La inflación se aceleró a 3,7% en febrero

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires creció 3,7% en el segundo mes del año. Así, mostró un alza de 50,4% respecto al mismo período de 2018 y acumula una variación de 6,5% en lo que va del año.

Durante febrero, a pesar de la estabilidad cambiaria y la rígida política monetaria del BCRA, la inflación se aceleró (en enero había exhibido una suba de 2,6%), cortando con una racha de 4 meses consecutivos a la baja. El motivo de la aceleración del IPC GBA Ecolatina fue el impulso de algunos capítulos que, sumados a un piso elevado por efecto de la inercia inflacionaria, dinamizaron el índice. Estos rubros fueron Vivienda y servicios básicos, por el aumento en la tarifa de electricidad, Atención médica y gastos para la salud, debido a aumentos en los servicios de medicina prepaga y a subas en los precios de medicamentos, y Alimentos y bebidas, por la suba en el precio mayorista de la carne. Estos capítulos incluyen tanto precios regulados por el Gobierno, que tiene intención de concentrar los aumentos del 2019 antes del inicio del período electoral, como movimientos propios del sector privado, motivados por dinámicas sectoriales particulares.

En los próximos meses habrá nuevas subas de Regulados (por aumentos en las tarifas de electricidad, gas y agua y alzas en los precios de la nafta, el transporte público y el teléfono). De esta forma, la inflación persistirá elevada. Por el contrario, durante el segundo semestre, la dinámica de los precios obedecerá mucho más a los movimientos del dólar que a las decisiones gubernamentales.

A la inercia inflacionaria se le suma el salto del precio de la carne

Como un “déjà vu”, el presidente Macri volvió a realizar una declaración desafortunada en materia inflacionaria. El miércoles 13 de febrero, afirmó en una entrevista radial que la inflación estaba bajando. Un día después el INDEC dio a conocer el IPC Nacional de Enero 2019 que mostraba una leve aceleración de la inflación (tanto del Nivel General como del componente Núcleo).

Más preocupante que el fallido, es que la inflación de febrero muestra una nueva aceleración: podría superar 3,5% producto del alza de tarifas y un nuevo salto del precio de la carne vacuna. Este complejo comienzo del año en materia inflacionaria ratifica nuestras proyecciones de inflación en torno al 35%, rectifica las estimaciones del mercado (el último REM del BCRA arrojó una inflación apenas por debajo del 30% para este año) y da por tierra la previsión oficial de suba de precios del 23% plasmada en el Presupuesto 2019.

Las autoridades económicas de Cambiemos han cometido varios errores en el frente inflacionario. Inicialmente, pensaron que los precios de los bienes y servicios de la economía habían ajustado al valor del dólar blue. La aceleración inflacionaria post liberación del cepo cambiario demostró que los precios seguían mayormente atados  a la cotización del tipo de cambio oficial.

Luego, minimizaron el impacto del alza de las tarifas de servicios públicos, argumentando que por la restricción presupuestaria, las familias iban a consumir menos de otros bienes y servicios, generando presiones deflacionarias en otros precios. La realidad mostró que el impacto inflacionario de la suba de tarifas (especialmente en materia energética) se amplifica porque al impacto directo en el IPC se le suma el efecto indirecto del alza de costos de producción de las empresas.

Sin embargo, el principal error del gobierno fue subestimar el componente inercial del proceso inflacionario. Por caso, implementó un esquema de metas de inflación ambicioso (con la determinación de la tasa de interés como principal herramienta) que sólo había sido exitoso en economías con inflación moderada (un dígito alto, cercano al 10% anual).

Lamentablemente, hace más de diez años que convivimos con una suba de precios alta y persistente (en torno al 30% anual). Y, la suba de precios a una velocidad crucero de 2% mensual, sólo se pudo perforar en períodos (pre-electorales) en que el dólar y las tarifas se congelaron (lo que significó un fuerte atraso en términos reales).

La magnitud del shock cambiario del año pasado, llevó la inflación a un peligroso 50% anual. En estos niveles, la duración de los contratos nominales se recortaron (la mayoría de las paritarias de 2018 se reabrieron a fines del año pasado), hecho que cristaliza la inercia y tiende a acelerar la suba mensual de los precios.

