Política

La pelea de Macri con Bullrich y los desincentivos para un acuerdo Macri-Milei

Esta semana tuvimos la confirmación explícita de algo que se venía insinuando, que es la relación conflictiva que se gestó entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich. El conflicto estalló luego de que un eventual acuerdo para que la Ministra de Seguridad presidiera la Asamblea partidaria del PRO voló por los aires por la decisión de Bullrich de echar a su segundo en el Ministerio (una persona cercana a Cristian Ritondo), denunciándolo por corrupción. Esa decisión había ocurrido en represalias a que la ministra advertía que querían correrla de aquel rol partidario, cuando se anunció que el propio Ritondo presidiría el PRO bonaerense en lugar de quien lo estaba presidiendo actualmente, la dirigentes Daniela Reich, una aliada de Bullrich.

Aunque la Asamblea no presenta actividad constante, su relevancia radica en que es la instancia en la que se definen las estrategias de alianzas partidarias, teniendo -por ejemplo- la decisión final respecto a la posible unión del partido con La Libertad Avanza. El acuerdo de palabra pactado a principios de año era que Mauricio Macri y Patricia Bullrich presidirían el Consejo Directivo del PRO y la Asamblea respectivamente. Sin embargo, el macrismo desconoció ese acuerdo, en represalia a algunas actitudes de Patricia Bullrich.

Todo esto derivó en la ruptura explícita de la relación entre los dos principales auspiciantes de Javier Milei desde Juntos por el Cambio una vez confirmado el balotaje presidencial, Mauricio Macri y Patricia Bullrich, y que son a su vez los dos principales referentes del PRO, es esencialmente dos cosas: 1) la consecuencia previsible de una dinámica que se había vuelto inconducente por las dificultades para avanzar en un acuerdo Milei-Macri, y 2) una señal de agravamiento de las condiciones de gobernabilidad del actual oficialismo.

1) El potencial acuerdo Milei-Macri y una dinámica que se había vuelto inconducente

Detrás de todo acuerdo político hay en realidad un intercambio de conveniencias. Esas conveniencias pueden ser una apuesta a futuro (juntémonos que juntos ganamos y maximizaremos nuestros recursos) o un intercambio de beneficios (juntémonos que juntos somos más poderosos, pero compartamos nuestros recursos). Cuando se está en el poder, puede haber de los dos componentes, pero prevalece el segundo. Desde el poder, la  conveniencia puede ser a futuro, pero se necesita efectividades conducentes del presente para terminar de justificar el acuerdo. Esto último supone: 1) cargos, 2) recursos, o 3) roles y funciones (influencia).

Desde que se inició el ciclo de Milei que se advertía la factibilidad de que La Libertad Avanza confluyera con el PRO en una alianza política. Los dos tenían visiones parecidas respecto de lo que había que hacer,  solo era necesario que se lograran los acuerdos de conveniencia necesarios. Pero eso nunca ocurrió en parte porque había un problema irresoluble: Milei no quería compartir el liderazgo sobre el rumbo con Macri, y Macri no quería apoyar el rumbo sin tener incidencia en su definición. Es decir, además de no haber acuerdo por cargos (lugares en el gabinete) y recursos (deuda de coparticipación para CABA), el acuerdo posible que quedaba era solo el coalicional (asignación de roles y funciones comunes) y nunca Milei puso esa posibilidad sobre la mesa.

Y en parte Milei no puso eso sobre la mesa, porque probablemente advirtió que lo que Macri podía ofrecer para asumir roles y funciones de incidencia en el rumbo, eran apoyos que el Presidente ya estaba efectivamente logrando por la migración que hubo de apoyos de votantes de Juntos por el Cambio a La Libertad Avanza. Algo de eso se advierte al analizar la procedencia de los votantes que manifiestan intención de voto a La Libertad Avanza si hoy fueran las elecciones legislativas de 2025. Y es este factor el que en algún punto había vuelto a esta dinámica hacia un potencial acuerdo político LLA-PRO como inconducente. 

2) Una señal de agravamiento de las condiciones de gobernabilidad del oficialismo

Las dificultades del oficialismo para avanzar en la toma de decisiones (la sanción de leyes), quedaron en evidencia en la discusión de la ley Bases. El agravante es que la discusión de la Ley Bases tuvo un condimento que “facilitó” su sanción y que no lo tendrán los próximos proyectos del oficialismo: el hecho de ser la primera ley del Gobierno. Con el paso del tiempo, la presión sobre los bloques dialoguistas para “darle herramientas al oficialismo” dejará de ser un factor facilitador de los acuerdos, y los bloques dialoguistas se pondrán más exigentes para dar su apoyo. Si a esto le agregamos que el principal bloque aliado del oficialismo toma distancia cómo consecuencia del deterioro de la relación entre Milei y Macri, podríamos advertir que esta situación producirá un agravamiento de las ya delicadas condiciones de gobernabilidad de La Libertad Avanza.

 



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