La inflación descendió a 2,7% en junio

En junio, según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue de 2,7% mensual. De esta forma, se desaceleró 0,4 p.p. respecto al aumento de precios observado en mayo (+ 3,1%). Así, el avance de los precios acumuló 21,8% en el primer semestre del año y 55,4% con respecto a junio de 2018.

Los capítulos del índice que más subieron en el mes fueron Otros bienes y servicios, debido al aumento de los artículos para el cuidado personal, Equipo y mantenimiento del hogar, por el incremento de productos y utensilios de limpieza, y Vivienda y servicios básicos, gracias al avance de gas y alquileres. Por su parte, Alimentos y bebidas creció levemente por debajo del Nivel General por tercer mes consecutivo.

De acuerdo con nuestras proyecciones, la inflación se mantendrá por debajo de 3% mensual en lo que queda del 2019. Considerando que los aumentos tarifarios se concentraron en el primer cuatrimestre del año, en caso de que se mantenga la calma en el mercado cambiario, la inflación mensual promedio será en promedio 1 p.p. menor en la segunda mitad del año en relación a la observada durante el primer semestre.

Como se mencionó, los movimientos del dólar serán la clave: si la dolarización de activos y ahorros pre-electoral no puede ser contenida por el BCRA, el tipo de cambio impulsará los precios de la canasta Núcleo e impondrá presiones a los Regulados, ya que la meta de déficit impide aumentar los subsidios a las empresas proveedoras de Servicios Públicos, que tienen costos dolarizados.

La inflación perforaría el 3% en junio

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un aumento de 3,0% entre la primera mitad de mayo y las dos primeras semanas de junio.

El capítulo que mostró el mayor avance fue Otros bienes y servicios, debido al aumento en cigarrillos y artículos de tocador y belleza. A este le siguieron Equipamiento y mantenimiento del hogar, motivado por la suba de productos de limpieza, y Vivienda y servicios básicos.

Esperamos que la inflación descienda nuevamente en la segunda mitad del mes y finalice junio en 2,8%. Así, romperá la barrera de 3% mensual por primera vez desde enero. Hacia adelante, si el dólar persistiera calmo, la inflación se mantendría en la zona de 2-2,5% mensual en el segundo semestre, marcando una desaceleración significativa respecto a la primera mitad del año (promedió 3,3% mensual).

La inflación entró en su veranito electoral en mayo

¿Cómo fue la inflación en mayo?

El aumento de precios fue de 3,1% en el quinto mes del año, según el IPC Nacional elaborado por el INDEC. De esta forma, la inflación desaceleró su ritmo por segunda vez consecutiva, ya que había sido de 3,4% en abril. Así, el Nivel General de precios acumula un alza de 19,2% en los primeros cinco meses del año y de 57,3% con respecto a mayo de 2018.

La caída de la inflación se debió en gran parte a la desaceleración del IPC Núcleo, que creció 3,2% en el mes (-0,6 p.p. respecto a abril). Dentro de esta canasta, se destaca el acotado avance de los Alimentos y bebidas no alcohólicas, que crecieron 2,4% en mayo, ubicándose por segunda vez en el año por debajo del Nivel General. Mientras tanto, los precios Regulados treparon 3,7%, impulsados por los aumentos en agua, gas y prepagas (Salud fue el capítulo que más creció durante el mes). Por último, los precios Estacionales avanzaron apenas 0,6% en el mes.

¿Esta desaceleración es distinta a la de fin de año?

Tras alcanzar un pico de 6,5% mensual en septiembre de 2018, la inflación siguió una trayectoria descendente hasta fin de año, terminando en diciembre con una variación de precios de 2,6%. Sin embargo, la desinflación fue efímera y volvió a acelerarse en el primer trimestre del 2019. En esos meses, las subas programadas de tarifas se combinaron con un alza significativa en el precio de la carne y de los lácteos impulsando las subas. Frente a la ausencia de un precio de referencia del dólar, que flotaba en una ancha banda cambiaria, la formación de precios se volvió más volátil. De hecho, la inflación acumuló 11,8% en el primer trimestre del año.

Desde abril, el ritmo de aumentos volvió a aminorarse, y el último mes la calma cambiaria tras el anuncio de que el BCRA podría intervenir en el mercado de dólares spot aún por debajo del techo de la Zona de No Intervención (ZNI) volvió a provocar un menor ritmo en el crecimiento de los precios. Esta vez, la desinflación podría ser más duradera: no prevemos que haya movimientos bruscos en los precios relativos en los próximos meses y las tarifas de Servicios Públicos permanecerán prácticamente congeladas por lo que queda del 2019. Además, a diferencia del primer trimestre, los aumentos salariales que definen los acuerdos paritarios ya están cerrados. Así, en la medida en que la autoridad monetaria pueda contener las presiones cambiarias, la inflación seguirá su tendencia descendente. En definitiva, el tipo de cambio serála variable que determinará la continuidad del proceso de desinflación, en lo que resta del año.

