Empleo e Ingresos

El impacto de la pandemia en los ingresos de los hogares

La pauperización del empleo y la “redistribución” del poder adquisitivo

En el primer trimestre del 2020, el ingreso total familiar mostró un mejor desempeño en los hogares de menores recursos que en los de mayores. Concretamente, el ingreso creció casi 1% i.a. en términos reales en los hogares correspondientes a los cuatro primeros deciles, mientras que en las familias del 20% superior de la pirámide cayeron cerca de 4% i.a.

Esta dinámica respondió fundamentalmente a que la pérdida de poder adquisitivo de los sectores de menores recursos en 2018 y 2019 alentó a nuevos miembros del hogar a sumarse al mercado de trabajo y/o a que los miembros activos incrementaran las horas remuneradas. De esta manera, se generaron mayores fuentes de ingreso, que mejoraron los recursos totales compensando el menor ingreso real individual. En este sentido, el impulso del empleo informal de los últimos años, en especial bajo la modalidad cuentapropista, explica esta dinámica.

No obstante, estos datos “positivos” no pudieron sostenerse más allá de marzo 2020: con la llegada de la pandemia y la cuarentena, los hogares de menores recursos volvieron a ser los más perjudicados producto de la mayor incidencia de trabajos que no pueden realizarse a distancia y la elevada informalidad (la imposibilidad de operar en pequeñas unidades productivas no registradas implica dejar de cobrar). De todas formas, la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) -el Estado Nacional asiste transitoriamente a más de nueve millones de personas- está compensando parte del fuerte deterioro de los ingresos laborales en dichos hogares.

El impacto asimétrico de la pérdida de empleo en los ingresos laborales

Según nuestras estimaciones, cerca de tres millones de trabajadores, compuesto principalmente por informales y cuentapropistas, tuvieron serias dificultades para realizar sus actividades durante el aislamiento. Ramas como construcción, hotelería, gastronomía, servicios vinculados al entretenimiento, servicio doméstico, fueron los más afectados. Considerando el elevado grado de informalidad y desprotección que pesa sobre estos sectores, es probable que los ingresos laborales se hayan reducido muy significativamente.

En el extremo opuesto, los sectores de mayores ingresos -y también de mayor formalidad- pudieron realizar gran parte de sus tareas de manera remota cuando no estuvieran empleados en sectores “esenciales”.

Por lo tanto, podemos afirmar que el porcentaje de empleos paralizados por el aislamiento está siendo mayor en los hogares de menores ingresos. En términos numéricos, alrededor de la mitad de los puestos de trabajo del 20% de los hogares de menores ingresos (per cápita) habrían sido afectados por la cuarentena. Este porcentaje se reduce paulatinamente hasta rondar el 25% en el 30% de los hogares de mayores recursos.

Estos factores sugieren que la cuarentena está teniendo un impacto regresivo sobre la distribución de los ingresos laborales de los hogares.

El Estado compensa parte de la caída de los ingresos de los hogares vulnerables

El consumo está sufriendo una fuerte contracción durante la cuarentena, tanto por las restricciones a la oferta como a la demanda. En este sentido, no es una novedad marcar que sectores como esparcimiento, gastronomía, turismo, entre otros, están con ventas en mínimos históricos. Asimismo, tampoco es “novedoso” puntualizar que, por la incertidumbre y el temor a la pérdida de los puestos de trabajo, se incrementó el ahorro precautorio, desplomando las compras de bienes durables. En este marco, lo único que se sostienen son las ventas de consumo masivo, aunque con heterogeneidad. Pero, ¿cómo impactará el efecto distributivo de la cuarentena? ¿y cómo se reconfigurará el consumo una vez pasada la pandemia?

Partiendo de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares del INDEC, sabemos que el 30% de los hogares de mayores recursos concentra casi la mitad del gasto total de las familias. Dado que este sector sería el menos golpeado por la cuarentena, su impacto sobre el consumo debería ser acotado. Pensando también que los ahorros previos son mayores que en el resto de la población, no necesita aumentar significativamente el “ahorro precautorio” e incluso puede utilizar los excedentes acumulados para no modificar significativamente su consumo.

Sin embargo, también se evidencia un deterioro -aunque menor- del poder adquisitivo de dichos hogares. Incluso en el caso de los trabajadores formales, se verifican caídas importantes del salario en términos reales, e incluso nominales (trabajadores suspendidos, profesionales cuentapropistas y dueños de PyMEs). Habrá que ver especialmente qué sucede con las negociaciones colectivas una vez terminada la pandemia -que explican alrededor del 60% de los ingresos de este segmento de hogares-, pero la situación actual no permite ser optimista.

Por otra parte, según la misma ENGHo, el 40% de las familias de menores ingresos, es decir, aquellas que más se ven afectadas por la cuarentena, explican el 25% del gasto total. Por lo mencionado anteriormente, las perspectivas de ingreso laborales son más desalentadores en estos hogares, pero este deterioro está siendo atenuado por el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), al cubrir en promedio cerca del 40% de los ingresos laborales de este segmento. En consecuencia, se reduce la caída del consumo de los hogares de menores recursos, que justamente destinan una mayor parte de su ingreso al consumo masivo.

En este sentido, es preocupante la situación de los sectores medios. Sin ahorros significativos sobre los cuales apoyarse, el deterioro del empleo y/o salarios los afecta particularmente ante la ausencia de ingresos no laborales que compensen la dinámica. En este punto, no solo es relevante la cantidad de hogares que pueden caer bajo la línea de pobreza sino las perspectivas del mercado laboral.

La velocidad de la recuperación del empleo y la reanudación de paritarias cuando se levante plenamente la cuarentena, marcarán el ritmo del gasto de los hogares, especialmente de la clase media. Asimismo, la evolución de los ingresos no laborales y las políticas públicas (renta universal) serán claves para entender qué pasará con el gasto de los hogares de bajos ingresos.

Lamentablemente, será muy difícil que el consumo recupere el nivel de 2019 durante la primera mitad del mandato de Alberto Fernández. No obstante, la recuperación post pandemia, permitiría a los rubros más afectados (bienes y servicios no esenciales) comenzar a recuperar el largo terreno perdido.

 

 



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