Por el salto cambiario la inflación se aceleró en agosto

¿Cómo fue la inflación en agosto?

En la primera quincena del mes la inflación continuó desacelerándose, como venía sucediendo desde marzo. Sin embargo, los precios volvieron a tomar ritmo con el salto cambiario posterior a las PASO: los aumentos entre las últimas dos semanas del mes y el mismo período de julio promediaron 5,6%. Así, tomando el mes en su totalidad, el IPC GBA Ecolatina creció 3,8% en agosto.

Los precios que más treparon fueron los de la canasta núcleo (+4,7%), los más sensibles a los vaivenes cambiarios. En segundo lugar, la categoría de precios Estacionales creció 3,6% en el mes, debido al aumento de verduras y transporte por turismo. Por último, los precios Regulados subieron sólo 1,9% por el alza en cigarrillos y prepagas, a pesar del congelamiento en las tarifas de agua, luz, gas, nafta y transporte público. Con este dato, la suba de precios acumula 29,4% desde el inicio del año y 55% respecto a agosto del año pasado.

¿Cómo influyó la quita de IVA a alimentos?

La categoría de alimentos y bebidas trepó 3,6% en agosto. Peor aún, en la última mitad del mes los precios de este rubro se ubicaron 6,0% por encima de su nivel de la segunda quincena de julio. Este es un comportamiento lógico luego del salto cambiario del dólar y similar al observado con la depreciación del año pasado. Sin embargo, al ver al interior de este capítulo, los precios de muchos productos alimenticios bajaron en las últimas semanas, alentados por la quita del IVA. Así, pan, polenta, arroz, fideos, aceite, conservas, azúcar, té y yerba se abarataron para los consumidores finales.

La caída de estos precios ocurrió sólo en supermercados, mientras que en los comercios tradicionales, incluso aquellos que operan dentro del circuito formal (almacenes, autoservicios y otros), la rebaja impositiva fue apropiada por los oferentes, que recuperaron parcialmente sus márgenes, golpeado por la caída de las ventas. En definitiva, la medida fiscal aplicada recientemente por Lacunza cumplió con sus objetivos, al desligar la inflación en alimentos de la disrupción cambiaria (beneficiando a las familias) y al mismo tiempo permitir una recomposición de los márgenes comerciales (ayudando a las PyMEs).

¿Cómo evolucionarán los precios en lo que queda del año?

A pesar de verse atenuada por la quita de IVA en alimentos, la suba de precios en la última quincena fue importante. Estos aumentos impactaron parcialmente el mes pasado y terminarán de verse reflejados en el próximo dato. Así, el salto del dólar habrá causado que la inflación del bimestre agosto-septiembre trepe hasta alrededor de 10%. En el último trimestre del año, la dinámica de los precios dependerá de que se pueda contener el tipo de cambio. Si la cotización del dólar se mantiene estable en los niveles actuales, podríamos volver a ver una desaceleración paulatina del ritmo de aumentos. De cualquier manera, estimamos que la inflación se ubicará por encima del 50% este año, superando todos los registros desde el inicio de la convertibilidad hace casi 30 años.

 

En agosto se rompería la desinflación

Durante la primera quincena de agosto la inflación fue de 2,0% con respecto al mismo período de julio, según el IPC GBA Ecolatina. Este dato representa una desaceleración de 0,4 p.p. en comparación con el mes pasado, cuando la inflación fue de 2,4%. Este descenso fue consecuencia de la apreciación nominal del dólar en las dos primeras semanas del mes, que junto a la ayuda de los precios estacionales contuvo los aumentos en alimentos y bebidas.

Sin embargo, el salto cambiario observado en los últimos días interrumpirá el proceso de desinflación iniciado en marzo. En una situación de elevada incertidumbre y con la memoria del 2018 todavía fresca, el traspaso a precios no se hará esperar. De esta forma, esperamos una fuerte aceleración de la inflación en la segunda mitad del mes, que hará que el promedio mensual de aumentos finalice agosto en torno al 4%. La evolución de los precios durante lo que resta del año dependerá del éxito de las medidas de política monetaria (ponerle un techo al dólar) y fiscales (reducción de IVA, subsidios a los combustibles) anunciadas recientemente. De todos modos, esperamos que la inflación anual supere el 50% en 2019.