El anuncio de un fuerte ajuste de las tarifas para comienzos de este año y la dificultad de volver a atrasar el tipo de cambio (sólo el FMI está dispuesto a financiar a la argentina en moneda dura y el piso de la zona de intervención tiende a ajustar en línea con la inflación esperada), llevaron a prever a que la inflación rozaría 35% en 2019 (como escribimos junto a Federico Moll aquí).

Llovido sobre mojado

Lamentablemente, este año la suba de precios podría superar el 35% mencionado producto de la aparición de un shock acelerador de la inflación: los precios de la hacienda vacuna treparon casi 40% en lo que va del verano alcanzando la suba del dólar (ver el “catch up” en el gráfico).

Expertos del sector ganadero, afirmaban a principios del 2018 que la sequía también había encarecido significativamente la alimentación del ganado (perdida de pasturas y fuertes subas del precio de la alfalfa y del maíz). Producto de un stock vacuno acotado (fuerte descapitalización tras el cierre de las exportaciones en 2006) y un ciclo ganadero más corto, hubo oferta abundante en 2018 y escasez de animales en los primeros meses del año. Pese a que el precio en Liniers ya equiparó la suba del tipo de cambio acumulada desde abril de 2018 y la demanda interna está deprimida, aún podría quedarle recorrido alcista pues el costo de la alimentación trepó más que el dólar en dicho período y hay demanda por el lado de las exportaciones.

A nivel minorista, el IPC acusaría el impacto en mayor medida en febrero. De hecho, según el IPC GBA Ecolatina, la carne vacuna trepó 3% en enero y más de 10% en la primera quincena de febrero (vs 1er quincena de enero). Además, todavía no se observó un alza en productos sustitutos como el pollo y el cerdo, ni en rubros relacionados como Comidas para llevar. Por ende, esperamos que el alza de la carne vacuna impulse la inflación en Alimentos (y en el Nivel general) este mes y el próximo.

En síntesis, producto del shock de tarifas y de la carne vacuna, esperamos una inflación rozando 10% en el primer trimestre del año. Esto equivale a un ritmo del 3% mensual, por encima de la velocidad crucero de la suba de precios y del ajuste de las bandas cambiarias para los primeros tres meses de año (2% mensual). Esto dilata la recomposición del poder adquisitivo de las familias y condiciona la reactivación.

Por último, vale destacar que el segundo acuerdo alcanzado con el FMI a fines de 2018 logró estabilizar el mercado cambiario, evitando una espiral ascendente dólar-precios. Sin embargo, implementar un plan económico consistente que tenga en cuenta la elevada inercia del proceso inflacionario, será un desafío a abordar en el próximo mandato presidencial.

-Esta nota fue publicada en Ámbito Financiero el 26 de febrero de 2019-

La inflación se aceleraría a 3,3% en febrero

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un crecimiento de 3,4% en la primera quincena de febrero respecto a las dos primeras semanas de enero.

El capítulo que mostró el mayor avance fue Vivienda y servicios básicos, por la suba de la tarifa eléctrica. A este le siguieron Atención médica y gastos para la salud (por el aumento de prepagas y productos medicinales) Alimentos y bebidas (por un salto en el precio de la carne) y Otros.

La inflación se aceleraría durante febrero respecto a enero y estimamos que podría alcanzar 3,3%.

La dinámica observada en los últimos meses impone un piso inercial alto al avance de los precios en el comienzo de 2019. Por sobre esta base, este mes el aumento de precios Regulados elevó el Nivel General. Dado que en marzo se atenuarán los ajustes de tarifas, la inflación descendería levemente. Ya pasado el primer trimestre, con las actualizaciones de paritarias y un dólar que podría despertarse, la suba de precios pronunciaría su marcha.

La inercia interrumpió la desaceleración de la inflación

¿Cuál fue la inflación del primer mes del año?

Según el INDEC la inflación nacional alcanzó 2,9% en enero de 2019. Los rubros que mostraron las mayores subas durante el mes fueron Comunicación (+7,4%, por la suba del servicio telefónico), Restaurantes y hoteles (+3,7%, debido al comportamiento estacional por las vacaciones), y Otros bienes y servicios (+3,6%, como resultado del aumento en cigarrillos).

De esta forma, la variación interanual del Nivel General alcanzó 49,3%. Esta elevada cifra responde a los saltos disruptivos del tipo de cambio observados entre abril y septiembre del año pasado. La depreciación del peso impulsó los precios de los transables que, sumados a los aumentos de precios regulados, causaron que la inflación fuera la más elevada desde 1991.

