Actividad

El enfriamiento de la economía continuó al cierre de 2022

Las señales de enfriamiento de la actividad continuaron en noviembre. La economía se contrajo 0,7% mensual en la serie ajustada por estacionalidad, acumulando tres meses consecutivos de caídas (-1,5% vs agosto), algo que no sucedía desde finales de 2020. Con este dato, e incluso estimando -en el mejor de los casos- una suba mensual acotada en diciembre, el PIB habría caído en torno al 1% t/t en el cuarto trimestre de 2022. Además, el arrastre estadístico terminaría siendo considerablemente menor al del año previo: mientras que 2021 había dejado un arrastre que superó los 3 puntos, el arrastre que deja 2022 sería de alrededor de 0,5 puntos.

Además, cinco de los quince sectores exhibieron caídas mensuales desestacionalizadas: las mermas más pronunciadas de noviembre fueron Transporte y comunicaciones (-1,5%), Agricultura y ganadería (-0,9%), Minas y canteras (-0,8%), Industria manufacturera (-0,7%) y Salud (-0,2%). Además, cabe destacar que tanto Hoteles y restaurantes (-12,7%) como Otras actividades de servicios (-13,2%) siguen más de 10 p.p. por debajo de los niveles pre-pandemia.

En términos interanuales, el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) creció 2,6% i.a. en noviembre, desacelerando la mejora por tercer mes consecutivo y exhibiendo la variación interanual más baja en 21 meses. De esta manera, acumuló una suba de 5,9% i.a. hasta el onceavo mes del año, logrando que el avance esté en niveles máximos de la serie iniciada en 2004 (pero aún por debajo de 2017 en términos per cápita). Estimando una mejora interanual superior al 2% en el último mes del año, el crecimiento de la economía se habría ubicado levemente por encima del 5,5% i.a. en 2022.

Respecto a los sectores, los Servicios crecieron 3,0% i.a., mientras que los Bienes subieron 1,5% i.a. Dentro de los primeros, los sectores con mejor desempeño siguen siendo Hoteles y restaurantes (+22,1% i.a.) y Otras actividades de servicios (+6,8% i.a.), los dos sectores más golpeados por la pandemia. Por otro lado, Intermediación financiera (-3,3% i.a.) ya acumula cuatro meses consecutivos de caída, en un contexto de tasas de interés real positivas. Dentro de los Bienes, los sectores con mejor performance fueron Explotación de minas y canteras (+9,5% i.a.), Electricidad, gas y agua (+4,6% i.a.) y Construcción (+2,9% i.a.), en contraste al sector agropecuario (-6,3% i.a.) afectado por el impacto de la sequía.

¿Qué esperamos para 2023?

Para este año, proyectamos un crecimiento más acotado que en 2022, que estaría en torno al 1%. Entendemos que de no mediar shocks (exógenos o endógenos) una recesión podría evitarse, pero no la tendencia hacia la moderación del crecimiento.

Detrás de la magra expansión se encuentran los siguientes factores: (i) La caída en la producción agrícola, que impactará, por un lado, sobre el nivel de actividad económica por una menor actividad del sector y sus actividades asociadas, pero a su vez limitará el abastecimiento de divisas a lo largo del año; (ii) El Gobierno mantendrá un sesgo más contractivo de la política económica, en un contexto donde las tasas de interés se intentarán mantener en terreno positivo y donde no habrá margen para expandir el gasto primario en términos reales, incluso siendo un año de elecciones presidenciales; (iii) Ante una exigente meta de acumulación de reservas internacionales y la ya nombrada sequía, continuará el esquema de administración de la escasez de divisas, destacándose la continuidad (y eventualmente fortalecimiento) de las restricciones a las importaciones, que le impondrían un límite a la expansión del mercado interno (y de ciertas exportaciones) vía complicaciones en el abastecimiento de bienes terminados, bienes de capital e insumos. Esto afectaría no sólo los niveles de consumo, sino también de inversión.

Adicionalmente se suman algunos riesgos globales, ya que se prevé una desaceleración del crecimiento mundial que podría limitar el margen de crecimiento de las exportaciones locales, en conjunto con precios de la energía y los fletes que se mantienen elevados.

En síntesis, el principal desafío estará en reducir la tensión entre la necesidad de alcanzar las metas establecidas con el FMI en materia fiscal, monetaria y cambiaria, y, por otro lado, amortiguar las presiones políticas para llevar a cabo una agenda con objetivos sociales (mayor gasto social, menor evolución de tarifas y dólar, entre otros) típica de año con elecciones. Estimamos que esto traiga como resultado un escenario de estanflación en 2023, es decir, una actividad económica con magro crecimiento en conjunto a la persistencia de una elevada inflación.



Ecolatina

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