Luego de dos años, la inflación perforó el 40% i.a.

¿Cómo fue la inflación en septiembre?

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue de 2,6% en septiembre. De esta manera, la variación interanual perforó el 40% por primera vez luego de dos años consecutivos (+37,7% i.a.), acumulando 22,0% en los primeros nueve meses del año.

En lo que respecta a los capítulos, la dinámica más elevada la tuvo Indumentaria (+6,9%), como consecuencia de factores estacionales por cambio de temporada. A su vez, se destacó Transporte y comunicaciones (+3,3%), producto de la autorización de subas de combustibles, seguros, reparaciones y repuestos. Además, Esparcimiento también subió 3,3%, acumulando seis meses consecutivos por encima del Nivel general. Dentro de este capítulo, lo más relevantes fueron los incrementos en equipos de audio y televisión y juegos y juguetes.

Por otro lado, Alimentos y bebidas trepó 1,8% (+43,3% i.a.). El hecho que haya crecido por debajo del Nivel general puede ser explicado, en mayor medida, por la continuidad del programa Precios Máximos. En este sentido, los productos de alimentos vinculados al Consumo Masivo mostraron una marcada desaceleración después de lo observado en julio y agosto (meses donde impactó la autorización de aumentos). A contramano, carnes y frutas son los que tuvieron mayor incidencia dentro del capítulo.

Finalmente, el IPC Estacionales trepó 6,5% (+57,5% i.a. y 34% acumulado) y el IPC Core trepó 2,2% (+42,2% i.a. y +34,0% acumulado), ubicándose por debajo del Nivel general por primera vez luego de 13 meses consecutivos. Además, el IPC Regulados también creció 2,2% (+20,6% i.a. y +10,4% acumulado), como consecuencia de los incrementos en combustibles y cigarrillos.

¿Qué esperamos?

En los últimos tres meses del año, existirán factores que presionarían sobre la inflación. Por un lado, la decisión de endurecer el cepo cambiario derivó en un incremento de la brecha y las expectativas de devaluación. En este sentido, en la medida que algunas empresas se vean afectadas por las mayores restricciones, podría darse un traslado a precios en el corto plazo.

Además, ayer el Banco Central anunció una mayor flexibilidad del tipo de cambio oficial, a la par que hoy aceleró la tasa de micro-devaluación diaria. De verificarse esta tendencia, habría mayores presiones sobre los precios locales. En suma, estos factores generarían que la inflación se ubique entre 3% y 4% en lo que resta del año, llevando a la inflación de 2020 en torno al 36,5%.

 

¿La inflación comienza a carretear?

¿Cómo evolucionó la inflación en agosto?

Según el INDEC, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) trepó 2,7% en agosto, acelerándose 0,8 p.p. respecto al mes anterior y exhibiendo la dinámica más elevada desde marzo.  A su vez, mostró un incremento del 40,7% i.a. y una variación acumulada del 18,9% en los primeros ocho meses del año.

En lo que respecta a los capítulos, Alimentos y bebidas no alcohólicas (+3,5%) fue el que mayor incidencia tuvo en el índice, acelerándose 2,2 p.p. respecto al mes anterior. La autorización de incrementos en los programas Precios Máximos y Precios Cuidados a mediados de julio, generó que los productos de Consumo Masivo que componen al capítulo exhiban aceleraciones significativas, considerando que acumularon mayores costos desde marzo. A su vez, se destacaron subas de Frutas y Verduras y Carnes.

Por su parte, resaltó la dinámica de Equipamiento y mantenimiento del hogar (+3,5%). Cabe destacar que si bien el capítulo acumula una variación similar a la del Nivel General (+20,7% a agosto, 1,8 p.p. por encima), la dinámica fue únicamente de +5,0% acumulado a abril y concentró un incremento de +15,0% entre mayo y agosto. Esto se dio, en parte, como consecuencia del endurecimiento de los controles cambiarios sobre la importación de bienes no esenciales.

Por su parte, el IPC Estacionales creció 4,0% en agosto (+64,6% i.a. y 34,5% acumulado), destacándose las subas de frutas y verduras. Por su parte, el IPC Núcleo creció 3,0% en el mes (43,9% i.a. y 20,8% en el acumulado). Por último, el IPC Regulados creció solamente 1,0%, acumulando una suba de 6,8% en los primeros ocho meses del año y 22,8% i.a.

¿Qué sucedió en la primera quincena de septiembre?

