El IPC GBA Ecolatina trepó 7,5% en julio

El IPC GBA Ecolatina se aceleró hasta alcanzar 7,5% en julio. Luego de la renuncia de Martin Guzmán, la incertidumbre ante costos de reposición inciertos generada por el alza en los dólares financieros no fue gratis en materia de precios. A diferencia de otros periodos, la suba de los dólares paralelos funcionó como claro mecanismo de transmisión para la dinámica inflacionaria.

¿Qué pasó con la inflación en julio?

La aceleración fue generalizada al interior del IPC. Tanto los Bienes como los Servicios treparon 7,5%. Para este último, se destaca el crecimiento de servicios privados (+9,5%), mientras que los servicios públicos sólo crecieron 2% en julio, ya que hubo limitado impacto de aumentos tarifarios.

Al interior del índice, los capítulos con mayor evolución fueron Esparcimiento (+10,9%), Equipo y mantenimiento del hogar (+10,8%), impulsado por subas marcadas en bienes durables para el hogar y muebles; y Transporte y comunicaciones, que creció 10,7% en el séptimo mes del año.

Los capítulos que se localizaron por debajo del nivel general fueron Vivienda y servicios básicos (+3,7%), Indumentaria (+5,3%), Educación (+5,8), Salud (+6,1%) y Alimentos y Bebidas (+6,7%).

Al interior del capítulo de Alimentos y bebidas, las mayores variaciones se registraron en Bebidas alcohólicas (+10,3%), Alimentos y bebidas consumidos fuera del hogar (+18%), Huevos (+16,9%), Aceites (+12,1%) y Fideos (+8,1%). Por el contrario, los capítulos que tuvieron menor variación fueron Frutas (-1,2%) y Carnes (+3%).

En cuanto a las categorías, Estacionales anotó apenas 3,3%, mientras que el aumento en IPC Regulados fue de 7,0%, 0,2 p.p por encima del registro de junio, impulsados por algunos aumentos aislados Agua (+20%); Combustibles y Lubricantes (+8,8%) y Seguros y Estacionamiento (+21%). Por otro lado, el IPC Núcleo, que excluye Regulados y Estacionales, marcó 8,2%. De esta manera, se aceleró 3,4 p.p respecto al registro de junio, y creció 70,8% en la comparación interanual. Por su parte, el indicador de Consumo Masivo (que se encuentra dentro de los precios núcleo) registró una variación de 8,2% en el séptimo mes del año (+62,5% i.a.).

¿Qué esperamos?

Con los sucesos recientes, las perspectivas nominales empeoraron notablemente. Incluso estimando una desaceleración en los últimos cinco meses del año, para estacionarse en torno al 5% mensual, proyectamos una inflación que estará en torno al 90% en el cierre del año. Este nuevo escalón sugiere que la desaceleración esperada para el año entrante (en torno al 70%), quedará muy por encima de las cifras anuales del promedio 2018-2021 (poco menos de 50%).

El IPC GBA Ecolatina creció 7,9% en la primera quincena de julio

¿Qué pasó con la inflación en junio?

El IPC Nacional INDEC fue 5,3% en junio, acelerándose 0,2 p.p. respecto al mes anterior. De esta forma, acumuló 36,2% el primer semestre del año y alcanzó 64% i.a., dejando en evidencia que previo a la aceleración del presente mes, la inflación interanual ya era la más alta de los últimos 30 años.

Los capítulos con mayor evolución fueron Salud (+7,4%), donde incidió el aumento en prepagas y medicamentos, Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+6,8%), impulsado por el aumento de tarifas de electricidad y gas y en menor medida por expensas y Bebidas alcohólicas y tabaco, que creció 6,7% en el sexto mes del año.

La mayor incidencia en el aumento del nivel de precios la tuvo el índice de Alimentos y bebidas, explicando 1,27 p.p de la variación de junio. Aun así, el capítulo se ubicó por tercer mes consecutivo por debajo del nivel general (+4,6%). Al interior, los mayores aumentos se dieron en las divisiones de Verduras, tubérculos y legumbres (+10,1%), que aumentó por primera vez luego de dos meses de caída; Aceites, grasas y manteca (+7,2%) y en Azúcar, dulces, golosinas (+6,4%).

En cuanto a las categorías, el IPC Núcleo, que excluye estacionales y regulados, avanzó 5,1%, alcanzando una variación interanual de 65,5%. Por su parte, el IPC Regulados trepó 5,3% en el mes, desacelerándose 0,4 p.p respecto al mes anterior. Por último, el IPC Estacionales creció 6,6% (+84,5 i.a.). Los Bienes registraron una variación de 5,2%, mientras que los Servicios tuvieron una variación de 5,5% con respecto a mayo.

