja la posibilidad de que finalmente ambos espacios confluyan en una alianza política o electoral.

Lo cierto es que la concreción de una alianza política entre LLA y el PRO es compleja porque el sistema de incentivos conspira para que ello no suceda. A Milei una alianza política con el PRO no le resuelve el problema de la gobernabilidad (seguirían siendo un Gobierno de minoría), por lo tanto no hay incentivos para cogobernar, y el PRO no parece tener incentivos para subsidiar el futuro de su partido a la suerte de un Gobierno cuyo futuro es muy incierto. De modo que el costo para Milei es más elevado que el beneficio, y no solo el costo para Macri es difícil calcular, sino que también lo es el beneficio a recoger.

Pero aun siendo una alianza compleja de alcanzar, lo cierto es que a ambos protagonistas (Milei y Macri) les conviene decir que tienen predisposición de aliarse, porque comparten la simpatía de una porción importante de votantes.

Un incentivo para avanzar hacia una alianza política es el electoral, por el sesgo mayoritario que tiene el sistema D´Hont en la asignación de escaños. Si tomamos la elección de 2023 como ejemplo, en la categoría diputados nacionales, si La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio hubieran ido juntos en alianza, hubieran obtenido 8 bancas más de las que obtuvieron, un 12% más de escaños.

Pero ese incentivo no resuelve un aspecto complejo de esa potencial alianza electoral que es cómo se decide la asignación de los lugares en las listas. Sin tener en claro qué capital aporta cada uno de los socios, se vuelve muy difícil saber cuánto le corresponde a cada uno. Y aun teniendo la posibilidad de resolverlo en una PASO, es una resolución riesgosa para el PRO, que corre con la desventaja de no ser el que lidera el oficialismo.

En definitiva, siendo intuitivo pensar que se pueda dar esta alianza entre el LLA y el PRO, los incentivos y la dificultad operativa de llevarla a cabo invitan a pensar que deben darse muchas condiciones antes de que se pueda efectivizar. Por lo pronto, una muy importante que es saber cómo llegará Milei a la elección de medio término, y ello no se va a saber con precisión sino hasta bien entrado el 2025, para lo que falta mucho.



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