El IPC GBA Ecolatina trepó 2,4% entre la primera quincena de septiembre y el mismo período de agosto. La desaceleración respecto a agosto respondió a la ausencia de aumentos generalizados en alimentos y bienes de consumo masivo. Sin embargo, este menor dinamismo fue compensada por el avance en carnes, verduras, indumentaria y algunos Regulados, como combustibles, seguros y cigarrillos. Prevemos que el mes cierre por encima del 2,5%, manteniéndose lejos del 2% mensual que se había alcanzando en los meses de aislamiento mas estricto.

En el último trimestre, esperamos que la inflación sea más parecida a la que se observaba antes de la cuarentena, con algunos ingredientes adicionales. En primer lugar, una fuerte expansión monetaria, que aumentó las expectativas de devaluación y la pérdida de reservas del BCRA que desembocó en el reciente endurecimiento del cepo para personas físicas y jurídicas. En tanto bienes no esenciales se vean afectados por este nuevo esquema, podría darse un traslado a precios.

Por otro lado, la nueva normalidad requerirá seguir de cerca las paritarias, que se fueron postergando por razones de fuerza mayor (cuarentena). Aumentos en los salarios también podrían aportar un mayor dinamismo a los precios de servicios privados, muchos de los cuales todavía se encuentran operando con restricciones debido a la situación sanitaria del país.

Como vemos, incluso con el aeropuerto cerrado, hay muchos factores que sugieren que la inflación comienza a carretear. Esperamos que los precios muestren un incremento promedio mensual de entre 3% y 4% en el último trimestre del año, llevando la inflación de 2020 hacia la zona de 37%.

Muchas regulaciones, muchas inflaciones: muchas presiones latentes

La pandemia y la cuarentena tuvieron un impacto muy negativo en materia de actividad y puestos de trabajo, golpeando sensiblemente la capacidad de compra de las familias. En este marco, y para evitar un deterioro aún mayor, el Poder Ejecutivo respondió con distintos programas que buscaban contener la suba de precios, al menos en el corto plazo.

En este sentido, no es casual que la inflación haya promediado menos de 2% mensual entre abril y julio, muy por debajo del casi 4% de cierre de 2019 y del 2,5% del primer trimestre de 2020. No obstante, más allá de esta dinámica “positiva” del nivel general, aparecieron fuertes heterogeneidades hacia el interior del proceso inflacionario.

Por este motivo, analizar de manera desagregada el índice de precios al consumidor nos permitirá comprender mejor qué pasó en los últimos meses, entiendo así qué bienes y servicios quedaron “adelantados” y cuáles rezagados. Utilizando los microdatos del IPC GBA Ecolatina, armamos distintos índices, según los grados de libertad disponibles para ajustar los precios. Como punto de partida, tomamos las tres categorías del INDEC -Regulados, Estacionales y Núcleo-, a la par que abrimos la más relevante en IPC Núcleo Controlado e IPC Núcleo Libre. Veamos entonces qué contiene cada uno y qué nos dice sobre el futuro.

El IPC Regulados comprende alrededor de un quinto del IPC total y abarca a los bienes y servicios que el gobierno controla casi de manera directa o que poseen un elevado componente impositivo. En este grupo aparecen las tarifas de servicios públicos, los combustibles y los cigarrillos, entre otros. Entre enero y agosto, esta categoría subió 8% (aportando 2,0 p.p. al Nivel General), mientras que el IPC GBA Ecolatina trepó 19%. Aparece entonces la primera luz amarilla de sostenibilidad: solo en este año, el atraso acumulado habría sido cercano a 10 p.p.

El segundo subgrupo que menos subió fue el IPC Core Controlado, compuesto por bienes de consumo masivo, como ser alimentos y bebidas, productos de limpieza y de cuidado personal, que fueron afectados por los planes de Precios Máximos y Precios Cuidados. Este conjunto, que representa un quinto del IPC, avanzó solo 15% entre enero y agosto. No obstante, esta suba se explica por un salto de 8,4% en el primer trimestre pre pandémico y de menos de 6% entre abril y agosto (concentrada en los últimos dos meses, cuando acumuló un alza de casi 5%, producto de las autorizaciones de la Secretaría de Comercio).

Ahora bien, lo que fue alivio durante la cuarentena podría ser un problema para la pos-pandemia: los precios de estos bienes, esenciales para cualquier canasta de consumo, quedaron muy rezagados frente a los demás. En consecuencia, y algo de eso ya se empezó a vislumbrar con el descongelamiento de Precios Máximos en los últimos dos meses, sumarían presiones en el corto plazo.

En este sentido, conforme a nuestras estimaciones, sin el programa de Precios Máximos, el avance del IPC Core Controlado habría rondado el 20%, sumando casi 1,5 p.p. a la inflación general acumulada en los primeros 8 meses del año. Por lo tanto, cuando este programa se flexibilice, correspondería esperar una aceleración en la suba de estos precios, que obviamente impactará de lleno en el Nivel General.