Julio: expectativas desancladas con fuerte impacto inflacionario

El IPC GBA Ecolatina trepó 7,9% en la primera quincena de julio respecto al mismo periodo del mes anterior. La aceleración de más de 2 p.p. se dio en un contexto de elevada volatilidad financiera que implicaron subas en los dólares paralelos. Por este motivo, y en conjunto con ciertas restricciones a las importaciones impuestas al cierre de junio, la elevada incertidumbre sobre los costos de reposición fue un factor que influyó en la fijación de precios.

La aceleración fue generalizada al interior del IPC. En este sentido, los Bienes treparon 8,0%, con algunos aumentos marcados en productos intermedios/durables: por ejemplo, artefactos para el hogar (+12,9%), muebles (+13,8%), herramientas (+16,0%), adquisición de vehículos (+9,2%), accesorios y repuestos de vehículos (+20,4%), equipos de audio, televisión y video (+12,6%) fueron algunas de las principales subas. De todas formas, los bienes empaquetados de consumo masivo también exhibieron subas marcadas (+7,2%). Por su parte, a diferencia de otros momentos de saltos discretos en la dinámica inflacionaria, los Servicios crecieron en línea (+7,7%), destacándose aumentos de servicios privados (+9,8%), como restaurantes (+20,0%) y turismo (+12,0%).

¿Qué esperamos?

Con los sucesos recientes, las perspectivas nominales empeoraron notablemente. Incluso estimando una desaceleración en los últimos cinco meses del año, para estacionarse levemente por debajo del 5% mensual, proyectamos un piso para la inflación de 2022 de 85%. Este nuevo escalón sugiere que la desaceleración esperada para el año entrante (en torno al 70%), quedará muy por encima de las cifras anuales del promedio 2018-2021 (poco menos de 50%)

 

El IPC GBA Ecolatina se aceleró a 5,5% en junio

El IPC GBA Ecolatina creció 5,5% en junio respecto a mayo, acelerándose 0,3 p.p. respecto al mes anterior. Así, acumuló 35,2% en el primer semestre del año y mostró una variación interanual de 61,5% con respecto a junio de 2021. De esta forma, el segundo trimestre cerró con una variación acumulada de casi 18%, por encima del acumulado de los primeros tres meses del año (+14,5%).

Al interior del índice, los capítulos con mayor evolución fueron Vivienda y servicios básicos (+8,6%), Atención médica y gastos para la salud (+7,7%), impulsado por los aumentos en prepagas y servicios médicos (+10%) y Otros bienes y servicios (+5,9%), en el marco de un nuevo aumento en Cigarrillos (+6%). La aceleración del indicador de Vivienda y servicios básicos se vio explicada por la autorización de nuevos aumentos en las tarifas de servicios públicos.

El capítulo de Alimentos y Bebidas creció 5,6%, alcanzando una variación interanual del 65,2%. Esta aceleración de 0,6 puntos porcentuales se ve explicada, al menos en parte, por el nuevo impulso en los precios de frutas y verduras.

Por su parte, los capítulos que se localizaron por debajo del nivel general fueron Indumentaria (+3,7%), Equipo y mantenimiento del hogar (+4,8%), Transporte y comunicaciones (+4,4%), Esparcimiento y Educación (+4,2% y +3,4% respectivamente).

En cuanto a las categorías, los Estacionales anotaron 8,2%, mientras que el IPC Regulados fue de 6,8%, muy por encima del registro de mayo (+4,2%), impulsados por las ya nombradas actualizaciones de servicios de electricidad y gas, prepagas y nuevos aumentos de combustibles. Por otro lado, el IPC Núcleo, que excluye Regulados y estacionales marcó 4,8% y de esta manera perforó el 5% por primera vez desde febrero.

De cara al segundo semestre, las nuevas restricciones a las importaciones y la incertidumbre que trajo la designación de la nueva ministra de economía no serán gratis en materia de precios. En principio, esperamos que la inflación de julio se acelere respecto al mes anterior (podría superar el 6%), mientras que la evolución de los meses restantes dependerá esencialmente de qué tan rápido se elimine la incertidumbre. De esta manera, estimamos que la inflación interanual tendrá un piso de 72% para 2022.

El IPC GBA Ecolatina siguió por encima del 5% en la primera quincena de junio

El IPC GBA Ecolatina creció 5,6% en la primera quincena de junio respecto al mismo periodo del mes anterior, acelerándose 0,2 p.p. respecto a dicha quincena.

