Sube la temperatura: alimentos y bebidas trepó casi 5%

Según el INDEC, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) alcanzó el 3,8% en octubre, acelerándose 1,0 p.p. respecto al mes anterior y mostrando la evolución más alta desde noviembre de 2019. De esta manera, acumuló una suba de 26,9% en los primeros diez meses del año y de 37,2% respecto al mismo mes del año anterior.

En lo que respecta a los capítulos, Alimentos y bebidas no alcohólicas trepó 4,8%, ubicándose 1,0 p.p. por encima del Nivel general y acelerándose 1,8 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, alcanzó la variación más alta de los últimos doce meses y exhibió la mayor incidencia sobre el Nivel general en todas las regiones. Se destacaron subas de frutas y verduras, a la par que la autorización de subas de Precios Máximos en la segunda semana del mes traccionó al alza a los precios de los bienes de Consumo Masivo.

Por su parte, resaltó Prendas de vestir y calzado (+6,2%), ya que el capítulo acumula +48,9% en los primeros diez meses del año (22,1 p.p. por encima del Nivel general).  A su vez, Transporte creció 4,2% -dinamizado por la suba de combustibles-, mientras que Equipamiento y mantenimiento del hogar trepó 4,5% (0,7 p.p. por encima de la inflación). En este sentido, la turbulencia cambiaria -la brecha alcanzó los tres dígitos en la primera parte de octubre- junto a las mayores trabas a las importaciones alentaron la suba de precios de determinados bienes no esenciales.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Estacionales trepó 9,6%, exhibiendo la variación más alta de al menos los últimos tres años y alcanzando una variación del 74,3% i.a. (+59,0% acumulado). Por su parte, el IPC Core creció +3,5%, ubicándose levemente por encima del Nivel general en términos interanuales y acumulados (+37,9% y +27,9%, respectivamente). Por último, la menor variación continuó de la mano del IPC Regulados (+1,5%), exhibiendo un crecimiento del 20% i.a. y de solo +10,5% acumulado, producto principalmente del congelamiento de los Servicios Públicos.

¿Qué esperamos?

En los últimos dos meses del año difícilmente la inflación vuelva a ubicarse por debajo del 3% mensual. Por un lado, la autorización de incrementos de Precios Máximos continuará dinamizando a los bienes de Consumo Masivo en la primera parte de noviembre. Además, esta semana se anunció la eliminación de varios productos del listado, por lo cual es esperable que el capítulo de Alimentos y bebidas continúe mostrando una evolución elevada en el corto plazo.

A su vez, la autorización del incremento de Prepagas en noviembre incrementará la evolución de los Precios regulados. Como si fuera poco, es esperable que las mayores restricciones a las importaciones continúen impactando en los precios de determinados bienes no esenciales ante las crecientes expectativas de devaluación. Con estos datos, esperamos que la inflación cierre el 2020 en la zona del 36%.

En el año electoral, los tres principales drivers inflacionarios podrían despertarse. A las posibles actualizaciones de las tarifas de Servicios Públicos se les sumarán las presiones latentes sobre el tipo de cambio. A su vez, el levantamiento de la cuarentena dará lugar a la reanudación de las negociaciones paritarias y una recomposición de los salarios nominales. En este marco, en un escenario con los tres drivers encendidos, probablemente la inflación retornaría a los niveles de 2019, ubicándose cómodamente en la zona del 50% anual.

Cuando calienta el motor, inflacionario

En octubre, la inflación mensual superó el 3% por primera vez desde que empezó la cuarentena. A pesar de que el dólar oficial siguió moviéndose como en los meses anteriores y que las tarifas de servicios públicos no sufrieron grandes aumentos, la suba de algunos precios regulados -léase combustibles-, el cierre de las principales paritarias y la actualización de Precios Máximos impulsaron a una inflación que volvió a los niveles pre-pandemia.

En este marco, tiene sentido analizar cómo seguirá la suba de precios. Durante la cuarentena, los tres grandes motores que tiene la inflación en nuestro país estuvieron contenidos. El tipo de cambio oficial avanzó lentamente mes a mes, ayudado por un cepo que reprimió una parte de la demanda. Las negociaciones salariales entraron en pausa hasta la nueva normalidad y las tarifas de servicios públicos siguieron congeladas, en la búsqueda por evitar un mayor deterioro del poder adquisitivo y el entramado social.

Por esta razón, la suba de precios pasó de la zona del 40% en el acumulado enero-octubre de 2019 a poco más de 25% en 2020. Sin embargo, la calma lograda en los últimos meses habría llegado a su fin. Ahora bien, ¿hasta dónde escalará? Un análisis de la dinámica reciente de los distintos sets de precios relativos y de la fuerza con que se prendan los motores antes mencionados nos dará precisiones en este sentido: entenderemos qué presiones latentes hay y qué nuevos drivers podrían aparecer.