Por su parte, el IPC Core Libre, acumuló un alza de 26% en los primeros ocho meses de 2020, repartido de manera bastante similar a lo largo del año (3,0% promedio en el primer trimestre y 2,9% entre abril y agosto). Este grupo explica la mitad del Nivel General de precios y está compuesto por los precios de bienes y servicios sin regulaciones, componente estacional y/o precios máximos/cuidados.

Más allá de esta dinámica relativamente uniforme, por el tamaño en el índice y la amplia gama de rubros que comprende cabe detenerse este punto. En primera instancia, resalta la aceleración de Equipamiento del hogar y de Equipos electrónicos en los últimos tres meses: desde que el Banco Central publicó la Comunicación A7030, que obliga a algunas empresas de ramas “no esenciales” a importar con dólares propios, los precios de estos dos capítulos avanzaron 16,7% y 14,0%, entre junio y agosto, acumulado una suba de 40,2% y 38,0% en los primeros ocho meses del año.

En un sentido similar, resalta la dinámica de Aquileres: acumulan una suba de 30,6% en el año, explicada por un salto de 18,1% en los últimos tres meses, casualmente, luego de que se sancionara la ley que rige y limita sus actualizaciones futuras. Se observa de esta manera cómo, a pesar de la dinámica relativamente homogénea a lo largo del año, el IPC Core Libre contiene importantes disparidades en su interior.

En último lugar, aparece el IPC Estacionales, que explica casi el 10% restante del IPC. En este caso, la suba también alcanzó el 26% en el acumulado enero-agosto, pero por su heterogeneidad y, tal como su nombre lo indica, estacionalidad, es poco lo que hay para decir y analizar en la materia.

De cara a los próximos meses, entonces, la situación empieza a complejizarse. A pesar de que el gobierno congeló las tarifas de televisión por cable e internet hasta fin de año, y que no habría aumentos en los servicios públicos, aun cuando los subsidios económicos se hayan duplicado en relación con 2019 (superan 1,5% del PBI en el acumulado enero-agosto 2020), las tensiones inflacionarias reaparecerían.

Esta dinámica obedecería en parte a algunas actualizaciones salariales y revisión de Precios Máximos, y en mayor medida a las presiones cambiarias que posiblemente se terminen trasladando al nivel de precios. En este marco, proyectamos que la inflación se aceleraría hacia fines de año y cerraría el 2020 apenas por debajo del 39%, promediando un 4% mensual en el último cuatrimestre.

Para peor, y antes de cerrar, vale remarcar que, aún con esta aceleración, muchas correcciones de precios relativos quedarán pendientes para 2021: a las mencionadas tarifas de servicios públicos y privados, se sumarían algunas actualizaciones salariales, nuevas flexibilizaciones de Precios Máximos y, posiblemente, más presiones sobre el tipo de cambio. Por lo tanto, la aceleración inflacionaria no sería solo cuestión de fines de este año: también persistiría una vez entrado el año electoral.

El IPC GBA Ecolatina se aceleró en agosto

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación trepó 2,6% en agosto, acelerándose 0,5 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, la suba de precios acumuló 19% en los primeros ocho meses del año, ubicándose 41,6% por encima de agosto de 2019.

En lo que respecta a los capítulos, Esparcimiento (+3,6%) fue el de mayor dinámica, destacándose los incrementos en Equipos de audio, televisión y computación. Por su parte, Equipo y mantenimiento del hogar creció 3,4%, predominando subas de Artefactos para el hogar y Muebles.

Por otro lado, el capítulo Alimentos y bebidas creció 2,6% en agosto, acelerándose 0,3 p.p. respecto a julio y ubicándose 48,6% por encima del mismo mes del año anterior. Cabe destacar que la autorización de incrementos de los Precios Máximos impactó en los precios de los alimentos durante la primera quincena de agosto, cuando aproximadamente el 90% de los productos relevados mostraron incrementos. Dicha dinámica se redujo en la segunda quincena del mes, dejando en evidencia que el impacto de la autorización sobre los precios fue de carácter transitorio.

Adicionalmente, el IPC Estacionales mostró una evolución de 3,7% (+25,8% acumulado, +58,9% i.a.), destacándose los aumentos en frutas y verduras. Por su parte, el IPC Core creció 3% en el mes (+22,4% acumulado, +48,3% i.a.). Por último, el IPC Regulados creció apenas 1,0%, acelerándose respecto a julio como consecuencia principalmente del incremento en combustibles. La categoría es la más rezagada: acumula 7,9% en lo que va del año y creció 20,6% en los últimos doce meses.