¿Por qué se interrumpió la desaceleración de la inflación?

Luego de la implementación del control de agregados monetarios y la estabilización del dólar, la inflación mensual descendió en el último trimestre de 2018 desde un pico máximo de 6,5% en septiembre hasta 2,6% en diciembre. Sin embargo, la tendencia se revirtió a comienzos de 2019.

Este comportamiento fue resultado de los aumentos de Regulados (+3,4% mensual) -servicio telefónico, agua, transporte público y cigarrillos-, pero también por una nueva aceleración en el IPC Núcleo en enero (+3,0%, +0,3 p.p. respecto al mes previo) pese a que el tipo de cambio se mantuvo estable durante el mes pasado y ante la ausencia de aumentos en electricidad y gas (que tienen un impacto de segunda ronda en esta categoría). Esto refleja la inercia del actual proceso inflacionario en el cual una vez desaparecido el shock inicial -salto cambiario, aumentos tarifarios-, los precios continúan ajustando.

¿Qué pasará en los próximos meses?

Para los próximos tres meses de 2019 están pautadas las mayores subas de precios regulados del año: ajustes en las tarifas de gas y electricidad, en el boleto de transporte público y en el precio de las prepagas, la educación y los combustibles.

Adicionalmente, hacia abril comenzará la temporada alta de las negociaciones paritarias, en las cuales los trabajadores intentarán recomponer el poder adquisitivo perdido el año pasado. Los aumentos salariales que surjan de las mismas también impondrán presiones sobre los costos de las empresas impulsando, en particular, los precios de los servicios privados.

Por último, la estabilidad del dólar será clave para que no haya otra disparada en los precios. La elevada tasa de interés de las LELIQs ancló las expectativas de devaluación, convirtiendo a la estabilidad cambiaria en la herramienta de política monetaria más efectiva. Al calmar el precio de la divisa (tanto su cotización spot como futura), la desaceleración de los precios se dio de forma simultánea al recorte de tasas de interés nominales y reales.

Sin embargo, el calendario electoral podría ejercer nuevas presiones cambiarias producto de una mayor dolarización de carteras a medida que se acerquen las elecciones. En un escenario de mayor volatilidad en el frente externo, el tipo de cambio podría volverse poco sensible a aumentos de la tasa de interés, por lo que la inflación dependerá más de las novedades electorales que de la política monetaria, aunque la venta de dólares (por parte del Tesoro y el BCRA) podría ponerle un techo a la cotización de la divisa.

La inflación fue de 2,6% en enero

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires varió 2,6% en el primer mes del año. Así, mostró un alza de 49,2% respecto al mismo período de 2018.

Durante enero, la inflación de los precios minoristas volvió a desacelerarse (en diciembre había exhibido una suba de 2,9%). De esta manera, acumula cuatro meses seguidos descendiendo, luego del salto producto de la dinámica cambiaria.

El comportamiento de los precios no fue el mismo para los distintos capítulos que componen el índice. Los rubros que exhibieron mayor incremento en el mes fueron Otros bienes y servicios producto del alza de los artículos de tocador y cuidado personal y cigarrillos, Esparcimiento debido a un comportamiento estacional por el turismo y subas en diarios y entretenimiento, Transporte y comunicaciones como consecuencia del aumento en los boletos del subte, tren y colectivo, y Alimentos y bebidas que se aceleró en la segunda quincena del mes, debido a incrementos en frutas, lácteos y panificados.

Pese a la estabilidad del tipo de cambio, la tendencia desinflacionaria se revertirá el próximo mes, cuando tenga lugar la suba de la tarifa de la electricidad (que impacta en el costo de otros bienes y servicios). Además, los nuevos ajustes en el boleto del Transporte Público y las prepagas sumarán presiones a los precios.

La línea de pobreza creció por encima de la inflación en 2018

¿Qué pasó con las canastas básicas en diciembre?

