En un escenario de incertidumbre agudizada y marcados desequilibrios macroeconómicos que implicarán enormes desafíos para la gestión económica de cara al 2024, una buena noticia que comenzó a tomar fuerza en el último tiempo es que, tras tres años de sequía, siendo la de este año una de las más severas de la historia, se espera una importante recuperación de la cosecha agrícola en la campaña 23/24.
Este rebote permitiría una notable mejora en el ingreso de divisas vía exportaciones y una mayor recaudación por Derechos de Exportación, además de contribuir a motorizar la actividad económica del agro y los sectores asociados.
De este modo, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) tanto la recaudación fiscal como las exportaciones de las cadenas agroindustriales crecerían casi 50% respecto al ciclo 22/23.
Estas previsiones están sustentadas en que, luego de experimentar las últimas tres campañas bajo la presencia del fenómeno climático “La Niña”, que generaron en el país una situación de sequía sin precedentes, el ciclo 2023/24 estaría signado por un año “Niño”.
Según el último informe del IRI (International Research Institute for Climate and Society) de la Universidad de Columbia, desde agosto el clima está regido bajo las condiciones de “El Niño”, y hasta febrero 2024 hay 100% de probabilidad de que se mantenga. Además, hasta mayo -al cierre de la cosecha gruesa- las probabilidades de seguir bajo este fenómeno climático superan el 70%.
El fenómeno tiene una periodicidad irregular, y se declara una fase “El Niño” (“La Niña”) cuando las temperaturas del mar en el Pacífico oriental tropical aumentan (disminuyen) 0,5°C por encima (por debajo) del promedio durante 5 trimestres consecutivos. Estas temperaturas más cálidas del Pacífico tienden a estimular sobre Argentina la formación de nubes de tormenta que, durante la primavera y el verano suelen ocasionar precipitaciones superiores a las normales en el Norte y Centro del país, mejorando los rindes de los cultivos. Esto contrasta con lo que acontece durante “La Niña”, cuando las precipitaciones son inferiores a lo normal.
¿Se calma “El Niño”?
Ahora bien, recientemente la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos reveló nuevas estimaciones que muestran un cambio en la intensidad del fenómeno en comparación con las proyecciones realizadas hasta agosto: lo que antes se esperaba como un “El Niño” fuerte, pasó a ser moderado.
Esta alteración forzó a actualizar las proyecciones de precipitaciones a la baja. Según la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), “los resultados mostraban lluvias mensuales de octubre a enero que en general superaban a las medias por un 40 a 60%. Hoy, con un Niño moderado, las lluvias mensuales proyectadas para dicho período estarían entre un 30 a 40% por encima de lo normal”.
De hecho, la ausencia de precipitaciones durante las últimas semanas ya viene acentuando la ya severa falta de humedad en gran parte de la región agrícola luego de tres años de seca, agudizada este año. La necesidad de precipitaciones responde no sólo a que el trigo se encuentra en período crítico, sino que también debe avanzarse con la siembra maicera y de soja en pocas semanas.
En concreto, ¿cómo se está traduciendo esta realidad climática en las perspectivas de los principales cultivos?
Trigo: en período crítico
Dado el escenario macroeconómico venidero, la relevancia de la cosecha fina -que tiene su temporada alta de liquidaciones entre diciembre y febrero- radica en que sirve como puente de divisas hasta la cosecha gruesa -que comienza a comercializarse en el segundo trimestre-.
De hecho, en los últimos años sin sequía las exportaciones de trigo representaron durante el lapso diciembre-febrero alrededor de 10% del total de las ventas al exterior del país.
Actualmente, el grano se encuentra en período crítico para la definición del rendimiento final del cultivo. La condición del cultivo de trigo se viene deteriorando, siendo, según la BCR, “Regular a mala” para la mitad de los cultivos, lo cual incrementa las posibilidades de pérdidas masivas de trigo.
Por este motivo, la estimación de producción trigo de la BCR pasó de 16,2 M de toneladas en julio a 14,3 M en los últimos días, motivo por el cual se posiciona como la cuarta producción más baja de los últimos diez ciclos. Ante este panorama, es posible que la proyección de producción trigo sufra nuevos ajustes.