¿Qué esperamos?

De continuar la paulatina relajación de la cuarentena, la inflación se acelerará en el último cuatrimestre del año, producto de diversos factores. Por un lado, el descongelamiento de los combustibles podría impactar sobre determinadas categorías que vieron incrementados sus costos. En paralelo, como el gobierno extendió la política de Precios Máximos hasta fines de octubre, de existir autorizaciones de incrementos, la inflación de alimentos se dinamizaría en la última parte del año.

Además, el frente cambiario se encuentra en una situación compleja: la pérdida de reservas se aceleró y la brecha cambiaria no cede. A su vez, dado que la economía se acerca a transitar una nueva normalidad, crece la posibilidad de reanudación de determinadas paritarias. Por lo tanto, dos de los principales drivers inflacionarios -salarios y tipo de cambio- podrían aportar lo suyo al nivel de precios en lo que resta del año. En este marco, esperamos que la inflación cierre el año en torno al 38,5% en 2020.

El impacto desigual de la inflación

Componentes asimétricos del proceso inflacionario

El año pasado el IPC Nacional trepó 53,6% y acumula casi 16% en los primeros siete meses de 2020. Sin embargo, la suba del índice contiene muchas heterogeneidades a su interior: por ejemplo, hay mucha dispersión según qué región se analice. Asimismo, la suba se modifica a lo largo de la pirámide de ingresos. Dicho llanamente, la inflación de los pobres no es la misma que la de la clase media, que también difiere de la población de mayor poder adquisitivo.

En este sentido, dado los importantes efectos reales que tiene la suba de precios, es muy relevante sumar al análisis un componente que refleje en qué gasta cada familia. Por caso, los sectores de menores recursos se ven más afectados por la dinámica de los precios de alimentos y bebidas que el resto de la sociedad, ya que destinan una mayor porción de su ingreso a satisfacer estos consumos básicos e indispensables. En dirección contraria, las familias más ricas gastan más en artículos para el hogar, educación y esparcimiento, entre otros.

Partiendo de estas diferencias, y utilizando la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) que publicó el INDEC para 2017-2018, es posible medir la inflación de distintos sectores sociales -considerando no solo los niveles de ingresos, sino también las heterogeneidades regionales-. Precisar la información nos permitirá comprender más acabadamente el impacto desigual que tiene la suba de precios a lo largo y ancho del país, así como sus efectos en el resto de las variables económicas.

La primera conclusión que resalta es el carácter regresivo de la inflación en el acumulado enero-julio de 2020: mientras que la suba de precios rozó 17% para el primer decil de ingresos, la misma fue menor al 15% en el 10% de los hogares de mayores recursos. El aumento del precio de los alimentos por encima del nivel general de precios (18,7% vs 15,8%, respectivamente) y el mayor peso en el gasto total de este rubro en los hogares de menores ingresos es la principal causa de esta de diferencia. Vale destacar también que la brecha podría haber sido mayor si descontáramos las subas aceleradas en Recreación y Cultura (+24,1%) y Educación (+18,1%).

Alcanzado este punto, es importante notar que esta dinámica tuvo lugar sin una disparada del tipo de cambio oficial -que avanzó 20% entre enero y julio, 4 p.p. por encima del nivel general del IPC-, principal motor del precio de los alimentos, y en un contexto de fuertes regulaciones a la suba de algunos bienes básicos (programa de Precios Máximos). En el extremo opuesto, el precio de los servicios privados -educación, salud, peluquería, reparaciones, etc.- es menos sensible a los movimientos del tipo de cambio por tratarse de rubros no transables cuyo principal costo es la mano de obra.

Sin embargo, también es importante notar qué, en los últimos años, la sociedad ha tendido a sofisticar su consumo, hacia bienes con un mayor componente importado y servicios privados, por lo que el histórico carácter regresivo del tipo de cambio en la suba de precios se fue atenuando. A modo de ejemplo, en el segundo semestre de 2019, la inflación afectó más a los hogares de mayores recursos que a los de menores (23% vs 22,1%, respectivamente), aun cuando la suba de precios estuvo impulsada por el salto del dólar (+40%).

En consecuencia, si bien la devaluación tuvo un impacto regresivo hacia el interior de la sociedad, ya que los sectores medios y altos pueden ahorrar, y mayormente lo hacen en divisas, protegiendo su riqueza de los saltos cambiarios, esta característica no se repitió hacia adentro del proceso inflacionario.

Medidas progresivas, ¿medidas insostenibles?

