Empleo e Ingresos

El mercado laboral durante el primer semestre

La tasa de desempleo alcanzó 7,6% de la Población Económicamente Activa en el segundo trimestre del 2023, continuando niveles similares a los de la primera parte del año. Pese al incremento respecto al año previo, esta dinámica por el momento no luce tan preocupante teniendo en cuenta la magnitud de la recesión.

Al mismo tiempo, la participación en el mercado de trabajo se mantiene elevada, por lo que es difícil pensar en la existencia de un efecto desaliento. Al contrario, el empleo creció -un acotado 0,4% i.a.- en el primer semestre en los 31 aglomerados urbanos que releva la EPH. La construcción y la administración pública fueron las ramas de actividad que mostraron las contracciones más relevantes durante dicho período.

La principal diferencia con la dinámica vigente hasta 2023 es el incremento en la presión sobre el mercado laboral. Si observamos a los desempleados junto a los ocupados que buscan empleo, creció casi 10% la cantidad de personas que está detrás de un nuevo puesto de trabajo.

¿Qué ocurrió en el mercado de trabajo durante los primeros seis meses de gobierno?

En base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el INDEC informó que la tasa de desempleo alcanzó 7,6% de la Población Económicamente Activa (PEA) durante el segundo trimestre del año. De este modo, se mantuvo en niveles similares a los del primer trimestre.

Si bien el aumento respecto a la primera mitad del año pasado es de aproximadamente 1 p.p., la dinámica no luce demasiado grave a la luz de la profunda recesión: la actividad cayó 2% desde a lo largo del primer semestre (casi 4% si contemplamos también noviembre). A modo de comparación, el desempleo había promediado casi 10% de la PEA en 2019, con un nivel de actividad casi 5% superior, teniendo en cuenta también la evolución de la población desde entonces.

Tampoco resulta pensar por el momento que esta dinámica se debe al efecto desaliento, que refleja que las personas dejen de buscar empleo ante la percepción de que será difícil conseguirlo. Al respecto, la participación en el mercado laboral creció 1,5% i.a. en la primera mitad del año, por encima del crecimiento poblacional (en torno a 1%). Como resultado, la participación se mantiene elevada -por encima del 48% de la población-, lo que implica, en estos niveles de desocupación, que el empleo sigue firme pese a la crisis.

Más en detalle, encontramos que el empleo creció un módico 0,4% i.a. en el primer semestre, traccionado por los asalariados formales (+1,6% i.a.) y el cuentapropismo (+0,5% i.a.) en todas sus modalidades. En cambio, los asalariados informales cayeron 2% i.a., evidenciando, tal como había ocurrido el año pasado, que son el grupo que más sufre y absorbe el efecto de la crisis en el mercado laboral.

Sin perjuicio de esto, durante los primeros seis meses de gobierno, las dos ramas de actividad que están siendo más afectadas son la construcción (-10,6% i.a.) y la administración pública (-7,6% i.a.). La primera, caracterizada con una alta tasa de informalidad, está contribuyendo al deterioro del trabajo no registrado, mientras que la segunda posiblemente este limitando el crecimiento del empleo formal. Ambos casos son consecuencia del importante ajuste del gasto que lleva adelante el gobierno, afectando la obra pública y los puestos de trabajo y contrataciones del Estado.

Por otro lado, pese a la mejora de los ingresos laborales desde el comienzo del año, la recuperación todavía es acotada teniendo en cuenta del deterioro previo. En este sentido, los salarios reales de la economía habrían caído casi 20% a lo largo del primer semestre. Una primera consecuencia de esto es que -especialmente en un contexto de caída de los ingresos no laborales- más gente se vuelque al mercado de trabajo para apuntalar los ingresos familiares, lo que se ve con el incremento de la participación laboral.

Con el mismo objetivo, un segundo aspecto a considerar es que quienes estén trabajando también busquen un nuevo empleo. Esta parte de la población, sumada a los desocupados, ocasionaron un incremento de la presión sobre el mercado laboral, que aumentó 9,6% i.a. durante el primer semestre, revirtiendo significativamente la tendencia de los últimos dos años.

En conjunto, esto puede explicar que el crecimiento del desempleo como una de las principales preocupaciones de la población captado en diversas encuestas de opinión pública -y favorecido por la abrupta baja de la inflación- tiene que ver no tanto con la destrucción de puestos de trabajo que está ocurriendo, sino con las consecuencias que podría tener en una familia que un miembro pierda su empleo.

¿Qué esperamos para la segunda mitad del año?

La mejora en los distintos indicadores laborales dependerá de la trayectoria de la actividad. Si la economía acelera la recuperación económica seguramente traccionará el nivel de empleo en todas sus modalidades y evitará que el desempleo continúe creciendo. No obstante, dado que el impacto de la recesión fue relativamente acotado en el mercado de trabajo, es de esperar que la recuperación posterior tampoco tenga un efecto diferencial.

Por otro lado, posiblemente la mencionada presión sobre el mercado de trabajo no ceda tanto, incluso si se percibe una mejora en los ingresos laborales. Esto se debe a que continuará el cambio en el salario relativo de algunos sectores, por lo que los trabajadores que allí se desempeñen buscarán recomponer sus ingresos en otros empleos. El caso del sector público puede ser el más paradigmático pero algunas industrias -textil, por ejemplo- también podrían verse afectadas por este cambio en la tendencia.



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