El IPC Ecolatina se aceleró por quinto mes consecutivo

En mayo, el IPC GBA Ecolatina trepó 8,9% mensual (+117,4% i.a.), acelerándose por 5° mes consecutivo. Así, acumuló en el año un alza del 42,2%, cuando en el mismo período de 2022 el aumento era del 28,1%. La inflación Núcleo creció 8,4%, mostrando la mayor variación desde abril de 2002 (+15,0%).

¿A qué respondió la aceleración? Principalmente al arrastre que dejaron los aumentos de la última semana de abril, motivados esencialmente por el salto en los dólares libres, que no fueron totalmente captados en el índice de abril, en conjunto con aumentos en tarifas de servicios públicos (electricidad, gas, entre otros).

El IPC Núcleo se elevó 8,4% (+108,5% i.a.), mostrando la mayor variación mensual desde abril de 2002 (+15,0%) y dando cuenta de una inercia consolidada en niveles cada vez más elevados. Esta persistencia se refleja en ajustes de precios que son mayores y más frecuentes, con una creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos (tanto formales como informales).

El aumento estuvo impulsado principalmente por la categoría Vivienda y Servicios Básicos, que creció 17,1%, impulsada por los aumentos en electricidad, gas, expensas y alquileres. Por otra parte, se destacaron los aumentos en Esparcimiento (+11,0%), Educación (+9,9%) y en Equipo y mantenimiento del hogar (+9,4%).

Alimentos y Bebidas. El rubro trepó 1,7 p.p. por debajo del nivel general (+7,2%), y tuvo la menor incidencia en el total general en cinco meses. Al interior, los mayores aumentos se vieron en Fideos y pastas (+9,7%), Pescados y mariscos (+17,7%), Quesos (+9,7%), Leche (9,0%) y en Comidas listas para llevar (+17,2%).

¿Qué esperar en adelante?

Para junio estimamos una desaceleración del IPC GBA Ecolatina. En dicho mes, impactarán puntualmente aumentos en subtes (+10,5%); colectivos, subtes y trenes (+8,6%); prepagas (+5,5%), colegios privados (11,1% en CABA y 7,5% en la provincia de Buenos Aires); servicio doméstico (+6%), combustibles (+4%), internet, telefonía y cable (+4,5%) y, como viene sucediendo, alquileres (la actualización anual será de 100%).

El proceso inflacionario adquirió una dinámica propia difícil de frenar para este Gobierno. Por un lado, la dinámica de la inflación actual no es sólo cuantitativamente distinta a la del pasado, sino cualitativamente disímil: la creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos han alimentado una arraigada inercia. Asimismo, la falta de credibilidad en el equipo económico para coordinar expectativas, la elevada incertidumbre imperante y la ausencia de un programa de estabilización contribuyen a ir consolidando pisos cada vez más elevados para la velocidad de los precios.

A eso se le suma el impacto de las crecientes restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, la incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre el precio de algunos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.

En este marco, el Gobierno tampoco puede apelar a las anclas tradicionales: no hay margen para congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar sustancialmente el tipo de cambio oficial (como ocurrió frente a las elecciones de 2021), mientras que los salarios sólo podrán actuar como semi-ancla (esperamos que 2023 marque el sexto año consecutivo de merma del salario real).

Por estos motivos, más allá de poder observar una moderación puntual en algún mes, no esperamos una tendencia hacia la desaceleración para el resto del año, con el 2023 que tendría un piso en torno al 135%

En mayo la inflación volvería a acelerarse

El IPC GBA Ecolatina creció 9,7% en la primera quincena de mayo respecto al mismo período de abril. La aceleración se debe principalmente al arrastre que dejaron los aumentos de la última semana de abril, motivados esencialmente por el salto en los dólares libres, que no fueron totalmente captados en el índice de abril, en conjunto con aumentos en tarifas de servicios públicos (gas, electricidad, subte, colectivos, trenes).

El IPC Núcleo se aceleró al 9,3% m/m, +1,6 p.p. respecto a la primera quincena de abril. Por su parte, los Regulados crecieron 12,7%, impulsados por los aumentos ya mencionados. Por último, los Estacionales (+6,9%) desaceleraron 5,2 p.p. respecto a la primera quincena de abril.

El desempeño por capítulos

El precio de los Alimentos y Bebidas trepó 8,1% m/m. El índice, a diferencia de meses anteriores, logró elevarse por debajo del promedio, favorecido por una menor evolución en Verduras (+1,6%) y Frutas (+4,4%). Por el contrario, los productos asociados al Consumo Masivo subieron 8,4%. Al interior del capítulo se destacaron los aumentos en Pescados y mariscos (+26,5%), Comidas listas para llevar (+24,6%), Facturas (+14,5%), Arroz (11,6%), Leche (+11,4%), Pan (+10,9%) y Huevos (+10,7%).

Además, se destacó el aumento en Vivienda y servicios básicos (+18,5%), impactado por los incrementos en Electricidad, Gas y Alquileres.

Por otra parte, resaltaron los crecimientos de los capítulos de Esparcimiento (+13,1%), impulsado por los aumentos en Transporte por Turismo (+33,4%) y en Alojamiento y Excursiones (+17,4%), y en Equipo y Mantenimiento del Hogar (+8,8%), traccionado por los aumentos en bienes durables luego del aumento de los dólares paralelos la última semana de abril.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Para la segunda quincena del mes esperamos una desaceleración en la comparación respecto al mismo lapso de abril, frente a una menor incidencia del alza en los dólares paralelos, ubicando al IPC GBA Ecolatina en torno al 9%. No obstante, este sería el mayor registro para nuestro IPC desde abril de 2002 (+10,9%).

El proceso inflacionario adquirió una dinámica propia difícil de frenar, frente a expectativas que vuelven a desanclarse, falta de credibilidad en los hacedores de política económica para coordinar expectativas y la ausencia de un programa de estabilización, lo cual contribuye a ir consolidando pisos cada vez más elevados para la velocidad de los precios.

La dinámica de la inflación actual no es sólo cuantitativamente distinta a la del pasado, sino cualitativamente disímil, cuya inercia se ve alimentada por una creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, en un marco de creciente incertidumbre propia de la transición electoral y de ausencia de las anclas tradicionales: no hay margen para congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar sustancialmente el tipo de cambio oficial (como ocurrió frente a las elecciones de 2021), mientras que las paritarias ejercerán presión en el año electoral.

