La economía mostró un importante rebote mensual en julio: en términos desestacionalizados la actividad trepó 2,4% respecto a junio, tras el impacto más pronunciado de la sequía en el segundo trimestre, que había significado una merma acumulada del 2,9%.
Además, descontando el efecto recesivo del sector agropecuario, la economía siguió dando muestras de resiliencia en julio (+0,1% i.a.). Así, el resto de los sectores de bienes y servicios mostraron un crecimiento acumulado del 1,2% i.a., únicamente con un mes con una leve caída (junio 2023, -0,4% i.a.).
Decidimos mejorar levemente la proyección para 2023: un dato de julio mejor al esperado, en un contexto de rápido rebote de la economía tras el impacto fuerte de la sequía, se combinan con medidas por parte del Gobierno para intentar sostener el consumo durante el periodo electoral y disipar el efecto negativo de la devaluación. Esperamos que la economía muestre una caída en torno al 2,2% i.a. en el promedio de este año.
Caída interanual, pero fuerte rebote en términos desestacionalizados
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró un importante rebote mensual en julio: en términos desestacionalizados la actividad trepó 2,4% respecto a junio, tras el impacto más pronunciado de la sequía en el segundo trimestre, que había significado una merma acumulada del 2,9%. De esta manera, la economía se ubicó 0,5% por encima de diciembre de 2022 y sólo un 0,6% por debajo de marzo, antes de que comience a impactar con mayor vigor la sequía sobre la cosecha gruesa.
Asimismo, el EMAE acusó una caída del 1,3% i.a. en julio, desacelerándose respecto al retroceso del 4,7% i.a. de junio, pero acumulando cuatro meses de contracciones interanuales. Así, en lo que va de 2023 la economía cayó 1,8% i.a.
No obstante, cabe señalar que, descontando el efecto recesivo del sector agropecuario, la economía siguió dando muestras de resiliencia en julio (+0,1% i.a.). Así, el resto de los sectores de bienes y servicios mostraron un crecimiento acumulado de 1,2% i.a., únicamente con un mes con una leve caída (junio 2023, que se contrajo -0,4% i.a.).
En este sentido, si bien la contracción del sector agropecuario fue una de las más pronunciadas de las últimas décadas, su reducida incidencia sobre el resto de los sectores, en conjunto a un rebote pronunciado generaron que la actividad económica haya operado a principios del segundo semestre en un nivel más alto al proyectado meses atrás.
Una mirada sectorial
Los Bienes y Servicios están mostrando dinámicas disímiles: los primeros son los que vienen mostrando caídas más pronunciadas, principalmente porque son el grupo más afectado por la sequía y las restricciones a las importaciones.
Los Bienes mostraron una caída de 3,5% i.a. en julio, lejos del 12,8% i.a. promedio que habían caído en el segundo trimestre del año.
Al interior, el sector con peor desempeño continúa siendo el sector agropecuario (-14% i.a.), pero moderando su caída respecto a la evolución del segundo trimestre (-39,8% i.a. en promedio), tras el impacto de la sequía sobre la cosecha gruesa.
De todas formas, hay que tener en cuenta que, descontando al agro, el resto de los sectores de los Bienes también exhibió una caída por segundo mes consecutivo (-1,1% i.a., tras caer -2,1% i.a. en junio). A diferencia, entre enero y mayo de este año estos sectores venían con una fase de expansión.
Detrás de este comportamiento se encuentra la industria, que se contrajo 3,7% i.a., acumulando tres meses consecutivos de caídas interanuales. Al interior, el desempeño de las distintas ramas industriales también es heterogénea.
Los datos del Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) muestran que los sectores vinculados al sector agropecuario se mantienen en terreno negativo: por caso, Alimentos y bebidas cayó (-6,1% i.a. en julio), explicado por mermas en molienda de oleaginosas, cereales, vinos, azúcar, entre otros, que fueron afectados por el clima. En la misma línea, la producción de maquinaria agropecuaria también se mantuvo en rojo (-20,3% i.a.) y algo similar ocurrió con la producción de agroquímicos (-17,7% i.a.).
De todas formas, la evolución negativa se extiende también a otras ramas: por caso, el sector automotriz en su conjunto mostró en julio (-2,8% i.a.) la primera variación interanual negativa en seis meses, afectado por el menor despacho del rubro de carrocerías, remolques y semirremolques y autopartes, mientras que la producción de vehículos siguió al alza.
Mientras que hace unos meses la industria se logró mantener a flote gracias a una mayor utilización de yuanes y crédito comercial para importar, a inicios del segundo semestre la falta de autorización de SIRAs agudizó la falta de insumos, lo cual impacta en buena parte del entramado industrial -si bien el crédito comercial sigue creciendo, hubo un freno en la utilización de yuanes-. En esta línea, mientras que en el promedio entre enero y junio un 46% de las ramas que componen al IPI mostraron una contracción, en julio las ramas en caída llegaron a un 59%, representando el máximo del año.
A contramano de este desempeño, existe otro sector asociado a las actividades primarias que está mostrando un excelente desempeño: Explotación de minas y canteras, que creció 7,1% i.a. en el mes, acumulando ya 29 meses de mejoras consecutivas interanuales.
