El IPC Nacional INDEC trepó 6,0% mensual en enero, acelerándose 0,9 p.p. respecto al registro de diciembre (5,1%). De esta forma, la variación resultó similar a la observada en septiembre y octubre (6,25% promedio), meses previos a la marcada desaceleración de noviembre. Por primera vez en cinco meses, el registro se ubicó por encima de la expectativa del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 5,6%. En la comparación interanual, la inflación ascendió a 98,8%, la medición más elevada desde octubre de 1991. Así, observamos que, tras los dos shocks de 2022, la dinámica inflacionaria se estaría estabilizando en un nivel significativamente más alto al previo.
El IPC Nucleó volvió a acelerarse (levemente) respecto al mes previo (+5,4%, 0.1 p.p. por encima de diciembre), mostrando la persistencia de una inercia elevada. La elevada inercia inflacionaria se ve reflejada en una mayor velocidad de ajuste de precios, sumado a plazos de renegociación más cortos en los contratos formales e informales, incertidumbre sobre los costos de reposición producto de las restricciones a las importaciones y volatilidad de la brecha cambiaria.
Por su parte, los precios Estacionales -que fueron los que mayor dinamismo enseñaron-se incrementaron 7,9% (131,7% i.a.), donde impactaron las subas en frutas y verduras. Por último, los precios Regulados anotaron un alza del 7,1% (+93,5% i.a.), dinamismo que se explica por la incidencia de los aumentos en tarifas de gas y agua, transporte público, combustibles, prepagas y servicios de telefonía e internet.
Los rubros con mayores aumentos fueron Recreación y Cultura (+9,0%), explicado principalmente por las subas en servicios de turismo producto del inicio de la temporada alta y el incremento en el servicio de televisión por cable. Le siguió Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+7,9%), impulsada por las actualizaciones en las tarifas de servicios públicos regulados, y Comunicación (7,9%), traccionado por los aumentos de telefonía e internet. Por el contrario, las divisiones con menor variación en enero fueron Prendas de vestir y calzado (2,3%) y Educación (1,1%).
Alimentos y bebidas mostró la mayor suba en cinco meses. Luego de tres meses consecutivos creciendo por debajo del nivel general, el índice de Alimentos y Bebidas se ubicó por encima, mostrando una variación mensual de 6,8%, la más alta desde el 7,1% mensual de agosto pasado. Dentro del capítulo, los rubros con mayores aumentos fueron Verduras (+19,0%) y Frutas (+11,5%), afectados por factores estacionales y efectos climáticos adversos (sequía y heladas). En particular, los alimentos que mostraron una mayor variación mensual fueron el tomate (+64,8%), la naranja (+48,9%), la manzana (+31%) y la papa (+24,7%).
En enero no impactaron en gran medida aún los grandes saltos en los precios de la hacienda desde la segunda quincena de enero (+40% desde entonces). La división Carnes y derivados creció 3,9%, mientras que el relevamiento del IPCVA indicó que la carne vacuna subió apenas 1,7% en enero. No obstante, esperamos que estas subas se vean reflejadas en el índice de febrero.
En enero se observó cierto impacto del programa Precios Justos. El IPC Consumo Masivo (compuesto principalmente por productos empaquetados de alimentos y bebidas) creció 5,2%, 0.8 p.p. por debajo del nivel general. Más aún, algunos rubros atravesados por el programa crecieron muy por debajo del índice de alimentos y bebidas: Café, té, yerba y cacao subió 3,9%; Pan y cereales, 4,4%; Aceites, grasas y manteca, 4,5%; y Leche, productos lácteos y huevos, 4,8%.
No obstante, esto no alcanzó para contener el número de enero, principalmente porque, según el informe de INDEC, en enero los precios relevados que se encuentran dentro de programas de acuerdo entre el Estado y las empresas representan sólo el 3,65% del total de precios relevados en GBA, un número apenas por encima del promedio 2016-2022.
¿Qué esperamos para los próximos meses?
La nominalidad se mantendrá elevada en los próximos meses, con un 2023 que no mostraría una desaceleración significativa respecto a 2022. En principio, los primeros relevamientos de febrero dan cuenta que la aceleración inflacionaria se consolida. En el registro del mes impactará la postergada ronda de actualizaciones en las tarifas de electricidad, nuevas subas en combustibles (4%), en medicina prepaga, en telefonía, internet y cable (9,8%) y en personal de servicio doméstico (5%). Además, se espera un mayor dinamismo en el precio de la carne vacuna por las ya mencionadas subas del ganado en el Mercado Agroganadero de Cañuelas. Por el contrario, esperamos que los rubros más ligados al turismo pierdan algo de energía en tanto febrero es menos importante estacionalmente.
Hacia adelante, distintos factores seguirán presionando sobre una inercia inflacionaria difícil de desarmar en el corto plazo. Entre ellos, el impacto de la sequía sobre el precio de algunos alimentos; el traslado al consumidor del ajuste en los precios de la hacienda vacuna; la dinámica de los ajustes salariales en un año de elecciones; los incrementos pendientes en las tarifas de servicios públicos; un crawling peg cambiario más alineado con la inflación; las restricciones sobre las importaciones y tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación en medio de la transición electoral.
Como contrapeso, el amplio set de acuerdos de precios instrumentados por el Gobierno con distintos sectores productores de bienes y servicios bajo el paragua de Precios Justos -renovados y ampliados este mes hasta junio inclusive-, junto con la ausencia de shocks como los ocurridos el año pasado (guerra en Ucrania, renuncia de Martín Guzmán) que permitan mantener contenida la brecha cambiaria, podrían contribuir a moderar la inercia y las expectativas de inflación, aunque no sustancialmente. Ahora bien, la perspectiva de una persistencia en la escasez de divisas dificultará el cumplimiento de la parte que le toca al Gobierno en Precios Justos: garantizar un mayor acceso al MULC, por lo cual la estrategia oficial presentará riesgos en los meses que siguen.
En este contexto, la meta del Gobierno de una inflación alrededor del 60% i.a. para diciembre luce sumamente desafiante, teniendo en cuenta que para lograrlo de febrero a diciembre la variación mensual del IPC debería ser en promedio de 3,8%. Sin embargo, la intención oficial ordenar la nominalidad al 60%, en un contexto de ajuste fiscal y una política monetaria contractiva, resulta mejor que intentar meramente que la inflación no se acelere. En este sentido, es valorable la coordinación desde comienzos de año, ya que de cualquier otro modo la inflación iba a superar cómodamente los tres dígitos este año.