A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre ciertos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.

Por estos motivos, no esperamos una desaceleración para el resto del año, con el 2023 que tendría un piso superior al 130%.

La inflación continúa escalando, ¿hasta dónde puede llegar?

El IPC INDEC Nacional se aceleró por quinto mes consecutivo. En abril trepó 8,4% mensual, escalando respecto al 7,7% de marzo y marcando la mayor suba mensual desde abril de 2002 (10,4%). Así, el registro se ubicó por cuarto mes consecutivo por encima del consenso del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 7,5%. En la comparación interanual, los precios subieron 108,8%, el registro más elevado en 32 años (en septiembre 1991 había sido de 115% i.a.). De esta forma, la inflación acumulada en el primer cuatrimestre ascendió al 32%.

El registro de abril se vio impactado en particular por la corrida cambiaria de la última parte de abril, reflejada en un salto de los dólares paralelos en torno al 20%. La volatilidad en estas cotizaciones indujo aumentos de precios de carácter defensivo/precautorio como mecanismo de cobertura frente a una elevada incertidumbre sobre los costos de reposición.

La inercia inflacionaria cada vez más fortalecida

La inflación núcleo se aceleró al 8,4% mensual (vs. 7,2% en marzo), dando cuenta que la dinámica inflacionaria se va consolidando en pisos cada vez más elevados. Esta inercia se ve reflejada en ajustes de precios que no son sólo mayores, sino más frecuentes, con una creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos (tanto formales como informales). Todo esto en un marco de creciente incertidumbre sobre los futuros costos de reposición producto de las restricciones a las importaciones, la volatilidad en la brecha cambiaria y la incertidumbre propia del proceso electoral.

Tasa real negativa

Como resultado, aún con la abrupta suba de la tasa de política monetaria en abril (pasó de rendir 6,5% mensual a 7,6% mensual), la tasa de interés real ex post fue negativa (menor a la inflación) por tercer mes consecutivo en abril (-0,7 p.p.), volviendo a presionar al BCRA para ajustar nuevamente las tasas al alza (ver Monitor Cambiario para más detalles).

Los Alimentos nuevamente traccionaron la inflación

Lo más preocupante es que el crecimiento nuevamente sea impulsado por el índice de Alimentos y Bebidas, que registró una variación del 10,2% mensual en abril (+1,8 p.p. por encima del Nivel General) y se ubicó por cuarto mes consecutivo por encima del promedio. En el primer cuatrimestre, los alimentos subieron 9 p.p. más xque el nivel general. Por su parte, los productos de consumo masivo crecieron 7,7%, dando cuenta, una vez más, de la ineficacia del programa Precios Justos a la hora de contener la evolución de estos precios.

El mayor incremento de los precios de alimentos y bebidas afecta relativamente más a los que menos tienen, en tanto utilizan una mayor proporción de sus gastos en satisfacer estas necesidades básicas, así como en indumentaria. En este sentido, tomando datos de INDEC, encontramos que mientras que la inflación del primer cuatrimestre fue de 30,7% para el 10% más rico de la sociedad, el guarismo fue de 33,1% para el decil más pobre.

Los mayores aumentos del rubro se vieron en Verduras (+20,4%), impulsado principalmente por el tomate (+63,4%) y moderado por la caída en papa y cebolla (-2,5% y -12,0% respectivamente); Leches, productos lácteos y huevos (+11,2%) y Azúcar, dulces y chocolates (+10,6%), mientras que Carnes y derivados trepó +9,1%, traccionado por aumentos en pollo (+26,4%).

En cuanto al resto de los capítulos, Prendas de vestir y calzado exhibió el mayor aumento (+10,8%), registrando una variación interanual de 120,7%, casi 12 p.p. por encima del nivel general. También se destacaron los aumentos en Restaurantes y Hoteles (+9,9%) y Equipamiento y Mantenimiento del hogar (+8,6%). Las divisiones con menor variación en abril fueron Educación (5,0%) y Bebidas alcohólicas y tabaco (3,8%).

¿Podremos ver una moderación en mayo?

Para mayo probablemente la inflación se encuentre más cerca del 9% que del 8%. En el mes impactarán puntualmente los ajustes en las tarifas de electricidad y gas, transporte público en AMBA (colectivos y trenes subiendo +7,8%, subtes +16%), taxis (+20%), combustibles (+4%), peajes (entre 40 y 50%), prepagas (+3,6% en promedio), servicio doméstico (+7%), encargados de edificio (+6%) y colegios.

A lo mencionado se le sumará el arrastre que dejaron los aumentos en la última semana de abril, motivados esencialmente por el salto en los dólares libres, que no fueron captados plenamente en el índice de abril.

El proceso inflacionario adquirió una dinámica propia difícil de frenar, frente a expectativas que vuelven a desanclarse, la falta de credibilidad en los hacedores de política económica para coordinar expectativas y la ausencia de un programa de estabilización, lo cual contribuye a ir consolidando pisos cada vez más elevados para la inflación.

La dinámica de la inflación actual se ve alimentada por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral y la ausencia de las anclas tradicionales: no hay margen para congelar las tarifas de servicios públicos o atrasar sustancialmente el tipo de cambio oficial (como ocurrió frente a las elecciones de 2021), mientras que las paritarias ejercerán presión en el año electoral.

A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre ciertos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.

Por estos motivos, no esperamos una desaceleración de la inflación en los próximos meses, con un 2023 que, en el mejor de los casos, cerraría con una inflación del 130%. ¿Podría ser mayor? Probablemente.

IPC Ecolatina | La inflación se consolida en niveles más elevados

El IPC GBA Ecolatina registró un crecimiento del 7,2% en abril, en línea con lo previsto. Aunque desaceleró respecto a marzo, principalmente por una menor incidencia de Regulados (+3,2%), el promedio del segundo bimestre de 2023 se ubicó 0,8 p.p. por encima de enero-febrero. En la comparación interanual, la inflación ascendió a 109,9%, la medición más elevada desde septiembre 1991. Así, acumuló en el año un alza del 30,7%, cuando en el primer cuatrimestre de 2022 el aumento era del 21,8%.

