El IPC GBA Ecolatina perforó el 2% en abril

¿Cómo evolucionó la inflación en abril?

El IPC GBA Ecolatina mostró un incremento de 1,9% en abril, alcanzando la variación más baja desde enero del 2018. De esta manera, la inflación acumuló 10% en el primer cuatrimestre del año y 47,3% en la comparación interanual.

En lo que respecta a las categorías, la mayor evolución se observó en el IPC Estacionales (+4,8%) producto de subas fuertes en frutas y verduras (con subas de 11% y 12%, respectivamente). Luego, el IPC Núcleo creció 2%, en línea con lo observado en la inflación, y el IPC Regulados, creció únicamente 0,8%, exhibiendo un menor aumento que el resto de los componentes por once meses consecutivos. De esta forma, arrojó una variación interanual del 28% (mientras que las variaciones del IPC Núcleo y el IPC Estacionales fueron del 54% i.a. y 63% i.a., respectivamente).

Analizando a los capítulos, algunas de las dinámicas por debajo del Nivel general se observaron en Transporte y comunicaciones (+0,7%) y Vivienda y servicios básicos (+1,5%), producto del fuerte congelamiento de servicios públicos.

De todas formas, Alimentos y bebidas continuó mostrando una dinámica por encima del Nivel general (+2,8%), acumulando 14,7% en el primer cuatrimestre del año (+4,8 p.p. por encima del nivel general). El resultado se dio a pesar de la imposibilidad de relevar precios de comercios de cercanía -que son los que están implementando mayores aumentos- y un dólar oficial que se mantuvo prácticamente estable.

Además, considerando que durante abril los relevamientos de abril se dieron bajo un marco de cuarentena estricta, no es posible relevar precios “que no existen”, producto de servicios presenciales que dejaron de operar, como muchos servicios gastronómicos, de entretenimiento (cines, teatros, clubes), esparcimiento (gimnasios, servicios turísticos) y cuidado personal (peluquerías). Estos factores ayudaron a que la inflación mantenga una dinámica acotada -que en todo caso tomará magnitud una vez que estas actividades vuelvan a operar-, sumado a un desplome de la demanda interna que desincentiva la suba de precios de bienes y servicios considerados no esenciales.

De todas formas, es importante remarcar que se observaron subas significativas y aisladas en los precios de algunos bienes. Esto puede ser consecuencia de problemas logísticos como resultado del aislamiento o reflejar problemas de escasez en ciertos mercados, algo sobre lo que se deberá prestar atención en los próximos meses.

¿Qué esperamos de ahora en más?

Considerando que dos de los principales drivers inflacionarios se mantendrán contenidos durante el resto del año (tarifas de servicios públicos y salarios), la evolución de la inflación dependerá primordialmente de la evolución del tipo de cambio.

Si bien el tipo de cambio oficial es el que cobra relevancia a la hora de pensar el impacto en la inflación, una mayor brecha producto de mayores dificultades en la renegociación de la deuda o un eventual default, podría generar presiones al alza. Además, la creciente emisión para financiar el déficit fiscal alimenta las expectativas de devaluación, agregando presiones sobre la nominalidad de la economía.

De todos modos, de no mediar problemas de escasez en el corto plazo, consideramos que la inflación se podrá acelerar nuevamente cuando la economía se normalice, cerrando el año en torno al 47,5% anual.

La desaceleración inflacionaria: una corta ilusión

Alberto Fernández asumió la presidencia con el objetivo de bajar una inflación que rondó el 50% anual en 2018 y 2019. Para eso, extendió el congelamiento de tarifas de servicios públicos hasta mitad de año y mantuvo virtualmente quieto al dólar, en un contexto de fuertes restricciones a la compra de divisas. En respuesta, la inflación acumuló 4,3% en el primer bimestre del 2020 -menos de 30% anualizado-, 2,5 p.p. por debajo de igual período del año pasado.

Sin embargo, los medios y fines de política económica cambiaron drásticamente a comienzos de marzo con la pandemia. En este sentido, la inflación se aceleró en marzo (pasó de 2,0% en febrero a 3,3% el mes pasado), producto de factores estacionales -educación con una suba de dos dígitos, por caso-, pero también de la inflación núcleo que había estado contenida en el comienzo del año: el IPC Núcleo pasó de 2,4% en febrero a 3,1% en marzo.

