El superávit comercial más alto del año

El saldo comercial fue de USD 2.656 M en mayo. De esta forma, el acumulado alcanzó USD 8.728 M en los primeros cinco meses del año, representando el valor acumulado más alto para un mismo periodo en las últimas dos décadas.

Este resultado siguió explicándose tanto por una mejora en las ventas externas como por un deterioro en las compras externas. Las exportaciones fueron de USD 7.622 M (+21,7% i.a.) en mayo. De esta manera, se acumularon ventas externas por USD 31.472 (+12,2% i.a.) en los primeros cinco meses del año. Por su parte, las importaciones fueron de USD 4.966 M (-32,8% i.a.), acumulando compras externas por USD 22.744 M (-26,0% i.a.) en los primeros cinco meses del año.

Esperamos que se mantenga el superávit comercial en los próximos meses, aunque desacelerando la mejora en contraste a la primera parte del año. Consecuentemente, el superávit comercial para este año podría superar los USD 17.000 M.

El saldo comercial alcanzó USD 2.656 M en mayo, ubicándose como el superávit más alto desde inicios de mandato y el superávit comercial más elevado para un mayo en (al menos) las últimas dos décadas. De esta manera, el acumulado mostró un saldo de USD 8.728 M en los primeros cinco meses del año.

Este resultado siguió explicándose tanto por una mejora en las ventas externas como por un deterioro en las compras externas. Las exportaciones fueron de USD 7.622 M (+21,7% i.a.) en mayo. Al interior, las cantidades exportadas jugaron al alza (+30,6%) contrarrestando una caída en los precios (-6,8%). De esta manera, se acumularon ventas externas por USD 31.472 (+12,2% i.a.) en los primeros cinco meses del año.

Por su parte, las importaciones fueron de USD 4.966 M (-32,8% i.a.), donde tanto precios (-4,5% i.a.) como cantidades (-29,6% i.a.) se mantuvieron en rojo. Así, se acumularon compras externas por USD 22.744 M (-26,0% i.a.) en los primeros cinco meses del año.

Desempeño sectorial

Por el lado de las exportaciones, se destaca el crecimiento del rubro de Productos Primarios (PP) con una suba de USD 2.029 M (+52,8% i.a.). Al interior, las cantidades treparon considerablemente (+74,1% i.a.) con precios en caída (-12,1% i.a.). Detrás de ello, se destaca el desempeño de ventas de cereales (fueron USD 314 M superiores al mismo mes del año anterior, con un crecimiento de 48,6% i.a.), de semillas y frutos oleaginosos (treparon USD 328 M, un +82,6% i.a. más que el mismo mes del año anterior). Por su parte, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) fueron de USD 2.788 M, con una suba de 7,4% i.a., explicada por precios que mostraron una caída (-14,6% i.a.), pero con cantidades que se mantuvieron al alza (+25,8% i.a.).

En la misma línea, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) se situaron en USD 1.914 M con un crecimiento de 9,4% i.a. En este sentido, tanto los precios (+5,1% i.a.) como las cantidades (+4,0% i.a.) explicaron el desempeño positivo. Al interior, resalta el crecimiento de Piedras y metales preciosos (USD 320 M, +55,8% i.a.) y Productos químicos (USD 400 M, +28,8% i.a.),

Por otro lado, existió una contracción generalizada en los rubros de importaciones medidas en valores. En un contexto de caída de la actividad económica, los usos vinculados a la producción mantuvieron la caída de abril: las cantidades importadas de Piezas y Accesorios de Bienes de Capital cayeron -32,4% i.a., Bienes de Capital -31,7% i.a., Bienes Intermedios -19,9% i.a. y Vehículos automotores de pasajeros un -26,7% i.a. En la misma línea, los Bienes de Consumo retrocedieron -29,1% i.a.

Balanza comercial energética positiva

La balanza comercial energética mostró un saldo de USD 500 M en mayo. Así, se acumuló un superávit energético de USD 2.844 M en los primeros cinco meses del año, ubicándose en máximos históricos. En su composición, las exportaciones de combustibles y energía (CyE) fueron de USD 892 M (+51,1% i.a. y USD 4.057 M acumulado), explicado por una suba en las cantidades (+50,5%) en conjunto a precios estables. Por su parte, las importaciones de combustibles y lubricantes (CyL) fueron de USD 392 M (USD 1.213 M acumulado), reflejando así una marcada caída del -61,5% i.a. La reducción se explica por una contracción de las cantidades (-56,2% i.a.) y de los precios (-13,6% i.a.).

¿Qué esperamos hacia adelante?

En la segunda parte del año y pasado el efecto de la cosecha gruesa, las cantidades exportadas se mantendrían al alza, pero desacelerando la mejora, con un desempeño positivo de rubros principalmente vinculados a manufacturas de origen agropecuario. En la misma línea, las ventas externas energéticas y mineras seguirán mostrando un desempeño positivo.

Por otro lado, las importaciones continuarán en rojo. En este sentido, las compras externas reaccionan en una mayor proporción a los periodos de contracción de la demanda interna y la producción. Además, como venimos mencionando, el esquema cambiario del año anterior implicó un incentivo al adelantamiento y sobre abastecimiento de importaciones, lo cual actúa como factor extra a la baja en las importaciones. Sin embargo, cabe destacar que en la medida que la actividad económica comience a mostrar signos de recuperación, es factible que exista una desaceleración en la caída de las cantidades importadas hacia finales del año. A ello se le sumará el impacto de las medidas de levantamiento a las restricciones a las importaciones (con una mayor demanda interna, parte de ello se podría trasladar a cierta demanda de bienes de consumo importados).

De esta forma, esperamos que se mantenga el superávit comercial en los próximos meses, aunque desacelerando la mejora en contraste a la primera parte del año. Consecuentemente, el superávit comercial para este año podría superar los USD 17.000 M.

En el plano cambiario, el éxito de la estrategia del Gobierno depende de la acumulación de reservas internacionales provenientes de la cosecha gruesa, donde existieron en las últimas ruedas señales de fragilidad del esquema vigente. Por tal motivo, en el corto plazo seguirá siendo clave que el Gobierno busque: (1) Acotar las expectativas de devaluación (que actuaría como fuerte desincentivo a la liquidación); (2) Mantener una brecha cambiaria contenida, hoy en día con ayuda en parte por el régimen vigente con la oferta de exportaciones de liquidación del 20% al CCL.

 

Nuevo superávit comercial en abril

Nuevo superávit comercial en abril

El saldo comercial fue de USD 1.819 M en abril, marcando una leve baja respecto al resultado observado en febrero y marzo. Así, el acumulado alcanzó USD 6.072 M en el primer cuatrimestre del año, alcanzando cinco meses consecutivos de superávit desde el cambio de gestión.

Las mayores ventas externas se explican por una mejora en las cantidades en comparación contra la sequía en 2023, pero con precios que juegan en contra. A diferencia, las cantidades y los precios de los bienes importados se mantienen en rojo en un contexto de recesión económica.

De esta forma, esperamos que ambos factores que jueguen a favor del saldo comercial: ventas externas seguirán recuperándose en conjunto a importaciones con caídas pronunciadas por el deterioro de la demanda interna. Consecuentemente, el superávit comercial para este año podría superar los USD 16.000 M.

El saldo comercial fue de USD 1.819 M en abril, marcando una leve baja respecto a lo observado en febrero y marzo. Este dato explica un incremento de USD 2.012 M respecto al saldo deficitario observado en abril del año pasado, a comienzos del impacto de la sequía sobre la cosecha gruesa. De esta manera, se acumuló un saldo de USD 6.072 M en el primer cuatrimestre del año, a la par que se llegó a cinco meses consecutivos de superávit desde el cambio de gestión.

Este resultado se explicó tanto por una mejora en las ventas externas como por un deterioro en las compras externas. Las exportaciones fueron de USD 6.527 M (+10,7% i.a.) en abril. Al interior, las cantidades exportadas se mantuvieron al alza (+21,6%), mientras que los precios jugaron en contra (-9,0%). De esta manera, se acumularon ventas externas por USD 23.850 (+9,4% i.a.) en el primer cuatrimestre. Por otro lado, las importaciones fueron de USD 4.708 M (-22,7% i.a.), donde tanto precios (-7,7% i.a.) como cantidades (-16,4% i.a.) se mantuvieron en rojo. Así, se acumularon compras externas por USD 17.778 M (-23,8% i.a.) en los primeros cuatro meses del año.

En pocas palabras, las mayores ventas externas se explican por una mejora en las cantidades en comparación contra la sequía en 2023, pero con precios que juegan en contra. A diferencia, las cantidades y los precios de los bienes importados se mantienen en rojo en un contexto de recesión económica.

Zoom a los diferentes rubros

Por el lado de las exportaciones, se destaca el crecimiento del rubro de Productos Primarios (PP) con una suba de USD 1.557 M (+54% i.a.). Al interior, las cantidades treparon considerablemente (+81% i.a.) con precios en caída (-15% i.a.). La recuperación de este rubro fue explicada principalmente por el valor de las ventas de cereales (fueron USD 390 superiores al mismo mes del año anterior, con un crecimiento de 58% i.a.).

Del mismo modo, el alto repunte de las cantidades exportadas de este rubro se debe a una baja base de comparación de 2023, pero también a nuevos máximos per se de algunos rubros puntuales: por caso, las cantidades exportadas de maíz alcanzaron casi 12 M tn en el primer cuatrimestre del año (casi 10 M tn más que el mismo periodo del año anterior), mientras que las ventas externas en cantidades de harinas y pellets de soja fueron más de 7 M tn (+4,7 M tn más).

Por su parte, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) fueron de USD 2.391 M, reflejando un crecimiento de 4% i.a. impulsado por una mejora en las cantidades (+43% i.a. en cantidades y precios estables).