Al interior, los capítulos con mayor evolución fueron Vivienda y servicios básicos (+8,3%) en el marco de la autorización de incrementos de tarifas de servicios públicos, seguido por Atención médica y gastos para la salud (+7,7%) dinamizado por el aumento de prepagas y Otros bienes y servicios (+7,5%), donde impactó el aumento de cigarrillos.

Por otro lado, Alimentos y bebidas subió 5,3% en la primera quincena, desacelerándose 0,4 p.p. respecto a la quincena anterior, pero manteniéndose por encima del 5% desde marzo. Al interior, las agrupaciones que evolucionaron por encima del capítulo fueron principalmente verduras y alimentos para consumir fuera del hogar, mientras que a diferencia las frutas exhibieron una caída (-2%).

En lo que respecta a las categorías, el IPC Regulados es el que mayor evolución exhibió (+7,3%), por las ya nombradas subas en tarifas, prepagas y cigarrillos. Por su parte, el IPC Núcleo evolucionó apenas por debajo del nivel general (+5,3%), dejando en evidencia que, pese al aumento de tarifas, los precios que componen a los precios core se mantuvieron con un piso elevado, y por último, el IPC Estacionales subió 4,8%.

Para lo que resta del mes, estimamos que, si bien los precios núcleo podrían desacelerarse un (leve) escalón más, las subas autorizadas en combustibles impactarán de lleno en los precios regulados, generando que la inflación mensual de junio no sea muy diferente a la observada en mayo. Como resultado, la inflación del segundo trimestre (+17%) cerrará por encima de la del primero, y, pese a que en la segunda parte del año estimamos una desaceleración, la suba de precios cerraría el año en torno 70% i.a.

La inflación mensual se volvió a desacelerar, pero sigue muy alta

El IPC Nacional fue 5,1% en mayo, desacelerándose 0,9 p.p. respecto al mes anterior. De esta forma, acumuló 29,3% hasta el quinto mes del año y se ubicó en 60,7% en la comparación interanual, la más alta desde principios de 1992.

Los capítulos con mayor evolución fueron Salud (+6,2%), donde influyó la autorización de aumentos en prepagas y Transporte (+6,1%), debido al aumento en combustibles (en torno al 10%). Luego, le siguió Prendas de vestir y calzado (+5,8%), que se desaceleró más de 4 p.p. respecto al mes anterior. A su vez, Hoteles y restaurantes (+5,7%), Bebidas alcohólicas y tabaco (+5,7%), Equipamiento y mantenimiento del hogar (+5,4%) y Recreación y cultura (+5,2%) fueron los otros capítulos que se ubicaron por encima del Nivel General.

Alimentos y bebidas no alcohólicas (+4,4%, +64,7% i.a.) también se desaceleró (1,5 p.p. respecto al mes anterior). Al interior, verduras mantuvo un desempeño negativo al igual que en abril (-3,1% a nivel nacional), así que la desaceleración vino de la mano de la menor evolución de Pan y cereales (+4,8%), Carnes, productos y derivados (+6,2%), Leche, productos lácteos y huevos (+4,4%), Aceites, grasas y manteca (+7,4%) y Azúcar, dulces, chocolate, etc (+5,5%), todos grupos de productos con menor evolución respecto a lo observado en abril.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Núcleo (+5,2%) se desaceleró 1,5 p.p. respecto al pico observado en abril, alcanzando una variación interanual de 63,2%. Por su parte, el IPC Regulados trepó 5,7% en el mes, donde incidieron las ya nombradas subas de combustibles y prepagas (+44,1% i.a.) y por último, el IPC Estacionales creció 3,4% (+74,0% i.a.).

¿Qué esperamos?

Pese a la desaceleración del quinto mes del año, que acumula casi 2 p.p. respecto al piso de marzo, la inflación del segundo trimestre mantendrá un piso elevado: de aquí en más esperamos que la desaceleración sea más lenta, ubicándose junio y julio en la zona del 4,5-5%. Por caso, durante el corriente mes impactarán las ya pactadas subas de determinados precios regulados (como las tarifas de servicios públicos) sobre una inercia que difícilmente se aplaque en el corto plazo producto de la ausencia de algún acuerdo de precios -para bienes de consumo masivo- y de la incertidumbre macroeconómica de los últimos días, que podría escalar en el corto plazo.

Con la mitad del año prácticamente saldada y aun proyectando una menor evolución de los precios en la segunda parte del año (+3,7% promedio mensual), la inflación cerrará en la zona del 70% i.a. para 2022.

