Editorial

Se tensa la calma cambiaria-financiera ante la encrucijada de las PASO

A menos de dos semanas de las PASO, que arrojarán información precisa sobre las preferencias del electorado, la calma cambiaria-financiera se tensó: el tipo de cambio subió y el riesgo país volvió a acercarse a los 800 puntos básicos.

La pérdida de apetito por el Peso y los bonos soberanos responde al comportamiento precautorio de los inversores frente al inminente resultado de los comicios. De hecho, el contexto financiero internacional continúo mejorando para los activos emergentes durante julio: las principales potencias económicas anunciaron y/o implementaron una política monetaria más expansiva. Por caso, tras más de una década, la Reserva Federal de Estados unidos bajó su tasa de interés de referencia en 25 puntos básicos.

Pese a que el dólar subió en las últimas dos semanas, el BCRA logró administrar la presión alcista: el tipo de cambio no sufrió sobresaltos y todavía no alcanzó el pico de fines de abril, por lo que la reciente suba no tendría casi impacto inflacionario. Más importante aún, la autoridad monetaria logró contener las tensiones sin tener que vender Reservas. Este resultado fue alcanzado gracias a mantener elevada la tasa de interés en pesos a los depositantes en un contexto de desaceleración de la inflación (en julio incluso se redujeron encajes no remunerados a los plazos fijos para elevar el retorno de estos activos) y a una fuerte intervención del Central en el mercado de futuros durante las últimas semanas.

Párrafo aparte merece el mayor margen de maniobra logrado por el Central. En primer lugar, el BCRA aprovechó la calma cambiaria-financiera de los últimos meses para ampliar su poder de intervención en el mercado futuro: a fines de abril tenía una posición neta vendedora de USD 1.000 M pero terminó junio con un saldo comprador de USD 3.000 M. En segundo lugar, la autoridad monetaria logró ampliar el límite acordado de la posición vendedora con el FMI para fin de año, pasando de USD 1.000 M a USD 3.600 M. De esta manera, elevó significativamente (en USD 6.600 M) su capacidad de intervención en el mercado futuro en un par de meses.

Corolario: el BCRA actuó como la hormiga y no como la cigarra durante el verano cambiario-financiero. Y el ahorro acumulado en épocas de vacas gordas, le permitió administrar las presiones cambiarias sin sacrificar reservas internacionales. Recordemos que en un contexto de cierre del acceso al mercado financiero y con desembolsos del prestamista de última instancia (FMI) en vías de extinción, este stock es el último activo disponible para pagar compromisos en moneda extranjera.

Con el tipo de cambio por debajo del pico previo, la inflación continúo en descenso en julio: el IPC GBA Ecolatina trepó 2,35% marcando su cuarto descenso mensual consecutivo. Vale destacar además, que tanto el componente núcleo como el rubro alimentos treparon en torno al 2%, levemente por debajo del Nivel General.

Esta es una buena noticia para el poder adquisitivo y el gasto de las familias. De hecho, si la inflación persiste en torno al 2% en los próximos dos meses, los aumentos salariales pactados en paritarias y el incremento de los haberes determinados por la fórmula de movilidad previsional permitirán una mejora del ingreso real durante el tercer trimestre. A esto se le suma que las expectativas de destrucción y creación de empleo se están equilibrando y el gobierno viene aumentando los incentivos no salariales al consumo.

La mejora del gasto de los hogares de cara a las elecciones de octubre sería un dato económico clave para inclinar la balanza hacia la reelección del oficialismo. Sin embargo, para que dichas mejoras se materialicen, primero el Ejecutivo deberá extender la calma cambiaria-financiera hasta las elecciones presidenciales.

El desafío de llegar a las primarias con el dólar controlado está encaminado, pero extender la calma hasta la definición presidencial (en un posible balotaje) es otro cantar. Por caso, si la dupla Fernández alcanza en las primarias el 40% de los votos y/o la diferencia respecto a la fórmula oficialista supera 5 puntos porcentuales, el BCRA deberá administrar un recrudecimiento de la dolarización tras las PASO. En este escenario, el Central se vería forzado a desplegar todo su arsenal, revelando el margen de Reservas autorizado por el FMI para intervenir en el mercado cambiario.

Sólo un resultado muy favorable para la fórmula Macri-Pichetto en las PASO (empate técnico con la dupla Fernández), que elevase sensiblemente las chances de triunfo del oficialismo, acotaría el comportamiento precautorio de los inversores en los meses previos a las presidenciales. Sin embargo, según la mayoría de las encuestas de intención de voto, este escenario tiene baja probabilidad de ocurrencia.

En síntesis, el gobierno tendrá que esperar el resultado de las primarias y la reacción del mercado del lunes 12 de agosto para saber cuán difícil será extender hasta las presidenciales la tensa calma cambiaria-financiera reinante.



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