Por el contrario, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) se situaron en USD 1.635 M con una caída del 16% i.a. Tanto los precios (-3% i.a.) como las cantidades (-13% i.a.) explicaron la caída. En este sentido, cabe destacar que las exportaciones hacia Brasil cayeron -2,8% i.a. medida en valores, lo cual fue mayormente explicado por la caída de este rubro (-26,7% i.a.) dado que tiene un alto peso en el comercio bilateral con este país (con contracciones pronunciadas en sectores como material de transporte terrestre, metalmecánica, productos químicos, entre otros).

Al igual que en el mes anterior, a excepción de vehículos automotores de pasajeros, existió una contracción generalizada en los rubros de importaciones. Con una recesión que sigue su curso, los usos vinculados a la producción mantuvieron la caída en abril: las cantidades importadas de Piezas y Accesorios de Bienes de Capital descendieron -28,5% i.a., Bienes de Capital -15,5% i.a. y Bienes Intermedios -6,8% i.a. Además, los Bienes de Consumo retrocedieron -16,7% i.a. en un contexto de fuerte deterioro de la demanda interna.

La balanza comercial energética sigue al alza

En el cuarto mes del año, nuevamente ocurrió el mayor superávit comercial en los últimos 20 años (USD 703 M en abril). De esta manera, se acumuló un superávit energético de USD 2.344 M en el primer cuatrimestre del año.

En su composición, las exportaciones de combustibles y energía (CyE) fueron de USD 945 M (USD 3.165 M acumulado), lo cual representó una suba de 44,4% i.a: los precios se mantuvieron estables (+0,8%), mientras que las cantidades exportadas del rubro treparon 43,2% i.a. Por su parte, las importaciones de combustibles y lubricantes (CyL) fueron de USD 242 M (USD 821 M acumulado), reflejando así una marcada caída del -58,9% i.a. La reducción se explica por una contracción de las cantidades (-66,8% i.a.), con precios al alza (+21,8% i.a.).

Perspectivas 2024

Durante el segundo trimestre, el transcurso de la cosecha gruesa mantendrá las cantidades exportadas al alza, con un buen desempeño en los productos primarios y MOA, a lo que se le sumará el impacto de la cosecha que venía siendo postergada por cuestiones climáticas.

Además, las ventas externas energéticas y mineras seguirán mostrando un desempeño positivo. A diferencia, en el marco de un mayor tipo de cambio efectivo para importar insumos y pérdida de competitividad cambiaria, las manufacturas industriales se mantendrán en terreno negativo.

Las importaciones seguirán en rojo producto de una fuerte caída en las cantidades: las compras externas suelen ser más sensibles en periodos de recesión económica (se contraen en mayor medida que el PIB), una relación que probablemente se repita en este año dado el desplome de la demanda interna como consecuencia del deterioro en los ingresos reales. Sumado a ello, el esquema cambiario de la gestión anterior implicó un fuerte incentivo al adelantamiento y sobre abastecimiento de importaciones, lo cual actúa como factor extra a la baja en las importaciones.

De esta forma, esperamos que ambos factores que jueguen a favor del saldo comercial: ventas externas seguirán recuperándose en conjunto a importaciones con caídas pronunciadas por el deterioro de la demanda interna. Consecuentemente, el superávit comercial para este año podría superar los USD 16.000 M, en conjunto a un superávit de Cuenta Corriente (CC) y un fuerte deterioro del PIB.

En el corto plazo, el éxito de la estrategia del Gobierno depende de la liquidación de divisas proveniente de la cosecha gruesa (siendo ella uno de sus objetivos). Por tal motivo, los meses entrantes serán un momento bisagra en el año: las autoridades pondrán en juego no sólo la recuperación de las Reservas Internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, sino la sostenibilidad del esquema cambiario-monetario en su conjunto.

Detrás de esta estrategia radican al menos tres aristas: (1) Acotar las expectativas de devaluación de corto plazo (que actuaría como fuerte desincentivo a la liquidación), dejando en evidencia que el tipo de cambio real no se encuentra atrasado y que la política de crawling peg se mantendrá en los próximos meses; (2) Mantener licitaciones favorables del instrumento BOPREAL y acumular reservas para poder saldar la postergación de pagos de importaciones acumuladas en los últimos meses bajo el esquema de acceso escalonado; y (3) Mantener una brecha cambiaria contenida que ayude a disipar las expectativas de devaluación, hoy en día contenida en parte por el régimen vigente con la oferta de exportaciones de liquidación del 20% al CCL.

 

Cuarto superávit comercial consecutivo

El saldo comercial fue de USD 2.059 M en marzo, marcando un récord en los últimos 18 meses. De esta manera, se acumuló un saldo de USD 4.253 M en el primer trimestre del año, mientras que se alcanzaron cuatro meses consecutivos de superávit desde el cambio de gestión.

Las ventas externas continúan en crecimiento gracias a una mejora en las cantidades impulsadas por la recuperación de la producción de los principales cultivos, en contraste a precios internacionales que jugaron en contra. A diferencia, las cantidades y los precios de los bienes importados se mantienen en rojo, en un contexto de menor actividad económica.

Con todo, para este año esperamos que las exportaciones muestren una marcada recuperación, lo cual se daría en paralelo a unas importaciones con caídas pronunciadas en línea a la recesión económica. Como resultado, el superávit comercial para este año podría superar los USD 13.000 M en 2024.

Cuarto superávit comercial consecutivo

El saldo comercial fue de USD 2.059 M en marzo, marcando un récord en los últimos 18 meses. De esta manera, se acumuló un saldo de USD 4.253 M en el primer trimestre del año, mientras que se alcanzaron cuatro meses consecutivos de superávit desde el cambio de gestión.

Este resultado se explicó tanto por una mejora en las ventas externas como por un desplome en las importaciones. Las exportaciones fueron de USD 6.394 M (+11,5% i.a.) en marzo, explicadas por cantidades que se mantuvieron al alza (+21,3% i.a.), pero precios que siguieron a la baja (-8,0% i.a.). Así, se acumularon ventas externas por USD 17.322 (+9,0% i.a.) en el primer trimestre. En paralelo, las importaciones fueron de USD 4.335 M (-36,7% i.a.), donde tanto precios (-6,9% i.a.) como cantidades (-32,1% i.a.) jugaron a la baja. De esta manera, se acumularon compras externas por USD 13.070 M (-24,2% i.a.) en los primeros tres meses del 2024.

¿Qué sucedió en los diferentes rubros?

Las ventas externas continuaron en crecimiento gracias a una mejora en las cantidades, que se vieron impulsadas por una recuperación en la producción de los principales cultivos, en contraste a precios internacionales que jugaron en contra. A diferencia, las cantidades y los precios de los bienes importados se mantienen en rojo, en un contexto de menor actividad económica.

Al interior de las exportaciones, se destaca el crecimiento del rubro de Productos Primarios (PP) con una suba de USD 1.749 M (+27% i.a.), explicada por cantidades que mostraron un elevado repunte (+41% i.a.) con precios en caída (-10% i.a.). Al igual que en los meses anteriores, la recuperación de este rubro fue explicado principalmente por las ventas de cereales (fueron USD 321 más que hace un año, +34% i.a.). Por su parte, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) fueron de USD 2.176 M, reflejando un crecimiento de 16% i.a. impulsado por una mejora en las cantidades (+40% i.a. en cantidades, con precios cayendo -17% i.a.).

Por el contrario, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) se situaron en USD 1.645 M con una caída del 8% i.a. (USD -295 M). Al interior, tanto los precios (-2% i.a.) como las cantidades (-6% i.a.) se ubicaron en rojo. En este sentido, la disminución de la competitividad cambiaria desde el salto cambiario de diciembre actúa como desincentivo, en conjunto a un mayor tipo de cambio efectivo para el importador que encarece las compras de insumos para producir.

Por otro lado, a excepción de vehículos automotores de pasajeros, existió una caída generalizada en los rubros de importaciones. Con una actividad fuertemente reprimida, los usos vinculados a la producción acentuaron su caída durante marzo: las cantidades importadas de Piezas y Accesorios de Bienes de Capital descendieron -36,2% i.a. (-29,3% i.a. acumulado en el trimestre), Bienes de Capital -32,3% i.a. (-15,4% i.a.) y Bienes Intermedios -23,5% i.a. (-10% i.a.). Asimismo, y a pesar de las recientes medidas de liberalización para determinados bienes de la canasta básica, los Bienes de Consumo retrocedieron -31% i.a. y anotaron su mayor caída en 2024.

Continuó la mejora en la balanza energética

Sección aparte merece el desempeño de la balanza comercial energética. En el tercer mes del año ocurrió el mayor superávit comercial para marzo en los últimos 20 años (USD 693 M). De esta manera, se acumuló un superávit energético de USD 1.641 M en el primer trimestre del año.

En su composición, las exportaciones de combustibles y energía (CyE) fueron de USD 825 M (USD 2.289 M acumulado), lo cual representó una suba de 19,2% i.a. explicada por el incremento de las cantidades: los precios se mantuvieron estables (+0,3%) contra un crecimiento de 19,5% en las cantidades exportadas.

Por su parte, las importaciones de combustibles y lubricantes (CyL) fueron de USD 132 M (USD 579 M acumulado), reflejando así una marcada caída del -76,6% i.a. La reducción se explica por menores cantidades (-77,8% i.a.), al contraste de precios al alza (+5,3% i.a.). Al interior, se puede observar como la importación de energía eléctrica mostró una reducción de USD -136 M en el primer trimestre del año.

¿Qué esperamos para el segundo trimestre?

Entrado el segundo trimestre, la recuperación de la cosecha gruesa seguirá impulsando las cantidades exportadas al alza (principalmente por una fuerte recuperación de productos primarios y MOA) en conjunto a ventas externas energéticas y mineras que podrían mostrar una buena performance, en contraste a otros segmentos que mantendrán un desempeño más acotado, como las manufacturas industriales.

A diferencia, las importaciones se mantendrán en terreno negativo, principalmente por una caída en las cantidades: la caída en la demanda doméstica y la actividad económica explicarán este desempeño. Sumado a esto, el esquema cambiario-comercial vigente en los últimos años implicó un fuerte incentivo a la sobre acumulación de stocks, lo cual actúa como otro factor extra a la baja en las importaciones.