En las últimas semanas, el gobierno adoptó algunas medidas que podrían acentuar el carácter progresivo de la inflación. Sin embargo, no está del todo claro que las mismas sean sostenibles. Por caso, la decisión del Banco Central de que algunas empresas importadoras de bienes “no esenciales”, como ser electrodomésticos y artículos tecnológicos, debieran usar dólares propios para operar, con un impacto directo en su nivel de precios, afecta más a los hogares de mayores recursos, quienes destinan en este tipo de bienes una mayor proporción de su gasto.

En sentido contrario, garantizar “dólares oficiales” para la cadena alimenticia y la compra de medicamentos atenúa las presiones inflacionarias sobre las familias más desprotegidas. En consecuencia, si bien esta medida puede ser negativa desde el punto de vista de la sostenibilidad o los incentivos al crecimiento, es progresiva en términos distributivos.

En igual sentido, el congelamiento en las tarifas de servicios públicos también tiene un componente progresivo en materia de precios: su consumo es ineludible y representa un porcentaje mayor del gasto de los hogares de menores recursos. Por este motivo, más allá de su sostenibilidad o progresividad fiscal -en el primer semestre, los subsidios económicos representaron más de 1% del PBI-, esta decisión tiene un componente igualitario sobre la inflación en el corto plazo. No obstante, si se subsidiara solo a quienes más lo necesitan, esta decisión se volvería más progresiva no solo inflacionariamente, sino también en materia de gasto público.

Ahora bien, el descongelamiento de “Precios Máximos” impactaría más sobre alimentos y bebidas y, por lo tanto, en los hogares de menores recursos. Sin embargo, el esfuerzo fiscal para atenuar los efectos negativos de la pandemia y la cuarentena sobre los hogares de menor poder adquisitivo está compensando parte de esta dinámica regresiva sobre el “bolsillo”. De esta forma, se comprende por qué el consumo masivo es uno de los menos afectados por la crisis actual.

En resumen, gracias a que se adoptaron estas medidas en los últimos meses la brecha de la inflación entre el decil 1 y el decil 10 no fue mayor a lo que efectivamente terminó siendo. Sin embargo, es importante remarcar que, pese a que las políticas atenuaron parte del carácter regresivo de la inflación, su costo económico no es posible de saltear. En consecuencia, habrá que ver qué parte del importante esfuerzo de gasto público que viene realizando el Estado Nacional se sostiene pasada la cuarentena -o, al menos, en qué magnitudes-.

Como resultado, aun cuando el tipo de cambio no se mueva de manera abrupta o no haya un salto de las tarifas de servicios públicos en el corto plazo, no descartamos que el carácter regresivo de la inflación se acentúe en los próximos meses, impactando negativamente en la incipiente reactivación de la economía.

La inflación de alimentos se aceleró en la primera quincena de agosto

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación trepó 2,9% entre la primera quincena de agosto y el mismo período de julio. La aceleración se explicó principalmente por la dinámica de alimentos, bienes para el hogar y alquileres.

El capítulo Alimentos y bebidas creció 3,5% en la primera quincena de agosto (2,1 p.p. por encima de la misma quincena del mes anterior). Consideramos que el descongelamiento de muchos precios máximos, que venían acumulando mayores costos desde el inicio de la pandemia, y el relajamiento de la cuarentena a partir de la segunda mitad de julio fueron los principales factores que explicaron este proceso. Esto implicó que, a diferencia de otros momentos del año, en la primera quincena de agosto el incremento en los precios de los alimentos se de de forma generalizada.

A modo de ejemplo, en enero la inflación del capítulo de Alimentos y bebidas (se ubicó en +5,1% en ese mes) fue traccionada por aumentos puntuales y significativos en determinados bienes. Casi una quinta parte de los productos relevados mostraron incrementos por encima del 10%, a la par que el 60% de los bienes no mostraron subas. A contramano, en la primera quincena de agosto se achicó la proporción de bienes con incrementos superiores al 10%, pero se incrementó la proporción de bienes con aumentos más pequeños: el 85% de los productos relevados mostró subas menores a 10%, generando que únicamente el 10% de los precios de los bienes se mantenga sin incrementos.

Si a esto le sumamos la dinámica de alquileres y bienes para el hogar, se obtiene una marcada aceleración del IPC Núcleo (que excluye bienes y servicios con un componente estacional o regulados por el gobierno), que trepó 3,5% entre quincenas. Esto demuestra que a medida que la cuarentena se va relajando en el AMBA, la inflación subyacente va retornando a niveles previos a la pandemia (por encima del 3%). Se debe destacar que esto sucede incluso en ausencia de aumentos de precios Regulados y paritarias, factores que de activarse podrían continuar acelerando este indicador.

¿Qué esperamos?