En abril, la dinámica inflacionaria es particular, como todo lo que está sucediendo en la economía producto de la cuarentena. Si bien el IPC GBA Ecolatina creció solo 2% en la primera quincena del mes respecto a igual período de marzo, es apresurado afirmar que la inflación retomó su curso descendente. Por caso, se relevaron una menor cantidad de precios de diversos bienes y servicios por la cantidad de comercios cerrados, a la par que otros directamente no contaron con un precio de referencia: ¿cuánto sale una entrada al cine? ¿cuánto ir a comer afuera? Además, por faltantes o problemas logísticos, algunos bienes esenciales sufrieron aumentos significativos (carne, verdura etc.). Asimismo, la creciente emisión necesaria para financiar el fisco para aplacar el daño sobre el entramado productivo y social que genera la cuarentena probablemente genere presiones al alza los precios cuando la situación se normalice.

La inflación volverá a acelerarse ma non troppo (pero no demasiado)

El coronavirus deprimirá la economía, tanto a nivel global como local. Por este motivo, el Estado Nacional adoptó una política fuertemente expansiva, en la búsqueda por atenuar la recesión. Como resultado, la base monetaria creció un 30% desde que se implantó la cuarentena. Además, tomando el set de medidas anunciado y la caída de la recaudación que provocará esta crisis, el déficit fiscal primario no bajaría de 4% del PBI este año. Considerando que el mismo se financiará con “nuevos pesos”, ya que no hay tal mercado de deuda en moneda local, todavía resta emitir alrededor de ARS 1.000.000 millones, un 40% de la base monetaria actual.

Para peor, la mayor incertidumbre y el menor rendimiento de las colocaciones en pesos -la Badlar perforó el 20% algunas semanas atrás- se tradujeron en presiones cambiarias en los mercados paralelos. En este sentido, el Contado con Liquidación escaló 25% en el período, a la par que el dólar blue trepó más de 40%. Como resultado, las brechas cambiarias ya superan el 60% y la divisa cotiza cómodamente por encima de los ARS 100 en ambos mercados.

Si bien estos movimientos sumarán presiones a la inflación, lo cierto es que a “la correa de transmisión” de estos “motores” le falta “lubricante”. Por ejemplo, el impacto en los precios de la mayor oferta de pesos es limitado en un escenario de ventas deprimidas y dólar oficial controlado.

Principalmente, el exceso de liquidez impactará en el nivel de precios a través de la demanda de dólares paralelos. Si bien es cierto que los beneficiarios directos de la expansión del gasto público no “compran divisas” -por caso, los perceptores del Ingreso Familiar de Emergencia tienen problemas para llegar a fin de mes y los créditos a tasa cero para monotributistas y autónomos deberán destinarse a compras en blanco contra presentación de factura-, no es menos cierto que el dinero se mueve, y que si esa plata se pone en la calle es probable que, tarde o temprano, una parte termine en los mercados cambiarios paralelos.

Ahora bien, ¿cómo se trasladará a precios la suba del dólar no oficial? La primera fuente es la de expectativas, de tenue impacto en el período 2012-2015, pero con mayor efecto en esta coyuntura de mayor inflación y fragilidad/inestabilidad económica. La segunda es indirecta pero no por ello menos importante: la creciente brecha cambiaria alienta la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones reduciendo el excedente de dólares en el mercado formal. Ante esto, el Banco Central podría optar por no recomponer Reservas (algo poco aconsejable), o convalidar ciertas subas del tipo de cambio oficial (acompañando la depreciación de las principales monedas de la región), con impacto directo en el nivel de precios.

Por lo tanto, a las complicaciones propias de la cuarentena (que impone sobrecostos de operación para las actividades esenciales) y su efecto sobre las expectativas, se sumaron la emisión y la suba del dólar paralelo, que tarde o temprano terminarán impactando en el nivel general de precios.