En el corto plazo, el éxito de la estrategia del Gobierno depende de la liquidación de divisas proveniente de la cosecha gruesa (siendo ella uno de sus objetivos). Por tal motivo, los meses entrantes serán un momento bisagra en el año: las autoridades pondrán en juego no sólo la recuperación de las Reservas Internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, sino la sostenibilidad del esquema cambiario-monetario en su conjunto.

Si bien los incentivos son claves para la liquidación, la cuestión pasa por las expectativas: el esquema se considerará sostenible siempre y cuando los tenedores de los granos no perciban que puede ocurrir un nuevo salto discreto del TC oficial en el corto plazo. Así, resultará imprescindible seguir implementando medidas que disipen la expectativa de un salto cambiario.

En este marco, la mayor oferta de divisas proveniente de la cosecha será crucial para empalmar el incremento en la demanda generado por los pagos postergados de importaciones en los últimos meses.

Con todo, para este año esperamos que las exportaciones muestren una importante recuperación, lo cual se daría en paralelo a un deterioro en las importaciones en línea a la recesión económica. Como resultado, el superávit comercial para este año podría superar los USD 13.000 M en 2024.

 

Las huellas de las correcciones y lo que vendrá

El frente externo dejó atrás un 2023 atípico: la utilización de Reservas Internacionales y la acumulación de deuda comercial le permitieron al Gobierno postergar las correcciones cambiarias y sostener el nivel de importaciones pese al severo impacto de la sequía en el ingreso de divisas.

Como consecuencia del salto cambiario y las diversas las medidas implementadas por la nueva gestión, el saldo comercial revirtió una racha de nueve meses en déficit y acumuló un resultado positivo por USD 3.241 M entre diciembre y febrero. Más allá del efecto precio, la mejora en el saldo estaría explicada principalmente por una marcada caída en las cantidades importadas y un esperable incremento en las cantidades exportadas gracias a la recuperación de la cosecha fina.

Hacia adelante, la elección del tipo de cambio como ancla nominal para reducir la inflación irá aminorando las consecuencias mencionadas, dando paso a otras razones para explicar el devenir del frente externo: 1) Las importaciones se verán afectadas por una demanda interna desplomándose; y 2) las exportaciones dependerán de los resultados de la campaña agrícola, la demanda internacional y el impulso de sectores estratégicos (energía y minería).

 

El frente externo dejó atrás un 2023 atípico, caracterizado por una abrupta sequía que fue determinante a la hora de explicar un saldo comercial deficitario de USD 6.928 M, el mayor desde 2017. Para dimensionar la misma, si sólo se cuentan los principales cultivos de exportación (trigo, soja y maíz), las inclemencias climáticas rondaron en pérdidas próximas a los USD 15.500 M (cerca de tres meses de importaciones).

A pesar de ello, las cantidades importadas relacionadas a la producción (Bienes Intermedios y Bienes y Piezas de Capital) se sostuvieron en niveles históricamente altos. De hecho, mostraron el segundo mayor registro de la serie (2004-23), en línea con el nivel del 2017 (pico de actividad económica) y por debajo de 2022. En particular, las cantidades importadas de Piezas y accesorios de bienes de capital crecieron 3% i.a., seguido por Bienes Intermedios (+2% i.a.). Por su parte, se observó una contracción de 12% i.a. para Bienes de Capital.

Ahora bien, ¿cómo se mantuvo este nivel de compras externas y cuáles fueron sus costos? ¿era sostenible en el tiempo?

En un contexto de escasez de divisas, el tipo de cambio no ajustó y el Gobierno anterior, con la premisa de sostener la actividad económica para no perder competitividad electoral, postergó las correcciones necesarias. Como consecuencia, el 2023 estuvo signado por una fuerte apreciación cambiaria, una acentuada brecha y volatilidad en los dólares paralelos que reforzaron los desequilibrios al incentivar mayores compras externas y desincentivar las (reducidas) liquidaciones de divisas.

La ausencia de correcciones en los flujos se afrontó mediante el consumo de stocks presentes y futuros. Ante la falta de financiamiento internacional para cubrir el déficit comercial de bienes y servicios, el grueso de las necesidades fue cubierto mediante: 1) El uso de Reservas Internacionales, que terminaron el año en mínimos históricos al caer cerca de USD 14.100 M (sin DEG) hasta el 7/12; y 2) Un aumento exponencial de la deuda comercial por importaciones de bienes, que se ubicó +USD 13.600 M por encima del nivel normal de operaciones (según estimaciones oficiales).

La inevitable corrección y sus consecuencias

Apenas asumió, la actual administración decidió corregir el atraso cambiario y convalidar un salto discreto del tipo de cambio oficial próximo al 120%. Además, se modificaron los tipos de cambio efectivos, colocando al tipo de cambio importador (tras elevación al 17,5% del impuesto PAIS) por encima del exportador (que además cuenta con retenciones y el beneficio de liquidar el 20% al dólar CCL), invirtiendo así el esquema cambiario heredado.

Asimismo, se abordaron de forma diferenciada los stocks y los flujos. Por el lado de los stocks, se ofrecieron los BOPREALES a importadores con deudas por importación de bienes y servicios. Mientras que, para los flujos, se diseñó el esquema de pagos del 25% mensual para el grueso de las compras externas, sumado al impacto de las correcciones cambiarias mencionadas.

Como consecuencias de estas medidas, el saldo comercial revirtió una racha de nueve meses en déficit y acumuló un resultado positivo por USD 3.241 M en el trimestre diciembre-febrero. En paralelo, las cantidades importadas relacionadas a la producción se redujeron 18% respecto al trimestre previo (sin estacionalidad), siendo la mayor caída en la comparativa contra otros episodios devaluatorios.

Contrariamente, las cantidades exportadas se movieron en el sentido inverso (+14,5% t/t s.e.). Sin embargo, cabe destacar la proximidad y recuperación de la cosecha fina ayuda a explicar buena parte del repunte registrado tras el salto cambiario.

¿Seguirá esta tendencia en 2024?

Hacia adelante, la competitividad cambiaria se irá perdiendo. Producto del propio salto cambiario y la desregulación de precios, se configuró una inflación mensual que permanece elevada, en un escenario donde el tipo de cambio fue elegido como ancla nominal y se desliza apenas al 2% mensual. Así, el tipo de cambio se apreció un 36% desde el 13 de diciembre.

Esta pérdida de competitividad cambiaria es una variable a monitorear, ya que será determinante para la decisión del agro de liquidar y exportar en los próximos meses. No obstante, el repunte de las cantidades exportadas no sólo dependerá de que el esquema cambiario llegué lo menos castigado posible (ver el siguiente Informe para mayor detalle), de la demanda externa y las condiciones climáticas del ciclo agrícola, sino que también será relevante lo que ocurra con las exportaciones energéticas y mineras.

Por su parte, las cantidades importadas son más sensibles a la demanda doméstica: desde el 2004 a esta parte, casi siempre que el consumo y la actividad cayeron, las importaciones hicieron lo propio. Sumado a esto, la insostenibilidad del esquema previo tuvo como consecuencia un sobreabastecimiento de importadores, que explica también en buena medida la actual desaceleración de las compras.

No obstante, esta regla tiene excepciones. Por ejemplo, mientras en 2016 el producto cayó 2%, las cantidades importadas crecieron 3%. ¿Qué explicó este fenómeno? La liberación del CEPO y las regulaciones comerciales que regían entonces impulsaron las compras externas de bienes de consumo (+17% anual crecieron en 2016, junto a un estancamiento de las importaciones productivas), traccionando las importaciones en su conjunto.

Por lo tanto, en un 2024 que tendrá una abrupta caída de la actividad (estimamos un descenso del 4,7% i.a. en el primer semestre; -3,5% anual), las importaciones productivas se verán fuertemente afectadas, con una caída que estimamos rondará el 4%. A diferencia de 2016, las importaciones de bienes de consumo dependerán de la capacidad del Gobierno para liberar en mayor o menor medida el comercio exterior (prueba de este intento es lo ocurrido con los bienes de la canasta básica) en un contexto de escasez de divisas.

En suma, estimamos que la recuperación del agro, sumada a la reversión del déficit energético y el desplome de las importaciones por una menor actividad redundarán en un superávit comercial que podría superar los USD 14.000 M.

Nuevo superávit comercial en febrero

El saldo comercial fue de USD 1.438 M en febrero, el superávit más elevado de los últimos 17 meses. De esta manera, se hilaron tres meses consecutivos de superávit comercial desde el cambio de gestión, mientras que el superávit acumulado en el primer bimestre de 2024 fue de USD 2.235 M.

Por un lado, las exportaciones fueron de USD 5.531 M (+5,6% i.a.) en febrero, explicadas por cantidades que se mantuvieron al alza (+13,5% i.a.), pero precios que siguieron a la baja (-6,8% i.a.). En paralelo, las importaciones fueron de USD 4.093 M, lo que representó una caída de -18,6% i.a., donde tanto precios (-6,4% i.a.) como cantidades (-13,2% i.a.) jugaron a la baja en febrero.

Con todo, para este año esperamos que las exportaciones muestren una marcada recuperación, lo cual se daría en paralelo a unas importaciones con caídas pronunciadas en línea a la recesión económica. Como resultado, el superávit comercial para este año podría superar los USD 13.000 M en 2024.

Tres superávits comerciales consecutivos

El saldo comercial fue de USD 1.438 M en febrero, el superávit más elevado de los últimos 17 meses. De esta manera, se hilaron tres meses consecutivos de superávit comercial desde el cambio de gestión, mientras que el superávit acumulado en el primer bimestre de 2024 fue de USD 2.235 M. Este desempeño ocurrió luego de la corrección del tipo de cambio oficial, la eliminación de las regulaciones en el comercio exterior (SIRA, licencias no automáticas) y la significativa reducción de la brecha cambiaria, en el marco de una actividad económica y una demanda interna en caída.