En los últimos meses, se generaron algunos atrasos de precios relativos. Por caso, en la búsqueda por atenuar el impacto regresivo de la cuarentena, el gobierno congeló los precios de varios alimentos y bebidas más algunos otros rubros de primera necesidad. En respuesta, aún luego de cierta actualización de Precios Máximos y Precios Cuidados, el IPC Consumo Masivo que elaboramos desde Ecolatina acumuló menos de 18% entre enero y octubre (diferencia de 8 p.p. en relación con el nivel general), concentrando una suba de casi 5% en los últimos tres meses. Por lo tanto, podrían advenir presiones adicionales por este lado en la búsqueda por recomponer el terreno cedido.

En un sentido similar, las tarifas de electricidad, gas y agua subieron menos de 10% en lo que va del 2020. Aunque el gasto en subsidios como porcentaje de PBI volvió a los niveles del 2015, atenuando parte del atraso, es probable que los servicios públicos sufran alguna actualización en el corto plazo, aun cuando esta decisión tenga un impacto negativo para el oficialismo en las elecciones del año próximo.

Por el contrario, los precios no regulados -ni acordados- escalaron cerca de 35% entre enero y octubre del 2020. Los avances en electrodomésticos, equipos electrónicos e indumentaria, entre otros, motorizaron esta suba. Como se observa, existe una importante heterogeneidad hacia el interior del set de precios relativos de la economía argentina. En consecuencia, aun cuando el dólar oficial y los salarios no se acelerasen en los próximos meses, habría algunas presiones sobre la inflación producto de las disparidades ya acumuladas.

Sin embargo, un escenario en donde el dólar y los salarios siguen calmos no es, necesariamente, el más probable. Respecto del primer punto, luego de varios meses de batalla cambiaria, las Reservas netas perforaron los USD 5.000 millones a comienzos de noviembre y se acercan peligrosa y rápidamente a los mínimos de los últimos largos años (2015-2016). Por lo tanto, un mayor ritmo de ajuste del tipo de cambio oficial es un desenlace posible.

Alcanzado este punto, vale destacar que el impacto de los dólares paralelos y la brecha en el nivel de precios venía siendo marginal hasta septiembre. De hecho, las cotizaciones financieras o informales se dispararon en abril y mayo y la inflación perforó el 2% mensual por primera vez desde 2017 en esos meses, “ayudada” por las restricciones de la cuarentena. A la vez, tampoco se aceleró significativamente en los meses siguientes. Sin embargo, en octubre la brecha alcanzó los tres dígitos y habría empezado a impactar en la inflación, producto de problemas de abastecimiento de algunos bienes, sumado a la creciente incertidumbre que enfrentan las firmas a la hora de determinar sus costos de reposición.

En tanto, además del motor cambiario, es probable que se encienda el motor salarial en el corto plazo. Las menores restricciones a la producción de bienes y servicios están permitiendo reabrir las postergadas negociaciones colectivas, pautadas inicialmente para marzo, abril y mayo, pero suspendidas por la crisis sanitaria y su impacto negativo en la economía.

La importante pérdida de puestos de trabajo que provocó la cuarentena (-20% i.a. en el segundo trimestre) limita las demandas de recomposición. No obstante, los salarios nominales mostrarán crecimientos en los próximos meses. Por caso, acumularon una suba de 18% entre enero y agosto de 2020 (último dato disponible), donde 14 p.p. corresponden al primer trimestre y el resto al período abril-agosto. En consecuencia, hay espacio para reclamar actualizaciones nominales que aumentará el costo laboral de las empresas.

En último lugar, aparecen las tarifas de servicios públicos. Si bien el impacto directo de estos rubros es acotado -representan menos de un décimo del nivel general-, su efecto de segunda ronda es muy significativo: son servicios necesarios para los hogares y empresas y con una elevada inelasticidad, que hace muy difícil ajustar su consumo pese a que aumenten de precios. Aunque el gobierno anunció que no habría ajustes en el corto plazo, y el año que viene es electoral, no se puede descartar algún tipo de actualización en este capítulo.

Sus precios están virtualmente congelados desde mediados de 2019, a la par que sus costos vienen en aumento. Además, el Palacio de Hacienda está intentando endurecer su objetivo fiscal del año próximo, llevándolo de -4,5% del PBI a -3,5%, y el gasto en subsidio sería una de las primeras partidas a recortar.

En síntesis, la inflación se aceleró en octubre y probablemente se mantenga por encima del 3% mensual en noviembre y diciembre. De esta manera, la suba de precios acumularía cerca de 35% en 2020, ubicándose muy por debajo del cierre de 2018 y 2019, cuando orilló el 50%. Sin embargo, en el camino se habrían acumulado diversos desequilibrios y atrasos (precios relativos, dólar, salarios y tarifas) que posiblemente la “devuelvan” a la inflación a la zona del 50% en 2021, casualmente, el año electoral.