¿Impactó en el IPC la suba en los dólares paralelos en los últimos días del mes?

Producto del momento en que se capturaron la mayor cantidad de los precios en nuestro relevamiento, el traslado a precios del estrés cambiario de la última semana de abril no tuvo un impacto relevante en nuestra medición para el promedio del mes. Por esta razón, es posible que INDEC entregue un registro superior al de nuestro IPC.

No obstante, esperamos que el impacto se vea en mayor medida en mayo, teniendo en cuenta que la medición del IPC compara el promedio de precios de distintos momentos del mes con el promedio de los distintos precios del mes anterior (para la inflación mensual). Por este motivo, mayo contemplaría en su totalidad los aumentos de los últimos días de abril.

Para ilustrar de la incidencia suba en los dólares libres en los últimos días de abril, calculamos el aumento de precios de 6.000 bienes durables en la última semana de abril. La inflación de estas categorías fue, en promedio, 6%. En el análisis, los aumentos de 10, 15 y 25% fueron más frecuentes que aumentos en números no “redondos”. Y esas agrupaciones fueron más probables en comercios chicos que en grandes. Esto muestra que hay aumentos defensivos, reacciones apuradas a lo que se asume será el costo de reposición futuro en un contexto de inestabilidad cambiaria e incertidumbre política, un comportamiento muy lejano a estrategias óptimas de priceo, lo que genera múltiples ineficiencias en el camino y una mala asignación de recursos.

El IPC Núcleo se aceleró al 8% mensual (+1,5 p.p. por encima del promedio del 1T). Al proveer una aproximación del comportamiento tendencial del nivel general de precios – dado que excluye precios regulados y estacionales – este comportamiento da cuenta de la fuerte inercia que arrastra el proceso inflacionario. La mayor persistencia se ve alimentada por una mayor velocidad a la que ajustan los precios, una creciente indexación y plazos de renegociación más cortos en los contratos formales e informales (paritarias, alquileres, etc.). Todo esto en un marco de incertidumbre sobre los costos de reposición producto de las restricciones a las importaciones, la volatilidad en la brecha cambiaria y el proceso electoral.

Desempeño por capítulos

Lo más preocupante -en el marco de una tendencia creciente de la pobreza- es que el crecimiento nuevamente sea impulsado por el índice de Alimentos y Bebidas, que registró una variación del 8,9% (+1,9 p.p. por encima del Nivel General). De excluir a este capítulo, el IPC hubiese trepado 5,9%. Al interior, los mayores aumentos se vieron en Pollo (+27,3%), Huevos (+23,9%), Verduras (+14,1%), Pescados y mariscos (+15,0%), Arroz (+10,1%), Frutas (9,0%) y Quesos (+7,9%).

¿Y Precios Justos? El IPC Consumo Masivo -atravesado en mayor medida por el programa- registró un aumento mensual del 6,8%, 2 p.p. por encima del promedio noviembre-febrero, consolidando el rebote de marzo (+6,2%). Esto no hace más que evidenciar la ineficacia del programa Precios Justos como política desinflacionaria, que intenta congelar cerca de 2.000 productos y pautar en 3,2% el aumento mensual de otros casi 50.000 hasta junio inclusive.

En este marco, el Gobierno se reúne con firmas de consumo masivo y supermercados para renegociar los acuerdos contemplando un sendero de mayores aumentos, lo cual, si bien luce razonable -no sólo para favorecer el cumplimiento de los acuerdos sino tambien para evitar un atraso mayor que termine en una gran actualización al finalizar el periodo de vigencia – seguirá siendo inefectivo al no formar parte de un plan integral.

También se destacaron los aumentos en Indumentaria, que creció 7,9%, marcando 124% en la comparación interanual, casi 15 p.p. por encima del Nivel General. Sobresalieron asimismo los incrementos en Esparcimiento (+7,0%), Vivienda y servicios Básicos (+7,0%).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

En principio, en mayo coincidirán una mayor cantidad de aumentos puntuales que los vistos que en abril, estimando que la inflación del mes supere el 8%.

En el mes impactarán puntualmente los ajustes en las tarifas de electricidad y gas, transporte público en AMBA (colectivos y trenes subiendo +7,8%, en base al aumento del IPC GBA INDEC de marzo, subtes +16%), taxis (+20%), combustibles (+4%), peajes (entre 40 y 50%), prepagas (+3,6% en promedio), servicio doméstico (+7%), encargados de edificio (+6%) y colegios. A lo mencionado se le sumará el arrastre que dejaron los aumentos en la última semana de abril, motivados por la volatilidad en los dólares libres.

Saliendo de mayo, en los próximos meses seguiremos viendo una inestable inflación consolidándose en escalones cada vez mayores, dejando como resultado una inflación superando el 115% en 2023. El proceso se ve alimentado por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral, la falta de credibilidad para coordinar expectativas y la ausencia de anclas: nuevas subas en tarifas de servicios públicos, un crawling peg que no podrá ralentizarse y paritarias que ejercerán presión en el año electoral.

A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de los dólares libres, incidencia de las expectativas de devaluación y el impacto del “dólar agro” sobre ciertos alimentos, con un programa “Precios Justos” con escasa influencia.

La inflación no logra perforar el 7% en abril

La dinámica inflacionaria estaría consolidando un piso más elevado tras la aceleración evidenciada durante el primer trimestre. Aún con menores aumentos puntuales que en marzo (ej. en Regulados), el IPC GBA Ecolatina registró en la primera quincena de abril un crecimiento del 7,3% respecto al promedio de la primera quincena de marzo, donde jugó en contra el arrastre que dejó la aceleración de la segunda quincena de marzo (por caso, en Indumentaria). En este sentido, la inflación Núcleo se aceleró 1,2 p.p (+7,7%), confirmando la mayor persistencia de la inercia que arrastra la dinámica inflacionaria.

