Tal y como adelantó nuestro IPC GBA Ecolatina, en febrero se consolidó la aceleración inflacionaria de inicios de 2023. El IPC INDEC Nacional trepó 6,6% mensual en febrero, acelerándose 0.6 p.p. respecto al mes previo y situándose por segundo mes consecutivo por encima de la expectativa del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 6,1%. En la comparación interanual, creció 102,5%, el registro más elevado en 32 años (en octubre 1991 había sido de 102,4% i.a.). De esta forma, la inflación acumulada en el primer bimestre ascendió al 13,1%.
La notable aceleración del IPC Núcleo de 5,4% a 7,7% m/m (mayor variación desde que se reinició la serie en 2017) es preocupante: al proveer una aproximación del comportamiento tendencial del nivel general de precios -excluyendo precios regulados, estacionales o con un alto componente regulado – el indicador da cuenta de la persistencia de una elevada inercia del proceso inflacionario.
Como venimos señalando, la necesidad de evitar una disparada en la inflación no responde únicamente a procurar recuperar algo de “capital político” de cara a las elecciones, sino a que una aceleración inflacionaria genera mayores presiones a acelerar el crawling peg y a subir las tasas de interés, volviendo más inestable al escenario.
La velocidad que adquirió esta categoría -la que más le importa al BCRA- ejercerá presión sobre la autoridad monetaria en su próxima decisión sobre la tasa de política monetaria (TPM): al rendir 6,3% de TEM mensual, la tasa de interés real ex-post de febrero pasó a terreno negativo (-0,3% mensual). Cabe recordar que el mes pasado el argumento central del BCRA para mantener inalterada la TPM fue que la inflación Núcleo se había ubicado en un nivel similar al de diciembre (5,4%, +0,1 p.p.).
Desempeño por categorías
La principal preocupación es que el mayor incremento del mes fue el de Alimentos y bebidas no alcohólicas (+9,8%), división con mayor preponderancia en la canasta de consumo de los hogares más pobres. La incidencia en el nivel general de este rubro fue tal que, de excluir este capítulo, el IPC habría trepado 5,4%. A su interior, se destacó el alza de Carnes y derivados (+19,5%), Frutas (+13,9%), y Leche, productos lácteos y huevos (+7,6%). Por el contrario, la caída en Verduras, tubérculos y legumbres (-1,7%) moderó al indicador.
En segundo lugar, se destacó la suba en Comunicación (+7,9%), donde incidió el alza de los servicios de telefonía, cable e internet y Restaurantes y hoteles (+7,6%). Por otra parte, los incrementos en las cuotas de las prepagas impactaron sobre la división Salud (+5,3%), al tiempo que el aumento en combustibles incidió sobre Transporte (+4,9%).
Al igual que viene ocurriendo desde noviembre, Prendas de vestir y calzado (+3,9%) se movió por debajo del promedio, al igual que Educación (+3,4%).
El IPC Consumo Masivo, que contiene mayormente precios empaquetados y está atravesado por el programa “Precios Justos”, volvió a acelerarse (registró +6,4%, 1,2 p.p. por encima del mes anterior). Cabe recordar que, por la renovación del acuerdo, en febrero hubo aumentos de 9% para los productos congelados (1.925 productos de consumo masivo) y se bajó la pauta de aumentos acordados de 4% a 3,2% mensual, para otros 50.000 productos.
Por otro lado, Estacionales creció 3,3% (+120,8% i.a.), impulsado por los aumentos en Frutas, aunque moderado por las ya mencionadas caídas en Verduras, mientras que Regulados subió 5,1% mensual (+97,3 i.a.).
¿Qué esperamos para los próximos meses?
Por motivos estacionales, marzo tiende a ser un mes con inflación mensual más elevada que el promedio del resto del año, donde suelen incidir los mayores aumentos en Indumentaria –por el cambio de estación- y Educación -por el inicio de clases-. En ese sentido se entiende la decisión del Gobierno de incluir a estos sectores bajo el paraguas del programa “Precios Justos”: una mayor aceleración de precios en marzo le imprimiría mayor tensión al esquema económico del Gobierno. No obstante, para el mes esperamos una inflación al menos tan elevada como la de febrero.
En este marco, marzo será un mes donde impactarán puntualmente distintos aumentos: colegios privados (+16,4%); prepagas (+7,7% para quienes perciban ingresos netos iguales o superiores a $392.562 y +5% para quienes tengan salarios inferiores a ese monto); tarifas de subte (38%); combustibles (+3,8%); trenes y colectivos (+6%); las tarifas de agua y gas; los precios de televisión, cable e internet, los taxis (30%) y el servicio doméstico (+4%).
Hacia adelante, distintos factores seguirán presionando sobre una inercia inflacionaria difícil de desarmar en el corto plazo. Entre ellos, el impacto de la sequía sobre el precio de algunos alimentos; margen para un mayor traslado al consumidor del ajuste en los precios de la hacienda vacuna; la dinámica de los ajustes salariales en un año de elecciones; los incrementos pendientes en las tarifas de servicios públicos; un crawling peg cambiario más alineado con la inflación; las restricciones sobre las importaciones y tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación en medio de la transición electoral.
¿Y Precios Justos? Si bien el programa puede contribuir a moderar los aumentos en algunos sectores, presenta tres principales debilidades que le restan eficacia: (i) rige mayormente en super e hipermercados, pero no en pequeños autoservicios o comercios de cercanía, donde consumen en mayor medida los hogares de deciles de ingresos más bajos; (ii) está compuesto esencialmente por productos empaquetados, y la dificultad de concretar un acuerdo amplio y robusto para los alimentos frescos (frutas, verduras, carne vacuna) radica en la gran atomización de los productores, el elevado índice de informalidad y el impacto sobre los precios de factores asociados a la estacionalidad, los ciclos biológicos y/o las inclemencias climáticas; (iii) la aguda escasez de divisas dificultará el cumplimiento del compromiso de garantizarle a las empresas un mayor acceso al MULC, acrecentando los riesgos de un resquebrajamiento de algunos acuerdos.
Como destacamos en un informe reciente, los acuerdos de precios resultan insuficientes para utilizarse de manera aislada como herramienta para desinflacionar en forma sostenida. En el marco de la implementación de un plan de estabilización técnicamente sólido, con amplio respaldo político y creíble para los agentes económicos, los acuerdos pueden funcionar como un complemento para alcanzar el objetivo de moderar la inercia inflacionaria y anclar expectativas, pero comprendiendo su rol y sus limitaciones.
En este contexto, la meta del Gobierno de una inflación alrededor del 60% i.a. para diciembre luce cada vez más inasequible. A modo ilustrativo, entre marzo y diciembre la variación mensual del IPC debería ser en promedio del 3,5%. Sin embargo, creemos que la tentativa oficial ordenar la nominalidad al 60%, en un contexto de ajuste fiscal y una política monetaria contractiva, resulta mejor que intentar meramente que la inflación no se acelere. En este sentido, es valorable la mayor coordinación del equipo económico, ya que de cualquier otro modo la inflación iba a superar cómodamente los tres dígitos este año.
En consecuencia, esperamos que la nominalidad se mantenga elevada los próximos meses, con un 2023 mostrando una inflación en la zona del 100%.