¿Qué se puede esperar de la desinflación?

En la medida en que la política cambiaria sea efectiva, la inflación descenderá en la segunda mitad del año. Así, pasaría de ubicarse en un promedio de 3,3% mensual en el primer semestre a alrededor de 2,5% en la segunda parte del 2019. Si bien estos datos implicarían una mejoría notoria, la inflación permanecerá elevada y difícilmente finalice el año por debajo del 40%. Producto del acuerdo con el FMI, las herramientas del Gobierno para llevar a cabo una desinflación más fuerte son limitadas. La ambiciosa meta de equilibrio primario impide un incremento de los subsidios a los Servicios Públicos y los márgenes de intervención del BCRA en el mercado cambiario, pese a la reciente flexibilización de la ZNI, siguen siendo acotados.

La inflación en mayo fue de 3,1%

En mayo, la inflación fue de 3,1%, según el IPC GBA Ecolatina, desacelerándose 0,6 p.p. en relación a abril (+ 3,7%). De esta forma, el avance de los precios acumuló 18,6% en los primeros 5 meses del año y 56,6% respecto a mayo de 2018.

Los capítulos del índice que más subieron en el mes fueron Vivienda y servicios básicos (+6,0%), debido al aumento del agua, el gas, los alquileres y las expensas, Atención médica y gastos para la salud (+5,1%), por el incremento de las prepagas y medicamentos, Indumentaria (+4,4%), gracias al avance de ropa y accesorios, y Otros bienes y servicios (+3,3%), por el aumento en los cigarrillos. Por su parte, Alimentos y bebidas (+1,9%) volvió a crecer por debajo del Nivel General, de la mano de un tipo de cambio que se mantuvo estable a lo largo del mes.

De acuerdo a nuestras proyecciones, desde junio la inflación se ubicaría por debajo de 3%, gracias a la calma cambiaria lograda con el anuncio de que el BCRA podría intervenir en el mercado del dólar spot y a un menor aumento de los precios Regulados. La continuidad del proceso de desinflación dependerá de que estos dos elementos persistan. Mientras que el congelamiento de los servicios públicos depende de la decisión del Gobierno (que evitará ajustes de tarifas en la previa de los comicios), el comportamiento del dólar lo excede. Si el nuevo régimen cambiario resultara efectivo para contener subas del dólar incluso durante la dolarización de activos pre-electoral la inflación descenderá durante el segundo semestre. En cambio, si hubiera nuevos saltos cambiarios, es altamente probable que estos sean trasladados a los precios minoristas, dado lo volátil del contexto.

La inflación se desaceleraría a 3,1% en mayo

¿Cuál fue la inflación en abril?

El IPC Nacional elaborado por el INDEC reflejó un aumento 3,4% en el cuarto mes del año. Este dato implica una fuerte desaceleración respecto al 4,7% que había exhibido en marzo. De esta forma, los precios acumularon un alza de 15,6% en el primer cuatrimestre del año y de 55,8% respecto a igual mes del año pasado.

La desaceleración respondió a la ausencia de aumentos que habían traccionado las subas en marzo (tarifa eléctrica y educación, que generaron un retroceso de 1,6 p.p. en Regulados) y a un menor ritmo en el crecimiento de los alimentos, que subieron 2,5% y se ubicaron por primera vez en el año por debajo del Nivel General.

¿Cómo evolucionaron los precios en el inicio de mayo?

Los relevamientos del IPC GBA Ecolatina indican que la inflación continuó en un sendero decreciente durante las primera quincena de mayo. En primer lugar, esta dinámica se dio tras un menor aporte de los Regulados, que pese a incrementos en agua, gas y prepagas mostraron un avance más acotado que el mes previo. Adicionalmente, de la mano de una mayor estabilidad cambiaria – y dejando atrás el salto de carne y lácteos de los últimos meses – los alimentos volvieron a desacelerarse, contribuyendo así a un menor crecimiento en la del IPC Núcleo.

Si bien la mejoría observada tanto en abril como en mayo disminuye la inercia para los meses venideros, el dólar y los salarios podrían impulsar los aumentos de precios en lo que queda de 2019, incluso en ausencia de aumentos de tarifas, tal como está estipulado.

¿Qué esperamos en materia de inflación para el segundo semestre?

