Previo al comienzo de la pandemia, desde marzo 2020 el Banco Central fijó la tasa de interés de referencia en un 38% TNA (45,4% TEA) y, excepto por un impasse de octubre y noviembre de dicho año en el cual la tasa bajó ligeramente, la misma se mantuvo prácticamente inalterada desde entonces. Mientras tanto, la tasa real fue a donde la llevó el viento: la inflación interanual en el mismo período viró del 50% pre-pandemia, al mínimo del 36% en plena vigencia de las restricciones hacia el 52% de algunos meses atrás y finalizaría el año en torno a un 50%.
Aunque tardíamente en relación con el resto de los Bancos Centrales de la región, el BCRA decidió elevar la tasa de interés de referencia (LELIQ) del 38% al 40% TNA. Esta suba está línea con nuestro Escenario Más Probable enviado algunos días atrás en nuestro Tablero de Proyecciones Mensuales. La suba de tasas es una herramienta necesaria para contratacar el proceso inflacionario y, si bien su impacto puede ser adverso en el corto plazo, en materia de precios es beneficial en el mediano plazo.
En el mismo sentido, la autoridad decidió elevar los límites inferiores a las tasas de plazo fijo (al 39% TNA para personas físicas y 37% TNA la tasa mínima garantizada para el resto). Transitar hacia un sendero de sostenidas tasas reales positivas que vuelvan más atractiva la demanda de pesos es necesario para contrarrestar el proceso inflacionario. Sin embargo, dadas las perspectivas de inflación actuales (que rondan el 50% para el 2022), todavía resta camino por recorrer.
Sin embargo, aunque paradójicamente, la suba de tasas presenta riesgos dado el elevado peso de los pasivos remunerados sobre la hoja de balance del BCRA (ARS 4,5 billones – 134% de la Base Monetaria). En esta línea, la autoridad decidió también crear un nuevo instrumento de liquidez: una LELIQ a 180 días del 44% TNA que se licitará mensualmente. A este instrumento se sumaría una progresiva eliminación de los pases pasivos a 7 días. Si bien estas bienvenidas medidas podrían descomprimir el potencial riesgo de liquidez intrínseco de las LELIQs por su baja maturity, no solucionan el origen del problema: la dinámica endógena que cobraron los pasivos remunerados, donde el déficit cuasifiscal del Central explicaría $2 de cada $5 del déficit financiero amplio del país (Nación + Provincias + BCRA), cuyo origen responde a la necesidad de financiamiento monetario del Tesoro pero que no obstante ya comienzan a cobrar una dinámica propia.
La suba de tasas es una condición necesaria para comenzar un proceso de desinflación sostenible. Sin embargo, de realizarse de forma aislada y sin una consolidación fiscal mediante que alivie dinámica de los pasivos remunerados (la cual se verá afectada por la suba de tasas y presionará sobre el resultado cuasifiscal), no revitalizará la demanda de dinero y añadirá presiones a la desagradable aritmética monetaria de los pasivos remunerados.