En el último mes de 2018, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) aumentó 0,7% y la Canasta Básica Total (CBT) creció 1,1% respecto a noviembre, ubicándose así en $3.300 y $8.250, respectivamente. Así, estos indicadores volvieron a crecer por debajo de la inflación por primera vez desde agosto y por tercer mes en el año. Con esta evolución, un hogar tipo de cuatro miembros necesitó $10.200 para no ser indigente y $25.500 para estar por fuera de la pobreza. Haciendo un ejercicio teórico, un ingreso posible de esta familia (conformado por un Salario Mínimo Vital y Móvil y dos Asignaciones Universales por Hijo) es 46% mayor a la CBA, pero cubre menos de un 60% de la CBT. Si consideramos el bono recibido en diciembre por AUH, supera en 76% a la CBA, pero alcanza para adquirir apenas el 70% de una CBT. Al compararlo con la situación existente dos años atrás, este indicador decayó significativamente: el mismo ingreso en diciembre de 2016 (año en que también se cobró un bono compensatorio) alcanzaba para 2,16 CBA y un 90% de la CBT.

Con el cierre de diciembre, la CBA avanzó 53,5% en 2018, levemente por encima de la CBT, que creció 52,9%. Esta evolución es superior a la de la inflación (+47,6% i.a.), los salarios registrados (32,6% i.a.), las jubilaciones, asignaciones y pensiones (28,5% i.a., sin tener en cuenta bonos de una única vez) y el salario mínimo (27,5% i.a.).

¿Por qué la CBA y CBT aumentaron por encima del nivel general de precios?

La fuerte depreciación del peso experimentada en 2018 elevó el precio relativo de los bienes transables. Dado que los alimentos son uno de los principales ejemplos de este tipo de bienes, su precio se aceleró con la suba del tipo de cambio. Dado que este rubro es un componente fundamental de estas canastas creció durante 8 meses de 2018 por encima del Nivel General, acumulando una inflación 4 p.p. mayor en el total del año.

En simultáneo, la CBT también comprende las tarifas de los Servicios Públicos, no así la CBA que, como su nombre lo indica, solo comprende alimentos. Debido a la reducción de subsidios económicos y el fuerte grado de dolarización en la estructura de costos de su prestación, sus precios crecieron más que la inflación en 2018 (en el ámbito de GBA) superando al 60% conforme a los datos del IPC GBA Ecolatina. En consecuencia, es posible afirmar que la inflación tuvo un fuerte componente regresivo el año pasado, algo que no había sucedido tan marcadamente en 2017.

¿Cómo afectarán estos datos a las mediciones de pobreza?

Dado que la CBA y CBT aumentaron muy por encima de los salarios y prestaciones sociales el año pasado, la incidencia de la pobreza e indigencia creció en el segundo semestre de 2018, revirtiendo la tendencia descendente que mostró en 2017. Este efecto se vio atenuado por la compensación parcial mediante un bono de $1500, otorgado por la caída de ingresos en términos reales a los beneficiarios de estas políticas. Sin embargo, el mismo no alcanzó para revertir la pérdida de poder adquisitivo en el promedio de la segunda mitad del año, ya que solamente se entregó en septiembre ($1.200) y diciembre. Del mismo modo, no impactará en los meses venideros.

De cara al futuro, la desaceleración de la inflación ayudará a que las prestaciones sociales crezcan por encima de los precios ya que las mismas ajustan en base a la inflación pasada. Así, el rezago temporal en la actualización hará que las jubilaciones y pensiones recuperen en 2019 parte del terreno perdido el año pasado, sobre todo si un tipo de cambio contenido aminora el aumento en el precio de los alimentos. A la vez, los salarios crecerían en línea con la inflación, estabilizando estos indicadores. No obstante, estos efectos positivos serán observados recién en la segunda mitad de año, momento en que cesarán las subas tarifarias pautadas para 2019 (que inciden sobre la CBT) y podría pensarse en retomar la baja de la pobreza aunque la caída no permitirá revertir la suba del año pasado.

Lenta desaceleración de la inflación en 2019

La economía argentina convive hace más de una década con inflación elevada y persistente. Según el IPC GBA Ecolatina la inflación en los últimos 10 años promedió casi 30% anual y, salvo en 2009, nunca perforó el 20%. Producto de la elevada inercia, el aumento del nivel general de precios se ubica en una velocidad crucero cercana al 2% mensual, con aceleraciones o desaceleraciones según la evolución de los costos empresarios, entre los que se destacan el salario, el tipo de cambio, y las tarifas de servicios públicos.