A diferencia de julio, cuando la inflación promedió 2,2% en el resto del país vs 1,6% en la región metropolitana (+0,6 p.p. de diferencia), estimamos que la suba de precios será más uniforme durante agosto rozando el 3% a lo largo y ancho del país, especialmente considerando el reciente ajuste en los combustibles en todo el territorio nacional.

En este sentido, la inflación difícilmente vuelva a ubicarse debajo de 2% mensual en lo que queda del año. La magnitud de la aceleración dependerá de las negociaciones paritarias paralizadas durante la cuarentena, el grado de descongelamiento de algunos de precios Regulados como prepagas, servicios de telefonía y combustibles, y la evolución de tipo de cambio y/o restricciones en el mercado oficial.

En particular, esperamos que la inflación alcance una mayor tasa en el último trimestre del año producto del levantamiento de la cuarentena y la reanudación de las paritarias. En este marco, esperamos que la inflación cierre el año en 39% para 2020.

La inflación se mantiene por encima del 2% en el interior del país

El IPC Nacional de INDEC trepó 1,9% en julio, desacelerándose 0,3 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, mostró un incremento del 42,4% i.a. -la menor cifra de los últimos 22 meses- y acumuló una suba del 15,8% en los primeros siete meses del año, representando la menor variación acumulada desde el año 2017 al séptimo mes del año.

En lo que respecta a los capítulos, la mayor evolución la tuvo Equipamiento y mantenimiento del hogar (+3,9%), como consecuencia de las restricciones cambiarias y mayor demanda de bienes y refacciones dentro del hogar. Cabe destacar que el capítulo acumula un incremento del 8,1% entre junio y julio -en comparación al 4,2% que acumula el Nivel general-, dado que, en este periodo, las restricciones para acceder al MULC para determinadas empresas impactaron de lleno en el incremento de precios de determinados bienes importados. Por su parte, se destacaron las subas de los capítulos Recreación y cultura y Prendas de vestir y calzado (ambos con incrementos del 3,3%).   

Analizando a las categorías, el IPC Núcleo creció 2,5% en el mes (+0,6 p.p. en comparación al Nivel general) y acumuló una suba del 17,3% en los primeros siete meses de año. A contramano se ubicaron las otras dos categorías: por un lado, el IPC Estacionales (+0,9%) mostró la variación más baja de los últimos catorce meses, pero acumuló una suba del 29,4% en lo que va del año (+13,6 p.p. por encima del Nivel general). Por otro lado, el IPC Regulados creció 0,5%, acumulando únicamente un incremento del 5,7% en los primeros siete meses del año.

A su vez, cabe destacar que existió una dinámica disímil entre las regiones. Las que se encuentran en una etapa de distanciamiento social exhibieron un avance promedio del 2,2% (en línea con lo observado en junio a nivel nacional). Por su parte, el índice creció 1,6% en GBA, siendo la única región que aún cuenta con restricciones fuertes a la circulación y producción, especialmente considerando que la primera mitad de julio se frenó el relajamiento que se venía dando en las semanas previas. En este sentido, el relevamiento presencial del total nacional se redujo a un 25,8% en julio (mientras que en junio había sido del 58,7%). Cabe destacar que imputándole el promedio del incremento del Nivel general de las otras regiones a GBA, la inflación hubiese mostrado un aumento del 2,2%.

¿Qué esperamos?

De cara al futuro, esperamos que la inflación se acelere en los últimos cinco meses del año y cierre en torno al 39% en 2020. Si bien se desactivaron dos de los principales drivers inflacionarios -las negociaciones salariales se mantendrán postergadas en un contexto de empleos en riesgo y las tarifas de servicios públicos continuarán congeladas-, tanto el tipo de cambio oficial como la brecha cambiaria actuarán como dinamizadores principales.

Además, esperamos una aceleración del capítulo Alimentos y bebidas no alcohólicas, dado que en base a nuestros relevamientos, observamos aceleraciones significativas en la última parte de julio, efecto que se verá plenamente en el próximo mes. Por su parte, en los próximos meses podríamos ver aceleraciones de servicios telefónicos y combustibles, que dinamizarán a los precios regulados.

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación se aceleró en julio

¿Cómo fue la inflación en julio?

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue del 2,1% en julio, acelerándose 0,4 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, acumuló 16% en los primeros siete meses del año (8,7 p.p. menos que en el acumulado de 2019) y 43,3% en relación con igual mes del año pasado.