Agosto marcará el fin de la desinflación

¿Cómo fue la inflación en julio?

El INDEC informó que el IPC Nacional exhibió una suba de 2,2% en el séptimo mes del año, mostrando una nueva desaceleración (-0,5 p.p. menor que el 2,7% observado en junio). Así, el nivel general de precios acumuló un avance de 25,1% desde diciembre y un alza de 54,4% interanual.
La desaceleración de la inflación estuvo vinculada a la estabilidad cambiaria a lo largo del mes. La cotización del dólar incluso cayó 3% entre el precio promedio de junio y el de julio. De esta forma, los precios de la canasta Núcleo –más expuesta a la dinámica del tipo de cambio- crecieron 2,1% en julio (-0,6 p.p. en relación al mes previo), a la vez que los Regulados crecieron 1,8%. Por su parte, los Estacionales treparon 3,6% por subas relacionadas a las vacaciones de invierno y verduras impidiendo una desaceleración sea más significativa.
Con este dato, el proceso de desinflación iniciado en abril (luego de que el IPC alcance 4,7% en marzo) acumuló 4 meses consecutivos. Sin embargo, esta dinámica será interrumpida desde agosto.

¿Por qué terminará la desinflación?

Esta semana se desató un nuevo episodio de crisis cambiaria y financiera. En las últimas cuatro jornadas el dólar saltó 25% y llegó a operarse por encima de ARS 60, fenómeno que abortó la desinflación en marcha, ya que en una situación de elevada incertidumbre y con la memoria del 2018 todavía fresca, el traspaso a precios no se hará esperar. En consecuencia, esperamos una fuerte inflación en la segunda mitad del mes, que si bien no impactará plenamente en agosto, incidirá en la formación de precios de los próximos meses. En consecuencia, el objetivo de perforar el 2% mensual ya quedó enterrado.

¿Cómo evolucionarán los precios en lo que queda del año?

 

La estabilización del tipo de cambio será fundamental para comprender la magnitud de esta nueva aceleración inflacionaria. En tanto esto no se logre en el corto plazo, el alza de los precios podría llegar a dos dígitos entre agosto y septiembre. Su morigeración durante el último trimestre del año dependerá del éxito de las medidas de política monetaria (ponerle un techo al dólar) y fiscales (reducción de IVA, subsidios a los combustibles) anunciadas recientemente. De todos modos, esperamos que la inflación anual tenga como piso el 50% durante 2019.
Por otro lado, habrá que comenzar a seguir de cerca el acortamiento de la duración de los contratos. Si esta práctica se generaliza (por ejemplo, con paritarias mensuales), la consolidación de un régimen de alta inflación, a través de la espiralización de las variables nominales (precios-salarios-tipo de cambio) podría darse en el corto plazo.

La inflación volvió a desacelerarse en julio

En julio, la inflación fue de 2,4% según el IPC GBA Ecolatina, encadenando una desaceleración por cuarto mes consecutivo. De esta manera, los precios acumularon un alza de 24,6% en los primeros siete mese del año y de 54,7% con respecto a igual mes del año pasado.

 

Una de las principales características observadas durante el último mes fue la significativa desaceleración del IPC Núcleo, que creció 2,2% en julio, una dinámica que no se veía desde abril de 2018. Por su parte, los Regulados crecieron nuevamente por debajo del 2%, explicado por aumentos de combustibles, prepagas y taxis, mientras que los bienes y servicios Estacionales treparon 5,6% tras incrementos en verduras y servicios asociados al turismo.

A nivel capítulos, Esparcimiento (turismo, libros y cine) y Salud (prepagas y medicamentos) fueron los que mostraron aumentos superiores al 4% durante julio. A su vez, se debe destacar que nuevamente Alimentos y Bebidas (+2,1%) avanzó menos que el Nivel general, ya que más allá de algunos aumentos puntuales (frutas, verduras, lácteos, galletitas y yerba), el rubro permaneció estable gracias a la continuidad de la calma cambiaria.