Sin embargo, la cuarentena también activó frenos a la inflación. Por ejemplo, el derrumbe del precio de los commodities energéticos permitirá extender el congelamiento de las tarifas de servicios públicos y los precios de los combustibles más allá del primer semestre sin mayor incremento del gasto en subsidios.

Asimismo, las actualizaciones salariales quedarán muy rezagadas en este marco de cuarentena y destrucción de puestos de trabajo. Por un lado, porque las paritarias más relevantes se deberían haber llevado a cabo a partir de marzo, algo que por obvias razones no está sucediendo. En consecuencia, los aumentos llegarán más tarde que todos los años. Además, en la búsqueda por evitar grandes pérdidas de puestos de trabajo, varios gremios están reduciendo sus pretensiones salariales o directamente negociando estabilidad de empleo a cambio de reducción de salarios.

Resumiendo, podemos afirmar que con la cuarentena se prendieron poderosos motores inflacionarios (emisión + brecha cambiaria) pero de transmisión lenta. En sentido opuesto, dos de los principales drivers de la suba de precios se atenuaron con la crisis (Regulados y costo laboral). La situación es delicada y la inflación, probablemente, se acelerará recién cuando la economía se normalice y la velocidad de circulación del dinero retorne a sus niveles promedio. Asimismo, en un escenario de precios regulados controlados, presiones salariales acotadas y un mercado cambiario oficial que podrá tensionarse, pero no se vería desbordado (gracias a un stock de Reservas netas superior a USD 10.000 millones, a un elevado superávit externo y al cepo cambiario), los riesgos de una disparada de hiperinflacionaria son bajos. Como resultado, proyectamos que la inflación se ubique levemente por debajo del 53,8% de 2019, orillando el 50% en 2020.

Alimentos y bebidas por encima de la inflación

¿Cómo evolucionó la inflación en marzo según INDEC?

La inflación nacional fue del 3,3% en marzo, acelerándose 1,3 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, la inflación acumuló una suba del 7,8% en el primer trimestre del año y mostró una variación interanual del 48,4%.

En lo que respecta a nivel capítulos, la mayor variación se vio en Educación (+17,5%) producto del inicio de clases y la actualización de las cuotas escolares. A su vez, Comunicación (+8,3%) mostró una dinámica elevada como consecuencia del aumentos en telefonía fija, móvil e internet y Prendas de vestir y calzado mostró una evolución del 4,2%.

Por su parte, Alimentos y bebidas no alcohólicas creció 3,9% por fuertes aumentos en carnes y frutas y verduras. De esta manera, a pesar de que el tipo de cambio oficial no sufrió mayores sobresaltos, este capítulo acumula una suba de 11,7% en el primer trimestre del año, 3,9 p.p. por encima del Nivel general.

Respecto a las categorías, el IPC Núcleo mostró un incremento del 3,1%, 0,2 p.p. menos que el Nivel general, que fue impulsado por la evolución de los Estacionales (+4,9%). Por último, se observó un aumento del 3,3% en el IPC Regulados producto de la fuerte suba en Educación.

¿Cómo seguirá la inflación en abril?

Nuestro relevamiento de precios quincenal mostró un incremento del IPC GBA Ecolatina de 2% en la primera quincena de abril respecto al mismo periodo del mes anterior. De esta manera, el IPC GBA Ecolatina se desaceleró 0,6 p.p. respecto a la primera quincena de marzo, y continuando la tendencia del mes pasado, los precios Estacionales y el IPC Núcleo continúan traccionándo la inflación en el comienzo del año. En este sentido, prevemos que la inflación se ubique más cerca del 2,5% a nivel nacional en el cuarto mes del año.

Sin embargo, se debe advertir que casi la totalidad del período estuvo caracterizada por una cuarentena estricta que impidió el desarrollo de muchas actividades económicas y complicó el relevamiento de otras. Esto llevó a ausencias de precios de muchos servicios -que más allá del tratamiento metodológico preciso- podrían tener un impacto inflacionario una vez que puedan volver a realizar sus actividades.

¿Qué esperamos a futuro?

Con servicios públicos congelados y aumentos salariales que se pospondrán para la última parte del año, el principal driver de la inflación será el tipo de cambio.