El alza se ve impulsada principalmente por el aumento en Alimentos y bebidas (+9,5%), que explica 3,1 p.p. del alza total. Al interior, los mayores aumentos se vieron en huevos (+30,4%), carne de ave (+26,5%), verduras (+13,7%), frutas (+17,8%), arroz (+10,9%) y productos lácteos (+10,5%). Los precios dentro del IPC Consumo Masivo crecieron 7,1%, evidenciando la ineficacia del programa Precios Justos como política desinflacionaria, que intenta congelar cerca de 2.000 productos y pautar en 3,2% el aumento mensual de otros casi 50.000 hasta junio inclusive.

En cuanto a las categorías, el crecimiento estuvo liderado por Estacionales (+12,1%), traccionada por Frutas (+17,8%), Verduras (+13,7%) e Indumentaria (+12,2%), pero moderada por un menor crecimiento en Turismo (+1,4%). Los Regulados crecieron 3,0%, donde incidieron aumentos en telefonía (+6,9%), educación (+5,0%), transporte público (+2,6%) y en servicios de salud (+2,4%).

¿Qué esperamos de cara a los próximos meses?

Para la segunda parte del mes prevemos una desaceleración del índice, principalmente por un menor arrastre, que ubicaría al IPC GBA Ecolatina en la zona del 7%, lo que ubicaría a abril como el tercer mes consecutivo con alzas por encima de las proyecciones del REM-BCRA.

Hacia adelante, seguiremos viendo una elevada y persistente inflación, alimentada por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a la incertidumbre propia de la transición electoral y la falta de anclas: nueva ronda de actualización de las tarifas de servicios públicos (principalmente en mayo), un crawling peg que no podrá ralentizarse y paritarias que ejercerán presión en el año electoral: para el 2T los aumentos mensuales implícitos que lograron UOM, UOCRA y Comercio superan el 6% mensual.

A eso se le suma el impacto de las restricciones a las importaciones, precios más sensibles a los movimientos de la brecha, expectativas de devaluación ejerciendo presión y el impacto del “dólar agro” sobre ciertos alimentos, con un programa “Precios Justos” poco podrá influir en el proceso inflacionario.

Por estas razones, no esperamos que la inflación perfore el 6% mensual en el año, consolidando un piso del 115% para el año.

La inflación mensual de marzo fue la mayor en 20 años

El IPC INDEC Nacional se aceleró por tercer mes consecutivo. En marzo trepó 7,7% mensual, acelerándose 1,1 p.p. respecto al mes previo y situándose por segundo mes consecutivo por encima de la expectativa del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 7%. En la comparación interanual, creció 104,3%, el registro más elevado en 32 años (en septiembre 1991 había sido de 115% i.a.). De esta forma, la inflación acumulada en el primer trimestre del año ascendió al 21,7%.

Se consolida un piso más elevado. La inflación mensual promedio de aceleró del 5,5% en el 4T 2022 al 6,8% en el 1T 2023. Asimismo, el IPC Núcleo se mantuvo en marzo por encima del 7% por segundo mes (7,2%), un registro que, al proveer una aproximación del comportamiento tendencial del nivel general de precios -excluyendo precios regulados, estacionales o con un alto componente regulado – da cuenta de la persistencia de una elevada inercia del proceso inflacionario. Esto refleja que, tras los shocks sufridos en 2022, la inflación estaría consolidando un piso mensual más elevado.

Daño a la credibilidad y presión sobre la tasa y el crawling peg. La velocidad que adquirió la inflación (y el IPC Núcleo en particular) volverá a ejercer presión sobre el directorio del BCRA en su próxima reunión para volver a elevar la tasa de política monetaria (TPM): al rendir 6,5% de TEM mensual, la tasa de interés real ex-post de marzo fue negativa por segundo mes (-1,1% mensual). Asimismo, sin margen para atrasar aún más el tipo de cambio, la autoridad monetaria se verá forzada a imprimirle una mayor velocidad al ritmo devaluatorio.

Desempeño por categorías

En línea con lo esperado, los mayores aumentos se dieron en Educación (+29,1%), por los aumentos al inicio del ciclo lectivo -a pesar de que en febrero el ministerio de Economía y el de Educación habían acordado con las cámaras que nuclean colegios privados un tope de aumentos de 16,4%-, y en Prendas de vestir y calzado (+9,4%), por los aumentos ante el cambio de temporada.

Frente a una tendencia creciente de la pobreza, el dato más preocupante volvió a ser el aumento en Alimentos y Bebidas (9,2%), ubicándose por tercer mes consecutivo por encima del nivel general. En febrero el aumento había sido de 9,8%, de forma tal que en el 1T el rubro trepó 28,2% (+6 p.p. por encima del promedio). Al interior, los rubros con mayor crecimiento fueron Frutas (+14,3%), Carnes y derivados (+11,4%), Leche y otros productos lácteos (+9,6%) y Verduras (+9,1%).

¿Qué esperamos para el resto del año?

Frente a menores impactos puntuales y de carácter estacional, de cara a abril esperamos una desaceleración de la inflación, aunque sin perforar el 6,5%. En el mes impactarán puntualmente los aumentos en transporte público en AMBA (+6,6% para colectivos y trenes), colegios privados (+3,8%, según el acuerdo), prepagas (+2,4%), combustibles (+4% desde el 15 de abril) y servicio doméstico (+14%).

El primer trimestre dejó un piso más elevado de cara al resto del año, donde seguiremos viendo una elevada y persistente inflación, alimentada por una fuerte inercia, creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos, junto a  la falta de anclas: habrá nuevas subas en tarifas de servicios públicos, un crawling peg que no podrá ralentizarse y paritarias que ejercerán presión en el año electoral. A eso se le sumará el impacto de las restricciones a las importaciones sobre la disponibilidad de bienes y el impacto del “dólar agro” sobre bienes de la canasta de alimentos.

Todo esto en medio de la incertidumbre que imprimirá la transición electoral, con potenciales tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación que ejercerían presión adicional, agudizadas por el pronunciado impacto de la sequía sobre la disponibilidad de divisas y frente a un programa “Precios Justos” que poco podrá influir sobre esta dinámica.

En este contexto, las expectativas de inflación para 2023 mostrarán un incremento,  consolidando un piso del 115% para el año.

