El dólar oficial finalizó la semana a $97,87 y avanzó 30 centavos respecto al viernes anterior, mostrando una suba del. orden del 1,1% mensual. De este modo, en los últimos 20 días corre a un ritmo anualizado del 12,6%, +1,1 p.p. respecto del promedio de agosto, mostrando una aceleración en el margen. Si bien todavía camina muy por detrás de los precios (que perforarían el 3% en agosto – pero se mantendrían por encima del 2,5% -), la magnitud del ancla cambiaria pareciera haber encontrado un mínimo en las últimas semanas.
¿Se alcanzó el piso del ancla cambiaria?
En enero, la depreciación del oficial promediaba niveles del 60% anualizado y venía creciendo sostenidamente desde octubre, momento en que se dio un giro en la política cambiaria (al igual que en la fiscal y la monetaria) para contener los dólares alternativos. Las presiones cambiarias que tuvieron lugar hasta fines del 2020 (derivadas en gran medida de un financiamiento monetario del déficit primario récord de 6,4%PBI) impactaron en los precios (en conjunto con la reapertura de actividades, recomposición de la oferta y el alza de los precios de los commodities internacionales).
Así, mientras que el mayor ritmo de depreciación del oficial (combinado con señales de prudencia monetaria-fiscal) lograba calmar a los dólares alternativos, comenzaba a impactar en la inflación. En esta línea, finalizada la corrida cambiaria, con las brechas comprimiendo contra el dólar oficial y con una agroindustria que comenzaba a dar señales de una liquidación muy superior a la esperada que añadiría poder de fuego al Central, se recurrió a la conocida estrategia de anclar el dólar oficial (y las tarifas) para contener a la inflación (al menos transitoriamente).
El mayor freno de mano al dólar oficial tuvo lugar entre febrero y mayo, cuando pasó de niveles anualizados del orden del 45% al 17% respectivamente. Aunque siguió perdiendo velocidad la depreciación nominal del tipo de cambio mayorista, desde entonces lo hizo a un ritmo más lento, y en el promedio del último mes alcanzó la menor variación mensual anualizada: 11,5%.
El ancla cambiaria no impacta inmediatamente en los precios de la economía, sino que lo hace con algunos meses de rezago. En esta línea, los períodos electorales previos donde se atrasó el tipo de cambio para contener la inflación muestran que el grueso del atraso cambiario se da con más de medio año de anticipación a las elecciones generales. Contrariamente, se quita (lentamente) el pie del freno a medida que se acercan los votos, dado que el impacto inmediato sobre los precios y, consecuentemente sobre los salarios reales, es acotado.
Anclar el tipo de cambio no está exento de costos: competitividad y brecha
De la mano de una inflación que tendería a desacelerarse en los próximos meses, el Banco Central pareciera estar empezando a muy gradualmente quitar el pie del freno sobre dólar oficial para que un atraso supuestamente transitorio no afecte la competitividad cambiaria ya que, como tal, el atraso no está exento de costos: desde que comenzó el año el tipo de cambio real multilateral se apreció un 9,6%.
Si bien mantener una divergencia de 2-3 p.p. entre la dinámica de los precios y del tipo de cambio no puede ser una estrategia que se sostenga en el largo plazo, cabe destacar que no se partió de niveles de fuerte apreciación cambiaria como en otros períodos de memoria reciente. Por ejemplo, aun con los casi 10 puntos del atraso del 2021, este indicador todavía es un 23% más competitivo respecto al promedio del 2016 y 2017, de fuerte atraso cambiario real.
A su vez, acelerar el ritmo de depreciación no solo será necesario si se quiere recuperar lo perdido en el año en el tipo de cambio real: también es una de las medidas necesarias para combatir las brechas cambiarias. Al respecto, el CCL y MEP regulados (AL30 segmento PPT) continuaron avanzando en la semana (0,5% y 0,4% respectivamente) para ofrecerse al cierre de la rueda de hoy a $170,7 y $170,6 correspondientemente. Así, la brecha del CCL tradicional avanza 0,3 p.p. en la semana y se ubica en 74,4%, más de 12 puntos porcentuales por encima del promedio de marzo (62%). Las últimas dos grandes restricciones a la operación del contado con liquidación precisamente apuntan a evitar una escalada de su brecha con el oficial como la de septiembre-octubre del año pasado. Mientras tanto, el blue continúa oscilando en la zona de $180-$182, finalizó la semana en $182 y sigue exhibiendo la brecha más alta del mercado: 86%.
Por último, si bien hay stocks para continuar anclando el tipo de cambio, en agosto comenzó a revertirse el flujo. Desde que comenzó el año, liquidación excepcional del agro, cepo y DEGs mediante, el Banco Central recompuso considerablemente su poder de fuego: las Reservas Netas superan los USD 11.300 M y crecen casi un 130% en el acumulado anual (aunque sin los DEGs crecerían solo un 43%).
Sin embargo, la magnitud en la cual el Banco Central acumula divisas viene comprimiéndose en las últimas semanas. Incluso, en las últimas 5 ruedas con las que se cuentan datos oficiales, la autoridad monetaria tuvo que vender USD 351 M (la mayor venta acumulada semanal desde octubre) y, extraoficialmente, entre el miércoles y hoy habría terminado con un saldo neutro.
La principal razón no estuvo por el lado de la oferta (las liquidaciones de la agroindustria fueron similares al promedio mensual del año) sino por el lado de la demanda: ya en junio y julio se cursaron mayores pagos de importaciones por el MULC (alrededor de US$ 1.000 millones más por mes que en el promedio de enero-mayo), y esta tendencia pareciera haber continuado en agosto. Así, el Banco Central habría finalizado agosto prácticamente con un saldo neutro que en perspectiva histórica es una buena performance para un mes en el que mayoritariamente suele perder divisas.