Hubo dos novedades en el plano de la formación de precios que podrían afectar la inflación esperada de acá a fin de año. El primero de ellos es el congelamiento y la posterior desaparición de las Zonas de No Intervención cambiaria que en la práctica permite al Banco Central intervenir en el mercado del dólar spot aun si el tipo de cambio se ubicara por debajo del techo de las bandas. A pesar de desconocer el poder de fuego con el que cuenta la autoridad monetaria , el anuncio de que el BCRA ‘volvería a jugar’ desalineó las expectativas respecto a la trayectoria del dólar –bajo las cuales, este alcanzaba el techo de la banda rápidamente-. De esta forma, se espera conseguir una nueva (y, quizás, sólo temporal) estabilidad en el frente externo que ayudaría a disminuir las presiones cambiarias y los aumentos preventivos de precios, conteniendo las expectativas de inflación.

Por otra parte, se están comenzando a conocer los resultados de algunas negociaciones paritarias. Si bien todavía no es una práctica generalizada, existe el riesgo de que se cierren de forma masiva acuerdos con ajustes salariales trimestrales conforme a la inflación observada. Este mecanismo propagaría con mayor velocidad los shocks de precios al Nivel General del IPC, por lo que la búsqueda de acotar eventuales caídas del salario real dificultaría la desinflación en un año complejo. Teniendo en cuenta las modificaciones cambiarias y salariales, que en principio actúan en direcciones opuestas, mantenemos nuestra proyección de inflación en 40% para el cierre del 2019.

Los riesgos de una mayor nominalidad

¿Controlar el dólar implicará menos inflación?

El BCRA comunicó, al inicio de la semana pasada, el virtual abandono de la zona de no intervención (ZNI) del mercado cambiario, lo que implica la posibilidad de intervenir en él aun cuando la cotización de la divisa se encuentre por debajo de 51,45 ARS/USD (el techo de la ZNI establecido para el resto del año). Esta medida tiende a fortalecer el poder de fuego de la autoridad monetaria en caso de una elevada demanda de divisas, lo cual luce altamente probable dada la actual incertidumbre electoral. Sin embargo, incluso en el escenario en el que las presiones cambiarias logren ser domadas por el BCRA, no esperamos que se observe durante los próximos meses una significativa desaceleración de la inflación. Si bien controlar el mercado cambiario reduce la probabilidad de una nueva aceleración en el avance de los precios, no es condición suficiente para que la inflación se encuentre en un nivel significativamente más bajo.
Esto se debe a que por el momento no se percibe la existencia de un plan integral que logre coordinar expectativas. Por caso, en las últimas semanas comenzó a tomar fuerza el visto bueno del gobierno en relación al ajuste trimestral de las paritarias, siendo incluso el costo laboral un driver más importante que el dólar a la hora de analizar el proceso inflacionario y al que no se le suele dar tanta importancia.

¿Cuál es el factor de propagación?

El acortamiento de la vigencia de las paritarias constituye un intento de proteger los ingresos reales de los trabajadores en un contexto de inflación elevada e incierta y frenar la caída del consumo de cara a las elecciones. Sin embargo, la mayor nominalidad que provoca esta dinámica, así como la incorporación de cierto grado de indexación (en lugar de las cláusulas de renegociación generalizadas en las paritarias pasadas) puede ser nociva en lo que refiere al proceso inflacionario.
Pongamos el ejemplo de los trabajadores de la construcción. En los últimos días, UOCRA acordó subas trimestrales hasta marzo del 2020 que se caracterizan por tener un ajuste automático al cierre del tercer mes en caso de que el aumento sea finalmente menor a la inflación del período. Vale destacar que el monto del aumento sólo se fijó para el primer tramo, en tanto que los próximos serán establecidos en función de la dinámica que tome la inflación de acá en adelante. Si bien la cantidad de empleados formales del sector –quienes se benefician con este acuerdo- es acotada, todo parece indicar que otros gremios importantes –comercio, metalúrgicos- cerrarán sus negociaciones en esta tónica, generalizándose entonces esta modalidad, e imponiendo, cada tres meses, el costo adicional que implica sentarse a negociar, aumentando el riesgo de una mayor conflictividad.
De esto se desprende que el aumento en los costos salariales será una constante durante el año. En la medida que los márgenes de las empresas no se achiquen, el aumento en la estructura de costos de las mismas será trasladado a los precios de sus productos. Por lo tanto, en un contexto como el actual, en el cual la inercia que posee la inflación es elevada, la incorporación de un esquema de paritarias que propague rápidamente la misma puede contrarrestar –parcial o totalmente- el efecto positivo de la política cambiaria.

¿Cuáles son los riesgos?