Por un lado, las exportaciones fueron de USD 5.531 M (+5,6% i.a.) en febrero, explicadas por cantidades que se mantuvieron al alza (+13,5% i.a.), pero precios que siguieron a la baja (-6,8% i.a.). En paralelo, las importaciones fueron de USD 4.093 M, lo que representó una caída de -18,6% i.a., donde tanto precios (-6,4% i.a.) como cantidades (-13,2% i.a.) jugaron a la baja en febrero.

¿Qué sucedió detrás de estos números?

Por el lado de las exportaciones, la recuperación se explica por cantidades exportadas en crecimiento luego de dejar atrás el efecto de la sequía sobre los principales cultivos, junto con un nuevo esquema cambiario que se percibe más competitivo (luego de la devaluación del tipo de cambio oficial) y una marcada reducción de la brecha cambiaria.

A su interior, dentro de los rubros se destaca el crecimiento de los Productos Primarios (PP) con una suba de USD 1.442 M (+19% i.a.), explicada por cantidades que mostraron un elevado repunte (+24% i.a.) pese a precios que se mantuvieron a la baja (-4,3% i.a.) -como mencionamos en un reciente informe-. El repunte de este rubro fue explicado principalmente por las ventas al exterior de cereales (USD 988, +40% i.a.). En la misma línea, las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) fueron de USD 1.813 M, reflejando un crecimiento de 8% i.a. impulsado por una mejora en las cantidades (+27,7% i.a. en cantidades, con precios cayendo -15,5% i.a.).

Por el contrario, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) se situaron en USD 1.413 con una caída del 3,9% i.a., explica tanto por precios (-0,5% i.a.) como cantidades (-2,9% i.a.). Pese a disponer de una mayor competitividad cambiaria, el incremento del tipo de cambio efectivo al importador encarece los insumos necesarios para la producción.

Por otro lado, las importaciones siguieron deteriorándose tanto por precios como por cantidades, donde impactó la caída de la actividad económica. A excepción de los bienes de capital (se mantuvieron casi en los mismos niveles, donde la caída en precios compensó la suba en cantidades) y los vehículos automotores de pasajeros (+41% i.a.), el resto de los rubros mostraron marcados recortes interanuales, explicados en su mayoría por un retroceso en las cantidades. Puntualmente, los Bienes Intermedios cayeron un 12,2% i.a. y los Bienes de consumo se redujeron un 19,7% i.a., mientras que las Piezas y accesorios para Bienes de Capital se achicaron un 17,2% i.a.

Continuó la mejora en la balanza energética

Sección aparte merece el desempeño de la balanza comercial energética. En el segundo mes del año ocurrió el mayor superávit comercial para un febrero desde 2008 (USD 558 M). De esta manera, se acumuló un superávit energético de USD 948 M en el primer bimestre del año.

En su composición, las exportaciones de combustibles y energía (CyE) fueron de USD 718 M (USD 1.395 M acumulado), lo cual representó una caída de 3,2% i.a. explicada principalmente por precios: cayeron 2,6% i.a. contra unas cantidades que prácticamente se ubicaron en los mismos niveles.

Por su parte, las importaciones de combustibles y lubricantes (CyL) fueron de USD 160 M (USD 447 M acumulado), reflejando así una marcada caída del 73,9% i.a. La reducción se explicó casi en su totalidad por menores cantidades (-74,4% i.a.), mientras que los precios mostraron un leve repunte (+2,9% i.a.). En este sentido, el desplome de las cantidades se explica tanto por una elevada base de comparación (alta demanda energética en el verano previo producto de fuertes olas de calor y atraso en las tarifas de servicios públicos), como por la ayuda de una mayor oferta interna gracias a la construcción del gasoducto Néstor Kirchner.

¿Dinámica transitoria o permanente?

En el corto plazo, el éxito de la estrategia del Gobierno depende de la liquidación de divisas proveniente de la cosecha gruesa (siendo ella uno de sus objetivos). Por tal motivo, los meses entrantes serán un momento bisagra en el año: las autoridades pondrán en juego no sólo la recuperación de las Reservas Internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, sino la sostenibilidad del esquema cambiario-monetario en su conjunto.

En este contexto, camino a la cosecha gruesa se configura un escenario complejo en el cual los productores se encontrarán con incentivos contrapuestos: 1) Precios internacionales a la baja (lo que merma los márgenes de rentabilidad y desincentiva la retención de granos); 2) Una brecha cambiaria estabilizada en niveles relativamente bajos, disminuyendo el beneficio compensador del esquema 80%-20%; y 3) Un tipo de cambio real castigado por la aceleración inflacionaria (35% desde el 13 de diciembre a hoy), lo cual siembra dudas sobre la sostenibilidad del crawling peg al 2%, distorsionando así la sintonía cambiaria planificada y los incentivos alineados.

Sin incentivos no hay liquidación, pero la cuestión pasa por las expectativas. Si bien los exportadores tendrían incentivos a liquidar frente a la continua caída en los precios internacionales, el spread entre la tasa de interés y el crawling peg (carry trade) y alguna modificación adicional que pudiera implementar el Gobierno, el esquema se considerará sostenible siempre y cuando los tenedores de los granos no perciban que puede ocurrir un nuevo salto discreto del TC oficial en el corto plazo. En tal sentido, resulta imprescindible implementar medidas que acoten aquella expectativa.

Cabe destacar que, la sostenida posición compradora del BCRA en el MULC (+USD 10.800 M) se apalanca en un esquema de acceso escalonado para los pagos del 25% mensual en el grueso de las importaciones. Justamente, dicho esquema derivó en que durante el primer bimestre de la gestión (diciembre-enero) sólo se paguen el 20% de las compras realizadas en el periodo, acumulando una nueva deuda comercial. Paralelamente, luego de completar las dos primeras series, los BOPREALES (instrumento clave para contener presiones cambiarias) sufrieron una marcada moderación en su demanda para la última tira (Serie 3).

Con todo, para este año esperamos que las exportaciones muestren una marcada recuperación, lo cual se daría en paralelo a unas importaciones con caídas pronunciadas en línea a la recesión económica. Como resultado, el superávit comercial para este año podría superar los USD 13.000 M en 2024.

El buen desempeño de las ventas externas se daría en un contexto de recuperación de los principales cultivos. Adicionalmente, sectores como el energético y el minero también podrían exhibir un resultado favorable, siempre y cuando la estabilidad de la macroeconomía acompañe (la unificación del tipo de cambio en paralelo a un levantamiento gradual del cepo serían condiciones que ayudarían a estos sectores). Por otro lado, la caída de las importaciones explicada por un fuerte deterioro de la actividad económica y la demanda interna se daría pese a un eventual levantamiento de las restricciones.

Cosechando respuestas frente al dilema del agro

Luego de transitar una de las sequías más agudas de la historia, la economía local se encuentra recuperando un actor sumamente relevante: la cadena agroindustrial. Ahora bien, el foco de atención en las últimas semanas viró desde las cantidades (la producción se vio afectada por el clima) hacia los precios internacionales y el tipo de cambio al momento de la liquidación.

Camino a la cosecha gruesa se configura un escenario complejo en el cual los productores se encontrarán con incentivos contrapuestos: 1) Precios internacionales a la baja (lo que merma los márgenes de rentabilidad y desincentiva la retención de granos); 2) Una brecha cambiaria estabilizada en niveles relativamente bajos, disminuyendo el beneficio compensador del esquema 80%-20%; y 3) Un tipo de cambio real castigado por la aceleración inflacionaria, lo cual siembra dudas sobre la sostenibilidad del crawling peg al 2%, distorsionando así la sintonía cambiaria planificada y los incentivos alineados.

El éxito de la estrategia cambiaria del Gobierno depende de la liquidación de divisas proveniente de la cosecha gruesa. Por tal motivo, los meses entrantes serán un momento bisagra en el año: las autoridades pondrán en juego no sólo la recuperación de las Reservas Internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, sino la sostenibilidad del esquema cambiario-monetario en su conjunto.

Recuperando un jugador clave en la economía

Luego de transitar una de las sequías más agudas de la historia, la economía local se encuentra recuperando un actor sumamente relevante: la cadena agroindustrial. El rebote de la producción de cereales permitirá una notable mejora en las exportaciones (concentra el 65% de las mismas), una mayor recaudación por Derechos de Exportación y amortiguará el impacto negativo de la corrección de los desequilibrios macroeconómicos sobre la actividad.

Ahora bien, con la campaña avanzando sin mayores sobresaltos (si bien hubo recortes, los volúmenes estimados se mantienen dentro del promedio), el foco de atención en las últimas semanas viró desde las cantidades (la producción se vio afectada por el clima) hacia los precios internacionales y el tipo de cambio al momento de la liquidación.

Los precios de commodities no encuentran piso

En nuestro último informe abordando el tema, ya mencionábamos el descenso que venían registrando los precios de las commodities, los cuales estaban dejando atrás el rally alcista postpandemia (impulsado principalmente por cuellos de botella en la oferta global y la invasión Rusia a Ucrania) a raíz de un ciclo de suba de tasas de interés a nivel internacional. Asimismo, mencionamos diversos riesgos a la baja que podrían ejercer presión sobre los precios durante 2024.

Ya situados en la actualidad, el paso del tiempo fue materializando en mayor o menor medida aquellos factores generando un desplome en los precios de los principales cultivos de exportación: la soja retrocedió -7,5% (USD/tn 439), el maíz -6,3% (USD/tn 174) y el trigo -13,5% (USD/tn 200). De hecho, la pérdida es aún mayor si se la analiza en términos reales.

Consideramos que dicha caída en los precios internacionales no encuentra una única explicación, sino que se debe a un conjunto de factores que presionan a la baja. Por el lado de la oferta, una cosecha récord en Brasil (hila casi 20 años ininterrumpidos de incremento en los volúmenes producidos de soja) y stocks mundiales in crescendo producto del incremento en el ratio stock/consumo estadounidense (mayor relación stock/consumo, menor riesgo ante un desplome de la oferta del producto). En cuanto a la demanda, impactó principalmente la marcada moderación en el crecimiento de la economía china, el gran comprador mundial de cereales y oleaginosas.

