Durante enero, el saldo comercial fue negativo y orilló los USD 500 M, colocándose como el peor arranque en cinco años. En su composición, el valor de las importaciones detuvo su caída (+2,5% i.a.) luego de hilvanar dos reducciones interanuales, arrojando un resultado próximo a los USD 5.400 M, manteniéndose, de este modo, en los valores promedios del último bimestre del 2022, cuando comenzaron a visualizarse los efectos de las restricciones.
Por lo tanto, el rojo comercial se explicó en mayor medida por el deslucido desempeño de las exportaciones (-12% i.a., USD 4.900 M), cuyo desplome respondió exclusivamente a los menores volúmenes remitidos al exterior (-13% i.a.). Las ventas externas estuvieron afectadas principalmente por el impacto de la sequía sobre la producción de trigo, la cual tiene su temporada alta de exportaciones durante el verano.
Traccionada por estos factores, las cantidades vendidas al exterior del rubro Productos Primarios (PP) cayeron 45% i.a., registrando el descenso interanual más agudo para un enero desde el 2005. Por caso, destacaron que las exportaciones en valores de trigo se redujeron aproximadamente USD 700 M respecto al año previo y, en menor medida, de maíz (USD -170 M). De esta manera, PP generó un ingreso de USD 1.100 M, valor similar al del mismo período de 2021, cuando los precios se ubicaban un 30% por debajo de los actuales.
Respecto a los demás rubros, destacó el aporte de las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) con USD 1.500 M, motorizado fundamentalmente por un aumento en las cantidades (12,5% i.a.) y consiguiendo el mejor arranque desde el 2018. En tanto que las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA), registraron una colocación externa de USD 1.800 M, similar al año previo, debido al sostenimiento de las ventas externas del complejo sojero.
Por el lado de las importaciones, las compras de energía colocaron a enero como el más elevado desde los años 90’ y pusieron un piso a la caída de las compras externas. De esta manera, el gasto por dicho concepto trepó a USD 700 M (+USD 350 M i.a.), impulsado por un aumento en volúmenes del 67% i.a. en un escenario de descenso en los precios (-18% respecto a diciembre), aunque aún muy por encima respecto al promedio histórico.
Sin embargo, las importaciones no energéticas continúan cayendo. Las cantidades de los usos no energéticos mostraron una contracción interanual durante enero, destacando Bienes Intermedios (-11% i.a.) y Bienes de Capital (-12% i.a.). Piezas y accesorios para Bienes de Capital fue el único rubro en registrar un crecimiento en cantidades (+25% i.a.), implicando una salida de USD 1.200 M (+USD 200 M i.a.).
¿Qué esperamos hacia adelante?
La sequía y las consecuencias de las últimas heladas tempranas podrían derivar en una reducción adicional del intercambio comercial. Si se tiene en cuenta sólo la sequía, las entidades especializadas convergen en una reducción de las exportaciones en torno al USD 10.000 M respecto al ciclo pasado. En este marco, las heladas tempranas sufridas durante la pasada semana arrojan una nueva incógnita a una campaña golpeada por los efectos de la falta de lluvias y humedad de los suelos.
Asimismo, el gasoducto NK se torna cada vez más fundamental. Los acuerdos energéticos con Brasil – un potencial pago en monedas locales, liberalización de gas boliviano – y las estrategias por adelantar importaciones– se licitaron treinta buques de GNL, cuyos efectos en el ICA comenzarían a verse en febrero- no serán suficientes si no se llegan a resultados concretos antes de la temporada invernal.
Estas dos variables definirán el espacio para la profundización de las restricciones. Si la sequía y las heladas golpean más de los previsto a las exportaciones agrícolas y el gasoducto NK no logra ponerse en marcha en tiempo y forma, las importaciones no energéticas podrían verse más castigadas durante el año y sufrir restricciones que las coloquen aún más por debajo de 2022.