El IPC GBA Ecolatina subió 5,2% en mayo

El IPC GBA Ecolatina creció 5,2% en mayo, desacelerándose 0,8 p.p. respecto al mes anterior. De esta forma, acumuló 28,1% los primeros cinco meses del año y mostró una variación interanual de 59,2% con respecto al mismo mes del 2021.

Al interior, los capítulos con mayor evolución fueron Atención médica y gastos para la salud (7,2%), Indumentaria (6,3%) y Educación (5,8%).

El capítulo de Alimentos y Bebidas creció 5,0%, alcanzando una variación interanual del 64,7%. Cabe destacar que esta categoría no se ubicaba por debajo del nivel general desde septiembre del año pasado. Esta desaceleración se ve explicada, al menos en parte, por la caída en los precios de frutas y verduras (-0,9% y -1,3% respectivamente), que tienen un gran componente estacional.  A diferencia, productos de panificación, carnes, leches y bebidas no alcohólicas se ubicaron por encima de la evolución del capítulo.

En cuanto a las categorías, el IPC Núcleo, que excluye productos estacionales y regulados, creció 5,7% (+28,9% acumulado y 62,9% i.a.). Por otro lado, el IPC Estacionales varió 3,7%, desacelerándose fuertemente (-2,9 p.p.) respecto a abril, donde influyeron las ya mencionadas caídas en los precios de frutas y verduras. Por último, el IPC Regulados creció 4,2% en el mes, donde influyó el aumento en prepagas y educación.

La inflación en junio se ubicaría nuevamente por encima del 5%, donde impactará el aumento previsto de las tarifas de servicios públicos junto a otros precios regulados (como prepagas), en conjunto con el driver salarial, que se mantiene encendido luego de las negociaciones paritarias. De esta manera, la inflación del segundo trimestre cerraría levemente por encima de la suba acumulada de los primeros tres meses (que fue 16,1%).

De esta forma, la evolución del primer semestre deja un piso alto para el año: estimamos que la inflación cierre en torno al 70% i.a. en 2022, incluso proyectando una leve desaceleración de precios para los últimos seis meses del año.

Alta inflación, paritarias y políticas de ingresos: un impacto asimétrico sobre el poder adquisitivo

De la calma transitoria a la fuerte aceleración

A pesar de que la inflación trepó 50% en 2021, el uso de anclas nominales -como el tipo de cambio oficial y las tarifas de servicios públicos- permitieron una paulatina desaceleración de los precios en la segunda parte del año. Así, pasaron de promediar casi 4% en el primer semestre a 3,1% en los últimos seis meses del año anterior. Además, la implementación de controles de precios impactó principalmente sobre los alimentos, que se mantuvieron relativamente contenidos en el semestre electoral (+2,9% promedio mensual).

De esta manera, no solo el proceso inflacionario cedió transitoriamente, sino que también cobró un carácter más progresivo: la menor evolución de alimentos favoreció relativamente más a los sectores de menores recursos, dado que utilizan una mayor proporción de sus ingresos para consumir bienes de primera necesidad. Como resultado, la inflación en los deciles más bajos fue levemente inferior a la de los deciles de mayores ingresos y permitió una baja de la pobreza en la segunda parte del año anterior.

Esta dinámica se revirtió al comienzo de 2022: la suba de precios fue mayor a 4% mensual en el primer bimestre y superó 6% en marzo y abril, resultando en una inflación interanual no vista desde el fin de la última hiperinflación. Peor aún, el impacto sobre los precios de alimentos fue todavía más pronunciado: subieron cómodamente por encima del 6% en promedio durante los primeros cuatro meses del año. Aquí influyeron factores globales, como el alza de los precios internacionales de alimentos tras el estallido de la guerra, pero en conjunto con algunos factores locales, como la sequía, que afectó a los cultivos y la ganadería en distintas zonas del país, y la recomposición de precios de consumo masivo tras el congelamiento. Puesto en ejemplos, las verduras promediaron subas mayores al 12%, panes y cereales 7% y carnes 6% en el primer cuatrimestre.

Lógicamente, la aceleración traccionada en gran medida por los precios de alimentos volvió nuevamente más regresiva a la dinámica inflacionaria, afectando en mayor medida relativa a los sectores de menores recursos. Así, no solo la inflación acumulada del primer cuatrimestre ya superó a la de los últimos seis meses del año anterior, sino que también la del decil más pobre fue mayor a la del decil más rico en el comienzo del 2022 (+1,3 p.p. de diferencia). A diferencia de lo sucedido en el segundo semestre de 2021, este panorama aumenta la probabilidad de que la disminución de la pobreza se haya visto interrumpida en la primera parte de 2022.

Ingresos reales, ¿nuevamente golpeados?