Adicionalmente, los derivados financieros vinculados a los commodities y las posturas especulativas en el mercado financiero internacional (tanto para cubrirse de riesgos como para generar ganancias con las fluctuaciones) potenciaron la magnitud de los movimientos en las cotizaciones, sembrando la incógnita de cuál será el nuevo piso en los precios. Este recorte afecta de manera directa a la economía argentina, dado que la recuperación en las cantidades de la cosecha se verá parcialmente compensada por la caída en los precios.

Precios internacionales vs. expectativas de devaluación

En medio de este descenso de precios internacionales presionando sobre los márgenes del productor, se inserta la audaz estrategia cambiaria trazada por la nueva gestión. Concretamente, luego de convalidar un salto discreto del 120% en el tipo de cambio oficial (corrigiendo el atraso cambiario acumulado), incrementar la alícuota del Impuesto PAIS para importaciones (encareciendo insumos para la producción agrícola) y establecer el “dólar blend” para exportaciones (80% al TC oficial y 20% al financiero), se estableció un crawling peg del 2% mensual desde enero.

Ahora bien, frente a una inflación que superó el 70% entre diciembre y febrero, el tipo de cambio real que inició el mandato en su nivel más elevado desde la salida de la Convertibilidad erosionó aceleradamente su competitividad (se apreció un 33% en dicho periodo). Una tendencia que, de seguir con este ritmo de devaluación, seguramente se profundice en los próximos meses.

Más allá de la dinámica real del tipo de cambio, un elemento crucial para determinar los incentivos a liquidar granos es el spread entre tasas y crawling peg. Si bien las tasas de interés son negativas en términos reales frente a los elevados niveles de inflación, aún se sitúan por encima del crawling peg del tipo de cambio oficial, lo cual permite convalidar tasas positivas en dólares (2% contra una tasa del 6,7%, recientemente reducida). ¿Cuál es el rol de este spread? Mientras mayor sea la diferencia entre la tasa de interés y la devaluación mensual, mayores serán los incentivos para liquidar los USD ante el encarecimiento del apalancamiento en pesos y el costo de oportunidad de no aprovechar el carry trade.

En este contexto, camino a la cosecha gruesa se configura un escenario complejo en el cual los productores se encontrarán con incentivos contrapuestos: 1) Precios internacionales a la baja (lo que merma los márgenes de rentabilidad y desincentiva la retención de granos); 2) Una brecha cambiaria estabilizada en niveles relativamente bajos, disminuyendo el beneficio compensador del esquema 80%-20%; y 3) Un tipo de cambio real castigado por la aceleración inflacionaria (camino a niveles reales de fines de 2015), lo cual siembra dudas sobre la sostenibilidad del crawling peg al 2%, distorsionando así la sintonía cambiaria planificada y los incentivos alineados.

Como resultado de esta dinámica, si suponemos un crawling peg al 2% y una brecha cambiaria en torno al 30% para los próximos meses, los precios efectivos (teniendo en cuenta tanto precio internacional como TC real) que recibirían los productores en los meses fuertes de ventas serían los más bajos desde al menos el 2018 (ver gráfico debajo).

Sintonía fina en los incentivos a la liquidación

El éxito de la estrategia cambiaria del Gobierno depende de la liquidación de divisas proveniente de la cosecha gruesa (siendo ella uno de sus objetivos). Por tal motivo, los meses entrantes serán un momento bisagra en el año: las autoridades pondrán en juego no sólo la recuperación de las Reservas Internacionales necesarias para la eventual unificación cambiaria, sino la sostenibilidad del esquema cambiario-monetario en su conjunto.

Frente a este panorama, no descartamos que el Gobierno cambie algún elemento dentro del esquema vigente para adelantarse al mercado, alinear los incentivos y evitar así turbulencias que puedan afectar la dinámica actual. Dentro de las alternativas disponibles, se podría acelerar el ritmo de devaluación (para moderar el atraso cambiario real), cambiar los porcentajes del dólar blend (para mejorar el TC exportador y dotar de mayor oferta a los USD financieros) o incorporar algún incentivo fiscal, entre otras opciones.

No obstante, los distintos incentivos a los que podrían recurrir las autoridades tendrían implicancias colaterales para el programa económico. Por ejemplo: 1) Una aceleración del crawling peg no sólo elevaría el piso inercial al que viaja la inflación, sino que también podría interpretarse como señal de debilidad en la postura cambiaria del Gobierno; o 2) Una modificación del “dólar blend”, incrementando el % destinado al CCL, dotaría de mayor oferta a dicho mercado, pero reduciría la porción de USD liquidados que se destina a recomponer Reservas vía MULC.

Sin incentivos no hay liquidación, pero la cuestión pasa por las expectativas. Si bien los exportadores tendrían incentivos a liquidar frente a la continua caída en los precios internacionales, el spread entre la tasa de interés y el crawling peg (carry trade) y alguna modificación adicional que pudiera implementar el Gobierno, el esquema se considerará sostenible siempre y cuando los tenedores de los granos no perciban que puede ocurrir un nuevo salto discreto del TC oficial en el corto plazo. Frente a una expectativa de devaluación en el corto plazo, no hay incentivo que sea suficiente. En tal sentido, resulta imprescindible implementar medidas que acoten aquella expectativa.

A modo de cierre, la liquidación de la cosecha gruesa es un momento bisagra en 2024, donde se definirá la suerte del programa económico implementado por el Gobierno frente a un escenario dicotómico entre un proceso virtuoso y uno vicioso. En el primer caso, el ingreso de divisas proveniente de la cosecha permitiría mantener el saldo comprador del BCRA frente a una demanda que se irá incrementando producto del esquema de acceso escalonado. A su vez, la liquidación de exportaciones dotaría de oferta de USD a los mercados financieros (20% de lo liquidado), poniéndole un techo a la brecha cambiaria. Justamente, dicha dinámica facilitaría el sendero hacia la unificación cambiaria en algún momento de 2024, sin la necesidad de un gran salto discreto en el tipo de cambio oficial para cerrar la brecha.

Contrariamente, si las liquidaciones del agro no llegan o se ralentizan, el proceso de acumulación de Reservas podría revertirse, perdiendo credibilidad el sostenimiento del crawling peg al 2% y elevando las expectativas de devaluación. Paralelamente, se reduciría la oferta de USD en los mercados financieros, lo cual dispararía la brecha cambiaria. Claramente, este nuevo escenario reforzaría el freno de las liquidaciones y podría derivar en una mayor nominalidad de la economía.

Nuevos aires recorren el frente externo

En enero, el saldo de la balanza comercial exhibió un superávit (+USD 797 M) por segundo mes consecutivo. Los volúmenes exportados repuntaron, mientras que las cantidades importadas registraron un pronunciado descenso.

En particular, la balanza comercial energética arrancó el año con el pie derecho, tras anotar el mayor superávit mensual para un mes de enero desde 2010.

De cara a 2024, la recuperación de la cosecha agrícola, la reversión del déficit energético y un menor nivel de importaciones producto de la caída en la actividad económica colaborarán para que la balanza comercial retomé a su frecuente superávit.

El saldo comercial exhibió un superávit en enero (+USD 797 M), siendo el segundo mes consecutivo desde el cambio de gestión y la posterior instrumentación del salto de casi 120% del tipo de cambio y la readecuación de regulaciones en el comercio exterior.

Las exportaciones tuvieron un pronunciado repunte. Sumaron USD 5.398 M (+9,6% i.a.), impulsadas por cantidades colocadas al exterior al alza (+21,1% i.a.), al tiempo que los precios soplaron en contra (-9,4% i.a.) y ya redondean un año a la baja. Por su parte, las importaciones se desmoronaron al anotar USD 4.601 (-14,3% i.a.), con volúmenes que acusaron el impacto de las nuevas medidas (-11,3% i.a.) y precios que se encontraron a la baja (-3,5% i.a.).

¿Qué ocurrió en enero?

Las exportaciones se vieron motorizadas por el nuevo esquema cambiario, ahora más competitivo, el derrumbe de la brecha cambiaria y una campaña agrícola mejor a la esperada (aunque aun siendo una producción históricamente baja) de la cosecha fina.

En este sentido, las exportaciones de Trigo repuntaron hacia los USD 565 M (+279,2% i.a.; +USD 416 M), monto que representa el 10% de las exportaciones del mes (vs 3% en 2023). Así, las cantidades de las colocaciones externas de Productos Primarios (PP) despegaron +66,7% i.a. y, en menor medida, las de Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) otro +16,6% i.a.

Por el contrario, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) fueron el único rubro en registrar un descenso en las cantidades exportadas (-5,5% i.a.). El nuevo esquema cambiario, con un tipo de cambio importador por encima del exportador, sumado a las demoras de las nuevas regulaciones que siguieron impidiendo un acceso fluido a insumos y bienes de capital del exterior atentaron contra el desempeño de las MOI que, para peor, registraron un descenso no menor en sus precios (-10,1% i.a.).

Por su parte, las importaciones, a la inversa de las exportaciones, se deterioraron al calor de las razones mencionadas. Los volúmenes importados de usos vinculados a la producción se vieron muy castigados, con la única excepción de Bienes Intermedios (+5,5% i.a.); Piezas y bienes de capital sufrió un retroceso del -23,8% i.a., anotando su mayor caída desde septiembre del 2020; y Bienes Intermedios anotó otro -11,8% i.a.

En esta línea, con una demanda doméstica retrocediendo, los volúmenes importados de Bienes de consumo también se retrajeron (-8,3% i.a.). Diferente fue para el caso de Vehículos automotores de pasajeros (+85,2% i.a.), que anotaron su segundo mayor avance en casi tres años.