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación superó el 3% en octubre

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación alcanzó el 3,2% en octubre, acelerándose 0,6 p.p. respecto al mes anterior y superando el 3% por primera vez luego de nueve meses consecutivos. De esta manera, acumuló 25,9% en los primeros diez meses del año, con una variación interanual que se ubicó en 36%.

En lo que respecta a los capítulos, Indumentaria fue el que mayor variación exhibió en el mes (+7,2%) y ya acumula 42,2% en los primeros diez meses del año, más de 15 p.p. por encima del Nivel General. Por su parte, Esparcimiento y Equipamiento y mantenimiento del hogar (+4,5% y +4,1%, respectivamente) se ubicaron por encima de la evolución de la inflación como consecuencia de subas marcadas en Muebles, Artefactos para el hogar, Juegos y juguetes y Equipos de audio, televisión y computación. En este sentido, las mayores restricciones cambiarias a mediados de septiembre alentaron la suba de determinados precios de bienes no esenciales ante costos de reposición inciertos.

Por otro lado, Alimentos y bebidas creció 2,8% en el mes, acelerándose 1 p.p. respecto al mes anterior. Cabe destacar que la autorización de subas de Precios Máximos a mediados del mes aceleró notablemente al capítulo en la segunda quincena de octubre.

Por su parte, el IPC Núcleo se ubicó en 3,2%, acelerándose 1 p.p. respecto al mes anterior, mientras que el IPC Estacionales creció notablemente por encima (+8,2%) como consecuencia de incrementos en frutas, verduras y ropa exterior. Por último, la menor variación continuó de la mano del IPC Regulados (+1,1%), únicamente dinamizado por la autorización de subas de combustibles.

Para los últimos dos meses de 2020, la dinámica inflacionaria continuaría similar a la de este mes, o hasta incluso podría acelerarse y ubicarse más cerca del 4%. Esperamos que la autorización de subas de Precios Máximos continúe dinamizando al capítulo de Alimentos y bebidas durante la primera parte de noviembre, a la par que el incremento de prepagas dinamizaría a los precios Regulados.

A su vez, el grado de incertidumbre actual y las crecientes expectativas de devaluación continuarán impactando en los precios de determinados bienes y servicios no esenciales, generando que la inflación cierre el 2020 en torno al 36% anual.

De cara al 2021, los tres principales drivers (tarifas, tipo de cambio y salarios) se mantendrán activos. A la posible corrección de tarifas de Servicios Públicos, se le sumará la reanudación de paritarias en el contexto de un año electoral en donde recomponer el poder adquisitivo estará como objetivo primordial. Como si fuera poco, la estabilidad nominal dependerá principalmente de la evolución del tipo de cambio oficial. En la medida que la brecha cambiaria no ceda y la recomposición de reservas no se reafirme, un deslizamiento de la cotización oficial sería inevitable, acelerando la suba de precios y generando que en 2021 la inflación se ubique cómodamente por encima de la variación anual de 2020.

La inflación continuará alrededor de 3% en octubre

Según el INDEC, la inflación alcanzó el 2,8% en septiembre (+0,1 p.p. respecto al mes anterior), acumulando 22,3% en los primeros nueve meses del año. De esta manera, los precios alcanzaron el 36,6% i.a., representando la dinámica más baja de los últimos veinticinco meses.

Por su parte, el IPC GBA Ecolatina trepó 2,4% entre la primera quincena de octubre y el mismo período de septiembre. Sin embargo, la leve desaceleración respecto al dato del mes de septiembre sería pasajera. Esto se debe a que la autorización a nuevos aumentos en precios cuidados/máximos traccionará al alza los alimentos en la segunda quincena, al incremento del componente impositivo en los combustibles y a un incremento en precios de bienes (semi)durables (electrónicos, artefactos, etc.) producto de una mayor inestabilidad cambiaria, que se refleja en la creciente brecha con las cotizaciones paralelas. Por este motivo, prevemos que la inflación se mantendrá en la zona del 3% en el décimo mes del año.

Con negociaciones paritarias pendientes que parecen haberse arreglado con aumentos de suma fija (como fue el caso de los empleados de comercio, el más significativo), la cuestión cambiaria es el principal factor que determinará la dinámica inflacionaria en el corto plazo.

Pese a que el Ejecutivo no quiere una corrección del dólar oficial, para evitarla tiene que romper lo antes posible el círculo vicioso de caída de reservas y aumento de la brecha cambiaria y viceversa. En este sentido, un leve desplazamiento de la cotización oficial -no necesariamente una fuerte depreciación-, así como un nuevo esquema -desdoblamiento formal- o mayores restricciones -complicando la oferta de bienes no esenciales-, podrían presionar sobre el nivel de precios en los próximos meses.

