En diciembre de 2019, la balanza comercial arrojó un súper-superávit de USD 2.250 millones, alcanzando un máximo nominal para este mes del año. En la misma línea, el saldo mostró un avance de 70% respecto de igual mes del 2018.
Más allá de estas buenas noticias, la mejora respondió a un desplome de las importaciones (-20% i.a.), que desde septiembre de 2018 arrojan caídas interanuales de dos dígitos en tanto las exportaciones crecieron menos de 1% i.a. en el mes. Dicho esto, corresponde notar que entre septiembre -mes posterior a las PASO- y noviembre del año pasado, las ventas externas treparon a tasas superiores al 10% i.a., producto de que se apuró la liquidación de granos en pos de evitar la suba de retenciones, efectivamente concretada en el último mes de 2019. Este avance acelerado de los envíos al resto del mundo en los meses de la transición ejecutiva conspiró contra el resultado de diciembre, ya que redujo el stock disponible.
En este sentido, resalta la caída de 5,6% i.a. en valores de las exportaciones de productos primarios, producto de un deterioro de 6% i.a. en los precios y volúmenes casi estancados. Por su parte, los envíos de manufacturas de origen industrial acumularon una contracción de 10% i.a. en el último mes de 2019, consecuencia de la caída de las cantidades (-10,5% i.a.) dado que los precios se mantuvieron estables.
A contramano, las manufacturas de origen agropecuario -aquellas sobre las que ya posaban las mayores retenciones, de modo que el incremento de los aforos externos probablemente iba a ser menor, lo que efectivamente terminó pasando- mostraron un salto de 12,5% i.a. a lo largo del mes pasado, superando incluso la tasa de crecimiento de noviembre (+9,5% i.a.).
Por el lado importador, se siguió la tendencia de los últimos meses: todos los usos económicos arrojaron resultados en rojo. Concretamente, las peores caídas se registraron en vehículos livianos (-29% i.a.), piezas para bienes de capital (-26% i.a.), seguido de bienes intermedios (-24% i.a.) y por último bienes de capital (-19% i.a.). Con el endurecimiento de las Licencias No Automáticas de Importación -las mismas pasaron de abarcar un quinto de las compras externas a casi un tercio de las mismas-, y su foco en “la cola” del proceso productivo, es probable que la caída de las importaciones cambie de sentido: aunque en el agregado podrían continuar en terreno negativo, las peores performances quedarán para los bienes finales mientras que las restricciones al ingreso de bienes de capital y de insumos productivos deberían, a priori, ser menores.
Con estos números, 2019 cerró con un superávit comercial cercano a USD 16.000 millones, el mayor en la última década y, obviamente, más que revirtiendo el déficit de USD 3.700 millones acumulado en 2018. Más allá de esto, vale notar que, al igual que en diciembre, la recuperación obedeció más al deterioro importador (-25% i.a., totalizando poco más de USD 49.100 millones el año pasado) ya que las exportaciones avanzaron “tibiamente” a lo largo del año pasado (+5,5% i.a., apenas superando los USD 65.100 millones).
Para 2020, el superávit comercial acumularía otro récord, pero los crecimientos espectaculares de dos dígitos habrían quedado atrás. En este sentido, proyectamos un resultado positivo cercano a los USD 17.000 millones, producto de exportaciones prácticamente estancadas (un avance en torno a +1% i.a.), en un contexto de mayor competitividad cambiaria en el promedio anual y mayor demanda brasileña -pese a las tensiones políticas, el gigante sudamericano seguirá siendo nuestro principal socio comercial- pero una menor cosecha agropecuaria producto de un deterioro en el ciclo climático. Por su parte, las importaciones seguirán en retroceso, aunque a una tasa mucho menor (también cercana al 1% i.a.) producto no solo de la menor actividad interna y el encarecimiento relativo de los productos importados sino también de una política comercial más agresiva.