Con los últimos datos, cabe preguntarse cuál será la dinámica en los meses restantes. Por el lado de las exportaciones, los efectos de la sequía seguirán diluyéndose paulatinamente y se verán favorecidas por la mayor competitividad cambiaria y el mayor excedente en el mercado local, producto de un menor nivel de demanda. No obstante, esperamos que la expansión de las ventas al exterior sea moderada, teniendo en cuenta también que la economía brasilera presentará un bajo nivel de crecimiento.
En cuanto a las importaciones, prevemos que la dinámica contractiva de los volúmenes continúe e incluso se profundice. Por el lado cambiario, no solo el mayor tipo de cambio real sino también la mayor volatilidad e incertidumbre, sumado a una demanda deprimida como consecuencia del enfriamiento de la economía, impactarán negativamente en esta cuenta. Como resultado, cerrarían el año en torno a los niveles de 2017.
En consecuencia, estimamos que el saldo comercial de 2018 presentará una considerable mejora en comparación al año pasado; sin embargo, todavía se mantendría en terreno negativo. No obstante, se abren algunos interrogantes: ¿será sostenible este nuevo déficit en un contexto internacional y local cada vez más complejo? ¿si la economía se reactiva, impedirá el tipo de cambio real actual un nuevo despegue importador? A juzgar por las primeras respuestas de inversores y vaivenes del tipo de cambio, el estado continúa siendo delicado.