Considerando que los aumentos tarifarios se concentraron en el primer cuatrimestre del año, y en tanto las presiones sobre el dólar producto de la incertidumbre electoral no impliquen una significativa suba del tipo de cambio, la inflación se ubicará por debajo de 3% mensual en lo que queda del 2019 y la suba de precios cerrará el año en torno a 40%.

El efecto inflacionario de la corrección de precios relativos

El dilema de corregir precios relativos o bajar la inflación

Uno de los principales problemas económicos que heredó Cambiemos fue la distorsión de precios relativos, entre los que sobresalían el atraso tarifario y cambiario. A modo de ejemplo, entre 2007 y 2015 la inflación acumulada más que duplicó a la suba del tipo de cambio y de las tarifas.

En este contexto, el gobierno de Mauricio Macri intentó encarar un proceso de corrección de precios relativos en simultáneo con una reducción de la inflación general. Lamentablemente, este segundo objetivo estuvo lejos de alcanzarse: la corrección de precios relativos aceleró la inflación. No obstante, la mayor inflación no anuló la corrección de precios relativos: el alza de las tarifas de Servicios Públicos superó ampliamente al del IPC GBA Ecolatina entre 2016 y 2018 (370% y 160%, respectivamente).

La suba de tarifas no solo era necesaria para generar un esquema de precios relativos que reflejara más fielmente la estructura de costos de nuestra economía: además, era central para achicar el importante déficit fiscal primario. Por este motivo se explica que, pese a su impacto negativo en términos de “humor social”, los precios Regulados continuaron en ascenso durante la primera parte de este año. Como resultado, los subsidios económicos mostraron un retroceso de 14,5% i.a. en términos reales a lo largo del primer semestre de 2019.

De esta forma, los precios Regulados crecieron 2 p.p. por encima de la inflación general entre enero y junio de este año (24,5% y 22,5%, respectivamente). A contramano, en la segunda parte del año, mientras que la inflación general acumularía alrededor de 15%, los servicios públicos crecerían menos de 5%. En consecuencia, y dada la ajustada meta fiscal de superávit primario de 2020, la suba de tarifas seguirá el año próximo y ralentizará la baja de la inflación.

La suba de tarifas de la segunda parte de 2019 se pateó a 2020

El reciente congelamiento tarifario residencial puede percibirse como un estímulo no salarial al consumo. Por un lado, los menores incrementos restarían presiones a la inflación, de modo que el deterioro del poder adquisitivo se atenuaría, e incluso podría llegar a crecer en el margen en los meses electorales. Se observa de esta forma cómo, pese a que la principal herramienta oficial de desinflación sería la política monetaria contractiva, contener a los costos –dólar y tarifas- cumple un rol fundamental.

Por otra parte, al atrasarse coyunturalmente el precio de un bien inelástico, es decir, de un bien que no es sustituible por otro –el pago de la tarifa de electricidad o de gas no puede ser reemplazado dentro de la estructura de gastos de los hogares como sí se puede hacer con otros bienes- se deja más espacio para consumir otros productos, aun cuando el poder adquisitivo permanezca constante. En consecuencia, podríamos ubicar a esta medida junto a los créditos ANSES, relajaciones de los créditos UVA, el plan Ahora 12 y junio y julio 0 km.

Tal como lo afirmó alguna vez el presidente, estas medidas son un “alivio”, de modo que su impacto es, por definición, transitorio. Más aún, por la ambiciosa meta fiscal pautada con el FMI para el año que viene, no será posible incrementar el pago en subsidios. En consecuencia, los ajustes tarifarios pospuestos en la segunda parte de este año deberán llevarse a cabo a comienzos de 2020, sumándose así a las correcciones propias de ese período. Por lo tanto, el aumento de los precios Regulados excedería nuevamente a la inflación en la primera parte del año próximo.