En síntesis, esperamos que la suba de precios se mantenga en la zona de 3% mensual, con el riesgo que la misma se acelere si las crecientes presiones cambiarias no se contienen. Con estos números, proyectamos que la inflación cerrará el 2020 en torno al 36%.

La inflación se acerca a la zona del 3%

¿Cómo fue la inflación en septiembre?

Según el INDEC, la inflación fue de 2,8% en septiembre, acelerándose 0,1 p.p. respecto al mes anterior y acumulando 22,3% en los primeros nueve meses del año. De esta manera, la variación interanual alcanzó el 36,6%, mostrando la dinámica más baja de los últimos veinticinco meses.

En lo que respecta a los capítulos, resalta la dinámica que adoptó Prendas de vestir y calzado (+5,8%) como consecuencia del cambio de temporada. Por su parte, el otro capítulo que mayor crecimiento exhibió fue Bebidas alcohólicas y tabaco (+4,3%), acelerándose 3 p.p. respecto al mes anterior y dejando a la interanual levemente por encima del Nivel general (+41,7% i.a.).

Por su parte, Alimentos y bebidas no alcohólicas creció 3% en el mes (+40,8% i.a.), desacelerándose 0,5 p.p. respecto al mes anterior, pero ubicándose por encima del Nivel general. En este sentido, la continuación del programa de Precios Máximos explica la desaceleración del capítulo en comparación a agosto, mes en el cual impactó la autorización de aumentos. De todas maneras, se destacaron subas en Frutas, verduras y carnes, que traccionaron al alza el desempeño del capítulo.

En lo que respecta a las categorías, el IPC Estacionales fue el único que se ubicó por encima del Nivel general (+7,9% y +63,6% i.a.) en comparación al IPC Núcleo (+2,3% y 38,3% i.a.) y el IPC Regulados (+1,9% y 20,6% i.a.). Por su parte, el IPC Bienes (+3,6%) se ubicó por encima del IPC Servicios (+1,1%) por sexto mes consecutivo. En este sentido, la reducida dinámica de servicios educativos, telefonía e internet explicaron parte de la variación del segundo grupo.

¿Qué esperamos?

En el último trimestre existirían factores que acentúen la aceleración de la inflación. En este sentido, resalta el frente fiscal-cambiario. Los efectos de la expansión monetaria comenzaron a sentirse en la brecha cambiaria -que ya superó el 100%- y las reservas, en un contexto en el cual reina la incertidumbre y las medidas adoptadas no alcanzaron para revertir considerablemente la dinámica. En este marco, en la medida que las empresas se vean afectadas por las nuevas restricciones, a la par que continúen incrementándose las expectativas de devaluación, podría observarse un traslado a precios en el corto plazo.

Por su parte, nuevas autorizaciones de incrementos del programa Precios Máximos traccionarían a los precios de los bienes de Consumo Masivo al alza. Como corolario, esperamos que la suba de precios entre en la zona del 3%-4% mensual en los últimos meses del año, generando que la inflación termine el 2020 en torno al 36%.

Luego de dos años, la inflación perforó el 40% i.a.

¿Cómo fue la inflación en septiembre?

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación fue de 2,6% en septiembre. De esta manera, la variación interanual perforó el 40% por primera vez luego de dos años consecutivos (+37,7% i.a.), acumulando 22,0% en los primeros nueve meses del año.

En lo que respecta a los capítulos, la dinámica más elevada la tuvo Indumentaria (+6,9%), como consecuencia de factores estacionales por cambio de temporada. A su vez, se destacó Transporte y comunicaciones (+3,3%), producto de la autorización de subas de combustibles, seguros, reparaciones y repuestos. Además, Esparcimiento también subió 3,3%, acumulando seis meses consecutivos por encima del Nivel general. Dentro de este capítulo, lo más relevantes fueron los incrementos en equipos de audio y televisión y juegos y juguetes.

Por otro lado, Alimentos y bebidas trepó 1,8% (+43,3% i.a.). El hecho que haya crecido por debajo del Nivel general puede ser explicado, en mayor medida, por la continuidad del programa Precios Máximos. En este sentido, los productos de alimentos vinculados al Consumo Masivo mostraron una marcada desaceleración después de lo observado en julio y agosto (meses donde impactó la autorización de aumentos). A contramano, carnes y frutas son los que tuvieron mayor incidencia dentro del capítulo.

Finalmente, el IPC Estacionales trepó 6,5% (+57,5% i.a. y 34% acumulado) y el IPC Core trepó 2,2% (+42,2% i.a. y +34,0% acumulado), ubicándose por debajo del Nivel general por primera vez luego de 13 meses consecutivos. Además, el IPC Regulados también creció 2,2% (+20,6% i.a. y +10,4% acumulado), como consecuencia de los incrementos en combustibles y cigarrillos.

¿Qué esperamos?