Una mayor nominalidad es el riesgo al que se expone el gobierno al respaldar este tipo de acuerdos, lo que parece ser la última carta para afrontar las elecciones. Sin embargo, supeditar los acuerdos salariales a la inflación pasada, en un intento de fijar el salario real bajo condiciones macroeconómicas muy inestables, puede ser peligroso al menos por dos motivos.
En principio, el siguiente gráfico refleja que las recomposiciones nominales no muestran una relación clara con las mejoras reales (de hecho esperamos aumentos nominales elevados y caída de salario real durante prácticamente todo el año). Por este motivo, en los meses que faltan para las elecciones, los incrementos salariales pueden no ser suficientes para apuntalar el consumo –vía un mayor salario real- y en consecuencia, los mayores costos a los que las empresas se enfrentan difícilmente sean saldados con más ventas.

Este escenario de alta nominalidad se da junto a una política monetaria más restrictiva, lo que implicaría una mayor tasa de interés y agrega más dificultades a la delicada situación en la que muchas empresas se encuentran. En este escenario, el tiro podría salir por la culata ya que se habría intercambiado, en la previa electoral, el riesgo de una caída el salario real por el riesgo de perder el empleo.
Por otro lado, esta suerte de indexación deja activo un mecanismo de transmisión que, si bien puede desacelerar rápidamente la inflación ante shocks positivos (apreciación cambiaria), también puede acelerarla producto de presiones en el frente externo o de incapacidad de coordinar expectativas. En este escenario de marcada inestabilidad, esto puede llevar a una espiral precios-salarios en pocos meses. Después de todo, no hay nada como un plan de estabilización fallido para acelerar la inflación.

 

La inflación se desaceleró a 3,7% en abril

En abril la inflación fue de 3,7%, según el IPC GBA Ecolatina. De esta forma, el ritmo de aumentos se desaceleró medio punto porcentual respecto al mes previo (había sido de 4,2% en marzo). Así, los precios acumularon un 14,9% de aumento en los primeros 4 meses del año y crecieron 55,2% respecto a abril de 2018.

Los capítulos del índice que más crecieron en el mes fueron Indumentaria (+8,9%), por la suba estacional de la ropa en el cambio de temporada, Transporte y comunicaciones (+5,7%), por el aumento en el servicio telefónico, el transporte público y las naftas, y Esparcimiento (+4,2%), por el alza en el precio de diarios, libros, cines y transporte por turismo. Por su parte, los Alimentos y bebidas moderaron sus aumentos y crecieron 3,3%. Por último, Vivienda y servicios básicos (1,4%) fue el rubro que menos subió, gracias al retroceso de los alquileres.

Mayo será el último mes con fuertes subas de Regulados, por lo que la inflación podría descender en los siguientes meses. De cualquier forma, este proceso dependerá de la efectividad del nuevo régimen cambiario para mantener la calma del dólar, ya que saltos cambiarios podrían generar nuevos brotes inflacionarios y es muy probable que pequeñas subas de la divisa sean rápidamente trasladadas a los precios minoristas en un contexto de volatilidad creciente. Considerando que los aumentos de Regulados acumularán menos de 10% en los últimos 7 meses de 2019 y suponiendo que el dólar permanecerá relativamente estable, dos grandes motores de la inflación estarían contenidos. En este marco optimista, en el cual el plan del Gobierno es exitoso, la suba de precios podría descender en la segunda parte de 2019.

La inflación se aceleró a 4,7% en marzo

¿Cuál fue la inflación en marzo?

En el tercer mes del año, la variación de precios alcanzó 4,7%, de acuerdo al IPC Nacional relevado por el INDEC. Este avance fue impulsado principalmente por la suba de dos rubros estacionales: la educación –que trepó 17,9%, debido al inicio del ciclo lectivo anual- y la indumentaria –que subió 6,6% producto del cambio de temporada-. Además, los alimentos y bebidas (+6,0%) volvieron a crecer por encima del Nivel General de precios, impulsados por una suba del pollo, los lácteos y el pan.

De esta forma, la inflación acumuló 11,8% en el primer trimestre del año y 54,7% en los últimos 12 meses. En particular, Transporte y Alimentos y bebidas no alcohólicas (67,5% i.a. y 64,0% i.a.) son los rubros que más subieron, mientras que Bebidas alcohólicas y tabaco y Educación (34,9% i.a. y 36,5% i.a.) permanecieron rezagados.

¿Qué pasó con los precios relativos en el último año?