Balanza comercial energética arriba al superávit

La balanza energética abre el año con un nivel hisóricamente elevado: anotó el mayor superávit mensual para un enero desde el 2010. El balance energético totalizó un resultado positivo de USD 390 M, debido al gran desempeño de unas exportaciones que alcanzaron USD 677 M, repuntando fuertemente en sus cantidades exportadas (+31,2%), que más que compensaron precios internacionales jugando en contra (-15,4% i.a.). En simultáneo, las importaciones retrocedieron de forma abrupta (USD 287 M; -58,7% i.a.), arrastradas por una fuerte caída en las cantidades importadas (-52,7% i.a.) y en menor medida los precios (-11,8% i.a.).

De este modo, visto de forma acumulada en los últimos doce meses, la balanza energética retornó al superávit luego de doce años (omitiendo 2020). Esta es una primera señal de lo que esperamos se constituya en la nueva tendencia positiva para el saldo energético, que estimamos rondará a fines de 2024 con un saldo positivo que superará los USD 3.000 M.

¿Qué esperamos hacia adelante?

El Gobierno comenzó la gestión con vistas a resolver los desequilibrios macroeconómicos heredados. En el plano cambiario, se abordó la corrección del atraso cambiario al convalidar un salto del 118% del dólar oficial, así como una modificación de los tipos de cambio efectivos, ubicando por encima al tipo de cambio importador (tras elevación al 17,5% del impuesto PAIS) respecto al exportador (que además cuenta con retenciones). Asimismo, se sostuvo el} beneficio de liquidar el 20% de las exportaciones por el canal financiero (CCL).

Para recomponer Reservas, a los efectos positivos de las medidas cambiarias se le suma la programación de los flujos importadores, escalonando el acceso al MULC en un 25% del valor FOB importado cada 30 días -el esquema difiere para combustibles, productos farmacéuticos, fertilizantes y automotores-.

En tanto el stock de deuda comercial por importación de bienes, el BCRA ofreció a importadores el BOPREAL, pilar clave para contener presiones cambiarias adicionales (es decir, evitar que se vuelque dicha demanda a los canales de dólares financieros), y cuya Serie 1 completó su adjudicación y se encuentra próxima a finalizar la correspondiente a la Serie 2.

Con todo, en el corto plazo el principal desafío del esquema será llegar con las menores distorsiones posibles a la cosecha gruesa. Es decir, para sortear sin sobresaltos los propios problemas del esquema económico trazado, será clave arribar al segundo trimestre con 1) una inflación arrojando señales de desaceleración para mermar los efectos negativos sobre la competitividad cambiaria (30% de apreciación desde la devaluación del 13 de diciembre a hoy); 2) una brecha cambiaria contenida para incentivar liquidaciones y evitar un potencial exceso de demanda de divisas; y 3) con la demanda de divisas por importaciones in crescendo, las compras que viene registrando el BCRA tendrán en marzo un umbral a superar que marcará el pulso previo a la mayor oferta de divisas tras el ingreso de la cosecha gruesa.

En suma, 2024 tendrá una auspiciosa recuperación de las exportaciones. A la recuperación de los principales cultivos de exportación (soja y maíz) y la reversión del déficit comercial energético se le sumará, en caso de que se logre mantener la brecha cambiaria a raya y se produzca eventualmente una unificación, sectores como el minero y los Servicios Basados en Conocimiento. Por el lado de las importaciones, la demanda se encontrará fuertemente afectada, en particular en el primer semestre del año, producto de la caída en la actividad económica (estimamos una caída del 4% en el 1° semestre; -2,9% anual), estimando una recuperación hacia finales de año.

Dicho esto, dos son las razones que obligan a mantener la cautela: 1) presiones bajistas en el precio de los granos gruesos, en particular la soja, cuyo contrato futuro a mayo-24 ya se ubica en 434,82 USD/tn (-13,8% i.a.), debido a producciones globales por encima de lo estimado y una ralentización de la demanda China; y 2) recrudecimiento en los conflictos de Medio Oriente y en particular en el Mar Rojo, que imprimen volatilidad en el costo de los fletes (en enero saltaron un 36%).

Tiempo de barajar y dar de nuevo

En diciembre, el saldo comercial exhibió un superávit (+USD 1.018) luego de nueve meses y cerró 2023 con el mayor déficit desde 2017. Los volúmenes exportados -impactados por la sequía- totalizaron una abrupta caída, mientras que las cantidades importadas, si bien por debajo de 2022, mostraron una importante resiliencia.

El sostenimiento de los volúmenes importados para no afectar la actividad y el empleo en un año electoral se produjo a costa de aumentar los desequilibrios macroeconómicos, la pérdida de Reservas -ubicándose en mínimos históricos en términos netos- y un exponencial endeudamiento por importaciones de bienes.

De cara a 2024, el fin de la sequía y un gran optimismo en las estimaciones de la campaña en curso, la reversión del déficit energético y un menor nivel de importaciones producto de la caída en la actividad hará que la balanza comercial retomé a su frecuente superávit.

 

El saldo comercial exhibió un superávit (+USD 1.018 M) luego de nueve meses en diciembre, mes signado por el cambio de gestión, el salto en el orden del 120% del tipo de cambio y la readecuación de regulaciones en el comercio exterior. Cómo resultado, durante 2023 se acumuló un rojo comercial de USD 6.926 M, ubicándose como el déficit más abultado desde 2017.

Las exportaciones del mes sumaron USD 5.273 (-9% i.a.) y cerraron el año en USD 66.787 M (-24% i.a.). El pobre desempeño de 2023 se explica tanto por la abrupta caída de las cantidades colocadas al exterior (-16% i.a., el mayor descenso histórico) fruto de la sequía, como por unos precios que tampoco acompañaron (-6% i.a.).

Las importaciones anotaron USD 4.255 M (-15% i.a.) en diciembre y USD 73.715 M (-10% i.a.) en 2023. A pesar de la escasez de divisas, las cantidades importadas registraron un leve descenso (-4% i.a.) en el año, con precios también a la baja (-5% i.a.).

Balance de un año atípico

El sector externo se enmarco en un 2023 signado por: 1) una fuerte apreciación cambiaria (22% hasta el cambio de gestión); 2) una acentuada brecha y volatilidad cambiaria; y 3) el impacto de la sequía en las exportaciones.

Como consecuencia de las inclemencias climáticas, las cantidades de las colocaciones externas de Productos Primarios (PP) y Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA) se desplomaron 36% i.a. y 18% i.a., respectivamente, superando los descensos registrados en las sequías previas (2009 y 2018). Para dimensionar, las exportaciones de los principales productos de soja, principal complejo de exportación, se desmoronaron USD 10.605 M anual producto de las graves condiciones climáticas.

Asimismo, las Manufacturas de Origen Industrial (MOI) también anotaron un descenso del 3% i.a. en sus cantidades, rubro afectado por las restricciones en las importaciones que limitaron el acceso a insumos y bienes necesarios para la producción, junto con la falta de incentivos en términos cambiarios.

En este escenario de escasez de dólares producto de la sequía, el Gobierno evitó una necesaria corrección cambiaria para no perjudicar la actividad y el empleo, factores que mellarían su competitividad electoral. Como resultado, las compras externas se sostuvieron en niveles elevados. Las cantidades importadas no energéticas, si bien se ubicaron un 2,6% debajo de 2022, tuvieron un gran desempeño presentando el mayor nivel de importaciones desde el 2018 -excluyendo 2022-.

De hecho, visto por los principales usos vinculados a la producción, los volúmenes importados de Piezas y accesorios de bienes de capital crecieron 3% i.a., seguido por Bienes Intermedios (+2% i.a.). Diferente fue la suerte para Bienes de Capital, con un derrotero del -12% i.a.

El costo por mantener este nivel de compras en medio de la sequía fue la postergación de las necesarias correcciones cambiarias y el consumo de diversos stocks. Es que en ausencia de financiamiento internacional para cubrir el déficit comercial (y de cuenta corriente), el grueso de las necesidades fue cubiertas mediante Reservas Internacionales, que terminaron el año en mínimos históricos al caer USD 12.257 M (sin DEGs) y un aumento exponencial de la deuda comercial por importaciones de bienes que supera los USD 30.000 M, por encima del nivel normal de operaciones. También, en menor medida, el endeudamiento a través de la activación del swap con China por USD 11.500 M (que no fue usado en su totalidad), permitió completar la estrategia del gobierno para financiar importaciones de origen chino.

¿Qué esperamos hacia adelante?

Como mencionamos al inicio, el Gobierno comenzó la gestión con vistas a resolver los problemas heredados. En el plano cambiario, se abordó la corrección del atraso cambiario al convalidar un salto del 118% del tipo de cambio, así como una modificación de los tipos de cambio efectivos, ubicando por encima el tipo de cambio importador (tras elevación al 17,5% del impuesto PAIS) respecto al exportador. Asimismo, se sostuvo el beneficio de liquidar el 20% de las exportaciones por el canal financiero (CCL).

Por el lado de la recomposición de Reservas, a los efectos positivos de las medidas cambiarias se le suma la programación de los flujos importadores, escalonando el acceso al MULC en un 25% del valor FOB importado cada 30 días -el esquema difiere para combustibles, productos farmacéuticos, fertilizantes y automotores-. Esta medida permitió que el BCRA hilvane 32 ruedas de compras netas en el MULC y acumule USD 5.811 M.

En lo que respecta a la normalización del stock de deuda comercial por importación de bienes, el BCRA ofreció a importadores el BOPREAL, instrumento que venía siendo poco demandado y en su última licitación superó expectativas al suscribir USD 2.454 M (casi USD 4.100 M en el acumulado). De esta manera, es un pilar clave para contener presiones cambiarias adicionales.

Con todo, en el corto plazo el principal desafío del esquema será llegar con las menores distorsiones posibles a la cosecha gruesa. Es decir, para sortear sin sobresaltos los propios problemas del esquema económico trazado, será clave arribar a la gruesa con 1) una inflación arrojando señales de desaceleración para mermar los efectos negativos sobre la competitividad cambiaria y 2) una brecha cambiaria contenida para incentivar liquidaciones y evitar un potencial exceso de demanda de divisas.