En los últimos tres meses del año, existirán factores que presionarían sobre la inflación. Por un lado, la decisión de endurecer el cepo cambiario derivó en un incremento de la brecha y las expectativas de devaluación. En este sentido, en la medida que algunas empresas se vean afectadas por las mayores restricciones, podría darse un traslado a precios en el corto plazo.

Además, ayer el Banco Central anunció una mayor flexibilidad del tipo de cambio oficial, a la par que hoy aceleró la tasa de micro-devaluación diaria. De verificarse esta tendencia, habría mayores presiones sobre los precios locales. En suma, estos factores generarían que la inflación se ubique entre 3% y 4% en lo que resta del año, llevando a la inflación de 2020 en torno al 36,5%.

 

¿La inflación comienza a carretear?

¿Cómo evolucionó la inflación en agosto?

Según el INDEC, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) trepó 2,7% en agosto, acelerándose 0,8 p.p. respecto al mes anterior y exhibiendo la dinámica más elevada desde marzo.  A su vez, mostró un incremento del 40,7% i.a. y una variación acumulada del 18,9% en los primeros ocho meses del año.

En lo que respecta a los capítulos, Alimentos y bebidas no alcohólicas (+3,5%) fue el que mayor incidencia tuvo en el índice, acelerándose 2,2 p.p. respecto al mes anterior. La autorización de incrementos en los programas Precios Máximos y Precios Cuidados a mediados de julio, generó que los productos de Consumo Masivo que componen al capítulo exhiban aceleraciones significativas, considerando que acumularon mayores costos desde marzo. A su vez, se destacaron subas de Frutas y Verduras y Carnes.

Por su parte, resaltó la dinámica de Equipamiento y mantenimiento del hogar (+3,5%). Cabe destacar que si bien el capítulo acumula una variación similar a la del Nivel General (+20,7% a agosto, 1,8 p.p. por encima), la dinámica fue únicamente de +5,0% acumulado a abril y concentró un incremento de +15,0% entre mayo y agosto. Esto se dio, en parte, como consecuencia del endurecimiento de los controles cambiarios sobre la importación de bienes no esenciales.

Por su parte, el IPC Estacionales creció 4,0% en agosto (+64,6% i.a. y 34,5% acumulado), destacándose las subas de frutas y verduras. Por su parte, el IPC Núcleo creció 3,0% en el mes (43,9% i.a. y 20,8% en el acumulado). Por último, el IPC Regulados creció solamente 1,0%, acumulando una suba de 6,8% en los primeros ocho meses del año y 22,8% i.a.

¿Qué sucedió en la primera quincena de septiembre?

El IPC GBA Ecolatina trepó 2,4% entre la primera quincena de septiembre y el mismo período de agosto. La desaceleración respecto a agosto respondió a la ausencia de aumentos generalizados en alimentos y bienes de consumo masivo. Sin embargo, este menor dinamismo fue compensada por el avance en carnes, verduras, indumentaria y algunos Regulados, como combustibles, seguros y cigarrillos. Prevemos que el mes cierre por encima del 2,5%, manteniéndose lejos del 2% mensual que se había alcanzando en los meses de aislamiento mas estricto.

En el último trimestre, esperamos que la inflación sea más parecida a la que se observaba antes de la cuarentena, con algunos ingredientes adicionales. En primer lugar, una fuerte expansión monetaria, que aumentó las expectativas de devaluación y la pérdida de reservas del BCRA que desembocó en el reciente endurecimiento del cepo para personas físicas y jurídicas. En tanto bienes no esenciales se vean afectados por este nuevo esquema, podría darse un traslado a precios.

Por otro lado, la nueva normalidad requerirá seguir de cerca las paritarias, que se fueron postergando por razones de fuerza mayor (cuarentena). Aumentos en los salarios también podrían aportar un mayor dinamismo a los precios de servicios privados, muchos de los cuales todavía se encuentran operando con restricciones debido a la situación sanitaria del país.

Como vemos, incluso con el aeropuerto cerrado, hay muchos factores que sugieren que la inflación comienza a carretear. Esperamos que los precios muestren un incremento promedio mensual de entre 3% y 4% en el último trimestre del año, llevando la inflación de 2020 hacia la zona de 37%.

Muchas regulaciones, muchas inflaciones: muchas presiones latentes

La pandemia y la cuarentena tuvieron un impacto muy negativo en materia de actividad y puestos de trabajo, golpeando sensiblemente la capacidad de compra de las familias. En este marco, y para evitar un deterioro aún mayor, el Poder Ejecutivo respondió con distintos programas que buscaban contener la suba de precios, al menos en el corto plazo.

En este sentido, no es casual que la inflación haya promediado menos de 2% mensual entre abril y julio, muy por debajo del casi 4% de cierre de 2019 y del 2,5% del primer trimestre de 2020. No obstante, más allá de esta dinámica “positiva” del nivel general, aparecieron fuertes heterogeneidades hacia el interior del proceso inflacionario.