Impulsado por aumentos estacionales, el IPC Ecolatina creció 7,4% en marzo

El IPC GBA Ecolatina volvió a acelerarse en marzo, en línea con lo previsto. Trepó 7,4% respecto a febrero (+107,5% i.a.), consolidando el rebote registrado en el primer bimestre. De esta manera, se aceleró 0,9 p.p. respecto a febrero (6,6%) y registró la variación mensual más elevada desde julio 2022 (+7,5%). Así, acumuló en el año un alza del 21,8%, cuando en el 1T de 2022 el aumento era del 14,9%.

El incremento estuvo traccionado principalmente por la categoría de Estacionales (+9,4%), destacándose Indumentaria (+18%) y Frutas (+6,1%), aunque moderado por la caída en Verduras (-4,5%). Regulados creció 7,7%, donde incidieron los aumentos en Gas (+14,0%), Agua (+17,8%), Transporte público (14,7%), Cigarrillos (+8,6%), Teléfono (+7,0%), Prepagas (+5,3%) y Educación Formal (+24,5%).

Por su parte, el IPC Núcleo, que excluye precios estacionales o con un alto componente regulado -y por ese motivo se utiliza como un indicador de la tendencia del nivel general de precios- aumentó 7%, desacelerando 0,5 p.p. respecto a febrero. La moderación se explicó principalmente por la desaceleración de Alimentos y bebidas.

En este marco, cabe destacar la aceleración del IPC Consumo Masivo (+6,2%), que registró el mayor aumento desde octubre y se ubicó 1,4 p.p. por encima del promedio desde la entrada en vigor de Precios Justos (noviembre-febrero).

Como venimos señalando, la aceleración inflacionaria no impacta únicamente en la necesidad del Gobierno de recuperar algo de “capital político” de cara a las elecciones, sino a que también genera mayores presiones a acelerar el crawling peg y a subir las tasas de interés, volviendo más inestable al escenario.

Una inflación núcleo rondando el 7% en marzo ejercería nuevamente presión sobre el BCRA en su próxima decisión sobre la tasa de política monetaria (TPM): al rendir actualmente 6,5% de TEM mensual, la tasa de interés real ex-post de marzo sería negativa por segundo mes consecutivo.

Desempeño por categorías

La aceleración de marzo estuvo en gran medida explicada por el impacto de las subas estacionales de Educación (+20,7%), por el inicio de clases, e Indumentaria (+18,0%), por el cambio de estación. A estos se les sumaron distintos incrementos que se aplicaron en tarifas de servicios públicos (gas, agua), Transporte (subte, trenes, colectivos, taxis), Servicios de medicina prepaga, Combustibles, Cigarrillos, Telefonía, TV e internet y Servicio doméstico.

Alimentos y bebidas moderó su aumento, tras dos meses de aceleración. En marzo trepó +6,7% m/m (-3,8 p.p. vs el mes pasado), donde jugó a favor un menor crecimiento relativo de la Carne Vacuna (+15%), caída en los precios de Verduras (-4,5%) y un menor dinamismo de Frutas (+6,1%). Por el contrario, los alimentos con mayor crecimiento fueron Huevos (+24,2%), Carne de ave (+10,5%) y Arroz (+8,0%).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Frente a menores impactos puntuales y de carácter estacional, de cara a abril esperamos una desaceleración de la inflación, aunque sin perforar el 6%. En el mes impactará puntualmente la nueva ronda de actualización en las tarifas de electricidad, junto a aumentos en servicio doméstico (14%); colectivos y trenes (6,7%); prepagas (2,4%) y colegios privados (3,4%). Respecto a transporte, cabe destacar que se tratará de la segunda aplicación de la nueva fórmula de actualización mensual que regirá hasta junio y se ajusta en base al IPC GBA que publica INDEC.

No obstante, el primer trimestre dejó un piso elevado de cara al resto del año, donde la inercia inflacionaria continuará ejerciendo presión sobre el nivel de precios, alimentada por una creciente indexación y un acortamiento en los plazos de los contratos (formales e informales).

A lo mencionado se le sumarán los próximos aumentos en las tarifas de servicios públicos, la dinámica de los ajustes salariales del sector formal, que tienen su temporada alta en el 2T; un crawling peg cambiario más alineado con la inflación y un fortalecimiento de las restricciones sobre las importaciones. Asimismo, en medio de la transición electoral, las potenciales tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación ejercerían presión adicional, agudizadas por el pronunciado impacto de la sequía sobre la disponibilidad de divisas.

En este contexto, esperamos que la nominalidad se mantenga elevada los próximos meses, con un 2023 mostrando una inflación superando el 100%.

Adelanto de inflación | Marzo: se consolida la aceleración

El IPC GBA Ecolatina se aceleró en la primera quincena de marzo. En un mes con mayor incidencia de los precios Estacionales y Regulados, el Nivel General registró una suba del 7,1% respeto a la primera quincena de febrero, consolidando la aceleración inflacionaria vista en el primer bimestre del año.

Si bien la inflación Núcleo -medida que refleja el comportamiento más tendencial del nivel general de precios- se moderó al 6,5% (-0,8 p.p. respecto a la primera quincena de febrero) sigue dando cuenta de una fuerte inercia que arrastra el proceso inflacionario.

En línea con lo esperado, los capítulos que lideraron el alza fueron Educación (+20,3%) e Indumentaria (+14,2%), ambos con un fuerte componente estacional (Educación por el inicio de clases e Indumentaria ante el cambio de estación).

Si bien desaceleró su velocidad, vuelve a destacarse el crecimiento en Alimentos y Bebidas (+7,0%). El aumento de esta división se encuentra traccionado nuevamente por el salto en los precios de la Carne vacuna (+17,1%), que continuó corrigiendo tras el incremento de más del 40% que acumulan los precios de la hacienda en pie desde la segunda quincena de enero. De esta forma, la carne vacuna explicó 0,8 p.p del incremento del Nivel General. Se destacaron también los aumentos en Huevos (+21,8%), Frutas cítricas (+15,0%) y Café (+8,4%).

En el marco del programa Precios Justos, los productos de consumo masivo se mantuvieron relativamente contenidos: el IPC Consumo Masivo creció 5,6%, 1,5 p.p. por debajo del promedio.

Los precios Regulados se aceleraron a un 7,6% mensual. El alza es traccionada por los aumentos en Gas (+14%), Agua (+17,8%), Transporte Público (+15,9%, impulsado por los aumentos en las tarifas de colectivos, subtes, taxis y trenes), Cigarrillos (+13,9%) y Educación Formal (24,5%).