El gobierno anterior utilizó al dólar y las tarifas como anclas nominales para moderar la suba de precios en los años electorales. El resultado? Inflación elevada y atraso cambiario y tarifario, los cuales condujeron a abultados déficits gemelos (externo y fiscal). En la búsqueda de recuperar el equilibrio macroeconómico, el actual gobierno levantó esas anclas al mismo tiempo que planteaba ambiciosas metas de inflación. La unificación del mercado cambiario y la corrida de 2018, los continuos y significativos aumentos en las tarifas de servicios públicos (energía y transporte) y negociaciones paritarias que no fueron consistentes con las metas de inflación planteadas por el gobierno, explicaron el importante desacople entre objetivos y realidad. En este marco, el deseo de la administración Macri de culminar su primer mandato con una inflación cercana al 5% no se cumplirá.

Las perspectivas para el año que comienza no son auspiciosas. Creemos que la inflación superará claramente el 23% estipulado en la Ley de Presupuesto 2019. Incluso si el tipo de cambio se desliza en forma controlada (hecho que dependerá de la magnitud de la dolarización pre-electoral), esperamos que la suba de precios sea más cercana al 35% que al 28,7% que estima el consenso del mercado (REM del BCRA). Esta lenta desinflación responde a la falta de un ancla nominal.

Producto del salto cambiario (que impacta sensiblemente en los costos de producción de los servicios públicos) y la necesidad de reducir subsidios para alcanzar la ambiciosa meta fiscal de equilibrio primario, el Ejecutivo ha anunciado subas de tarifas de servicios públicos que, en promedio, superan el 40%. Estas tienen un significativo impacto directo e indirecto (a través del alza de los costos de las empresas) sobre el IPC. De hecho, ambos efectos sumarán 5 puntos de inflación en 2019, elevando las expectativas de inflación de los agentes económicos.

Asimismo, los aumentos nominales de salarios (costo laboral) superarán los del año pasado: la paritaria de 2019 puede cerrar en torno a la meta oficial (20-25%), pero en los primeros meses de este año se aplican muchas cláusulas de revisión por la fuerte caída del salario real ocurrida el año pasado. De esta manera, las remuneraciones del sector privado registrado (proyectamos un incremento del 37% en 2019) liderarán el alza de los costos laborales, que treparían en torno al 35%.

La evolución del tipo de cambio tal vez sea la mayor incógnita de 2019. Sabemos que difícilmente se aleje de forma sostenida de la Zona de No Intervención (ZNI), pero lo ancho de la misma (30%) cubre con un manto de incertidumbre el valor final que alcance el dólar. El ajuste trimestral del piso y techo de la ZNI seguiría las expectativas de inflación del mercado, lo que implica en la práctica que las bandas se ajusten levemente por debajo del alza de los precios (las expectativas de inflación del mercado tienden a subestimar la magnitud del problema). Siendo, optimistas el tipo de cambio fluctuará entre el piso y el centro de la banda, lo que implica una suba cercana al 30% en 2019.

En síntesis, con costos laborales creciendo al 35%, un tipo de cambio marcando un deslizamiento de 30% y tarifas trepando en promedio más de 40%, la inflación no se alejará significativamente del 35% en 2019. Esta lenta desinflación es producto de un escenario macroeconómico más estable en relación al año pasado, pero ni siquiera será suficiente para alcanzar la inflación promedio de la última década.

Podrá el lector pensar que con un regla estricta de emisión monetaria (incremento prácticamente nulo en el primer semestre y del 1% mensual en la segunda mitad del año) esta vez será diferente. Sin embargo, durante esta administración quedó demostrado que una política monetaria dura es insuficiente para bajar la inflación: se necesita un plan integral que ataque la inercia del proceso, para lo cual será crucial coordinar las diferentes aristas de la política económica (ingresos, fiscal, monetaria y cambiaria) de forma tal de blindar la estrategia anti-inflacionaria.

-Esta nota fue publicada enel portal infobae el 18 de enero de 2019-

La inflación rondará el 2,5% en enero

El IPC Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un crecimiento de 2,7%, entre la primera quincena de enero y el mismo período de diciembre.

El capítulo que más creció fue Otros bienes y servicios como consecuencia del incremento en el precio de los cigarrillos y artículos y servicios para el cuidado personal. A este avance le siguió Esparcimiento tras la suba estacional de turismo y el aumento de diarios y revistas. Varios capítulos crecieron en línea con el Nivel General, mostrando que el alza en los precios fue relativamente homogénea en el período.

La desaceleración iniciada en octubre continúa vigente ya que estimamos que a pesar de los aumentos en transporte público y agua, el primer mes del año tendrá una inflación cercana a 2,5%.