El mismo no solo estará vinculado a la necesidad de evitar un atraso real de la cotización oficial, sino que las expectativas de devaluación jugaran su rol a través de la brecha con el dólar libre tras el aumento de la emisión monetaria para financiar el creciente déficit fiscal.

De esta forma, asumiendo presiones cambiarias significativas, esperamos que la inflación anual cierre en la zona de 45-50% en 2020.

 

El IPC GBA Ecolatina se aceleró en marzo

¿Cómo evolucionó la inflación en marzo?

De acuerdo con los relevamientos del IPC GBA Ecolatina, la tendencia a la baja del nivel de precios se interrumpió en marzo, ya que la inflación fue de 2,6% en el mes, acelerándose 0,6 p.p. respecto al mes anterior. De esta forma, los precios acumularon una suba del 7,9% en el primer trimestre del año, mientras que la variación interanual se ubicó en 49,8%.

Los capítulos con mayor dinámica fueron Educación (+14,1%) e Indumentaria (+6,6%), producto del inicio de clases y el inicio de la temporada invernal, respectivamente. Vale destacar que, excluyendo estas variaciones, la inflación continuó en la zona del 2%, en línea con lo sucedido en febrero. Por su parte, Alimentos y bebidas mostró un crecimiento del 2,5%, ubicándose por debajo del Nivel General, comportamiento que no sucedía desde octubre del año anterior.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Core mostró una variación de 2,9% en marzo (0,3 p.p. por encima del Nivel general), con una variación interanual del 56%. Por su parte, el IPC Estacionales creció 2,1% -explicado por la dinámica en indumentaria- y 62,2% i.a. Por último, el IPC Regulados mostró un crecimiento del 1,7%, debido principalmente al aumento en educación, con un crecimiento del 32,2% i.a.

¿Qué esperamos para el resto del año?

Si bien nuestras proyecciones preveían una paulatina desaceleración de la inflación a lo largo de los próximos meses, el nuevo contexto local y mundial tras la pandemia de Coronavirus nos obliga a realizar algunas revisiones.

Por un lado, se debe mencionar que la situación actual debilitará las negociaciones paritarias, por lo que las recomposiciones salariales que todavía no han sido acordadas quedarán para, en el mejor de los casos, la segunda mitad del año. Por su parte, tampoco se espera un ajuste tarifario de magnitud que implique una significativa suba en el nivel de precios. Esto no solo se corresponde a una decisión política sino que también se ve afectado por la caída del precio de petróleo a nivel mundial (alrededor de 50% en marzo), fenómeno que ayuda a contener el avance de los costos de producción.

Por lo tanto, el tipo de cambio será la principal fuerza que traccione la inflación en 2020. Esto, por un lado, guarda relación con la posible dilatación de la negociación de la deuda, que, así como cualquier decisión unilateral del gobierno (default), impondrán presiones sobre el tipo de cambio oficial impactando en la inflación. Por otro lado, la financiación con emisión monetaria del paquete fiscal anunciado por el gobierno –de 2% del PBI- podría ejercer presiones sobre la brecha cambiaria, y por lo tanto, impulsar los precios en la medida que se incrementen las expectativas de devaluación.

En síntesis, pese a que habrá menos necesidad de corregir tarifas y que las negociaciones paritarias serán acotadas, la inflación del 2020 dependerá de dos cuestiones: la duración de las restricciones -y el consecuente paquete fiscal necesario para ponerle un freno a la caída de la demanda interna y al deterioro de la cadena de pagos- y el resultado de la inminente renegociación de la deuda. De esta manera, modificamos nuestra proyección de inflación al alza, a la zona del 49%.

Descargá nuestro informe IPC GBA Ecolatina para un análisis más detallado (acceso solo para usuarios Full o Corporate).

El IPC GBA Ecolatina se aceleró en la primera quincena de marzo

De acuerdo con los relevamientos quincenales del IPC GBA Ecolatina, la inflación alcanzó 2,7% en la primera quincena de marzo respecto al mismo periodo del mes anterior. De esta forma, el IPC se aceleró 0,5 p.p. respecto a la primera quincena de febrero.

