En febrero, el saldo comercial fue levemente positivo (+USD 180 M), aunque retrocediendo casi 80% frente a los +USD 820 M del mismo mes de 2022 y acumulando en el primer bimestre un déficit de USD 300 M, el peor resultado desde 2018.
Las exportaciones -impactadas por la sequía- volvieron a deteriorarse. Durante febrero las ventas externas sumaron USD 5.200 M (-18,9% i.a.), hilvanando su tercer mes consecutivo de caída interanual. El deterioro obedeció principalmente a una abrupta caída en la colocación de volúmenes externos (-16% i.a.), al tiempo que los precios disminuyeron -3,5% i.a., cortando una racha de dos años de crecimiento ininterrumpido.
Por otro lado, las importaciones se contrajeron al calor de las restricciones. Las compras externas alcanzaron los USD 5.000 M (-10% i.a.), y su desmejora estuvo explicada exclusivamente por una violenta caída en los volúmenes importados (-12% i.a.), dado que los precios treparon (+1,6% i.a.) por tercer mes consecutivo.
Así, el flujo comercial (exportaciones + importaciones) totalizó USD 10.300 M en febrero (-15% i.a), acusando principalmente el impacto conjunto de la sequía y las restricciones sobre los volúmenes, con una menor influencia de las variaciones en los precios.
En este marco, los términos de intercambio retrocedieron por segundo mes consecutivo (-5% i.a.), pero se sostiene en niveles históricamente elevados -7 p.p. por encima de los últimos 10 años-. No obstante, este retroceso aún no es suficiente para explicar el deterioro comercial: si los precios de exportaciones e importaciones hubiesen permanecido en los mismo niveles que en el primer bimestre del 2022 el saldo comercial aun así mostraría una caída de USD 37 M.
Exportaciones, sufriendo la sequía
Afectados por la sequía, los rubros relacionados a la actividad agrícola retrocedieron nuevamente. Trigo destacó como el producto de mayor caída en su comparación interanual, desplomándose 90% i.a. (- USD 685 M), exportando apenas USD 75 M. En el primer bimestre, las exportaciones sumaron sólo USD 225 M, 85% menos que los USD 1.600 M exportados en 2022. Así, Productos Primarios (PP) totalizó ventas por USD 1.200 M (-33% i.a.), explicada esencialmente por una caída en los volúmenes del 35% i.a.
Por su parte, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) exhibieron el peor febrero desde el 2020. Las exportaciones del rubro rondaron los USD 1.800 M (-16% i.a.), arrastradas a la baja por una merma en las cantidades de similar magnitud. Aquí se destacó el derrumbe en las ventas de Harina y Pellets de Soja (-40% i.a., -USD 352 M), segundo detrás de Trigo, aportando de esta forma unos USD 500 M.
Por último, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) registraron un retroceso. Las colocaciones externas cayeron 10% i.a. hacia los USD 1.500 M, influenciadas de forma negativa por los precios (-10% i.a.) y un leve retroceso de los volúmenes (-5% i.a.).
Importaciones, impactadas por las restricciones
A su vez, fruto del torniquete externo, las importaciones no-energéticas siguen en caída libre. Los volúmenes importados retrocedieron 2,3% mensual (sin estacionalidad), acumulando una caída de 17% desde abril del 2022. De esta manera, rozaron los USD 4.400 M, ubicándose USD 200 M por debajo de los últimos dos meses y retrocediendo 7 p.p. en su comparación anual.
Los usos más afectados en sus cantidades fueron Bienes de Capital (-22% i.a.) y Bienes Intermedios (-7% i.a.). En tanto, Piezas y Accesorios de Bienes de Capital retrocedió levemente (-1% i.a.), compensado por un aumento en los precios (4% i.a.) e implicando un egreso – en línea con el último bimestre – de USD 1.100 M.
Por último, la balanza energética marcó un leve superávit de USD 82 M en febrero. Las importaciones energéticas retrocedieron 30% i.a. a USD 634 M, arrastradas principalmente por un marcado descenso en los volúmenes (-37% i.a.). Por otro lado, se registró un repunte de los volúmenes exportados (+11% i.a.), que fue compensado por la reducción en los precios (-10% i.a.), resultando en exportaciones similares a febrero del 2022 (USD 716 M). Con todo, el resultado no fue suficiente para compensar el déficit de enero y la balanza para el primer bimestre acumuló un rojo de -USD 123 M, el más elevado desde el 2016.
Los costos de los fletes siguen cayendo
El costo de los fletes se ubicó en USD 113 por tonelada en febrero, el valor más reducido desde mediados de 2022. Luego del pico de USD 170 de noviembre de 2022 -el más elevado desde que el INDEC comenzó a publicar su medición- los fletes retrocedieron por tercer mes consecutivo, acumulando un descenso del 33%.
¿Qué esperamos hacia adelante?
Los estragos de la sequía y las heladas (tardías y tempranas) significarán este año pérdidas de exportaciones agrícolas próximas a los USD 20.000 M. Como consecuencia de la menor liquidación, las ventas del BCRA en el mercado cambiario ya superan los USD 2.200 M en lo que va del año, colocando a la autoridad monetaria en una frágil situación al reducir su poder de fuego para seguir sosteniendo la estrategia cambiaria del crawling peg, frente a un reducido stock de reservas netas – en torno a los USD 1.000 M, siguiendo la metodología FMI-.
En este marco, los avances en la negociación con el FMI para “relajar” las metas de reservas constituyen un paliativo sin significatividad de cara al shock por la sequía que sufrirá la economía. Cabe lo mismo para el potencial ahorro de divisas que permitiría la puesta en marcha del Gasoducto NK, con las licitaciones anticipadas para las importaciones de GNL que generarían, hasta el momento, un ahorro de al menos USD 1.500 M-. En este sentido, aprovechando el descenso del precio internacional del GNL, próximamente volverían a licitarse nuevos buques en reemplazo de importaciones de gasoil y fueloil, por lo cual en ese momento sabremos con mayor certeza el ahorro que podría generase.
Como corolario, las restricciones a las importaciones se profundizarán a lo largo de 2023. Así, a los 2 p.p. de caída del PBI que significa de forma directa la caída en la cosecha de soja y maíz, se adicionará la agudización de las restricciones a los volúmenes importados no-energéticos, que limitarán la expansión potencial del mercado interno producto de un menor abastecimiento de insumos y bienes finales.