Este panorama se completa con una auspiciosa recuperación de las exportaciones que tendrá lugar en 2024. A la recuperación de los principales cultivos de exportación (soja y maíz) y la reversión del déficit comercial energético se le sumará, en caso de que se logre mantener la brecha cambiaria a raya y se produzca eventualmente una unificación, sectores como el minero y los Servicios Basados en Conocimiento. Por el lado de las importaciones, la demanda se encontrará fuertemente afectada, en particular en el primer semestre del año, producto de la caída en la actividad económica (estimamos una caída del 4% en el 1° semestre; -2,9% anual) y recuperando hacia finales de año.

En suma, luego de un 2023 para el olvido, estimamos una recuperación del superávit comercial que podría orillar los USD 15.000 M, variable fundamental para dotar de Reservas al BCRA, enfrentar vencimientos de deuda soberana en USD y cumplimentar la meta con el FMI.

Dicho esto, dos son las razones que obligan a mantener la cautela: 1) presiones bajistas en el precio de los granos gruesos, en particular la soja cuyo futuro a mayo-24 ya se ubica en 457 USD/tn (-9,4% i.a.), debido a producciones globales por encima de lo estimado y una ralentización de la demanda China; y 2) recrudecimiento en los conflictos de Medio Oriente y en particular en el Mar Rojo, que imprimen volatilidad en el coste de los fletes (en diciembre saltaron un 39%).

Otro déficit comercial mensual y nuevas medidas, ¿qué esperar hacia adelante?

En noviembre, el saldo comercial exhibió un déficit por noveno mes consecutivo, acumulando en el año un rojo récord (- USD 8.000 M). Los volúmenes exportados -impactados por la sequía- registraron una nueva caída, mientras que las cantidades importadas retrocedieron luego de un trimestre al alza, mostrando en el año una importante resiliencia.

Las nuevas medidas del BCRA buscan normalizar el acceso de los importadores al mercado cambiario y eliminar trabas burocráticas y administrativas, aunque mediante un cronograma de pagos para la deuda comercial acumulada y plazos de pago diferenciados por sector para los nuevos flujos, partiendo de reservas internacionales en mínimos históricos y la necesidad de administrar las divisas durante estos meses de baja estacionalidad de exportaciones.

De cara a 2024, esperamos un robustecimiento del saldo comercial producto del repunte del agro, la reversión del déficit energético y la abrupta caída en la actividad e importaciones que implica el plan de ajuste fiscal y devaluación instrumentado por el gobierno hasta el momento.

 

En noviembre, el saldo comercial exhibió un nuevo déficit (-USD 615 M) por noveno mes al hilo, acumulando en 2023 un rojo comercial de USD 8.000 M, contrastado con un superávit de USD 5.800 M en el mismo lapso de 2022 (una notable diferencia de USD 13.800 M).

Afectadas principalmente por la sequía, y con precios cayendo, las exportaciones se desplomaron nuevamente. Sumaron tan sólo USD 4.872 M (-32% i.a.), con volúmenes registrando una abrupta caída (-22% i.a.), al tiempo que los precios promedio, lejos de compensar, continúan disminuyendo (-12% i.a.). Los rubros que encabezan las desmejoras son los asociados a la agroindustria: Productos Primarios y Manufacturas de Origen Agropecuario.

Los volúmenes importados descendieron luego de un trimestre al alza, manteniéndose a flote en el año. Las compras externas alcanzaron los USD 5.487 M (-5% i.a.), con cantidades cayendo (-3% i.a.) por primera vez luego de tres meses, en tanto los precios registraron otra baja (-2% i.a.).

En el año, los volúmenes importados caen sólo 3%, dando cuenta del rol crucial que cumplió el notable aumento del crédito comercial. De hecho, el volumen de las compras externas de la mayoría de los usos vinculados a la producción se encuentra por encima del año previo, a excepción de Bienes de Capital (-9% i.a.).

Los términos de intercambio (TDI, relación entre precios de exportación e importación) no cortan su tendencia a la baja. Como consecuencia, el déficit comercial para los primeros once meses fue cerca de USD 1.800 M mayor en 2023 de lo que hubiera sido bajo los precios internacionales de 2022. No obstante, los TDI se ubican 10% por encima del promedio histórico (2004-22).

Nuevas medidas para administrar la herencia

El Gobierno inició su mandato partiendo de un frente externo atravesando una delicada situación, con un tipo de cambio real inconsistentemente apreciado cerca del 30% respecto a 2019, reservas internacionales netas en mínimos históricos y un crecimiento exponencial de la deuda comercial con importadores, con un stock que más que duplica el nivel de crédito normal. Este contexto tornaba necesario administrar la escasez y encuadrar los diferentes plazos entre los nuevos flujos y los stocks adeudados (deuda comercial, dividendos, pagos a tenedores de deuda en USD, etc.)

En este marco, la administración entrante tomó una serie de decisiones que apuntan, en lo inmediato, a (1) Recrear incentivos a las exportaciones y desalentar importaciones, buscando una mejora de la balanza comercial que sea motor de la recuperación de las reservas internacionales; (2) Brindar previsibilidad sobre la normalización del flujo de nuevas importaciones y el repago del elevado stock de deuda comercial acumulada bajo la necesidad de administrar las divisas durante estos meses de baja estacionalidad de exportaciones hasta el ingreso de las divisas de la cosecha gruesa (segundo trimestre 2024).

Respecto a (1), lo siguiente: (a) Elevó el tipo de cambio oficial en el orden del 120%, llevándolo en moneda constante a un nivel que se acerca al de la salida de la Convertibilidad; (b) Le permite a los exportadores liquidar el 20% de las divisas al dólar CCL; (c) Elevó el Impuesto País a las importaciones del 7,5% al 17,5% (bienes y fletes), manteniendo sin cambios (25%) para el resto de los servicios, lo que implica una mayor corrección cambiaria que para las exportaciones, quedando así el “dólar importador” ($940/$1000) por encima del “dólar exportador” ($850, menos retenciones[1]), cuando previamente ocurría lo contrario; (d) Se busca mantener una tasa de interés positiva en USD: que la tasa en pesos sea mayor al crawling peg del dólar oficial.

Respecto a (2), el Gobierno estableció una resolución gradual al elevado stock de deuda comercial con importadores (creció casi USD 30.000 M desde 2022), mientras que para los nuevos flujos fijó un cronograma de pagos inmediatos o escalonados según el sector.

  • Nuevos flujos. A fin de dar previsibilidad hacia adelante, por medio de la Comunicación “A” 7917 el BCRA (a) Reemplaza el sistema SIRA-SIRASE por uno que no requerirá la aprobación previa de licencias; y (b) Dispone diferenciaciones y plazos para el acceso al MULC para importadores.

Más en detalle, el acceso al MULC para las importaciones de bienes se discriminó de la siguiente manera: (i) Inmediato desde el arribo de la mercadería para importaciones de combustibles, lubricantes y energía eléctrica; (ii) A 30 días desde el arribo para productos farmacéuticos (e insumos relacionados), fertilizantes y productos fitosanitarios; (iii) A 180 días para autos terminados y productos suntuarios; (iv) Mecanismo de pagos escalonados del 25% del valor FOB cada 30 días desde el arribo de la mercadería para las posiciones restantes; y v) Fletes y seguros podrán ser abonados en su totalidad a partir de la primera fecha de acceso al mercado de cambios, dependiendo el producto.

  • Stocks. Mediante las Comunicaciones “A” 7918 y 7925, y “B” 12695, el BCRA dispuso la emisión de bonos para importadores de bienes y servicios con deuda comercial pendiente de pago, denominados “Bonos para la Reconstrucción de una Argentina Libre” (BOPREAL). Sobre esta base se sumó el Decreto 72/23, que añade precisiones sobre los beneficios impositivos.

El menú de opciones consiste en tres bonos suscriptos en pesos y pagaderos en dólares con vencimientos en junio del 2025 (“Serie 2”), mayo 2026 (“Serie 3”) y octubre 2027 (“Serie 1”) [ver para más detalles]. En términos generales, el atractivo de todos los instrumentos reside en que no existirá una restricción cruzada entre su venta contra dólares y un acceso posterior al MULC; tienen un plazo menor al de un bono “AL”; son bonos del BCRA y no del Tesoro.

Ahora bien, la búsqueda principal es incentivar una mayor suscripción para el bono de largo plazo (“Serie 1”), ofreciendo licitaciones periódicas entre el 26 de diciembre y el 31 de enero, con el objeto de resguardar las reservas del BCRA en base al flujo proyectado de balanza comercial de los próximos años.

Dentro de los beneficios para hacer más atractiva su suscripción, se cuentan: (1) Tasa de interés del 5% TNA; (2) Separación a partir de marzo de 2024 en 4 series independientes, con 3 de ellas ofreciendo la opción de rescate anticipado en pesos al tipo de cambio del momento y siendo elegibles para el pago de impuestos; (3) Alícuota 0% de Impuesto PAIS; (4) No existirá una restricción cruzada entre su venta contra dólares y un acceso posterior al MULC; (5) Acceso al MULC en febrero por hasta el 5% del valor total del título -sólo si éste representa el 50% o más del total de la deuda-; (6) Podrá transferirse a los acreedores y negociarse en el mercado secundario.

En función del éxito que tenga la licitación del “Serie 1”, el remanente resultante se encauzaría a los restantes instrumentos, cuyas fechas de suscripción se anunciarán más adelante. Cabe aclarar que el nivel remanente dependerá no sólo del éxito de este instrumento, sino también de la deuda elegible que cumpla con los requisitos solicitados por el BCRA.

En suma, para hacerse del total de los dólares los importadores deberán esperar hasta el vencimiento del título o venderlo en el mercado secundariosoportando un descuento o, dicho de otra forma, adquiriendo los dólares a un tipo de cambio superior. Esto es: cuanto más apuro haya por acceder a los dólares, más caros serán, lo cual tendería a desfavorecer en mayor medida a las empresas con mayores dificultades para seguir posponiendo sus pagos a proveedores.