Sin embargo, esperamos un freno en este proceso durante el primer cuatrimestre del año debido a los aumentos en los Servicios Públicos (habrá subas en las tarifas de gas, electricidad y de transporte público) y la existencia de recomposiciones salariales –por la pérdida de 2018-, que conjuntamente dinamizarán a la suba de precios en el inicio de 2019. Pasado abril, una mayor inestabilidad cambiara producto de la incertidumbre política agregaría presiones inflacionarias, impulsando a la suba de precios.

La inflación de 2018 fue la más alta en 27 años

¿Cuál fue la inflación en diciembre?

La inflación nacional alcanzó 2,6% en diciembre, continuando la desaceleración iniciada tras el pico de septiembre (6,5%). Producto de la calma cambiaria y aumentos salariales considerables, durante el último mes del año se registró un mayor dinamismo en la suba de precios de los Servicios (+3,7%) respecto de los Bienes (+1,9%), lo que marca un contrapunto frente al acumulado 2018 (+42,8% vs +50,5%, respectivamente).

De este modo, la inflación Nacional alcanzó 47,6% en 2018, casi duplicando la suba de precios del año anterior (+24,8%). La principal diferencia con 2017 radicó en la fuerte aceleración del IPC Núcleo: los precios de bienes y servicios no regulados ni estacionales pasaron de trepar 21,2% en 2017 a 47,7% el año pasado; considerando su importante inercia, esto implica que la suba precios del año pasado será más difícil de “desarmar”. En otro orden, como consecuencia del salto cambiario, el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas y la categoría Regulados lideraron el alza del 2018, registrando alzas mayores al 50%. Motivados por la dificultad de ajustar el gasto en estos rubros básicos, su efecto sobre el consumo será marcadamente negativo.

¿Cómo arrancó la inflación en 2019?

Nuestras estimaciones preliminares marcan que la suba de precios se ubicará en torno al 2,5% en enero. Este avance está motorizado por aumentos en agua y transporte (que tendrán un impacto parcial puesto que se aplicaron a mediados del mes), servicio telefónico, bienes y servicios asociados al turismo (alza estacional) y cigarrillos. Por el contrario, menores aumentos en alimentos e incluso una baja del combustible (en torno al 1% a nivel nacional) contribuirán a que la desaceleración de la inflación continúe.

No obstante, es probable que la suba de precios se mantenga en torno al 2,5% entre febrero y abril ya que tendrán lugar los incrementos de Servicios Públicos más importantes, que sumarán presiones inflacionarias directas e indirectas. En este sentido, los aumentos de electricidad (febrero y marzo) y gas (abril) incrementarán los costos de producción de otros bienes y servicios, incentivando aumentos de segunda ronda. A esto se agregarán nuevas recomposiciones salariales en los primeros meses del año, que responden a la fuerte pérdida del poder adquisitivo registrada durante 2018.

¿Cuál será el impacto sobre el consumo?

A la recomposición salarial de principios de año mencionada, se le sumará las paritarias “modelo 2019” en torno al 20%-25% que impulsarán una significativa suba nominal de las remuneraciones de los trabajadores formales. Pese a que en el acumulado del año los salarios le ganarían la carrera a los precios, el consumo no despegará en el año electoral. En primer lugar, porque, aun considerando las actualizaciones, el salario real permanecerá por debajo del promedio 2018 (el año pasado cerró con una caída interanual superior al 10%). Por otro lado, producto del salto en el costo de financiamiento (tasa de interés real positiva) el gasto a crédito continuará deprimido. Por último, los ajustes ya anunciados en bienes y servicios básicos y difíciles de sustituir (Servicios Públicos en febrero y abril; prepagas en febrero; educación en marzo) provocarán que la mejora del “salario real disponible para consumo” sea menor a la efectiva.

La inflación superaría el 30% en 2019

El dólar, protagonista exclusivo de la inflación en 2018

Según el IPC Ecolatina GBA, la inflación nacional acumuló 48% en 2018, casi duplicando al valor del 2017. De esta manera, no sólo fue la suba de precios más elevada del mandato de Cambiemos, sino que se convirtió en el año de mayores aumentos desde 1991.