La aceleración es explicada por la dinámica observada en los capítulos de Educación (+14%) e Indumentaria (+6%), producto del inicio de clases y el cambio de temporada, respectivamente. Vale destacar que, excluyendo estas variaciones, los precios mostraron un avance del 2%, en línea a lo observado en febrero.

Por otra parte, Alimentos y bebidas creció 2,8%. Si bien el capítulo se mantuvo levemente por encima del Nivel general, se observa una desaceleración respecto a la primera quincena de febrero (-0,4 p.p.).

En lo que respecta a las categorías, el IPC Núcleo mostró un aumento del 3,3% (0,5 p.p. por encima del nivel general y se aceleró casi 1 p.p. respecto al IPC Núcleo del mismo periodo de febrero). Por otra parte, el IPC Regulados exhibió un incremento del 1,6%, explicado casi en su totalidad por la aceleración en Educación. Por último, el IPC Estacionales trepó 2,0%, debido a la dinámica observada en ropa exterior.

Si el tipo de cambio se mantiene estable, esperamos que los aumentos en la segunda parte del mes se mantengan en línea con lo observado en la primera quincena. Así, esperamos que el IPC GBA Ecolatina exhiba un alza de 2,7% en marzo, acelerándose respecto a los dos primeros meses del año.

La inflación continuó desacelerándose en febrero

¿Cómo fue la inflación en febrero?

De acuerdo con el INDEC, la inflación nacional fue de 2% en febrero, mostrando una desaceleración de 0,3 p.p. respecto a enero y alcanzando la variación mensual más baja desde enero de 2018. De esta manera, el IPC acumuló una suba de 4,3% en los primeros dos meses del año y una variación de 50,3% respecto al mismo mes del año anterior.

La desaceleración se vio explicada por la estabilidad en los capítulos de Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+0,6%) y Salud (+0,4%), producto del congelamiento de los servicios públicos y el acuerdo del gobierno con los laboratorios por el precio de los medicamentos.

Por su parte, el mayor dinamismo lo tuvo Restaurantes y hoteles con una suba del 3,1% y Alimentos y bebidas no alcohólicas (+2,7%). Esta última apertura acumula una suba de 7,5% en los dos primeros meses del año, 3,2 p.p. por encima que el acumulado del Nivel general.

En lo que respecta a nivel categorías, el IPC Núcleo continúa creciendo por encima del Nivel General (+2,4%), mostrando una variación de 53,6% i.a. Por otra parte, el IPC Estacionales fue de 2,5% y IPC Regulados se mantuvo prácticamente estable (+0,7%), con una evolución del 40,1% i.a.

¿Qué esperamos a futuro?

La inflación podría continuar mostrando un dinamismo acotado en la primera parte del año, siempre y cuando se mantengan tres principales factores: tarifas públicas congeladas, tipo de cambio oficial estable y acuerdos paritarios acotados.

De todas maneras, producto de la incertidumbre acerca de la renegociación de la deuda y el complejo escenario financiero global -conflicto entre Arabia Saudita y Rusia por el precio del petróleo y el brote mundial de Coronavirus- podrían existir turbulencias cambiarias que interrumpan la desaceleración de la inflación en los próximos meses.

De todos modos, continuamos con nuestra proyección de inflación en torno a 38% para el cierre del año.

El IPC GBA Ecolatina fue 2% en febrero

¿Cómo evolucionó la inflación en febrero?

De acuerdo con los relevamientos del IPC GBA Ecolatina, la inflación fue del 2% en febrero, mostrando una desaceleración de 1,1 p.p. respecto a enero. De esta manera, el IPC acumuló 5,2% en el primer bimestre del año y tuvo una suba del 52,2% i.a.

Alimentos y bebidas nuevamente fue el capítulo con mayor dinamismo (+3,5%), creciendo considerablemente por encima del Nivel general y acumulando un aumento del 56,4% i.a. De esta manera, la incidencia del capítulo en el Nivel General pasó de 31% en el promedio del año pasado a 55% en los primeros meses del 2020.

