Economía
En el mes de junio la caída de la actividad (-12,4% en doce meses) fue menor a la esperada por el mercado, lo que obedecería a una buena capacidad de adaptación de la producción de bienes y servicios a las consecuencias de las cuarentenas y restricciones de movilización en general. De hecho la actividad registró un repunte respecto del mes previo en una serie desestacionalizada. Paralelamente, la aprobación del retiro de hasta un 10 por ciento de los ahorros previsionales personales de los afiliados al sistema de AFP´s, significará una importante inyección de recursos, a la economía, con un impacto sobre el consumo privado que alcanzaría a un 3,6 por ciento del PIB, concentrado principalmente entre los meses de agosto y diciembre de este año. Nuestra estimación de caída para el PIB del año se acota ahora a un 4,6 por ciento, con una recuperación parcial para el próximo que registraría un 4,3 por ciento de crecimiento. El desempleo muestra un marcado incremento, con una tasa que supera el 12 por ciento en el último trimestre móvil terminado en junio. Dicha tasa sería significativamente mayor si no se considera la brusca caída de la fuerza de trabajo y el efecto atenuador de trabajadores que aparecen como empleados pero que tienen su trabajo suspendido. Si se corrige por dichos factores, el desempleo efectivo podría empinarse a niveles cercanos al 25 por ciento. A pesar del buen nivel del precio del cobre y de una importante liquidez de dólares en el mercado, acentuada por las liquidaciones de inversiones externas de las AFP´s, por el retiro del 10 por ciento de los fondos, el tipo de cambio registra una importante volatilidad, acusando recibo de un escenario externo más incierto y, sobre todo, de una situación político institucional interna más amenazante. La inflación se mantiene contenida, con proyecciones que la sitúan en la parte baja del rango meta para fines de este año, lo que permitirá sostener tasas de interés muy expansivas por un prolongado período de tiempo.
Política
La coalición de gobierno ha tenido que enfrentar una importante crisis política en las últimas semanas, gatillada por la aprobación del retiro del 10 por ciento de los fondos previsionales, medida que rechazaba el ejecutivo y que contó con el respaldo de varios parlamentarios oficialistas. Ello ha derivado en un profundo cambio de gabinete, que involucra principalmente al equipo político. El gobierno centrará sus esfuerzos en la última parte de su período en atenuar el impacto económico de la crisis y propiciar una recuperación por la vía de un fuerte impulso de gasto público. Sin embargo, la importante concentración de eventos electorales en los próximos 18 meses, incluido un plebiscito para una nueva constitución, además de elecciones de alcaldes, gobernadores, parlamentarias y presidenciales, genera un importante grado de incertidumbre en relación al rumbo político institucional que seguirá el país en los próximos años. Ello sin duda incide en una mayor percepción de riesgo económico, lo que dificultará una recuperación más robusta en la inversión privada. Mientras el manejo político del ejecutivo ha estado muy lejos de lo necesario para recuperar el apoyo ciudadano, con falta de liderazgo e iniciativa, además de gruesos errores comunicacionales, la oposición e incluso parte de la centro derecha da muestras preocupantes de tendencias hacia el populismo. Tanto la oposición como, en menor medida, la coalición gobernante, dan señas de fragmentación, en un clima de mucha intolerancia respecto de posturas políticas distintas. La amenaza solapada de nuevas movilizaciones sociales que deriven en violencia sigue latente, lo que ha sido particularmente utilizado por los partidos políticos más disruptivos de la extrema izquierda.