Síntesis
• En agosto el saldo comercial exhibió un déficit por sexto mes consecutivo, acumulando en el año un rojo récord, sólo superado por 2018.
• Los volúmenes exportados -impactados por la sequía- registraron una caída por noveno mes consecutivo, mientras que las cantidades importadas alcanzaron su nivel más alto desde noviembre de 2017.
• Hacia adelante, el agotado crecimiento de la deuda comercial, que ya acumula USD 7.800 M entre Ene-Jul, no será suficiente para compensar la aguda escasez de divisas, las mayores restricciones y, en menor medida, el encarecimiento por la devaluación post-PASO y el impuesto PAIS (7,5%), que esperamos redunden en una caída de los volúmenes importados no-energéticos.
Déficit comercial por sexto mes consecutivo
En agosto el saldo comercial exhibió un nuevo déficit (-USD 1.000 M), hilvanando un semestre en rojo y alcanzando un déficit comercial superior a los USD 6.200 M en el acumulado del año, marca superada sólo por 2018. Cabe recordar que en Enero-Agosto 2022 se había acumulado un superávit comercial de USD 2.200 M.
Las exportaciones se desplomaron nuevamente en su comparación interanual. Sumaron cerca de USD 5.800 M (-22% i.a.), con volúmenes en caída (-12% i.a.), al tiempo que los precios promedio, lejos de compensar, continúan disminuyendo (-12% i.a.).
Las importaciones, debido a los menores precios, también retrocedieron. Las compras externas alcanzaron los USD 6.900 M (-12% i.a.), descenso determinado por un marcado retroceso en los precios (-18% i.a.), pero repuntando en los volúmenes importados (+7% i.a.).
Los términos de intercambio (TDI, relación entre precios de exportación e importación) crecieron anualmente por segundo mes consecutivo. Gracias a ello, el déficit comercial de agosto fue USD 800 M menor en 2023 de lo que hubiera sido bajo los precios internacionales de 2022. Asimismo, los TDI se ubican 11% por encima del promedio histórico (2004-22).
Exportaciones, ¿una caída sin piso?
Producto de la sequía, el complejo sojero fue el principal motor de la caída de las ventas externas. Las exportaciones de Porotos de Soja (-77% i.a., -USD 150 M) y Aceite de soja (-71% i.a., -USD 440 M) explicaron el fuerte deterioro en la performance del complejo. De esta forma, la caída acumulada del conjunto de productos de soja en 2023 trepó a -USD 8.200 M i.a.
Por otro lado, también afectado por las inclemencias climáticas, se destacaron las reducciones tanto del Maíz (-71% i.a., -USD 160 M) como del Trigo (-80% i.a., -USD 120 M), con una caída acumulada de ambos productos en torno a los -USD 5.500 M i.a.
Como resultado, las exportaciones de Productos Primarios (PP) se desmoronaron (-26% i.a.), arrastradas por una fuerte caída en los volúmenes (-17% i.a.), y con precios retrocediendo (-11% i.a.). En tanto las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) se comportaron de forma similar (-28% i.a.), muy afectadas por las menores cantidades (-13% i.a.) y con precios que no acompañaron (-17% i.a.).
Por último, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) también anotaron un fuerte retroceso (-13% i.a.), debido a una marcada caída en sus cantidades vendidas (-12% i.a.) y precios que no ayudaron a compensar (-2% i.a.). Los principales subrubros detrás de este desempeño son Productos químicos y conexos y Materia plásticas y sus manufacturas, con decrementos anuales de USD 1.300 M (-32% i.a.) y USD 230 M (-29% i.a.), respectivamente, en el acumulado del año.
Los volúmenes importados tocan un máximo en 6 años
Los volúmenes importados tuvieron el registro más alto desde noviembre del 2017. En primer término, la adquisición de porotos de soja para compensar el faltante por la sequía siguió empujando las importaciones no-energéticas. Las compras treparon a USD 520 M en agosto (+USD 310 M i.a.), llegando a representar el 8% de las importaciones -valor récord para un mes de agosto- y 9% en el acumulado de las importaciones realizadas en el año. Así, las importaciones netas de porotos de soja (descontando las exportaciones) totalizaron en los primeros ocho meses de 2023 los USD 4.000 M, explicando cerca de 6 de cada 10 dólares del déficit comercial.