Dicho esto, corresponde hacer una salvedad. La actualización tarifaria depende, en gran medida, de la dinámica cambiaria: el dólar es un componente central en la estructura de costos de las empresas de Servicios Públicos (así como lo es el precio del petróleo). En consecuencia, el ajuste necesario para la primera parte del año que viene dependerá de dónde termine el tipo de cambio este período electoral. Más allá de esta aclaración, la actualización tarifaria será significativa y superará a la inflación general.

La nueva configuración de precios relativos

Producto de que no es posible bajar sensiblemente la inflación a la vez que se corrigen los precios relativos, y que no será posible incrementar el gasto en subsidios, en 2020 la suba de precios se desacelerará de manera paulatina. Concretamente, la misma pasaría de la zona del 40% en 2019 a un piso de 30% en 2020 (por caso, el FMI elevó su proyección de inflación para el próximo año de 21,2% a 32,1% en su última revisión).

Producto de estas dinámicas, durante la gestión Cambiemos habrá tenido lugar un reacomodamiento de precios relativos. Mientras que la inflación acumularía alrededor de 250% entre 2016 y 2019, las tarifas subirían cerca de 550% y el dólar escalaría más de 400%. La contracara de este proceso sería que los salarios nominales crecerían en torno a 200%, muy por debajo de la inflación.

Así, aunque prácticamente se habrán corregido los atrasos tarifarios y cambiarios heredados, el poder adquisitivo habrá retrocedido significativamente en el período. En este contexto, cabe preguntarse si otra dinámica era posible, es decir, si era posible ajustar precios relativos sin acelerar la inflación. Lamentablemente, y siguiendo la experiencia histórica, parecería que no. Habrá que ver entonces cómo se dirimirá este dilema en el próximo ciclo presidencial. Si bien todavía no podemos afirmar su resultado, algo es seguro: la inflación seguirá elevada.

El segundo semestre arrancó con una desaceleración de la inflación

¿Cómo fue la inflación en junio?

El IPC Nacional elaborado por el INDEC mostró una suba de 2,7% en el sexto mes del año. De esta manera, la inflación se desaceleró 0,4 p.p. con respecto al 3,1% observado en mayo. Así, el nivel general de precios acumula un avance de 22,4% en la primera mitad del año y un alza de 55,8% respecto a junio de 2018.

La caída de la inflación tuvo dos motivos principales. En primer lugar, los precios Regulados redujeron 0,9 p.p. su avance mensual (bajando de 3,7% a 2,8%). Por otra parte, hubo un menor ritmo de crecimiento de los precios de la canasta Núcleo, que pasaron de crecer 3,2% en mayo a 2,7% en junio. Esto se debió a la calma en el mercado cambiario (la cotización del dólar bajó en promedio 2,5% en el mes). Por su parte, los precios Estacionales subieron 2,5% en el mes, acelerándose respecto a mayo (cuando apenas habían variado 0,6%).

¿Cómo evolucionaron los precios en el inicio de julio?

De acuerdo con los relevamientos del IPC GBA Ecolatina, en la primera quincena del mes los precios crecieron 2,4% con respecto al mismo período del mes previo (0,1 p.p. menos que en la segunda quincena de junio). El principal motivo del descenso del ritmo de aumentos fue la mayor estabilidad cambiaria, que redujo el aumento de los bienes y servicios de la canasta Núcleo (que sólo creció 2,2% en la quincena). Por el contrario, el capítulo que más creció fue Atención médica y gastos para la salud, por el incremento de las prepagas.

Según nuestras proyecciones, los precios no modificarían su dinámica en lo que resta del mes, terminando julio con un aumento de 2,4%. De esta forma, el segundo semestre iniciaría con un nuevo descenso de la inflación. Así, el avance de los precios acumularía 24,7% desde diciembre y 54,8% con respecto a julio de 2018.

¿Cómo evolucionarán los precios en lo que queda del año?