En 2018, el principal motor inflacionario fue el dólar. Esta dinámica provoca que los precios de los productos transables, es decir, de aquellos que se pueden exportar e importar, suban más que lo de los no transables. En este sentido, los bienes treparon casi 60% en los últimos doce meses a la par que los servicios privados escalaron poco menos de 45% i.a. Por su parte, los Servicios Públicos tuvieron un comportamiento diferente: al tener una estructura de costos dolarizada, más la ambiciosa meta pautada con el FMI de equilibrio primario para este año (que implica un mayor recorte de subsidios), su avance fue similar al de los bienes (58% i.a.).

Teniendo en cuenta que los sectores de menores ingresos destinan una mayor proporción de sus recursos a consumir bienes (alimenticios, entre otros) y a pagar las tarifas de Servicios Públicos, este cambio de precios relativos los afecta en una mayor medida que a los sectores medios y altos, quienes destinan una mayor proporción de sus ingresos a servicios privados. En consecuencia, durante 2018 y el comienzo de 2019 se acentuó el componente regresivo del proceso inflacionario.

¿Cómo evolucionará la inflación en los próximos meses?

La suba de tarifas (de transporte y electricidad) puso presión sobre los precios entre enero y marzo. Adicionalmente, saltos en el precio de algunos alimentos por problemas de oferta (carnes y lácteos) se sumaron a la inercia y la corrección tarifaria para configurar un primer el primer trimestre con elevados aumentos. Sin embargo, en abril y mayo los ajustes en los precios Regulados serán menores. Más aun, desde junio en adelante los precios entrarán en modo electoral: no habrá nuevas subas de tarifas, pero podría haber dinámicas cambiarias disruptivas que generen nuevos impulsos inflacionarios. Esto podría darse en caso de que la incertidumbre política lleve a una dolarización de activos y ahorros, a la vez que se retraiga la oferta de divisas. Así, el aumento de precios en el segundo semestre quedará determinado por la evolución del tipo de cambio. En este contexto, esperamos que la inflación anual termine 2019 alrededor de 39%.

La inflación sería de 3,7% en abril

El Índice de Precios al Consumidor Ecolatina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires mostró un aumento de 3,7% entre la primera mitad de marzo y las dos primeras semanas de abril.

El capítulo que mostró el mayor avance fue Indumentaria, debido al comportamiento estacional que motiva el cambio de temporada. A este le siguieron Transporte y comunicaciones (por el aumento del transporte público, la nafta y el servicio telefónico) y Esparcimiento.

Esperamos que la inflación permanezca estable en la segunda mitad del mes y se ubique en 3,7% para abril. Dado que los alimentos (en particular la carne) volvieron a crecer al ritmo del Nivel General, en lugar de liderar los incrementos, se observará una desaceleración en la inflación núcleo. Más allá de esta dinámica positiva, aumentos estacionales y la suba pautada para la tarifa del gas y el transporte público impedirán que la desaceleración sea mayor. Teniendo en cuenta que el cronograma de aumentos de Regulados no posee grandes subas luego de mayo, la calma o inestabilidad cambiaria será lo que determine el ritmo de los precios en los próximos meses.

La inflación se aceleró a 4,2% en marzo

En marzo la inflación fue de 4,2%, acelerándose nuevamente, ya que había sido de 3,7% en febrero y 2,6% en enero. De esta forma, los precios acumulan un 10,9% de aumento en el primer trimestre de 2019 y crecieron 53,5% respecto a igual mes del año pasado.

Los componentes del índice que más crecieron en el mes, de acuerdo con el IPC GBA Ecolatina, fueron Educación (12,2%), Indumentaria (6,2%), Vivienda y servicios básicos (5,4%) y Alimentos y bebidas (4,5%). Mientras que los primeros dos treparon por motivos estacionales (el inicio de las clases y el cambio de temporada), el salto del tercero tuvo que ver con el aumento en la tarifa eléctrica (de 14%) y de las expensas (+8%). Por su parte, los alimentos fueron dinamizados por un nuevo aumento de las carnes (9,0%) y los productos lácteos (4,6%). Por el contrario, Atención médica y gastos para la salud (1,8%) y Esparcimiento (-0,4%) fueron los rubros que menos avanzaron.

Teniendo en cuenta que la inflación se aceleró durante la segunda quincena del mes (fue 4,6% entre la segunda parte de febrero y el mismo periodo de marzo, mientras que había sido de 3,8% entre las primeras dos semanas de cada mes), abril contará con un fuerte arrastre estadístico. Además, subas en la tarifa de gas, el impacto de la última tanda de aumentos en transporte y el anunciado incremento en combustibles (con los efectos de segunda ronda que esto implica) impulsarán el indicador este mes, que se mantendrá en la zona del 3,5-4% nuevamente.