La complejidad de la coyuntura impide hacer un análisis prospectivo del mediano plazo (elecciones 2019) al no poder garantizar mínimas condiciones de estabilidad (financiera, por ej.). Pero si suponemos esas condiciones dadas, podemos proyectar que la dinámica electoral caminará modelada por dos grandes factores que definirán los posicionamientos políticos de los electores: economía y corrupción.
Desde el debilitamiento de las identidades partidarias, que dominaron la manera en que la gente definía su posicionamiento electoral durante el siglo XX, y que en Argentina se materializó con la implosión del sistema de partidos durante la crisis de 2001, la naturaleza de la representación política ha cambiado. Hoy la gente no define su posicionamiento político-electoral por identidad partidaria, sino por cómo se posiciona frente a conflictos dominantes en el debate público. El conflicto dominante en la Argentina de los últimos 15 años ha sido el conflicto Kirchnerismo-Antikirchnerismo, y los procesos electorales recientes ratifican que la gente define su posicionamiento electoral en relación a ese conflicto:
- En 2013, un sector mayoritario del electorado vio en Sergio Massa un vehículo para frenar la re-reelección de Cristina Kirchner, mientras otro sector importante del electorado pretendía que el kirchnerismo pudiera trascender los límites constitucionales de un segundo mandato.
- En 2015, un sector mayoritario del electorado eligió en la elección general, al mejor candidato para vencer al kirchnerismo en el ballotage (Macri o Massa), y luego lo alzó con el triunfo, a pesar que el candidato kirchnerista (Scioli) también ofrecía una suerte de cambio encubierto.
- En 2017, un sector mayoritario del electorado eligió ratificar el apoyo al Gobierno de Cambiemos, a pesar de no haber tenido buenos resultados económicos, pero con la certeza de que era la mejor opción para claudicar un regreso de Cristina Kirchner al poder.
Con Cristina Kirchner teniendo 30,2% de intención de voto para la elección presidencial (encuesta Synopsis de agosto), la amenaza de un regreso del kirchnerismo sigue viva y probablemente ello mantenga en escena el conflicto que ha venido ordenando las preferencias electorales en argentina en los últimos años. Pero la crisis económica en 2018, ha vuelto dominante otro conflicto como ordenador de preferencias electorales: el conflicto oficialismo-oposición. Una porción importante del electorado va a privilegiar la falta de resultados económicos (en bienes, servicios, bienestar, etc.) como criterio para definir su posicionamiento político y votar oposición. La economía como motivador del voto.
Ambos conflictos han generado mayorías: hay una mayoría que, reforzada con el caso de los cuadernos de la corrupción hoy se muestra reacia a favorecer un regreso del kirchnerismo; y hay una mayoría crítica de la situación económica que hoy se muestra inclinada a favorecer un triunfo opositor. Y esos dos conflictos justifican el apoyo que hoy manifiestan las 2/3 partes del electorado: un tercio que persiste en su apoyo al Gobierno a pesar de los malos resultados económicos porque entiende que el oficialismo es el único que puede evitar un regreso del kirchenrismo; otro tercio que persiste en su apoyo a CFK, a pesar de las denuncias de corrupción, porque entiende que es la única que puede revertir la situación económica y siente nostalgia por la buena época kirchnerista.
Estas dos mayorías tienen naturalmente en su composición, una porción del electorado que comparte ambas posturas. Son críticos de la figura de CFK y son críticos de la performance económica del Gobierno. La pregunta que cabe hacerse es cuál de los dos conflictos se sobrepondrá al otro en este segmento clave. ¿Pesará más la corrupción para evitar un regreso de CFK a pesar que la economía no ha mostrado demasiado?, o ¿la mala situación económica relativizará los hechos de corrupción del kirchnerismo y la gente convalidará un regreso de ese espacio político al poder? Mucho de ello dependerá de qué tan mala, o qué tan buena, sea la situación económica al momento de votar.