¿Qué sucedió en noviembre?
El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) mostró una caída del 1,9% i.a. y acumuló en los primeros once meses de 2019 una contracción del 2,3% i.a. En la medición desestacionalizada, el indicador registró una baja del 1,7% mensual en noviembre, revirtiendo gran parte del avance experimentado en octubre (+2% mensual).
Analizando por ramas de la actividad, la mayor caída se la llevo la producción de Bienes, que cayó un -2,3% i.a. producto del magro desempeño de la construcción (-6,9% i.a.) y la industria manufacturera (-4,8% i.a.). Por su parte, los Servicios no corrieron una suerte distinta: retrocedieron -1,6% i.a, producto de la caída de los sectores de Intermediación Financiera y Comercio (-8,5% i.a. y -5% i.a., respectivamente).
¿A qué se debió la contracción?
La tercera corrida cambiaria en la era Cambiemos, desatada tras los resultados de las PASO, echo por tierra la leve reactivación que experimentaban algunos sectores en la previa de las elecciones. La fuerte devaluación del Peso, la consecuente aceleración de la inflación, el aumento de la tasa de interés de referencia y la implementación del cepo cambiario hicieron sentir sus efectos negativos sobre la actividad económica durante noviembre.
El continuo deterioro del poder adquisitivo y la falta de financiamiento, contrajeron notablemente el consumo privado y con ello la producción de industrias mercado internistas y de comercio.
Por otra parte, el elevado costo de financiamiento, sumado a la incertidumbre sobre las futuras medidas económicas a tomar por un nuevo gobierno electo, contribuyeron a que la inversión continúe en terreno negativo, golpeando al sector de la construcción y a la fabricación de bienes de capital.
A contramano, se ubicó el sector primario, el de servicios de restaurantes y hotelería y el electricidad, gas y agua. En el primer caso, las ventajas comparativas de las actividades extractivas y el aumento del tipo de cambio real motivaron el avance del sector agropecuario y de minas y canteras. Estos, a su vez, traccionaron la actividad de servicios de transporte.
En el caso de restaurantes y hoteles, registró su séptimo mes consecutivo de crecimiento, a raíz del abaratamiento relativo de los destinos turísticos nacionales tras la devaluación. En este sentido, se expande tanto el turismo que hacen residentes en el país, como el de no residentes en la plaza local.
En cuanto al sector de electricidad, gas y agua, éste experimentó su segundo mes de crecimiento gracias al congelamiento de tarifas que se dispuso luego de la corrida cambiaria de agosto pasado.
¿Qué esperamos para este año?
El 2020 continuará siendo complejo para la economía argentina. Producto de sectores que seguirán en recesión debido a un mercado interno débil, esperamos que la actividad promedie el año en rojo. Sin embargo, si la renegociación de la deuda es exitosa, a partir del segundo semestre algunos sectores podrían mostrar incipientes signos de recuperación y la reactivación de la actividad podría materializarse.
En este sentido, esperamos un primer semestre donde la demanda interna continúe reprimida, debido a que el salario real aún no podrá ganarle a la inflación. Asimismo, a pesar de que la tasa de interés real podría tornarse negativa, la incertidumbre respecto a la resolución de la reestructuración de la deuda mantendrá la inversión relegada.
Sin embargo, en el segundo semestre podrían surgir algunos brotes verdes. Mejoras en el margen del poder adquisitivo de los ingresos de las familias y financiamiento accesible para el consumo (Ahora 3, 6 y 12), despertarían la demanda interna. A ello se suma, que el cepo cambiario genera incentivos a la dolarización de ahorros a través de la compra de bienes durables, como automóviles, electrodomésticos y construcción. Por otra parte, créditos subsidiados a la producción de sectores mano de obra intensivos y protección a los mismos con restricciones a la importación, generarían una reactivación de su producción.
No obstante, vale destacar, que el despertar del consumo doméstico no se materializará acabadamente en un aumento de la producción local, debido a que mucho de los sectores mantienen elevados niveles de stock, tras varios meses de demanda reprimida.
De esta manera, esperamos que la economía promedie una caída en 2020 en torno al 1,6%, luego de haber experimentado una contracción mayor al 2% tanto en 2018, como en 2019.