Con los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) se puede obtener información sobre la estructura del empleo por cada decil de ingresos. Así, se observa que las distintas modalidades de empleo son disímiles en cada decil. En los deciles más pobres hay una mayor proporción de asalariados informales y cuentapropistas, mientras que en los más ricos 7 de cada 10 trabajadores son formales.

Utilizando estos datos, se observó que no solo la inflación por decil se movió de manera dispar, sino que también lo hicieron los ingresos laborales. Si bien en todos los deciles existió una pérdida real del poder adquisitivo en el primer cuatrimestre del 2022, fue bastante heterogénea al interior: mientras que la caída de los ingresos laborales rondó 2% en el 50% más rico, fue de casi 4% en la mitad más pobre. Al comparar entre el decil más pobre (-4,6%) y más rico (-1,3%) la diferencia observada es aún más grande. De esta forma, los sectores de menores ingresos no solo se vieron relativamente más golpeados producto de la aceleración de precios, sino que también fueron los que peor performance tuvieron respecto al salario.

Ante la marcada aceleración inflacionaria, una primera reacción fue la implementación de diversos estímulos por parte del Gobierno Nacional en la primera parte del año, incluso en un marco de acuerdo con el FMI. Entre ellos se encontró el bono a jubilados y perceptores de asignaciones, la implementación de un nuevo ingreso familiar de emergencia (IFE) por un monto de $18.000 y el adelanto en la suba del salario mínimo, que también impacta sobre los montos otorgados en los distintos planes sociales. Teniendo en cuenta que los ingresos no laborales tienen un mayor peso sobre los sectores de menores recursos, estas medidas buscaron paliar el efecto del mayor deterioro relativo del salario de los deciles más bajos.

En lo que respecta a los deciles de mayores ingresos, la recomposición intentará lograrse a través de las negociaciones paritarias, que iniciaron justamente en abril su “temporada alta”. No obstante, este mecanismo alimentaría la inercia inflacionaria y colaboraría en elevar un escalón más la nominalidad de la economía. La aceleración de la inflación hizo que las paritarias cierren con aumentos significativos en los primeros tramos (a diferencia de los últimos años, que tuvieron una dinámica más escalonada), algo asociado a que también, en general, acortaron su plazo de vigencia (mientras que antes se habrían renegociaciones si la inflación era mayor a la esperada). Esto implicará que seguramente existan nuevos aumentos en el cierre del año, como consecuencia de la mayor nominalidad impresa sobre la economía.

Por un lado, esto genera dos “velocidades” de recuperación: los deciles de ingresos más altos, “protegidos” en mayor medida por las paritarias, estarán en ventaja respecto a aquellos que dependen del trabajo informal o el cuentapropismo y eventualmente del complemento no laboral provisto por el Gobierno, poniendo en claro el efecto redistributivo -en este caso regresivo- del actual proceso inflacionario.

Por otro lado, incluso dentro de los trabajadores alcanzados por las paritarias, la dinámica de estas depende de cada sector en particular. Cada rama industrial no presenta las mismas condiciones, y hay una heterogeneidad que se amplía si miramos algunos sectores de servicios, recién asomando la cabeza tras la pandemia. A estas complicaciones se le suma el incierto contexto internacional y el riesgo de una estanflación global.

Esto arroja como resultado que no necesariamente los sectores con mayor pérdida lograrán los mejores aumentos, adicionando disparidades hacia dentro del mundo formal. Estas diferencias “intra-paritarias”, junto a las mencionadas en relación con aquellos que están fuera del circuito formal, son las que materializan el riesgo asociado a un nuevo escalón inflacionario: las demandas para recomponer ingresos se suscitan una detrás de otra, sin que quede claro cuál es la referencia nominal, perjudicando a las expectativas de inflación y atentando contra la sostenibilidad de cualquier intento de estabilización.

Interrogantes hacia adelante, ¿efectos sobre la economía real?

El desempeño asimétrico de los ingresos contribuye a explicar una aparente paradoja: los niveles actuales de consumo no parecen corresponderse con la marcada aceleración nominal. Pese a la aceleración de la inflación, estimamos que el consumo privado creció cerca de 9% i.a. en el primer trimestre del año y se podría mantener en terreno positivo, aunque con una desaceleración en la mejora, en los tres trimestres restantes.