Con esta nueva estimación de 14,3 Mt, Argentina produciría solo un 24% más de trigo que lo que dejó la desastrosa campaña pasada.
Como mencionamos, el nivel de producción y la consecuente liquidación de divisas serán claves para la nueva administración durante el verano, por lo que será un aspecto a seguir en las próximas semanas.
Siembra gruesa: no llueve y no se destraba la siembra de maíz
A la fecha, ya fue sembrado cerca del 20% del total de maíz estimado a nivel nacional, reflejando un retraso de -5,5 p.p. respecto al promedio de las últimas cinco campañas. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, “la zona núcleo recibió valores escasos a nulos que no revierten la situación y serán necesarias lluvias durante las próximas 2 semanas para cumplir con la intención de siembra. No obstante, ya cedería superficie a maíz tardío principalmente y a soja en algunos casos.”
En consecuencia, teniendo en cuenta que la falta de lluvia no mejora los perfiles de humedad del suelo para poder sembrar maíz de primera los números de producción proyectados pueden ser aún menores.
En este sentido, un escenario de predominancia de maíz tardío alargaría el puente hasta el próximo ingreso de divisas por exportaciones de la cosecha gruesa, puente que puede ser incluso más débil de lo esperado por lo expuesto en el apartado anterior.
Según la BCR, “a inicios de campaña se proyectaba sembrar 1,57 M ha con maíz, Sin embargo, al presente se recortan 200.000 ha, las que pasaran a soja quedando la superficie maicera 2023/204 en 1,38 M ha para la región núcleo. Por la falta de agua solo pudieron implantarse 870.000 ha con maíz temprano. El resto -510.000 ha- pasarían a fechas tardías. No obstante, la incertidumbre está presente entre los productores y asesores sobre qué hacer con este hectareaje y aun, en el límite de la ventana de siembra del cereal, dirimen si pasar directamente a tardío o hacer soja”.
Ante la posible necesidad de atrasar la siembra a una tardía, muchos productores de maíz podrían incluso volcarse a soja. La BCR detalló que la soja de primera continúa ganando terreno sobre los márgenes netos de los principales cultivos, desplazando al maíz temprano del primer puesto desde hace un par de meses. Esto dota de una mejor rentabilidad a la oleaginosa en comparación con el cereal, sumándose a una disponibilidad más temprana de ingresos para el productor que la que obtendría en una cosecha de maíz tardío.
Además, por más que llegue a llover lo necesario para poder sembrar tanto soja como maíz, el déficit hídrico de los suelos que queda luego de tres “Niña” seguidos es tan agudo que condicionaría el rendimiento de los cultivos gruesos de no llover para compensarlo.
¿Qué implicancias puede tener este escenario?
El comportamiento climático tendrá la última palabra a la hora de definir los rendimientos de la producción del ciclo 2023/24, lo cual requerirá un monitoreo continuo. Los pronósticos de corto plazo difieren de lo que se esperaba hasta hace unos días, y ya no son tan optimistas para la mayor parte del área agrícola.
Para alcanzar el estado óptimo de las reservas en zonas clave, la región centro/oeste del área agrícola requiere que se acumulen 70 y 170 mm según la zona para los próximos 15 días. La buena noticia es que hay chances de lluvias para algunas regiones, aunque no suficientes. La probabilidad de precipitaciones con mejoramientos temporarios se mantendrá hasta el miércoles 25.
En las perspectivas climáticas de la BCBA del 18/10 se estima que sólo el centro del NOA, el este de Cuyo, la mayor parte de la Mesopotamia, el norte y el oeste de la Región Pampeana recibirán precipitaciones moderadas a muy abundantes (10 a 75 mm), con focos con valores escasos; mientras que el resto del área agrícola observará precipitaciones escasas a nulas (menos de 10 mm).
Considerando que más de 4 de cada 10 dólares que ingresan vía exportaciones provienen de las ventas externas de los complejos de trigo, maíz y soja, ingresos de divisas menores a los esperados podrían condicionar aún más la pata cambiaria de un futuro programa de estabilización que partirá con un stock de reservas en mínimos históricos.