En octubre de 2019, la balanza comercial bilateral entre Brasil y Argentina arrojó el mayor superávit del año de USD 290 millones, más que revirtiendo el déficit de USD 70 millones alcanzado en igual mes del año pasado. Esta mejora obedeció al desplome de las importaciones (-32% i.a.), ya que las exportaciones, aunque estuvieron en terreno positivo, avanzaron a una menor cuantía (+4% i.a.). En otro orden, resalta el fuerte deterioro del flujo comercial, que marcó un piso para el mes desde 2005. Dada la importancia de tener un intercambio aceitado con nuestro principal socio, esta dinámica enciende algunas señales de alarma.
Por otro lado, la mejora de las exportaciones se atenúa al tener presente que las compras de Brasil al resto del mundo crecieron más de 10% i.a. Como resultado, la participación argentina en el gigante sudamericano pasó de 6,1% en octubre de 2018 a 5,7% en 2019.
En el acumulado a los primeros diez meses del año, nuestro país registra un saldo positivo de USD 665 millones –de modo que casi la mitad se explicó por el resultado del último mes-, más que contrarrestando el déficit totalizado en el acumulado enero-octubre de 2018 (USD -4.160 millones). Lamentablemente, esta recuperación obedece al desplome de las importaciones (-50% i.a.) ya que las exportaciones también retrocedieron en la comparación interanual (-4% i.a.), algo que era esperable dado el estancamiento de la economía brasileña. Considerando la tendencia del último mes y que la economía argentina no se recuperará en lo que resta del año, como así tampoco la brasileña, estimamos que el saldo comercial alcanzaría USD 950 millones en 2019, producto de importaciones que caen significativamente más que las exportaciones (-34% i.a. y -2% i.a., respectivamente).
Antes de cerrar, hay que reparar en las dudas que se generaron sobre el futuro de la relación con nuestro principal socio comercial luego de las declaraciones cruzadas entre Bolsonaro y nuestro próximo presidente, Alberto Fernández. En tiempos de vacas flacas para nuestro país es importante que los mercados externos no se cierren, En consecuencia, si el conflicto político atenúa las posibilidades de vender en Brasil podría agravar una caída de la demanda interna que, al menos hoy, no encuentra piso ni luz al final del túnel.