Por lo tanto, pese al ancla cambiaria y tarifaria a la que el gobierno ha recurrido desde su asunción, la lograda desaceleración de la inflación esconde una significativa regresividad: los mayores incrementos en alimentos impactan principalmente a los hogares de menores ingresos que destinan una mayor proporción del gasto a estos bienes.

Además, los otros capítulos que evolucionaron por encima del Nivel general fueron Otros bienes y servicios (+2,7%), Equipo y mantenimiento del hogar (+2,5%) y Esparcimiento (2,4%). De esta manera, el IPC Núcleo -que descuenta la evolución del IPC Regulados y Estacionales- mostró una evolución del 2,5%. Al mismo tiempo, IPC Regulados se mantuvo prácticamente estable (+0,6%) producto del congelamiento de los servicios públicos y combustibles, mientras que los Estacionales subieron 2,9%.

¿Qué esperamos para el resto del año?

Teniendo en cuenta que los servicios públicos se mantendrán congelados en el primer semestre (a excepción de transporte, donde el congelamiento es por 120 días), la inflación en los próximos meses dependerá primordialmente de lo que suceda con el tipo de cambio y los salarios.

Por un lado, si se mantiene el deslizamiento del tipo de cambio oficial observado en las últimas semanas, el proceso desinflacionario podría encontrar un límite, sumado a que la incertidumbre que conlleva la renegociación de la deuda también podría generar tensiones en la brecha cambiaria y tener un impacto marginal sobre el nivel de precios. Por su parte, las negociaciones paritarias determinarán lo que suceda con el costo de las empresas y los precios de bienes y servicios.

De esta manera, de mantenerse un tipo de cambio sin sobresaltos en conjunto con acuerdos salariales contenidos, esperamos la inflación perfore el 40% en el cierre del año.

¿La desaceleración de la inflación es sostenible?

¿Qué sabemos de la inflación en lo que va del año?

El resultado de las PASO y el consecuente salto cambiario llevó la inflación a la zona del 4% mensual en el último cuatrimestre de 2019. En gran parte, esto se correspondió al impacto que tiene la propia dinámica del dólar en el nivel de precios, aunque también ayudó un comportamiento precautorio de las empresas ante la posibilidad de un acuerdo de precios y salarios tras el cambio de gobierno.

Si bien los lineamientos generales en materia económica están atados a la reestructuración de la deuda, las primeras decisiones dieron cuenta que controlar la inflación, al menos en el corto plazo, es un objetivo no menor para el gobierno. En este sentido, se anunció el congelamiento de las tarifas de Servicios Públicos hasta junio, del Transporte Público hasta mayo, a la vez que se mantuvo estable la cotización del dólar oficial durante los primeros días de la gestión. Asimismo, se suspendieron aumentos en prepagas y, tras negociar con laboratorios, se alcanzó una baja en el precio de los medicamentos (que revirtió parcialmente el aumento de casi 10% en la previa del acuerdo). Por el contrario, las presiones sobre los costos siguen vigentes a través del aumento salarial otorgado por decreto ($4000 a asalariados registrados del sector privado), que implicaría una suba de 5,5 % del costo laboral, según estimaciones del Ministerio de Trabajo.

La combinación de los incrementos precautorios en el cierre del 2019 y la vuelta al ancla tarifaria y cambiaria en los primeros 45 días de este año trajo buenos resultados en materia de precios. La inflación nacional se desaceleró a 2,3% en enero -en parte ayudada por la salida del índice de los bonos pagados en diciembre a los encargados de edificios y personal doméstico- y, según el IPC GBA Ecolatina, la tendencia continuaría a la baja: el avance de los precios fue de 2,2% entre la primera quincena de febrero e igual período de enero.

No obstante, un hecho significativo es que la inflación en alimentos no cede. A contramano de lo que sucedió con el nivel general, las subas de los alimentos y bebidas durante el primer mes y medio de 2020 es superior al de los últimos meses del año pasado. Una de las principales causas de esta dinámica fue la reimposición del IVA en algunos alimentos de la canasta básica, que por su significativo peso traccionaron el índice. Asimismo, también se observó durante enero un avance en el precio de la carne, que por cuestiones asociadas al ciclo ganadero pospuso el traslado a precios del salto del tipo de cambio.