¿Qué esperamos hacia adelante?

En el corto plazo, el BCRA ha vuelto a acumular reservas (compró USD 1.895 M desde la devaluación), producto de una mayor liquidación de exportaciones y una demanda de importadores que sigue limitada. Las compras netas que pueda acumular la autoridad monetaria estas semanas serán clave pensando en que dentro de 30 días comenzaría la mayor demanda de divisas de los importadores producto del esquema establecido, que en enero vencen cercade USD 1.500 M de deuda soberana y que la cosecha gruesa aún queda lejos.

Llevando la mirada a 2024, esperamos un importante robustecimiento del saldo comercial, cercano a los USD 15.000 M, contribuyendo a la tan necesaria recomposición de reservas del BCRA. El resultado sería propiciado por el rebote en las exportaciones agrícolas, de la mano del fin de la sequía; la reversión del déficit comercial energético, por medio de la puesta en marcha del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner; un mayor aporte de la minería; y un encarecimiento de las importaciones, sumado a una recesión económica que tendería a limitar la demanda por importaciones producto de la menor demanda doméstica.

[1] Se aumentaron y generalizaron las retenciones al 15% (excepto para el complejo sojero, que se unifican en el 33%). No obstante, posteriormente se establecieron exenciones para productos vinculados a las economías regionales, que pasarían a pagar 0% (sectores como el olivícola, arrocero, bovino y lácteo, entre otros); el sector vitivinícola pasaría del 15% al 8%. No descartamos que nuevos sectores puedan ser exentos.

La puja por los dólares en 2024

El balance cambiario de 2024 se verá favorecido por la proyección de un saldo comercial que pasaría de terreno negativo a positivo, impulsado principalmente del rebote en las exportaciones agrícolas de la mano de la recuperación en los volúmenes de cosecha, junto con la reversión del déficit de la balanza energética.

No obstante, serán distintos los intereses que el próximo año estarán pujando por hacerse del mayor ingreso neto de divisas que aportará la balanza comercial. Entre los principales, la necesidad de recomponer un stock (negativo) de reservas internacionales en mínimos históricos; los pagos de deuda en USD con el sector privado; atrasos en la remisión de utilidades y dividendos; y la creciente deuda comercial con importadores.

En suma, no son pocos los desafíos por delante que tendrán que abordarse para sacar provecho del retorno a una balanza comercial positiva, que lejos estará de ser suficiente para resolver los problemas heredados. Además de administrar la escasez y encuadrar los diferentes plazos entre los flujos y stocks acumulados, de fondo se deberá volver a recrear un esquema cambiario consistente y sostenido en el tiempo que elimine restricciones, reduzca la brecha cambiaria, corrija el atraso cambiario e incentive la liquidación de exportaciones. 

 

El sector externo de la economía argentina está dejando atrás un 2023 para el olvido. Producto principalmente del impacto de una de las sequías más severas de que se tenga registro sobre el sector agrícola, actividad que genera más de la mitad de las ventas externas del país. En consecuencia, la pérdida por exportaciones rondaría este año los USD 20.000 M, equivalente a cerca de un 20% del nivel del año pasado o a 4 meses de importaciones.

Este escollo es de suma relevancia para Argentina. Para dimensionar, desde 1990 a esta parte, en cerca de 8 de cada 10 años la economía local registró un saldo comercial positivo; pero, en contraste, en 7 de cada 10 presentamos un déficit de cuenta corriente.

¿Qué significa esto? Que la balanza comercial positiva no alcanza a cubrir el déficit en la balanza de servicios y de remisión de rentas al exterior (intereses por pagos de deuda externa, royalties y utilidades y dividendos de grandes empresas, entre otros conceptos).

Por lo tanto, cuando el agro se encuentra en problemas, la economía local debe irremediablemente obtener financiamiento, utilizar reservas internacionales o enfrentar un ajuste cambiario (devaluación) que contribuya a corregir el desbalance externo.

En este sentido, la sequía llegó en un mal momento. Por un lado, el año había comenzado con un reducido stock de reservas y una apreciación cambiaria que, junto con la elevada brecha, coordinaban un exceso de demanda de divisas. Asimismo, el financiamiento externo se encontraba agotado, producto de mercados internacionales virtualmente cerrados y un acceso al crédito del FMI -prestamista de última instancia- que se había producido en años previos.

Evitando el ajuste

En este marco, el año electoral configuraba naturalmente un desencuentro entre los incentivos políticos y un necesario ajuste que debía ser de magnitud.

No obstante, a fin de sostener su competitividad electoral, el Gobierno priorizó el sostenimiento de la actividad económica y el empleo, evitando a toda costa un ajuste cambiario.

Como corolario, en los primeros diez meses del año, mientras que los volúmenes exportados acusaron el impacto de la sequía y retrocedieron 17% i.a., los volúmenes importados no-energéticos lo hicieron tan sólo 2% i.a.

¿Cómo lo logró? Empleando diferentes fuentes de financiamiento internas y externas y aplicando desdoblamientos cambiarios: (1) Reservas internacionales, cuyo stock en términos netos (con DEG) pasó de USD 8.700 M a inicios de año a un mínimo histórico actual de -USD 10.300 M; (2) El swap de monedas con China, activando dos tramos por cerca de USD 11.500 M; (3) Deuda comercial con importadores (sobre todo de bienes) que mostró un acelerado crecimiento, predominando como motor para sostener las compras externas: sólo en 2023 el endeudamiento neto en el caso de los bienes ya trepó USD 16.000 M (equivalente a cerca de 3 meses de importaciones), dejando un stock cercano a los USD 47.300 M, más del doble del stock habitual; (4) Desdoblamientos cambiarios para incentivar las exportaciones, procurar desalentar importaciones y mantener contenida la brecha cambiaria; (5) Fortalecimiento de las restricciones de acceso al mercado oficial.

En suma, se sostuvo un flujo de importaciones relativamente elevado a costa de una acentuación de los desequilibrios macroeconómicos: el tipo de cambio real se aprecia un 11% en lo que va de 2023 -32% en la gestión-; la brecha cambiaria registró un máximo histórico al rozar picos próximos al 200%; se profundizó el deterioro del balance del BCRA; y se forzó un crédito comercial que comenzó a generar tensiones de las empresas con sus proveedores y casas matrices.

La herencia, ¿se resuelve con el agro y la energía?

De cara a 2024, estimamos que la balanza comercial retornará a su habitual superávit. Por un lado, si bien por debajo de los niveles pre-sequía, tendrá lugar una importante recuperación en el valor de la cosecha agrícola, en cerca de USD 13.000 M respecto a 2023.  A ello se le sumará el sector energético, el cual robustecerá la balanza comercial aportando, según nuestras estimaciones, un superávit cercano a los USD 3.500 M, dejando atrás una larga historia deficitaria iniciada en 2011.

No obstante, esta necesaria oferta de divisas convivirá con un conjunto de intereses que competirán por hacerse de los nuevos dólares que aportaría la balanza comercial.

(1) Acumulación de reservas. En primer lugar, el BCRA partirá con un nivel de reservas netas en mínimos históricos que deberá recomponer a fin de comenzar a sanear su balance, recobrar poder de fuego para intervenir en el mercado y favorecer el proceso de estabilización de la economía.

(2) Vencimientos de deuda en USD. En 2024, entre los vencimientos correspondiente a títulos públicos, Organismos Internacionales, Club de París y el FMI (que excederán a los desembolsos), los compromisos netos ascienden a USD 13.600 M[1]. En este contexto, cabe recordar que con el FMI los pagos netos suman cerca de USD 4.300 M, a la espera de la renegociación con el organismo que encarará el gobierno de Javier Milei.

(3) Una deuda comercial por importaciones de bienes que se encuentra más que duplicando el stock normal histórico en cerca de USD 25.000 M, a lo que se sumarán utilidades y dividendos no remitidos al exterior.

En este marco, y descartando una inmediata y simultánea normalización del flujo y stock de pagos de importaciones dado el complejo punto de partida, el tratamiento asociado a este último factor esperamos que sea similar al esquema implementado a partir de diciembre 2015, tras el levantamiento del cepo cambiario al inicio del mandato de Mauricio Macri.

A partir de un tratamiento diferencial de los stocks acumulados y los nuevos flujos, y partiendo de un tipo de cambio oficial que haya dejado atrás buena parte del atraso actual (más caro en términos reales), prevemos se busque garantizar una normalización de los nuevos flujos de pagos por importaciones e instrumentar una regularización gradual (mediante algún esquema de reprogramación) para los stocks acumulados.

Al mismo tiempo, según lo que se desprende de las últimas declaraciones del presidente electo, Javier Milei, el próximo gobierno podría liberar stock de deuda comercial que sea cancelado accediendo libremente al dólar financiero (CCL), pudiendo regir asimismo para los nuevos flujos. Esto tendría la ventaja de la inmediatez en el acceso, pero asumiendo un costo que será inicialmente superior (la brecha cambiaria seguirá existiendo) al de realizar la operación al tipo de cambio oficial. En este marco, la remisión de utilidades, dividendos, regalías se regularizaría con posterioridad.

En suma, no son pocos los desafíos por delante que tendrán que abordarse para sacar provecho del retorno a una balanza comercial positiva que lejos estará de ser suficiente para resolver los problemas heredados. En lo inmediato, será necesario administrar la escasez y encuadrar los diferentes plazos entre los flujos (oferta y demanda estacional de divisas, pagos de deuda) y los stocks acumulados (deuda comercial, utilidades y dividendos, etc.).

De fondo, se deberá volver a recrear un esquema cambiario consistente y sostenido en el tiempo que elimine restricciones, reduzca la brecha cambiaria, corrija el atraso cambiario (hoy en niveles inconsistentes con un superávit de cuenta corriente) e incentive la liquidación de exportaciones, en el marco de la necesidad de estabilizar la economía para evitar acelerar el escenario de crisis nominal.

[1] Excluyendo Letras Intransferibles, Letras en Garantía y Avales.