Por este motivo, analizar de manera desagregada el índice de precios al consumidor nos permitirá comprender mejor qué pasó en los últimos meses, entiendo así qué bienes y servicios quedaron “adelantados” y cuáles rezagados. Utilizando los microdatos del IPC GBA Ecolatina, armamos distintos índices, según los grados de libertad disponibles para ajustar los precios. Como punto de partida, tomamos las tres categorías del INDEC -Regulados, Estacionales y Núcleo-, a la par que abrimos la más relevante en IPC Núcleo Controlado e IPC Núcleo Libre. Veamos entonces qué contiene cada uno y qué nos dice sobre el futuro.

El IPC Regulados comprende alrededor de un quinto del IPC total y abarca a los bienes y servicios que el gobierno controla casi de manera directa o que poseen un elevado componente impositivo. En este grupo aparecen las tarifas de servicios públicos, los combustibles y los cigarrillos, entre otros. Entre enero y agosto, esta categoría subió 8% (aportando 2,0 p.p. al Nivel General), mientras que el IPC GBA Ecolatina trepó 19%. Aparece entonces la primera luz amarilla de sostenibilidad: solo en este año, el atraso acumulado habría sido cercano a 10 p.p.

El segundo subgrupo que menos subió fue el IPC Core Controlado, compuesto por bienes de consumo masivo, como ser alimentos y bebidas, productos de limpieza y de cuidado personal, que fueron afectados por los planes de Precios Máximos y Precios Cuidados. Este conjunto, que representa un quinto del IPC, avanzó solo 15% entre enero y agosto. No obstante, esta suba se explica por un salto de 8,4% en el primer trimestre pre pandémico y de menos de 6% entre abril y agosto (concentrada en los últimos dos meses, cuando acumuló un alza de casi 5%, producto de las autorizaciones de la Secretaría de Comercio).

Ahora bien, lo que fue alivio durante la cuarentena podría ser un problema para la pos-pandemia: los precios de estos bienes, esenciales para cualquier canasta de consumo, quedaron muy rezagados frente a los demás. En consecuencia, y algo de eso ya se empezó a vislumbrar con el descongelamiento de Precios Máximos en los últimos dos meses, sumarían presiones en el corto plazo.

En este sentido, conforme a nuestras estimaciones, sin el programa de Precios Máximos, el avance del IPC Core Controlado habría rondado el 20%, sumando casi 1,5 p.p. a la inflación general acumulada en los primeros 8 meses del año. Por lo tanto, cuando este programa se flexibilice, correspondería esperar una aceleración en la suba de estos precios, que obviamente impactará de lleno en el Nivel General.

Por su parte, el IPC Core Libre, acumuló un alza de 26% en los primeros ocho meses de 2020, repartido de manera bastante similar a lo largo del año (3,0% promedio en el primer trimestre y 2,9% entre abril y agosto). Este grupo explica la mitad del Nivel General de precios y está compuesto por los precios de bienes y servicios sin regulaciones, componente estacional y/o precios máximos/cuidados.

Más allá de esta dinámica relativamente uniforme, por el tamaño en el índice y la amplia gama de rubros que comprende cabe detenerse este punto. En primera instancia, resalta la aceleración de Equipamiento del hogar y de Equipos electrónicos en los últimos tres meses: desde que el Banco Central publicó la Comunicación A7030, que obliga a algunas empresas de ramas “no esenciales” a importar con dólares propios, los precios de estos dos capítulos avanzaron 16,7% y 14,0%, entre junio y agosto, acumulado una suba de 40,2% y 38,0% en los primeros ocho meses del año.

En un sentido similar, resalta la dinámica de Aquileres: acumulan una suba de 30,6% en el año, explicada por un salto de 18,1% en los últimos tres meses, casualmente, luego de que se sancionara la ley que rige y limita sus actualizaciones futuras. Se observa de esta manera cómo, a pesar de la dinámica relativamente homogénea a lo largo del año, el IPC Core Libre contiene importantes disparidades en su interior.

En último lugar, aparece el IPC Estacionales, que explica casi el 10% restante del IPC. En este caso, la suba también alcanzó el 26% en el acumulado enero-agosto, pero por su heterogeneidad y, tal como su nombre lo indica, estacionalidad, es poco lo que hay para decir y analizar en la materia.

De cara a los próximos meses, entonces, la situación empieza a complejizarse. A pesar de que el gobierno congeló las tarifas de televisión por cable e internet hasta fin de año, y que no habría aumentos en los servicios públicos, aun cuando los subsidios económicos se hayan duplicado en relación con 2019 (superan 1,5% del PBI en el acumulado enero-agosto 2020), las tensiones inflacionarias reaparecerían.