En parte, esto se debe a que los deciles más altos, menos golpeados por la aceleración de la inflación, son los que demandan relativamente más servicios y bienes de segunda necesidad, dando la “percepción” de una mayor demanda general. Además, en un contexto de alta inflación, estos sectores pueden optar por adelantar consumo de bienes intermedios o durables (como indumentaria, electrodomésticos, entre otros), ante el desincentivo que genera ahorrar en un contexto de falta de previsibilidad de mediano plazo. Esto también se combina con que los sectores de servicios vinculados al turismo, esparcimiento y transporte son los que están lidereando la recuperación de los últimos meses, cuando anteriormente habían sido los más rezagados producto de las restricciones sanitarias, posiblemente dejando cierto “consumo reprimido” que está siendo saldado en la actualidad.

A diferencia, los sectores de menores recursos son los que pueden estar recortando consumos esenciales. Los estratos más bajos, con canastas de consumo más acotadas, se encuentran retrayendo su gasto frente a la marcada pérdida del poder adquisitivo ocurrida en el primer cuatrimestre.

Estas distintas tendencias podrán acelerarse en el corto y mediano plazo en tanto la volatilidad nominal de lugar a distintas velocidades en la recuperación del poder adquisitivo. Como mencionamos anteriormente, las demandas de los distintos sectores sociales que puedan surgir de esto deberán ser un componente para seguir constantemente, dado que en ellas se encuentra una de las claves para subir un nuevo escalón nominal o bien, finalmente, iniciar un camino de desaceleración de la inflación.

La inflación en el nivel interanual más alto desde 1992

El IPC Nacional de INDEC creció 6,0% en abril, desacelerándose 0,7 p.p. respecto al mes anterior y ubicándose por encima del 6% por segundo mes consecutivo. De esta manera, acumuló 23,1% en los primeros cuatro meses del año y se ubicó en 58,0% en la comparación interanual, representando la cifra más alta desde enero de 1992.

Alimentos y bebidas no alcohólicas (+5,9%, +62,1% i.a.)  se ubicó como la división con mayor incidencia a nivel nacional, explicando aproximadamente 1,7 p.p. de la variación mensual. Al interior, Carnes tuvo la mayor incidencia a nivel nacional, aumentando 7,6% en el mes y añadiendo 0,8 p.p. al nivel general. Por su parte, Pan y cereales (+8,7%) y Leche, productos lácteos y otros (7,3%) volvieron a subir fuertemente y se ubicaron como los otros dos grupos de alimentos con mayor incidencia positiva (añadieron 0,4 p.p. y 0,3 p.p. al nivel general, respectivamente). Otras subas pronunciadas se observaron en Aceites, grasas y manteca (+8,8%), Café, té, yerba y cacao (+6,5%) y Azúcar, dulces, chocolates, golosinas (+6,4%), pero dada la menor ponderación relativa el aporte fue más acotado (en conjunto 0,3 p.p.). A diferencia, algunos productos estacionales exhibieron una menor performance: Frutas trepó 2,2% a nivel nacional, mientras que Verduras cayó 4,3% -principalmente por una baja de 25% en el tomate en GBA-, restándole solo 0,1 p.p. a la variación del mes.

Por otra parte, Prendas de vestir y calzado volvió a subir fuertemente (+9,9%), donde continuó impactando parcialmente el cambio de temporada que se da con el inicio del otoño. Esta división aportó en torno a 1 p.p. al nivel general, y alcanzó una variación de 73,4% i.a., la mayor de todos los capítulos. En tercer lugar, se ubicó Restaurantes y hoteles (+7,4%, +73,4% i.a.), donde la alta dinámica que tienen los precios de alimentos y en menor medida la mayor movilización luego de la cuarentena.

En lo que respecta a las categorías, el dato más preocupante es que el IPC Núcleo se aceleró a 6,7%, mostrando la mayor suba en 43 meses y ubicándose 0,7 p.p. por encima de la inflación general. El conjunto de precios contenidos en el IPC Núcleo trepó 22,5% en lo que va del año y exhibió una variación de 60,5% i.a., levemente por encima del Nivel General. En este sentido, incidieron en abril las mencionadas subas de alimentos (Pan y cereales, aceites, carnes, lácteos) y la aceleración de un subgrupo dentro de los mismos: autos, alquileres, servicios recreativos y restaurantes aportaron cifras mayores al nivel general en abril en contraste con el mes anterior.

A diferencia, el IPC Regulados se desaceleró: pasó de trepar 8,4% en marzo a 3,9% en abril, alcanzando alcanzó una variación acumulada de 19,4% y de 41,5% en la comparación interanual. Dentro de este grupo, el menor aporte relativo de abril respecto a marzo se concentró especialmente en tarifas, tabaco y educación. Por último, el IPC Estacionales creció 5,4% (-0,8 p.p. respecto al mes anterior), acumulando 32,4% en lo que va del año y 70,8% en los últimos doce meses. Parte de esta desaceleración respecto a marzo se dio a la mencionada dinámica de frutas y verduras.

