Una mirada distinta de aproximación a la escena electoral puede ser consultar sobre el deseo de triunfo oficialista u opositor, sobre todo porque las elecciones legislativas suelen ser elecciones donde se plebiscita el rumbo de gobierno (¿se vota para premiar o castigar al gobierno?). Allí, el oficialismo recoge más del 40% de deseo de triunfo, contra un 50,5% que desea que gane la oposición. Son números que maridan muy bien con los niveles de apoyo al gobierno, o la imagen del presidente.
Pero esos números de apoyo al oficialismo no se traducen siempre de manera perfecta hacia la identidad partidaria del oficialismo, más para una identidad partidaria nueva que irrumpió con fuerza en la elección en 2023.
Por ello La Libertad Avanza registra niveles de intención de voto inferiores al deseo de triunfo oficialista. De hecho, en este último mes hubo una caída de 3 p.p. en la intención de voto de LLA, que se combina con un incremento del voto del PRO a nivel nacional. Algo que no marida bien con lo sucedido en la elección de CABA, pero que pudiera ser evidencia de alguna reacción de los votantes a cosas que han sucedido en la escena como la caída de la Ley de Ficha Limpia, según lo analizado anteriormente.
El oficialismo empieza a lidiar con una realidad típica de los oficialismos, y es que la gente disconforme descarga su inconformidad con él, lógicamente. Ello genera un sentimiento de deseo de NO triunfo oficialista alto. Pero ese deseo no se canaliza siempre en una solo oferta opositora, lo que le permite al oficialismo no sufrir las inclemencias de ello. Pero como contraparte, el oficialismo si puede aprovechar el también concentrado deseo de NO triunfo del kirchnerismo para sí mostrarse como única opción para evitar que vuelva el kirchnerismo al poder. Ese es el voto disponible que irá a buscar capitalizar LLA con su estrategia de polarización con el kirchnerismo.