En tanto, los precios Estacionales se aceleraron al 9,2% (4,2 p.p por encima de la primera quincena de febrero), impulsados por el mayor dinamismo en Indumentaria y Frutas, y moderado por una menor evolución de Verduras y de servicios asociados al Turismo (+1,2% y 2,6%, respectivamente).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Para la segunda parte del mes prevemos que el IPC GBA Ecolatina no desacelere significativamente, por lo que registraría una variación respecto a febrero en la zona del 7,2% en marzo, acumulando 21,5% en el primer trimestre, mostrando la consolidación de la aceleración en el nivel de precios. Para el IPC Nacional de INDEC prevemos que la suba mensual gire en torno al 7% también.

De esta forma, el arranque del año dejará un piso elevado de cara al segundo trimestre del año, donde distintos factores seguirán presionando sobre una inercia inflacionaria alimentada por una creciente indexación y acortamiento en los plazos de los contratos. Entre ellos, las potenciales tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación en medio de la transición electoral, agudizadas por el pronunciado impacto de la sequía sobre la disponibilidad de divisas; la dinámica de los ajustes salariales del sector formal en un año de elecciones; un crawling peg cambiario que no tendrá margen para atrasarse más y un fortalecimiento de las restricciones sobre las importaciones.

Si bien programas como Precios Justos pueden tener cierto impacto de corto plazo a la hora de moderar los aumentos en productos (como en el caso del Consumo Masivo), su implementación resulta insuficiente para utilizarse de manera aislada como herramienta para desinflacionar en forma consistente y sostenida. Su mayor utilidad podría encontrarse al ser utilizados como un elemento adicional dentro de un plan de estabilización técnicamente sólido, con amplio respaldo político y creíble para los agentes económicos, contribuyendo a moderar la inercia inflacionaria y anclar expectativas.

Como corolario, esperamos que la nominalidad se mantenga elevada los próximos meses, con un 2023 mostrando una inflación superando el 100%.

La inflación de febrero confirmó el rebote de inicios de 2023

Tal y como adelantó nuestro IPC GBA Ecolatina, en febrero se consolidó la aceleración inflacionaria de inicios de 2023. El IPC INDEC Nacional trepó 6,6% mensual en febrero, acelerándose 0.6 p.p. respecto al mes previo y situándose por segundo mes consecutivo por encima de la expectativa del mercado (REM-BCRA), que proyectaba un 6,1%. En la comparación interanual, creció 102,5%, el registro más elevado en 32 años (en octubre 1991 había sido de 102,4% i.a.). De esta forma, la inflación acumulada en el primer bimestre ascendió al 13,1%.

La notable aceleración del IPC Núcleo de 5,4% a 7,7% m/m (mayor variación desde que se reinició la serie en 2017) es preocupante: al proveer una aproximación del comportamiento tendencial del nivel general de precios -excluyendo precios regulados, estacionales o con un alto componente regulado – el indicador da cuenta de la persistencia de una elevada inercia del proceso inflacionario.

Como venimos señalando, la necesidad de evitar una disparada en la inflación no responde únicamente a procurar recuperar algo de “capital político” de cara a las elecciones, sino a que una aceleración inflacionaria genera mayores presiones a acelerar el crawling peg y a subir las tasas de interés, volviendo más inestable al escenario.

La velocidad que adquirió esta categoría -la que más le importa al BCRA- ejercerá presión sobre la autoridad monetaria en su próxima decisión sobre la tasa de política monetaria (TPM): al rendir 6,3% de TEM mensual, la tasa de interés real ex-post de febrero pasó a terreno negativo (-0,3% mensual). Cabe recordar que el mes pasado el argumento central del BCRA para mantener inalterada la TPM fue que la inflación Núcleo se había ubicado en un nivel similar al de diciembre (5,4%, +0,1 p.p.).

Desempeño por categorías

La principal preocupación es que el mayor incremento del mes fue el de Alimentos y bebidas no alcohólicas (+9,8%), división con mayor preponderancia en la canasta de consumo de los hogares más pobres. La incidencia en el nivel general de este rubro fue tal que, de excluir este capítulo, el IPC habría trepado 5,4%. A su interior, se destacó el alza de Carnes y derivados (+19,5%), Frutas (+13,9%), y Leche, productos lácteos y huevos (+7,6%). Por el contrario, la caída en Verduras, tubérculos y legumbres (-1,7%) moderó al indicador.

En segundo lugar, se destacó la suba en Comunicación (+7,9%), donde incidió el alza de los servicios de telefonía, cable e internet y Restaurantes y hoteles (+7,6%). Por otra parte, los incrementos en las cuotas de las prepagas impactaron sobre la división Salud (+5,3%), al tiempo que el aumento en combustibles incidió sobre Transporte (+4,9%).

Al igual que viene ocurriendo desde noviembre, Prendas de vestir y calzado (+3,9%) se movió por debajo del promedio, al igual que Educación (+3,4%).

El IPC Consumo Masivo, que contiene mayormente precios empaquetados y está atravesado por el programa “Precios Justos”, volvió a acelerarse (registró +6,4%, 1,2 p.p. por encima del mes anterior). Cabe recordar que, por la renovación del acuerdo, en febrero hubo aumentos de 9% para los productos congelados (1.925 productos de consumo masivo) y se bajó la pauta de aumentos acordados de 4% a 3,2% mensual, para otros 50.000 productos.

Por otro lado, Estacionales creció 3,3% (+120,8% i.a.), impulsado por los aumentos en Frutas, aunque moderado por las ya mencionadas caídas en Verduras, mientras que Regulados subió 5,1% mensual (+97,3 i.a.).

¿Qué esperamos para los próximos meses?

Por motivos estacionales, marzo tiende a ser un mes con inflación mensual más elevada que el promedio del resto del año, donde suelen incidir los mayores aumentos en Indumentaria –por el cambio de estación- y Educación -por el inicio de clases-. En ese sentido se entiende la decisión del Gobierno de incluir a estos sectores bajo el paraguas del programa “Precios Justos”: una mayor aceleración de precios en marzo le imprimiría mayor tensión al esquema económico del Gobierno. No obstante, para el mes esperamos una inflación al menos tan elevada como la de febrero.