De esta forma, el menor dato de inflación se explica totalmente por la desaceleración que mostraron los precios regulados y estacionales.

¿Qué esperamos?

El dato de abril muestra que al descontar los efectos puntuales el alza de precios del último bimestre alcanzó un nivel preocupante. De hecho, los precios núcleo alcanzaron el mayor ritmo en casi 4 años en el cuarto mes del año, dejando en claro que la inflación aún está lejos de ceder. Como resultado, estimamos que la inflación acumulada del segundo trimestre arrojará cifras similares (o incluso levemente superiores en un escenario más adverso) a las de los primeros tres meses.

Los impactos de la guerra entre Rusia-Ucrania, sumado a una inflación internacional que aún no cede (la inflación interanual de EEUU se está desacelerando muy lentamente, ubicándose en 8,3% i.a. en abril) son factores que solo pueden explicar parcialmente estos resultados. En el contexto local, el cierre de las negociaciones paritarias (que, en principio, se encuentran en la zona del 60%, con negociaciones cada vez más cortas y significativos aumentos en los primeros meses de vigencia de los acuerdos) y las actualizaciones pendientes en materia de tarifas de servicios públicos junto a los efectos de segunda ronda asociados indican que las expectativas inflacionarias se estarían cristalizando en niveles elevados. Además, en la medida que los contratos se actualicen en periodos cada vez más pequeños, se encuentra latente el riesgo de que sea más difícil cortar con la elevada inercia, dejando pisos inflacionarios cada vez más firmes (un ejemplo de esto es la actualización de Prepagas, que se encuentra en tratativas para ser actualizadas de manera bimestral).

De esta manera, estimamos que la inflación se ubicará en torno al 65% en este año, aun considerando un ritmo de alza de precios sensiblemente menor en la segunda mitad del año.

La inflación alcanzó un nivel máximo en marzo

La inflación nacional alcanzó el 6,7% mensual en marzo, acelerándose 2 p.p. respecto al mes previo y alcanzando la variación más elevada de los últimos 20 años, sólo superada por la de abril del 2002. De esta manera, la inflación acumulada en el primer trimestre se ubicó en 16,1%, siendo el trimestre de mayor alza de precios desde abril-junio de 2002, tras la salida de la convertibilidad. A su vez, la inflación interanual en marzo se situó en 55,1% (una aceleración de 2,8 p.p. contra febrero), y, si bien esperamos una leve moderación en los siguientes meses, todo parece indicar que la inflación en 2022 cerraría en el rango del 60%, la más alta de los últimos 30 años.

Cabe destacar, no obstante, que el elevado valor estuvo en gran medida explicado por una multiplicidad de factores puntuales: impactaron las subas estacionales de colegios e indumentaria, y los incrementos que se otorgaron en tarifas de servicios públicos (electricidad, gas y agua), servicios de medicina prepaga, naftas, cigarrillos y las paritarias de servicio doméstico. De hecho, el subconjunto conformado por Educación, Prendas de Vestir y Calzado, Electricidad, gas y otros combustibles, Tabaco, Combustibles y prepagas (23% del IPC) se incrementó un 11% en marzo (frente a menos de 3% en el primer bimestre) mientras que el resto del IPC aumentó un 5,5% (vs. 4,7% en enero-febrero). En tal sentido, las divisiones de mayor aumento fueron “Educación” (+23,7%) y “Prendas de vestir y calzado” (+10,9%), y “Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles” (+7,7%), donde influyeron las mencionadas subas de tarifas.

Sin embargo, el mayor impacto en el índice para todas las regiones lo tuvo la categoría de “Alimentos y bebidas no alcohólicas”, que si bien fue la única división que se desaceleró levemente con relación a febrero (-0.3 p.p.) se ubicó nuevamente en niveles sumamente preocupantes (+7,2% mensual y 59,7% i.a.), más aún para los sectores de menores ingresos. Se destacaron principalmente “Pan y cereales” (con un +11,6% alcanzó su mayor variación mensual en la serie que comienza en 2016), donde habría incidido el impacto de los commodities (en el marco del conflicto internacional); También se verificaron subas importantes en “Leche, productos lácteos y huevos” (+9,3%) y “Carnes y derivados” (+7,5%). A su vez, cabe mencionar que la proporción de “Precios Cuidados” dentro del IPC se redujo a 7%, el menor valor desde septiembre de 2021. En lo que respecta a esta división, aún no está del todo claro si ya ha pasado por completo el efecto de la suba de precios internacionales producto de la guerra entre Rusia y Ucrania o si aún evidenciará un nuevo impacto en el IPC del presente mes. Cabe señalar también que en el caso de GBA “Verduras, tubérculos y legumbres” revirtió parte del fuerte incremento del primer bimestre (+73%) con una variación mensual negativa del 4,9%.