Por otra parte, los volúmenes importados de usos vinculados a la producción registraron un repunte en todos los usos: Piezas y Accesorios de Bienes de Capital (+22% i.a.), Bienes de Capital (+11% i.a.) y Bienes Intermedios (+8% i.a.).
Por el contrario, se desplomaron los volúmenes de Vehículos y automotores de pasajeros (-87% i.a.). No obstante, visto el sector automotriz en su conjunto, las compras externas totalizan en el año USD 8.200 M (+8% i.a.), con las autopartes creciendo un 16% i.a., contribuyendo al buen desempeño de las exportaciones en lo que va de 2023 (+6% i.a.). Con todo, el complejo presentó un abultado déficit comercial en torno a los USD 2.200 M (+13% i.a.).
Balanza energética, ¿retornando al superávit?
La balanza energética acumula en 2023 un déficit de USD 1.000 M, bien por debajo de los USD 5.200 M del año pasado. El sector arrojó un resultado mensual positivo de USD 75 M y rompió una racha de catorce años de déficit mensual para un mes de agosto. Las importaciones retrocedieron de forma abrupta (-54% i.a.), arrastradas por una fuerte caída en los volúmenes (-32% i.a.) y en los precios (-33% i.a.). Las exportaciones retrocedieron en menor medida (-15% i.a.), con un marcado crecimiento de los volúmenes (+16% i.a.) que fue más que compensado por precios jugando en contra (-25% i.a.).
De este modo, la balanza energética retorno al déficit habitual, aunque muy por debajo del promedio de -USD 2.600 M de los últimos 11 años (2011-21). Asimismo, luego de un largo ciclo deficitario iniciado en 2011 -y brevemente interrumpido en 2020-, el gran desempeño en materia energética está generando que el saldo comercial acumulado en los últimos 12 meses comience a tender al superávit.
¿Qué esperamos hacia adelante?
Las exportaciones mostrarán una importante merma este año. Los estragos de la histórica sequía que atraviesa Argentina, sumado a los menores precios promedio, significarán pérdidas en las exportaciones agrícolas que podrían superar los USD 20.000 M (equivalentes a cerca de 4 meses de importaciones).
Asimismo, en materia de importaciones, si bien retrocediendo respecto al 2022, se encuentran en niveles por encima de lo esperado, aún en el marco de una aguda escasez de divisas y múltiples restricciones de acceso al mercado oficial de cambios. El sostenimiento del nivel de importaciones responde a la búsqueda por evitar una caída mayor en la actividad que afecte negativamente el empleo.
Como contracara, las reservas del BCRA sufrieron una marcada reducción. A su vez, fueron factores relevantes fuentes alternativas de financiamiento, como el swap de monedas con China, con un uso próximo a los USD 3.000 M entre Jun-Sep, y el crecimiento de la deuda comercial.
De hecho, mientras que el saldo comercial devengado (ICA) acumuló un rojo entre Ene-Jul de USD 5.200 M, el BCRA logró acumular USD 3.600 M en el mismo lapso (MULC-caja). Detrás de ello, fue clave el crecimiento exponencial de la deuda comercial, que estimamos ya trepa a USD 7.800 M de nueva deuda neta en 2023, situándose en un stock de USD 39.200 M.
No obstante, hacia adelante diversos factores redundarán en una caída de los volúmenes importados no-energéticos. La escasez y menor ingreso de divisas fruto del impacto de la sequía, las mayores restricciones, un menor uso de yuanes para importar -en agosto la utilización rondo sólo los USD 15 M diarios, muy por debajo de los USD 55 M y USD 60 M junio y julio, respectivamente- y, en menor medida, el encarecimiento por la combinación entre la devaluación post-PASO y el impuesto PAIS (7,5%) afectarán negativamente las importaciones.
Por el contrario, estos factores a la baja serán parcialmente compensados por la incertidumbre propia del contexto electoral y la aceleración inflacionaria que morigeran el encarecimiento del tipo de cambio y alientan la demanda por importaciones ante las expectativas de un tipo de cambio mayor a futuro.
Con todo, el descenso de las compras externas limitará la expansión potencial del mercado interno producto de un menor abastecimiento de insumos y bienes finales, afectando de forma negativa la actividad económica.