Esta dinámica obedecería en parte a algunas actualizaciones salariales y revisión de Precios Máximos, y en mayor medida a las presiones cambiarias que posiblemente se terminen trasladando al nivel de precios. En este marco, proyectamos que la inflación se aceleraría hacia fines de año y cerraría el 2020 apenas por debajo del 39%, promediando un 4% mensual en el último cuatrimestre.

Para peor, y antes de cerrar, vale remarcar que, aún con esta aceleración, muchas correcciones de precios relativos quedarán pendientes para 2021: a las mencionadas tarifas de servicios públicos y privados, se sumarían algunas actualizaciones salariales, nuevas flexibilizaciones de Precios Máximos y, posiblemente, más presiones sobre el tipo de cambio. Por lo tanto, la aceleración inflacionaria no sería solo cuestión de fines de este año: también persistiría una vez entrado el año electoral.

El IPC GBA Ecolatina se aceleró en agosto

Según el IPC GBA Ecolatina, la inflación trepó 2,6% en agosto, acelerándose 0,5 p.p. respecto al mes anterior. De esta manera, la suba de precios acumuló 19% en los primeros ocho meses del año, ubicándose 41,6% por encima de agosto de 2019.

En lo que respecta a los capítulos, Esparcimiento (+3,6%) fue el de mayor dinámica, destacándose los incrementos en Equipos de audio, televisión y computación. Por su parte, Equipo y mantenimiento del hogar creció 3,4%, predominando subas de Artefactos para el hogar y Muebles.

Por otro lado, el capítulo Alimentos y bebidas creció 2,6% en agosto, acelerándose 0,3 p.p. respecto a julio y ubicándose 48,6% por encima del mismo mes del año anterior. Cabe destacar que la autorización de incrementos de los Precios Máximos impactó en los precios de los alimentos durante la primera quincena de agosto, cuando aproximadamente el 90% de los productos relevados mostraron incrementos. Dicha dinámica se redujo en la segunda quincena del mes, dejando en evidencia que el impacto de la autorización sobre los precios fue de carácter transitorio.

Adicionalmente, el IPC Estacionales mostró una evolución de 3,7% (+25,8% acumulado, +58,9% i.a.), destacándose los aumentos en frutas y verduras. Por su parte, el IPC Core creció 3% en el mes (+22,4% acumulado, +48,3% i.a.). Por último, el IPC Regulados creció apenas 1,0%, acelerándose respecto a julio como consecuencia principalmente del incremento en combustibles. La categoría es la más rezagada: acumula 7,9% en lo que va del año y creció 20,6% en los últimos doce meses.

¿Qué esperamos?

De continuar la paulatina relajación de la cuarentena, la inflación se acelerará en el último cuatrimestre del año, producto de diversos factores. Por un lado, el descongelamiento de los combustibles podría impactar sobre determinadas categorías que vieron incrementados sus costos. En paralelo, como el gobierno extendió la política de Precios Máximos hasta fines de octubre, de existir autorizaciones de incrementos, la inflación de alimentos se dinamizaría en la última parte del año.

Además, el frente cambiario se encuentra en una situación compleja: la pérdida de reservas se aceleró y la brecha cambiaria no cede. A su vez, dado que la economía se acerca a transitar una nueva normalidad, crece la posibilidad de reanudación de determinadas paritarias. Por lo tanto, dos de los principales drivers inflacionarios -salarios y tipo de cambio- podrían aportar lo suyo al nivel de precios en lo que resta del año. En este marco, esperamos que la inflación cierre el año en torno al 38,5% en 2020.

El impacto desigual de la inflación

Componentes asimétricos del proceso inflacionario

El año pasado el IPC Nacional trepó 53,6% y acumula casi 16% en los primeros siete meses de 2020. Sin embargo, la suba del índice contiene muchas heterogeneidades a su interior: por ejemplo, hay mucha dispersión según qué región se analice. Asimismo, la suba se modifica a lo largo de la pirámide de ingresos. Dicho llanamente, la inflación de los pobres no es la misma que la de la clase media, que también difiere de la población de mayor poder adquisitivo.

En este sentido, dado los importantes efectos reales que tiene la suba de precios, es muy relevante sumar al análisis un componente que refleje en qué gasta cada familia. Por caso, los sectores de menores recursos se ven más afectados por la dinámica de los precios de alimentos y bebidas que el resto de la sociedad, ya que destinan una mayor porción de su ingreso a satisfacer estos consumos básicos e indispensables. En dirección contraria, las familias más ricas gastan más en artículos para el hogar, educación y esparcimiento, entre otros.

Partiendo de estas diferencias, y utilizando la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) que publicó el INDEC para 2017-2018, es posible medir la inflación de distintos sectores sociales -considerando no solo los niveles de ingresos, sino también las heterogeneidades regionales-. Precisar la información nos permitirá comprender más acabadamente el impacto desigual que tiene la suba de precios a lo largo y ancho del país, así como sus efectos en el resto de las variables económicas.