Este resultado está explicado principalmente por el desempeño del sector de Petróleo y gas (en particular del no-convencional). Puesto en números, para el caso del petróleo, mientras que la producción convencional se viene reduciendo (-3,8% i.a. en julio), la producción no convencional es la que lidera el crecimiento (+20,4% i.a.). Algo similar ocurrió con la producción de gas: la producción de gas convencional cayó 8,9% i.a., en línea con los últimos meses, mientras que la producción de gas no convencional aumentó 4,2% i.a. En ambos casos, la Cuenca Neuquina es la que lidera el crecimiento de la producción no convencional.
Por otro lado, los Servicios mostraron un crecimiento de 0,8% i.a., acumulando una suba de 1,2% i.a. en lo que va del 2023. Al interior, todos los sectores mostraron crecimiento en el mes -exceptuando Transporte y comunicaciones (-0,7% i.a.), que continuó afectado por la menor carga logística por sequía-.
Particularmente, el sector del Comercio -que pesa casi 15% dentro de la actividad económica- se mantuvo estable en julio (+0% i.a.). Anteriormente, el sector venía registrando un leve crecimiento (por caso, en mayo subió 1,6% i.a. y en junio un 0,4% i.a.) en un contexto de consumo privado resiliente. Al interior, algunos indicadores comenzaron a mostrar señales recesivas: por caso, las ventas de supermercados cayeron 2,5% i.a. en julio medidas en términos constantes. A contramano, las ventas en shoppings crecieron 10,2% i.a. en el mismo mes y los patentamientos crecieron 12,1% en el mismo mes, dando señales de cierto mantenimiento en la demanda de los hogares de consumos no básicos asociados en mayor medida a los sectores de los deciles más altos.
¿Qué esperamos para la última parte del año?
Mientras que el desempeño de la economía de la primera parte del año estuvo signado por el impacto de la sequía, en esta segunda parte el principal shock sobre la economía real reside en el salto cambiario post-PASO (+22%).
Por un lado, estimamos que la aprobación en los pagos de las importaciones se mantenga acotada a lo largo del segundo semestre. Esto es consecuencia de un BCRA que, a pesar de haber logrado (leves) compras netas de divisas durante septiembre, no logra traducirlo en un incremento de las reservas internacionales, al tiempo que sigue interviniendo con divisas sobre las cotizaciones paralelas. En esta línea, el número final de importaciones que mantengan la oferta de bienes e insumos dependerá esencialmente de cuánto más pueda crecer el crédito comercial, en un contexto en que se redujo la utilización de yuanes.
El principal impacto negativo de la devaluación recae sobre la suba de precios: al igual que en agosto, estimamos que la inflación mensual de septiembre volvió a superar los dos dígitos. Además, en un contexto electoral, no hay que descartar nuevas presiones cambiarias en lo que resta del año, que podrían impactar nuevamente en una escalada de precios.
Esto se traduce en una profundización del deterioro del poder adquisitivo que se mantendrá a lo largo del segundo semestre, en un contexto de crecimiento de la tasa de pobreza. De todas formas, esto se dará con cierta heterogeneidad: el mayor impacto de la inflación lo sufrirá el sector no registrado de la economía y/o más dependiente de los ingresos no-laborales.
De todas formas, resta tener en cuenta que las medidas que fue anunciando el Gobierno para compensar el avance de los precios podrían ayudar a evitar una caída brusca en el consumo privado, que hasta el segundo trimestre logró mantenerse a flote pese al impacto de la sequía (+0,8% i.a.). En esta línea, las sumas fijas anunciadas para jubilados y pensionados, monotributistas, beneficiarios de la tarjeta Alimentar y Potenciar Trabajo y trabajadores del sector privado y público, sumado al reciente anuncio de un nuevo “IFE” para trabajadores informales que se cobrará en octubre y noviembre son parte de las medidas que van en esta línea. A esto se le suman otras medidas, como la decisión de la devolución del IVA para los trabajadores que cobren por debajo de cierto umbral de salario.
En un contexto de escasas alternativas de ahorro, una gran proporción de este dinero podría volcarse a consumo en el corto plazo, ante la necesidad de desprenderse rápidamente de los pesos excedentes. Las señales fiscales, que eran necesarias para sostener el acuerdo con el FMI y lograr el desembolso de agosto, ya no son extremadamente necesarias, por lo que proyectamos que habrá un desvío en las metas. En este sentido, el objetivo actual del Gobierno recae principalmente en mejorar las condiciones de vida de la población como sea necesario antes de las Elecciones Generales y un eventual ballotage.
En este marco, decidimos mejorar levemente la proyección para el promedio del 2023: un dato de julio mejor al esperado, en un contexto de rápido rebote de la economía tras el impacto fuerte de la sequía, se combinan con medidas por parte del Gobierno para intentar sostener el consumo durante el periodo electoral y disipar el efecto negativo de la devaluación. Esperamos que la economía muestre una caída en torno al 2,2% i.a. en el promedio de 2023.