En este sentido, tras la disparada del dólar de agosto pasado, la inflación en el último cuatrimestre del año fue de 11,7%, levemente por encima del avance de los alimentos y bebidas (+11,3%), cuyo precio es muy sensible a la dinámica cambiaria. En cambio, pese a la estabilidad en la cotización de la divisa durante los primeros dos meses del año, el aumento de los alimentos duplicaría el del nivel general (8% vs 4,5%, según nuestras estimaciones preliminares) en este período.

Esta reversión refleja la regresividad del proceso inflacionario perjudicando en mayor medida a los hogares más vulnerables, quienes ocupan una mayor proporción del gasto en alimentos. Este fenómeno también podría limitar el efecto expansivo sobre el consumo de la política de ingresos progresiva -priorizando aumentos de sumas fijas en lugar de porcentuales-que está llevando a cabo el gobierno justamente en favor de los sectores más postergados.

¿Desaceleración transitoria o permanente?

La reciente baja en la inflación aparece como una buena noticia de cara a las próximas negociaciones paritarias, un instrumento clave para lograr contener la nominalidad de la economía. Sin embargo, el uso del ancla cambiaria y tarifaria en pos de este objetivo también desprende otros interrogantes.

En primer lugar, muestra que la calma cambiaria es central para moderar la suba de precios. Esto no es ninguna novedad, pero pone de manifiesto que complicaciones en las negociaciones de la deuda presionarían sobre dólar oficial imponiendo un límite al proceso de desinflación. En este sentido, el deslizamiento del tipo de cambio en las últimas ruedas, especialmente si se sostiene en las próximas semanas, es una prueba de fuego para la dinámica inflacionaria: una depreciación lenta pero sostenida evita el atraso cambiario impidiendo que la inflación mensual perfore el 2%.

Por otro lado, incluso en un escenario favorable en términos de la renegociación, el congelamiento tarifario -a priori vigente hasta mayo/junio- resulta difícil de sostener. Eventualmente, el gobierno deberá permitir que los Servicios Públicos y los combustibles suban a un ritmo similar al de los costos, a fin de evitar que el peso de los subsidios económicos crezca. Además, considerando que en el año próximo se celebran las elecciones de medio término, es probable que el oficialismo quiera concentrar estos ajustes durante el segundo semestre de 2020.

Estos elementos reflejan que la tregua inflacionaria es frágil. Incluso en el mejor de los casos -éxito en la renegociación y estabilidad cambiaria- se vería afectado por la necesidad de mostrar austeridad fiscal limitando los subsidios económicos, al menos en la segunda mitad del año.

A fin de contrarrestar el impacto directo y de segunda ronda de estos eventuales aumentos, el gobierno cuenta con dos cartas. Por un lado, todavía mantiene caudal político y buenas relaciones con los sindicatos, por lo que de mantenerse una inflación “aceptable”, sin bruscas aceleraciones, podría transitar el año sin demandas salariales que presionen excesivamente sobre los costos empresariales. En segundo lugar, la baja del costo del financiamiento tras la aparición de líneas de crédito subsidiadas para empresas podría colaborar en un contexto de lenta recuperación de las ventas.

En definitiva, considerando los riesgos y limitaciones del uso del ancla cambiaria y tarifaria para atacar la inflación se deberá echar mano a otras herramientas para continuar con un proceso sostenible de desaceleración de la inflación. En cambio, el exceso en la utilización de alguno de los elementos disponibles será más un impedimento que un facilitador para alcanzar la estabilidad nominal en el futuro.

El IPC GBA Ecolatina se desacelera en la primera quincena de febrero

De acuerdo con el relevamiento quincenal del IPC GBA Ecolatina, los precios crecieron 2,2% en la primera quincena de febrero con respecto al mismo período del mes anterior. De esta manera, la inflación cedió 1 p.p. respecto a la primera quincena de enero.