En este marco, marzo será un mes donde impactarán puntualmente distintos aumentos: colegios privados (+16,4%); prepagas (+7,7% para quienes perciban ingresos netos iguales o superiores a $392.562 y +5% para quienes tengan salarios inferiores a ese monto); tarifas de subte (38%); combustibles (+3,8%); trenes y colectivos (+6%); las tarifas de agua y gas; los precios de televisión, cable e internet, los taxis (30%) y el servicio doméstico (+4%).

Hacia adelante, distintos factores seguirán presionando sobre una inercia inflacionaria difícil de desarmar en el corto plazo. Entre ellos, el impacto de la sequía sobre el precio de algunos alimentos; margen para un mayor traslado al consumidor del ajuste en los precios de la hacienda vacuna; la dinámica de los ajustes salariales en un año de elecciones; los incrementos pendientes en las tarifas de servicios públicos; un crawling peg cambiario más alineado con la inflación; las restricciones sobre las importaciones y tensiones sobre la brecha y las expectativas de devaluación en medio de la transición electoral.

¿Y Precios Justos? Si bien el programa puede contribuir a moderar los aumentos en algunos sectores, presenta tres principales debilidades que le restan eficacia: (i) rige mayormente en super e hipermercados, pero no en pequeños autoservicios o comercios de cercanía, donde consumen en mayor medida los hogares de deciles de ingresos más bajos; (ii) está compuesto esencialmente por productos empaquetados, y la dificultad de concretar un acuerdo amplio y robusto para los alimentos frescos (frutas, verduras, carne vacuna) radica en la gran atomización de los productores, el elevado índice de informalidad y el impacto sobre los precios de factores asociados a la estacionalidad, los ciclos biológicos y/o las inclemencias climáticas; (iii) la aguda escasez de divisas dificultará el cumplimiento del compromiso de garantizarle a las empresas un mayor acceso al MULC, acrecentando los riesgos de un resquebrajamiento de algunos acuerdos.

Como destacamos en un informe reciente, los acuerdos de precios resultan insuficientes para utilizarse de manera aislada como herramienta para desinflacionar en forma sostenida. En el marco de la implementación de un plan de estabilización técnicamente sólido, con amplio respaldo político y creíble para los agentes económicos, los acuerdos pueden funcionar como un complemento para alcanzar el objetivo de moderar la inercia inflacionaria y anclar expectativas, pero comprendiendo su rol y sus limitaciones.

En este contexto, la meta del Gobierno de una inflación alrededor del 60% i.a. para diciembre luce cada vez más inasequible. A modo ilustrativo, entre marzo y diciembre la variación mensual del IPC debería ser en promedio del 3,5%. Sin embargo, creemos que la tentativa oficial ordenar la nominalidad al 60%, en un contexto de ajuste fiscal y una política monetaria contractiva, resulta mejor que intentar meramente que la inflación no se acelere. En este sentido, es valorable la mayor coordinación del equipo económico, ya que de cualquier otro modo la inflación iba a superar cómodamente los tres dígitos este año.

En consecuencia, esperamos que la nominalidad se mantenga elevada los próximos meses, con un 2023 mostrando una inflación en la zona del 100%.

Precios Justos: mayores aumentos en autoservicios que en supermercados

La inflación de 2022 fue la más elevada en 32 años (+94,8% i.a.), y el comienzo de 2023 muestra signos de aceleración (el IPC GBA Ecolatina promedió 6,5% los primeros dos meses del año, 0,8 p.p. por encima del 4T de 2022). Ante esta situación, el Gobierno fue instrumentando distintas medidas. Por un lado, se realiza un ajuste del gasto en términos reales en conjunto con una política monetaria más contractiva, sumado a la búsqueda de que las paritarias se firmen con una pauta más acotada (60% anual). Por el otro, se dispusieron y profundizaron medidas de tinte más heterodoxo, como el programa Precios Justos.

¿Qué es Precios Justos?

Precios Justos entró en vigor el 11 de noviembre de 2022 con el objetivo de tender a la estabilidad de los precios en el corto plazo y procurar disminuir la inercia y la expectativa inflacionaria, buscando recuperar el poder de compra de los ingresos. El programa fijó los precios de alrededor de 1.800 productos de primera necesidad por 120 días, mediante acuerdos con empresas productoras y comercializadoras de productos de consumo masivo. Además, aplicó un tope de aumentos de 4% para el resto de los artículos de consumo masivo que se venden en grandes cadenas de supermercados por parte de las empresas que firman el acuerdo.

En el marco del programa, también se fueron incluyendo otros sectores: petroleras, cámaras del sector farmacéutico, con la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), empresas de telas e hilados y marcas de zapatillas, que incluyeron desde congelamientos o reducciones de precios hasta compromisos para mantener por algunos meses determinados porcentajes de remarcación.

A principios de febrero, luego de un dato de enero peor al esperado -la inflación se aceleró al 6% m/m según INDEC, 0,4 p.p. por encima de la expectativa del mercado (REM-BCRA)- que alejó aún más la intensión del ministro Massa de que la inflación perforara el 4% en abril, el acuerdo se renueva y amplía: la pauta de aumentos mensuales baja al 3,2% hasta junio y contempla a 15 sectores diferentes en acuerdo con más de 500 empresas, con 1.925 productos con un aumento de 9% en febrero para luego quedar congelados, y otros 50.000 dentro del corsé de aumentos pactados al 3,2%.

Llegado este punto, cabe preguntarse: ¿viene siendo efectivo el programa Precios Justos? ¿qué repercusión tiene en supermercados y en pequeños comercios? ¿qué impactos genera todo esto?

Canal Moderno vs Canal Tradicional: disparidades en los aumentos

Durante los meses desde la vigencia de Precios Justos, el IPC Consumo Masivo[1] construido en base al IPC GBA Ecolatina se desaceleró: pasó de promediar 6,9% en septiembre-octubre a 4,8% entre noviembre y febrero. En febrero registró 4,7%, 1,6 p.p. por debajo del promedio del trimestre septiembre-noviembre, previo al acuerdo.