La inflación en julio sería la más baja desde el inicio de la crisis cambiaria (mayo de 2018). Además, el promedio de aumentos mensuales se mantendría en la zona de 2-2,5% en el segundo semestre. Sin embargo la continuidad del proceso de desinflación es fuertemente dependiente del tipo de cambio. Teniendo en cuenta que la estabilidad del dólar es el principal activo del BCRA para lograr un descenso de los aumentos, un nuevo salto en la cotización de la divisa podría generar un rebrote inflacionario. Si este no sucediera y, mejor aún, el gobierno sostuviera el congelamiento de tarifas por los meses restantes de 2019, la inflación terminaría el año en torno a 40%.

La inflación descendió a 2,7% en junio

En junio, según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue de 2,7% mensual. De esta forma, se desaceleró 0,4 p.p. respecto al aumento de precios observado en mayo (+ 3,1%). Así, el avance de los precios acumuló 21,8% en el primer semestre del año y 55,4% con respecto a junio de 2018.

Los capítulos del índice que más subieron en el mes fueron Otros bienes y servicios, debido al aumento de los artículos para el cuidado personal, Equipo y mantenimiento del hogar, por el incremento de productos y utensilios de limpieza, y Vivienda y servicios básicos, gracias al avance de gas y alquileres. Por su parte, Alimentos y bebidas creció levemente por debajo del Nivel General por tercer mes consecutivo.

De acuerdo con nuestras proyecciones, la inflación se mantendrá por debajo de 3% mensual en lo que queda del 2019. Considerando que los aumentos tarifarios se concentraron en el primer cuatrimestre del año, en caso de que se mantenga la calma en el mercado cambiario, la inflación mensual promedio será en promedio 1 p.p. menor en la segunda mitad del año en relación a la observada durante el primer semestre.

Como se mencionó, los movimientos del dólar serán la clave: si la dolarización de activos y ahorros pre-electoral no puede ser contenida por el BCRA, el tipo de cambio impulsará los precios de la canasta Núcleo e impondrá presiones a los Regulados, ya que la meta de déficit impide aumentar los subsidios a las empresas proveedoras de Servicios Públicos, que tienen costos dolarizados.

La inflación perforaría el 3% en junio

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un aumento de 3,0% entre la primera mitad de mayo y las dos primeras semanas de junio.

El capítulo que mostró el mayor avance fue Otros bienes y servicios, debido al aumento en cigarrillos y artículos de tocador y belleza. A este le siguieron Equipamiento y mantenimiento del hogar, motivado por la suba de productos de limpieza, y Vivienda y servicios básicos.

Esperamos que la inflación descienda nuevamente en la segunda mitad del mes y finalice junio en 2,8%. Así, romperá la barrera de 3% mensual por primera vez desde enero. Hacia adelante, si el dólar persistiera calmo, la inflación se mantendría en la zona de 2-2,5% mensual en el segundo semestre, marcando una desaceleración significativa respecto a la primera mitad del año (promedió 3,3% mensual).

La inflación entró en su veranito electoral en mayo

¿Cómo fue la inflación en mayo?

El aumento de precios fue de 3,1% en el quinto mes del año, según el IPC Nacional elaborado por el INDEC. De esta forma, la inflación desaceleró su ritmo por segunda vez consecutiva, ya que había sido de 3,4% en abril. Así, el Nivel General de precios acumula un alza de 19,2% en los primeros cinco meses del año y de 57,3% con respecto a mayo de 2018.

La caída de la inflación se debió en gran parte a la desaceleración del IPC Núcleo, que creció 3,2% en el mes (-0,6 p.p. respecto a abril). Dentro de esta canasta, se destaca el acotado avance de los Alimentos y bebidas no alcohólicas, que crecieron 2,4% en mayo, ubicándose por segunda vez en el año por debajo del Nivel General. Mientras tanto, los precios Regulados treparon 3,7%, impulsados por los aumentos en agua, gas y prepagas (Salud fue el capítulo que más creció durante el mes). Por último, los precios Estacionales avanzaron apenas 0,6% en el mes.

¿Esta desaceleración es distinta a la de fin de año?