En lo que respecta a los capítulos, la dinámica más elevada la tuvo Esparcimiento (+3,4%), acumulando una suba del 22,3% en lo que va del año (6,4 p.p. por encima del Nivel general), como consecuencia de subas importantes en equipos electrónicos. Por su parte, Indumentaria creció 2,3% y ya lleva acumulada una suba del 20,1% en los primeros siete meses, 4,1 p.p. por encima del Nivel general.

Otro capítulo que evolucionó por encima de la inflación fue Alimentos y bebidas (+2,3%), destacándose subas de carnes, huevos y panificados. Cabe destacar que mostró una aceleración de 1,4 p.p. respecto al mes anterior, producto de una significativa aceleración en la segunda quincena del mes, como consecuencia, en parte, de la suba pactada de los Precios máximos que impactó sobre determinados productos. De este modo, el capítulo acumuló un incremento del 20,2% en lo que va del año (4,2 p.p. por encima de la inflación).

Analizando a las categorías, la dinámica más elevada la tuvo el IPC Núcleo (+2,8%), ubicándose 0,6 p.p. por encima del Nivel general con una interanual del 50,7%. Por su parte, el IPC Estacionales creció 1,9% con un crecimiento del 58,8% i.a., ubicándose 0,2 p.p. por debajo del Nivel general gracias a la desinflación observada en frutas. Por último, el IPC Regulados creció 0,5% y 58,8% i.a., ubicándose 1,7 p.p. por debajo del Nivel general y creciendo por debajo de las otras dos categorías por 14 meses consecutivos.

¿Qué esperamos?

Por un lado, considerando que el IPC Núcleo se aceleró notablemente en la última quincena de julio, esperamos que este impacto se vea plenamente en agosto. Por otra parte, teniendo en cuenta que los precios regulados continuarán con una dinámica reducida en lo que resta del año y las negociaciones salariales no se reanudarán hasta que ingresemos en una nueva normalidad, el principal driver que explicará la dinámica inflacionaria en los últimos cinco meses será el dólar.

Por un lado, el arreglo de la renegociación de la deuda permitirá relajar el panorama financiero en el corto plazo, lo cual podría dar cierto alivio a las cotizaciones paralelas en la medida que se despeje la incertidumbre. De todas formas, considerando que la brecha cambiaria continúa en niveles elevados junto con un cepo que impide el normal funcionamiento del aparato productivo, creemos que el arreglo de la deuda no alcanzará para evitar que existan presiones sobre la cotización oficial en lo que resta del año. En este sentido, una relajación del cepo cambiario implicaría que la cotización oficial comience a corregirse sin presentar saltos bruscos.

En este marco, esperamos que la inflación empezará a acelerarse mes a mes en lo que resta del año y se ubicará en torno al 40% en 2020.

¿Fin de la desaceleración?

¿Cómo fue la inflación en junio?

Según el INDEC, la inflación alcanzó el 2,2% en junio, acelerándose 0,7 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, acumuló un 5,4% en el segundo trimestre del año -lo cual representó la variación más baja desde el tercer trimestre del 2017-; 13,6% en el primer semestre y una interanual que se ubicó en 42,8%.

En lo que respecta a los capítulos, la dinámica más elevada la tuvo Prendas de vestir y calzado (6,6%). A su vez, existieron fuertes incrementos de electrodomésticos, equipos de telefonía y otros equipos durables que explicaron la elevada dinámica de los capítulos de Recreación y cultura (+4,2%) y Equipamiento y mantenimiento del hogar (+4,1%). El endurecimiento de las restricciones cambiarias a finales de mayo puede explicar gran parte de la evolución de estos capítulos en el mes, ya que la prohibición de acceder al MULC para importar bienes llevó a que algunas empresas comiencen a valuar sus costos de importación a las cotizaciones paralelas.

Por su parte, en lo que respecta a las categorías, el IPC Estacionales fue la que mostró el mayor incremento (+4,8%) -producto de lo observado en el capítulo de indumentaria- y acumuló un 28,2% en los primeros seis meses del año (+14,6 p.p. respecto al acumulado del Nivel general).  Por otro lado, el IPC Núcleo exhibió un incremento del 2,3% y acumuló un aumento del 14,4% en el primer semestre, levemente por encima del acumulado del Nivel general. Por último, el IPC Regulados continúo mostrando una dinámica acotada (+0,7%) y acumuló únicamente una suba del 5,2% en los primeros seis meses, 8,4 p.p. por debajo de la inflación.

¿Cómo siguió la dinámica en julio?

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación trepó 1,6% en la primera quincena de julio respecto al mismo periodo del mes anterior. El incremento de las restricciones a la circulación en el AMBA ayudaría a que el aumento de precios se mantenga contenido en lo que resta del mes, cerrando levemente por debajo del 2% en julio.