Ahora bien, mientras que en el canal moderno (supermercados, hipermercados) se observó una mayor incidencia del programa, en el canal tradicional (almacenes, pequeños comercios de cercanía) -no cubierto por el acuerdo y con menor trato directo con el Gobierno- el aumento de precios de los productos atravesados por Precios Justos fue mayor. Esto no es algo novedoso de este programa, sino que se trata de una situación que se repitió a lo largo de los últimos diez años con controles de precios.

Desde su entrada en vigor, la diferencia entre los aumentos de algunos productos dentro del acuerdo no es menor: por ejemplo, en el canal tradicional el agua creció 10 p.p. por encima del canal moderno; los fideos, +9 p.p; la leche, +7 p.p; los yogures, +6 p.p. En unos pocos casos los precios subieron más en los supermercados que en los pequeños autoservicios: pan fresco crece -5 p.p en tradicionales, harina -7 p.p., aceite puro -6 p.p, yerba mate -1 p.p. y azúcar -8 p.p.

Más aún, si se toma sólo diciembre y enero, meses donde no hubo actualizaciones en los precios que estaban congelados (en noviembre y febrero actualizaron 4% y 9% respectivamente), la diferencia es aún más profunda. Esto podría reforzar el hecho de que la desaceleración en la inflación no sólo se vio favorecida por el programa, sino porque hubo otros factores que jugaron a favor. Por caso, la menor dinámica de los precios de la carne hasta enero, el retroceso de 2,1% en los precios de verduras en diciembre. En la moderación del índice de diciembre la clave también radicó en que hubo poco ajuste en servicios regulados e indumentaria se mantuvo relativamente más contenida.

Debilidades del programa: impacto en los hogares más pobres, los frescos y las divisas

Esta brecha entre los aumentos de productos de consumo masivo incluidos en Precios Justos que se venden en supermercados y los que se consiguen en comercios de cercanía o pequeños autoservicios implica un impacto más severo sobre los sectores más vulnerables.

Los deciles más pobres de la sociedad no sólo gastan un mayor porcentaje de sus ingresos en productos de consumo masivo, sino que tienden a utilizar menos las grandes superficies: según la última Encuesta de Gasto de los Hogares los hogares del 10% de menores ingresos destinan sólo el 15% de sus gastos en alimentos y bebidas al canal moderno, mientras que ese porcentaje crece a 45% en los hogares del 10% de mayores ingresos.

Entonces, si bien el plan logró cierto impacto, posiblemente no haya tenido la misma repercusión en hogares con menores ingresos, ya que casi no compran en supermercados y destinan un mayor porcentaje de sus ingresos a bienes de primera necesidad en pequeñas superficies de venta, donde los precios han tendido a aumentar más.

En este sentido, el desempeño del consumo viene siendo más favorable en las grandes superficies. De acuerdo con datos de Scentia, en 2022 el consumo en los supermercados trepó 3,1% i.a., mientras que en autoservicios independientes subió 0,8%. Esta diferencia se ha ido agudizando en los últimos meses: en enero, las ventas en supermercados suben 7,8% i.a., cayendo 9,1% i.a. en autoservicios. Esta dinámica se encuentra explicada en gran medida por las promociones y la diversidad de medios de pago que ofrecen las cadenas más grandes.

Por otro lado, a pesar de la vigencia del programa y de la desaceleración del IPC Consumo Masivo, en el arranque de 2023 la inflación en alimentos y bebidas se aceleró notablemente, producto de los aumentos registrados en carne vacuna (en febrero creció casi 26%, luego de ocho meses de atraso relativo) y la aceleración en los precios de frutas (+30%)  y verduras (+36%) en el primer bimestre, que son al mismo tiempo los grupos que más peso tienen en la canasta de consumo de los hogares de menores ingresos (en conjunto pesan 18% en el decil de menores ingresos y 6% en el 10% más rico).

En este sentido, Precios Justos está compuesto principalmente por productos empaquetados, y la dificultad de concretar un acuerdo amplio y robusto para los alimentos frescos (frutas, verduras, carne vacuna) radica en la elevada atomización de los productores -distribuidos a lo largo y ancho del país-, el elevado índice de informalidad presente en algunos eslabones y el impacto sobre los precios de factores asociados a la estacionalidad, los ciclos biológicos y/o las inclemencias climáticas.

Por último, no puede soslayarse que la escasez de divisas dificultará el cumplimiento de la parte que le toca al Gobierno en el acuerdo: garantizar un mayor acceso al MULC, por lo cual los riesgos de que algunos acuerdos se resquebrajen por menores incentivos a permanecer dentro -que además se reducen en tanto la inflación es más alta- no son menores.

¿Qué esperamos para los próximos meses?

En medio de un escenario signado por la profundización de las necesidades de asistencia social en los sectores más bajos, los límites para expandir el gasto público en asistencia social que impone el programa financiero incrementan las tensiones derivadas del impacto de una inflación persistentemente elevada sobre los hogares más pobres. Producto del patrón de consumo de las familias, la escasez de divisas y la sequía, las debilidades que presenta Precios Justos complican la búsqueda por evitar un mayor impacto de la inflación sobre los hogares más vulnerables.

Asimismo, lo sucedido en ediciones pasadas muestra que, aunque los acuerdos de precios de bienes de consumo masivo tengan algún impacto de corto plazo -como los que estamos viendo actualmente – traen aparejados riesgos hacia adelante, ya que, cuando se levanta el congelamiento, los precios se actualizan intentando recomponer el terreno perdido y terminan por acelerar nuevamente la inflación.

Los controles de precios/salarios resultan insuficientes para utilizarse de manera aislada como herramienta para desinflacionar en forma sostenida. En el marco de la implementación de un plan de estabilización técnicamente sólido, con amplio respaldo político y creíble para los agentes económicos, los acuerdos pueden funcionar como un complemento para alcanzar el objetivo de moderar la inercia inflacionaria y anclar expectativas, pero comprendiendo su rol y sus limitaciones.

 

[1] Compuesto principalmente por productos empaquetados de alimentos y bebidas. Excluye productos frescos -que tienen un gran componente estacional- como carnes, frutas y verduras. Los bienes de consumo masivo ponderan un 16% del total de la canasta que mide la inflación.