Tras alcanzar un pico de 6,5% mensual en septiembre de 2018, la inflación siguió una trayectoria descendente hasta fin de año, terminando en diciembre con una variación de precios de 2,6%. Sin embargo, la desinflación fue efímera y volvió a acelerarse en el primer trimestre del 2019. En esos meses, las subas programadas de tarifas se combinaron con un alza significativa en el precio de la carne y de los lácteos impulsando las subas. Frente a la ausencia de un precio de referencia del dólar, que flotaba en una ancha banda cambiaria, la formación de precios se volvió más volátil. De hecho, la inflación acumuló 11,8% en el primer trimestre del año.

Desde abril, el ritmo de aumentos volvió a aminorarse, y el último mes la calma cambiaria tras el anuncio de que el BCRA podría intervenir en el mercado de dólares spot aún por debajo del techo de la Zona de No Intervención (ZNI) volvió a provocar un menor ritmo en el crecimiento de los precios. Esta vez, la desinflación podría ser más duradera: no prevemos que haya movimientos bruscos en los precios relativos en los próximos meses y las tarifas de Servicios Públicos permanecerán prácticamente congeladas por lo que queda del 2019. Además, a diferencia del primer trimestre, los aumentos salariales que definen los acuerdos paritarios ya están cerrados. Así, en la medida en que la autoridad monetaria pueda contener las presiones cambiarias, la inflación seguirá su tendencia descendente. En definitiva, el tipo de cambio serála variable que determinará la continuidad del proceso de desinflación, en lo que resta del año.

¿Qué se puede esperar de la desinflación?

En la medida en que la política cambiaria sea efectiva, la inflación descenderá en la segunda mitad del año. Así, pasaría de ubicarse en un promedio de 3,3% mensual en el primer semestre a alrededor de 2,5% en la segunda parte del 2019. Si bien estos datos implicarían una mejoría notoria, la inflación permanecerá elevada y difícilmente finalice el año por debajo del 40%. Producto del acuerdo con el FMI, las herramientas del Gobierno para llevar a cabo una desinflación más fuerte son limitadas. La ambiciosa meta de equilibrio primario impide un incremento de los subsidios a los Servicios Públicos y los márgenes de intervención del BCRA en el mercado cambiario, pese a la reciente flexibilización de la ZNI, siguen siendo acotados.

La inflación en mayo fue de 3,1%

En mayo, la inflación fue de 3,1%, según el IPC GBA Ecolatina, desacelerándose 0,6 p.p. en relación a abril (+ 3,7%). De esta forma, el avance de los precios acumuló 18,6% en los primeros 5 meses del año y 56,6% respecto a mayo de 2018.

Los capítulos del índice que más subieron en el mes fueron Vivienda y servicios básicos (+6,0%), debido al aumento del agua, el gas, los alquileres y las expensas, Atención médica y gastos para la salud (+5,1%), por el incremento de las prepagas y medicamentos, Indumentaria (+4,4%), gracias al avance de ropa y accesorios, y Otros bienes y servicios (+3,3%), por el aumento en los cigarrillos. Por su parte, Alimentos y bebidas (+1,9%) volvió a crecer por debajo del Nivel General, de la mano de un tipo de cambio que se mantuvo estable a lo largo del mes.

De acuerdo a nuestras proyecciones, desde junio la inflación se ubicaría por debajo de 3%, gracias a la calma cambiaria lograda con el anuncio de que el BCRA podría intervenir en el mercado del dólar spot y a un menor aumento de los precios Regulados. La continuidad del proceso de desinflación dependerá de que estos dos elementos persistan. Mientras que el congelamiento de los servicios públicos depende de la decisión del Gobierno (que evitará ajustes de tarifas en la previa de los comicios), el comportamiento del dólar lo excede. Si el nuevo régimen cambiario resultara efectivo para contener subas del dólar incluso durante la dolarización de activos pre-electoral la inflación descenderá durante el segundo semestre. En cambio, si hubiera nuevos saltos cambiarios, es altamente probable que estos sean trasladados a los precios minoristas, dado lo volátil del contexto.