Con respecto al análisis por categorías, por lo anteriormente mencionado Regulados fue la de mayor incremento, mostrando una suba del 8,4% (aceleración de 5,3 p.p. contra febrero), aportando en promedio 1,5 p.p. al índice general. En paralelo, Estacionales se mantuvo en niveles altos (+6,2%) pese a una desaceleración 2.2 p.p. contra el mes previo. Por último, continúa preocupando la dinámica de la Inflación Núcleo, que alcanzó ya un año y medio por encima del 3% mensual con un aumento del 6,4% en marzo (57,3% i.a.), la mayor variación desde septiembre de 2019. La fuerte suba en alimentos (especialmente carnes) incidió en este sentido.

¿Qué esperamos para lo que resta del año?

Dados los menores efectos puntuales y estacionales, en los próximos meses el aumento mensual de precios sería menor que el de marzo. No obstante, el tercer mes del año deja un arrastre importante de cara a abril, al tiempo que la inercia y los impactos externos podrían continuar ejerciendo presión.

En este sentido, la inflación del segundo trimestre sería menor que la del primero, aunque permanecería en niveles elevados. No obstante, los riesgos continúan estando al alza en unos meses en los que se suelen definir las paritarias, sumado al combustible extra que podrían significar las subas de los servicios públicos acordada con el FMI con su doble efecto en la dinámica de los precios.

A pesar de los reiterados intentos del gobierno por controlar la dinámica de los precios de ciertos productos, tanto la historia como la situación actual nos indican que ante la ausencia de un ancla que estabilice las expectativas, tales medidas carecen de la efectividad necesaria para contener el avance de la inflación. En este sentido, como consecuencia de la elevada inercia inflacionaria, las crecientes presiones externas por los altos precios internacionales, la preocupante distorsión de precios relativos y el escaso poder de fuego de las medidas de control en este contexto, la inflación en 2022 se encamina a ser la mayor en los últimos 30 años.

La inflación continuó su tendencia alcista en la primera quincena de marzo

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación alcanzó 5,8% en la primera quincena de marzo respecto al mismo periodo del mes anterior, acelerándose 1,4 p.p. en contraste a dicho periodo.

Al interior, los capítulos con mayor evolución fueron Educación e Indumentaria que avanzaron en torno al 20% y 10%, respectivamente. Estas divisiones se suelen acelerar en el tercer mes del año, como consecuencia del comienzo de clases y del cambio de temporada, según el caso. Además, otro capítulo que evolucionó por encima del Nivel General fue Vivienda y servicios básicos (+8,4%), como consecuencia de la autorización de incrementos en las tarifas de servicios públicos.

Por otro lado, Alimentos y bebidas (+6,4%) siguió por encima del nivel general. A diferencia de otros meses, cuando el capítulo se aceleraba por la evolución de algún alimento en particular, en esta quincena las altas variaciones fueron generalizadas destacándose frutas (+12,5%), carnes (+6,5%), productos empaquetados de consumo masivo (+4,5%) y verduras (+4,2%).

Además, todas las categorías evolucionaron por encima del 5%: el IPC núcleo trepó 5,7%, el IPC Regulados subió a un ritmo de 5,9%, producto de las ya mencionadas subas de tarifas de servicios públicos y educación formal -que entra dentro de esta categorización- y a la espera del impacto de los combustibles, que se sumará principalmente en la segunda quincena del mes-. Por último, el IPC Estacionales exhibió la dinámica más alta en contraste con las otras dos categorías (+6,6%).

Para el resto del mes, no prevemos un cambio en la tendencia significativo. A nivel nacional, esto implica una inflación mensual por encima del 5%, volviéndose a acelerar respecto al mes previo. Esto no es una buena noticia en que existen riesgos al alza. Por un lado, desde el frente externo el conflicto entre Rusia y Ucrania puede ocasionar nuevas presiones sobre productos básicos como alimentos. Eventuales refuerzos sobre los controles de precios por parte del gobierno no torcerán la tendencia del mes, teniendo, si alguno, impacto recién a partir de abril.

En cualquier caso, la inflación trimestral tiene un piso elevado (+14,0%), superando la ya elevada inflación de 2021. En este sentido, prevemos que la inflación se acelere respecto a 2021, y cierre el año en la zona del 55%.