De todas maneras, cabe destacar que podría exacerbarse la diferencia inflacionaria registrada entre el GBA y otras regiones del país que ya se encuentran en una etapa de distanciamiento social. Por este motivo, esperamos que la dinámica reducida en el IPC GBA no sea la misma para el IPC Nacional, y, por lo tanto, la inflación para todo el país exhiba un incremento similar al observado en junio.

¿Cómo cerrará el año?

Para el segundo semestre del año, a pesar de que los servicios públicos continuarán congelados y las presiones salariales aparecerán -si es que lo hacen- al final del 2020, creemos que podrían existir factores que traccionen la inflación al alza. Por un lado, el gobierno autorizó una suba de precios máximos de entre el 2% y 4,5%, lo cual podría implicar un mayor dinamismo sobre algunos bienes esenciales en el corto plazo.

Por su parte, en la medida que las restricciones cambiarias no se relajen, las decisiones de precios sobre algunos bienes podrían basarse en mayor medida sobre las cotizaciones paralelas, dinamizando al proceso inflacionario. A su vez, la dilatación de la renegociación de la deuda generará presiones adicionales en la medida que un posible incremento de la brecha cambiaria aumente las expectativas de devaluación.

Por último, cuando todo el país comience a ingresar a una nueva normalidad y la demanda agregada empiece a recuperarse, el excedente inyectado de liquidez podría generar presiones en el mercado cambiario si el BCRA no toma las medidas correspondientes para terminar de absorberlo. En este marco, considerando que podrían existir presiones en lo que queda del año, esperamos que la inflación cierre en torno al 41% en 2020.

Segundo trimestre con desinflación

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación alcanzó el 1,7% en junio, acelerándose 0,2 p.p. respecto al mes anterior. Además, acumuló 5,2% en el segundo trimestre del año -la variación más baja desde el tercer trimestre de 2017- y creció 43,6% en la comparación interanual.

Se destacó la dinámica de Alimentos y bebidas (+0,9%), que exhibió la evolución más baja para el IPC GBA Ecolatina desde septiembre de 2015. Sin embargo, el capítulo acumuló una suba de 17,5% en el primer semestre del año (4 p.p. más que el Nivel general) y de 49,6% respecto al mismo mes del año anterior. Vale aclarar que en la segunda quincena de junio se reincorporó la información de comercios de cercanía (que se habían dejado de relevar en la etapa más estricta de la cuarentena) mejorando la estimación del capítulo.

Por otra parte, la nueva restricción cambiaria implementada por el BCRA a fines de mayo, en la cual se les prohibió a algunas empresas acceder al mercado de divisas oficial para importar bienes, propició significativos aumentos en algunos bienes en junio. En este sentido, el capítulo con mayor dinamismo fue Esparcimiento (+5,4%, 2,8 p.p. más que el mes anterior), donde se destacaron las subas de equipos y elementos electrónicos y juguetes.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Core creció 2,1%, acumuló una suba del 15,6% y se ubicó en 49,8% en la comparación interanual, levemente por encima de lo observado en el Nivel general.  Por su parte, el IPC Estacionales creció 1,4% -casi en su totalidad explicado por los aumentos de frutas e indumentaria-, acumuló una suba de 19,1% en los primeros seis meses (5,5 p.p. por encima del Nivel general) y creció 64,6% i.a. Por último, el IPC Regulados fue la categoría que siguió mostrando la menor evolución (+0,6%), acumulando únicamente 6,4% en el primer semestre del año junto a un aumento del 23,3% i.a.

¿Qué proyectamos?

Con tarifas congeladas en lo que queda del año y paritarias que no se reanudarán en el corto plazo, el principal driver que explicará la dinámica inflacionaria en el segundo semestre será el tipo de cambio.

Por un lado, la dinámica de la cotización oficial dependerá de en qué cuantía ayuden las nuevas restricciones cambiarias para evitar una depreciación del Peso en el corto plazo. De todas formas, las nuevas restricciones podrían tener un impacto inflacionario, en la medida que las cotizaciones paralelas se tornen más relevantes para tomar decisiones de precios. Por su parte, la dilatación de la renegociación de la deuda podría traer presiones adicionales, por medio de un incremento de la brecha cambiaria que acelere las expectativas de devaluación.

A su vez, aún faltan especificaciones por parte del BCRA sobre qué se hará con el excedente inyectado de liquidez, pero tampoco se sabe cuál será el pass through en el corto plazo, en un contexto de desplome de demanda agregada tan grande y alargamiento de las restricciones a la circulación. En este marco, considerando que podrían existir presiones en lo que queda del año, esperamos que la inflación cierre en torno al 40-45% en 2020.