Durante el primer trimestre, la inflación estuvo impulsada por los ajustes en las tarifas de Servicios Públicos y el tipo de cambio (que acumuló un alza de 16% si incluimos a diciembre 2017, dado que el traslado a precios de los movimientos cambiarios no es inmediato). Como resultado, la suba de precios acumuló 6,9% en el período enero-marzo de 2018 (2,3% de promedio mensual) y frenó el “proceso desinflacionario” iniciado a fines de 2016. De cara al segundo trimestre, el Banco Central afirmaba que el dólar se encontraba en “niveles adecuados”, de modo que la dinámica parecía reencauzarse. Sin embargo, nada de esto sucedió: la divisa escaló más de 30% en el período y la suba del nivel de precios se aceleró en el segundo trimestre del 2018, alcanzando 8,5% (2,8% de promedio mensual). De este modo, la inflación acumuló 16% en el primer semestre del año pasado, dando por tierra con la meta impuesta por la autoridad monetaria al cierre de 2017 (15%). No obstante, lo peor estaba por venir.

El fuerte salto cambiario del cierre de agosto (casi 30% en una semana) se sumó a los nuevos aumentos tarifarios y al alza de los combustibles (superior al 20%). Como resultado la inflación  se disparó: la suba de precios alcanzó 13,3% en el tercer trimestre de 2018 (+4,3% promedio mensual, el registro más alto para un trimestre desde 2002), alcanzando un pico en septiembre cuando rondó 6,5%. Sobre el cierre del año, se logró estabilizar el mercado cambiario y la suba de precios comenzó a reencauzarse. Si bien en octubre la inflación persistió muy elevada (5,7% mensual), producto del importante arrastre que dejó septiembre, el “alivio” –en términos relativos- llegó en noviembre y diciembre, cuando este guarismo promedió 3%.

En los drivers inflacionarios del año pasado hubo un gran ausente: los salarios. Los mismos habrían finalizado 2018 con un alza cercana al 30%, cediendo un importante terreno frente al resto de los precios de la economía.

¿Qué pasará con los precios en 2019?

Con el comienzo del año se reanudará el proceso paritario. Aunque su “temporada alta” será en el segundo trimestre, ya se están poniendo en marcha cláusulas gatillo y de recomposición salarial que tendrán un impacto en los primeros meses del año. Por su parte, los Servicios Públicos también marcarán un alza importante en el primer trimestre, en torno a 18,5% impulsados por la ambiciosa meta de equilibrio fiscal primario pautada con el FMI. Además, los servicios privados, que registraron una suba de 34% el año pasado (los bienes treparon más de 50%) también buscarán una mejora. Por último, el tipo de cambio mantendría la calma del cierre de 2018, acumulando un alza en torno al 7% en el primer trimestre.

En este marco, proyectamos que la inflación rondaría el 8,5% en el primer trimestre del año, registrando una baja sensible frente al último cuarto de 2018 pero permaneciendo en niveles elevados.

En el segundo trimestre, las presiones salariales se acrecentarían, producto del cierre de los principales acuerdos paritarios que buscarán recuperar la caída del salario real ocurrida el año pasado. Por su parte, los precios de los Servicios Públicos continuarían creciendo por encima de la inflación y acumularían un alza mayor al 10% en el período abril-junio, siguiendo a los anuncios realizados al cierre de 2018. Por último, la divisa ingresaría en su “etapa electoral”, marcando un avance también mayor al 10% en este trimestre, y ajustándose de manera inversa a las chances de reelección del oficialismo –las elecciones en la PBA podrían adelantarse-. Como resultado, proyectamos que la inflación persistiría elevada en el segundo trimestre, acumulando casi 9%. De este modo, la suba de precios alcanzaría 18% en la primera mitad de este año, 2 p.p. más que en el primer semestre de 2018.

Para el segundo semestre proyectamos que la inflación intensificará su proceso descendente. Si bien la dinámica cambiaria se tornaría más agitada, la divisa no se mantendría sostenidamente por encima del techo de la banda cambiaria, e incluso es posible que marque una baja en el último trimestre producto del fin de la incertidumbre electoral. Por su parte, los Servicios Públicos también ingresarían en “modo electoral”, aunque este tendría un efecto inverso al del tipo de cambio: los aumentos serían prácticamente nulos. Por último, pasada la temporada de negociaciones colectivas, los salarios dejarían de ser un foco de presión sobre el resto de los precios. En este contexto, la inflación acumularía una suba cercana a 13% en la segunda mitad del año, finalizando 2019 apenas por encima del 30%.