La desaceleración se explica por la estabilidad de los capítulos de Educación (-0,1%), Atención médica y gastos para la salud (+0,1%), Vivienda y servicios básicos (+0,2%) e Indumentaria (+0,7%). Por su parte, el rubro con mayor dinamismo fue Alimentos y bebidas, que avanzó casi 4% y continúa considerablemente por encima del Nivel general. Este factor no es despreciable ya que impacta en mayor medida en las familias con menor poder adquisitivo (dado que destinan mayor parte de su ingreso en consumir estos bienes) y en la percepción que la sociedad tiene del proceso inflacionario.

De no mediar un mayor deslizamiento del tipo de cambio, esperamos que los aumentos continúen desacelerándose en la segunda parte del mes. Sin embargo, por el momento esta dinámica no sería suficiente para perforar el 2%.

La inflación fue de 2,3% en enero, según INDEC

¿Qué sucedió con la inflación en enero?

El INDEC informó que la inflación nacional alcanzó 2,3% en el mes de enero, mostrando una desaceleración de 1,4 p.p. respecto a diciembre de 2019. Luego de cinco meses consecutivos, el IPC General rompió el piso del 3%. Con estos números, acumuló una suba del 52,9% respecto a enero del año pasado.

Analizando por capítulos, la principal reducción se la llevó Salud (-2%), producto del acuerdo del gobierno con los laboratorios por el precio de los medicamentos, que exhibieron una disminución del 5% en el mes. Por su parte, Equipamiento y mantenimiento del hogar mostró una reducción del 1,3%. Esta contracción respondió a la baja del rubro Servicio doméstico, debido a que en diciembre – y a diferencia de enero – se incluyó la asignación extraordinaria y no remunerativa del salario doméstico.

Por su parte, Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles tuvo un leve incremento del 0,6%. La estabilidad de este capítulo se explicó por el rubro Expensas, dado que en diciembre hubo un considerable aumento de estas, producto de la bonificación anual del 20% a encargados de edificios en el cierre del año. Es importante remarcar que, quitando los efectos de los rubros de Servicio doméstico y Expensas, la inflación mensual habría sido un 2,6% en enero. Por otro lado, Comunicaciones y Educación se mantuvo prácticamente estable, mostrando subas del 0,1% y 0,5% respectivamente.

A contramano, uno de los aumentos más elevados fue el de Alimentos y bebidas no alcohólicas (+4,7%), mostrando una considerable suba de 2,4 p.p. por encima del Nivel general. Este incremento se vio explicado por la reincorporación del IVA en algunos precios. A su vez, se observó un elevado aumento de Recreación y cultura (+5%), Bebidas alcohólicas y tabaco (+4,3%) y Restaurantes y hoteles (+4,2%).

En lo que respecta a las categorías, se observó una fuerte suba del IPC Estacionales (+3,6%). A contramano, el IPC Regulados trepó solo 1,1%, producto del congelamiento de las tarifas de servicios públicos y de combustibles. Por último, el IPC Núcleo exhibió una suba del 2,4% (0,1 p.p. por encima del Nivel general y 1,3 p.p. menos que el IPC Núcleo de diciembre) como consecuencia de la estabilidad cambiaria y la dinámica explicada anteriormente.

¿Qué pasará en los próximos meses?

Por el congelamiento de tarifas, esperamos que los Precios regulados muestren un dinamismo acotado. Por otro lado, el dólar oficial permanece prácticamente anclado y cómo evolucione dependerá primordialmente del resultado de la renegociación de la deuda. Además, en un contexto de cepo cambiario, un aumento de la incertidumbre podría incrementar la brecha cambiaria, y como consecuencia, tener un impacto en el margen sobre los precios. En cuanto a los salarios, será necesario tener en cuenta como impactarán las negociaciones paritarias en los precios.

Por otra parte, es necesario tener en cuenta que la dinámica observada en los capítulos Equipamiento y mantenimiento del hogar y Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles correspondieron a un componente especifico del mes de enero, y, por lo tanto, no se mantendrá en los próximos meses. Por el contrario, el rubro Salud continuará exhibiendo una dinámica acotada por el acuerdo del precio de los medicamentos.

De mantenerse los factores vinculados a los salarios y el tipo de cambio, esperamos que la inflación continúe mostrando una variación por debajo del 3% en los próximos meses.