La primera conclusión que resalta es el carácter regresivo de la inflación en el acumulado enero-julio de 2020: mientras que la suba de precios rozó 17% para el primer decil de ingresos, la misma fue menor al 15% en el 10% de los hogares de mayores recursos. El aumento del precio de los alimentos por encima del nivel general de precios (18,7% vs 15,8%, respectivamente) y el mayor peso en el gasto total de este rubro en los hogares de menores ingresos es la principal causa de esta de diferencia. Vale destacar también que la brecha podría haber sido mayor si descontáramos las subas aceleradas en Recreación y Cultura (+24,1%) y Educación (+18,1%).

Alcanzado este punto, es importante notar que esta dinámica tuvo lugar sin una disparada del tipo de cambio oficial -que avanzó 20% entre enero y julio, 4 p.p. por encima del nivel general del IPC-, principal motor del precio de los alimentos, y en un contexto de fuertes regulaciones a la suba de algunos bienes básicos (programa de Precios Máximos). En el extremo opuesto, el precio de los servicios privados -educación, salud, peluquería, reparaciones, etc.- es menos sensible a los movimientos del tipo de cambio por tratarse de rubros no transables cuyo principal costo es la mano de obra.

Sin embargo, también es importante notar qué, en los últimos años, la sociedad ha tendido a sofisticar su consumo, hacia bienes con un mayor componente importado y servicios privados, por lo que el histórico carácter regresivo del tipo de cambio en la suba de precios se fue atenuando. A modo de ejemplo, en el segundo semestre de 2019, la inflación afectó más a los hogares de mayores recursos que a los de menores (23% vs 22,1%, respectivamente), aun cuando la suba de precios estuvo impulsada por el salto del dólar (+40%).

En consecuencia, si bien la devaluación tuvo un impacto regresivo hacia el interior de la sociedad, ya que los sectores medios y altos pueden ahorrar, y mayormente lo hacen en divisas, protegiendo su riqueza de los saltos cambiarios, esta característica no se repitió hacia adentro del proceso inflacionario.

Medidas progresivas, ¿medidas insostenibles?

En las últimas semanas, el gobierno adoptó algunas medidas que podrían acentuar el carácter progresivo de la inflación. Sin embargo, no está del todo claro que las mismas sean sostenibles. Por caso, la decisión del Banco Central de que algunas empresas importadoras de bienes “no esenciales”, como ser electrodomésticos y artículos tecnológicos, debieran usar dólares propios para operar, con un impacto directo en su nivel de precios, afecta más a los hogares de mayores recursos, quienes destinan en este tipo de bienes una mayor proporción de su gasto.

En sentido contrario, garantizar “dólares oficiales” para la cadena alimenticia y la compra de medicamentos atenúa las presiones inflacionarias sobre las familias más desprotegidas. En consecuencia, si bien esta medida puede ser negativa desde el punto de vista de la sostenibilidad o los incentivos al crecimiento, es progresiva en términos distributivos.

En igual sentido, el congelamiento en las tarifas de servicios públicos también tiene un componente progresivo en materia de precios: su consumo es ineludible y representa un porcentaje mayor del gasto de los hogares de menores recursos. Por este motivo, más allá de su sostenibilidad o progresividad fiscal -en el primer semestre, los subsidios económicos representaron más de 1% del PBI-, esta decisión tiene un componente igualitario sobre la inflación en el corto plazo. No obstante, si se subsidiara solo a quienes más lo necesitan, esta decisión se volvería más progresiva no solo inflacionariamente, sino también en materia de gasto público.

Ahora bien, el descongelamiento de “Precios Máximos” impactaría más sobre alimentos y bebidas y, por lo tanto, en los hogares de menores recursos. Sin embargo, el esfuerzo fiscal para atenuar los efectos negativos de la pandemia y la cuarentena sobre los hogares de menor poder adquisitivo está compensando parte de esta dinámica regresiva sobre el “bolsillo”. De esta forma, se comprende por qué el consumo masivo es uno de los menos afectados por la crisis actual.

En resumen, gracias a que se adoptaron estas medidas en los últimos meses la brecha de la inflación entre el decil 1 y el decil 10 no fue mayor a lo que efectivamente terminó siendo. Sin embargo, es importante remarcar que, pese a que las políticas atenuaron parte del carácter regresivo de la inflación, su costo económico no es posible de saltear. En consecuencia, habrá que ver qué parte del importante esfuerzo de gasto público que viene realizando el Estado Nacional se sostiene pasada la cuarentena -o, al menos, en qué magnitudes-.

Como resultado, aun cuando el tipo de cambio no se mueva de manera abrupta o no haya un salto de las tarifas de servicios públicos en el corto plazo, no descartamos que el carácter regresivo de la inflación se acentúe en los próximos meses, impactando negativamente en la incipiente reactivación de la economía.