Actividad

La industria y la construcción, golpeadas en 2019

¿Cómo le fue a la industria en 2019?

Luego de 19 meses de contracción ininterrumpida, la industria logró en el último mes de 2019 mostrar un resultado positivo: el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI manufacturero) mostró una suba del 1,2% i.a. en diciembre y 1,1% en su medición desestacionalizada. El cambio de tendencia se dio gracias desempeño de Alimentos y Bebidas y Productos Textiles, este último en un contexto de baja base de comparación. Con dicho resultado, la industria culminó el 2019 con una caída del 6,4% anual y en niveles de actividad anteriores a 2007.

Analizando el acumulado del año, todas las divisiones mostraron contracciones. El peor desempeño se lo llevaron las industrias vinculadas al mercado interno, ya que producto de la recesión y el deterioro de la demanda doméstica, se vieron obligadas a acumular stocks y producir muy por debajo de su capacidad instalada. En este sentido, Prendas para Vestir mostró una disminución del -11%, Productos de Metal un deterioro del -9% y Muebles y Otras industrias sufrieron una caída del -12%. Al mismo tiempo, ante elevadas tasas de interés y racionamiento del crédito, las industrias relacionadas a la inversión productiva también se vieron golpeadas: Maquinarias y Equipos, Vehículos Automotores y Otros Equipos de transporte mostraron caídas acumuladas del -15%, -22% y -37%, respectivamente.

Por otra parte, las industrias vinculadas a sectores con ventajas comparativas y potencial exportador –agropecuario y petróleo y gas – fueron las que sufrieron menores contracciones. En este sentido, Alimentos y Bebidas se mantuvo estable (-0,1%) y Refinación del Petróleo y Combustible mostró una leve caída del -1%. En el primer caso, el nivel récord de cosecha agrícola y la mayor demanda dese China, hicieron que Moliendas y Cereales y Carnes se mantengan en terreno positivo a lo largo del año. En el segundo, el desarrollo de hidrocarburos no convencionales en Vaca Muerta explicó el buen desempeño del sector.

¿Y a la construcción?

El Indicador Sintético de la Actividad (ISAC) se contrajo 6,4% i.a. en diciembre, acumulando 16 meses consecutivos de caída. En la medición desestacionalizada muestra una abrupta recesión (-7,3% i.a.) alcanzado el nivel más bajo desde la primera publicación del indicador en el año 2012. En el acumulado del año, la actividad registró una reducción del 8% en 2019.

El deterioro del sector se dio en un contexto de extrema volatilidad cambiaria y elevada incertidumbre. En este sentido, a pesar de que la rentabilidad de la oferta fue mayor -gracias al aumento del precio de las viviendas en dólares y la caída de los costos medidos en moneda dura- la demanda se desplomó. La caída del poder de construcción del salario y la falta de financiamiento producto de las altas tasas de interés explican dicha dinámica.

¿Qué esperamos a futuro?

Las perspectivas para el comienzo del 2020 continúan sin ser favorables. Producto de la incertidumbre que genera el desenlace de la restructuración de la deuda, esperamos que en el primer semestre la industria y la construcción continúen mostrando un magro desempeño. De todas maneras, algunas señales de recuperación podrían materializarse hacia la segunda parte del año.

Por un lado, las industrias relacionadas al sector externo continuarían en terreno positivo producto del buen desempeño que mantendrá el sector primario. De todas maneras, la pérdida de competitividad cambiaria y el aumento de las retenciones podrían actuar como desincentivo. Por otro lado, los créditos subsidiados a PyMEs e industrias mano de obra intensivas, sumado a restricciones a las importaciones, podrían generar un repunte cuando la demanda interna se reactive.

En cuanto a la construcción, considerando que el gobierno se encuentra realizando esfuerzos para alcanzar un resultado primario consistente, podemos prever que la inversión pública se mantendrá postergada en el corto plazo. Sin embargo, a pesar de que la inversión productiva tampoco mostrará importantes signos de recuperación durante el año, algunos factores podrían generar que la obra privada se movilice.

Por el lado de la demanda, el cepo cambiario podría dinamizar al sector, teniendo en cuenta que ante falta de alternativas de ahorro, los hogares y las empresas pueden optar por la construcción para resguardar el valor de sus activos. Además, pueden existir medidas que mejoren la capacidad de financiamiento del sector, tales como el plan ProCreAr. Por el lado de la oferta, si el tipo de cambio no se atrasa significativamente, la rentabilidad ganada con las sucesivas devaluaciones y el aumento del precio de las viviendas seguirá actuando como incentivos para los desarrolladores. De esta manera, la construcción podría mostrar signos de recuperación hacia fines de año.



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