En abril, la inflación fue de 4,1%. De esta forma, acumuló 17,6% en el primer cuatrimestre (equivalente a 62,5% anualizado) y 46,3% en los últimos doce meses, el valor más alto desde abril del año pasado cuando empezó la cuarentena. Si bien este número representa una desaceleración de 0,7 p.p. respecto de marzo 2021, cuando la inflación había sido de 4,8%, y está en línea con el promedio mensual del último semestre (4%), no por eso deja de ser muy preocupante.
Con este número, ya se consumió más del 60% de la meta del Presupuesto 2021, totalmente imposible de cumplir. A la vez, la suba de precios debería promediar 1,8% entre mayo y diciembre para no superar el 36,1% acumulado en 2020. Inevitablemente, la inflación no solo terminará este año por encima del objetivo oficial, que sirvió de referencia solo para algunas pocas paritarias y ya quedó en el olvido, sino que también se acelerará considerablemente en relación 2020.
El nivel general no es lo único preocupante. Por caso, el rubro alimentos y bebidas, principal consumo de los sectores de menores recursos, siguió subiendo más rápido que el promedio. En abril, este capítulo avanzó 4,3%, acumulando 18,7% en los primeros cuatro meses del año. En tanto, educación saltó 32,6% entre enero y abril, seguido de prendas de vestir y calzado (+22,4%) y transporte (+20,7%). Por el contrario, vivienda y electricidad subió menos de 9%, producto del congelamiento tarifario -levemente actualizado en mayo-, a la par que equipamiento y mantenimiento del hogar avanzó 15,8% entre enero y abril, en un contexto de dólar oficial y paralelo calmo.
En otro orden, los bienes volvieron a subir por encima de los servicios (4,7% y 2,5%, respectivamente), acumulando una diferencia de casi 6 p.p. en lo que va del año (+19,2% y +13,8%). Además del mencionado congelamiento tarifario, esto refleja un nuevo patrón de precios relativos: desde 2018, impulsado por las sucesivas devaluaciones del peso, los bienes le están ganando sistemáticamente la carrera nominal a los servicios.
Por último, en lo que al análisis de abril respecta, sobresale que la inflación núcleo volvió a estar por encima del nivel general (4,6%), en tanto los precios regulados y los estacionales quedaron por debajo (3,5% y 2,2%, respectivamente). Este ranking se repite en el acumulado anual, ya que a una suba de 18,2% del IPC Núcleo, le sigue una de 16,3% de los precios estacionales y de 16,2% los precios regulados. Dado que la inflación core o núcleo es la más difícil de desarmar y la más lenta de bajar, esta dinámica preocupa de cara a los meses que vienen.
Luego de un primer cuatrimestre muy complicado en la materia, desde Ecolatina proyectamos que la inflación rondará 45% en 2021 (+9 p.p. en relación con el acumulado del año pasado). Para que esto se cumpla, la suba de precios debería promediar 2,7% entre mayo y diciembre, un valor difícil de alcanzar con este arranque, pero no imposible considerando que el dólar oficial seguiría planchado y en “modo electoral”, a la vez que ni las tarifas de servicios públicos ni los salarios crecerían sustancialmente este año. A la vez, con esta proyección, la inflación terminaría cerca de los niveles de 2018 y 2019; sin embargo, más allá del valor agregado, la situación será más preocupante: mientras que en ese entonces se corregían precios relativos -dólar y tarifas-, en este contexto se están acumulando atrasos, que, posiblemente, dejarán a la inflación por encima de 40% también en 2022.