La brecha cambiaria empieza a moverse

Gracias a las intervenciones del Banco Central, el dólar oficial acumuló otra semana estable y cerró apenas por debajo de 58,50 ARS/USD. Más allá de esta aparente calma, el problema estuvo en el mercado paralelo: la divisa se vendió a 75 ARS/USD en el contado con liquidación, por lo que la brecha escaló a 30%, 10 p.p. más que el cierre de la semana pasada. Las explicaciones posibles para este avance son varias. Por un lado, queda una semana hábil para las elecciones, de modo que los bonos comprados para hacer “rulo” el próximo lunes podrían venderse recién después de los comicios. En consecuencia, el riesgo de una pérdida de capital en esta operación de arbitraje es elevado, reduciendo su oferta. Por otro lado, y también asociado a factores políticos, es probable que algunas empresas hayan aumentado sus demandas de cobertura, en temor a que el 28 de octubre se parezca al 12 de agosto, es decir, a que la victoria del Frente de Todos no esté totalmente descontada aún. Por lo tanto, pese al mercado controlado y al dólar oficial estable, reaparecieron las turbulencias.

¿Se inauguró la temporada de venta de Reservas?

En otra semana de control de cambios, el dólar acumuló una leve suba y ya supera 58 ARS/USD (-1,7% respecto del cierre de agosto, pero 3,8% más que el piso de principios de septiembre). Pese a esta calma, cabe destacar que se amplió la brecha con el contado con liquidación, que pasó de 15% al cierre de la semana pasada a casi 20% el último viernes, de modo que la divisa cotizó apenas por debajo de los 70 ARS/USD en este mercado. Esta dinámica obedece más a una plaza chica donde pocas operaciones mueven el amperímetro que a movimientos persistentes. Por lo tanto, la brecha seguiría con esta dinámica errática, al menos hasta que haya más precisiones sobre cómo seguirán los controles de cambios luego del 10 de diciembre. Por otra parte, vale destacar que las ventas de divisas del Banco Central en las últimas dos semanas ya superan los USD 1.000 millones, en un contexto de fuertes restricciones. En consecuencia, aunque el tipo de cambio prácticamente se haya estabilizado en términos nominales, las presiones siguen latentes.

Otra semana en calma, ¿hasta cuándo?

Esta semana, el tipo de cambio se deslizó levemente y cerró apenas por debajo de 58 ARS/USD. Por su parte, el contado con liquidación finalizó levemente por encima de 66 ARS/USD, de modo que la brecha rondó el 15% (5 p.p. por debajo de la semana pasada) y el blue se ubicó en 61 ARS/USD, apenas 5% más que el tipo de cambio oficial. Se observa de esta manera cómo la oferta minorista que busca capitalizar la diferencia entre el dólar oficial y el paralelo está conteniendo la brecha, impidiendo que la misma se agrande y genere algunas presiones e incertidumbre. Más allá de esta buena noticia, cabe destacar que el mismo movimiento también impone una presión por goteo al dólar oficial, que obliga en el extremo al Banco Central a vender reservas, tal como pasó en las últimas dos jornadas. Esta tensa calma permitió que la autoridad monetaria relajara la tasa de interés de referencia, que ya se ubica en 75% (-11 p.p. respecto del pico de mediados de septiembre). En resumen, las jornadas de stress habrían pasado por ahora, pero a medida que se acerquen las elecciones podrían reaparecer: la fragilidad es muy elevada.

¿Todo bajo control en el mercado cambiario?

El dólar acumuló una semana más en calma, la cuarta al hilo, es decir, desde que se impusieron los controles a la compra de divisas. Asimismo, los tipos de cambio paralelos (blue, contado con liquidación y dólar MEP) también permanecieron relativamente estables de modo que, si bien poseen una cotización mayor al oficial, la brecha sigue constante y no supera al 20% en ninguno de los casos. Esta pax se trasladó también a la tasa de interés, que cerró debajo del 80% por primera vez desde las PASO. Este contexto nos permite mirar otros números, que siguen con las luces de alerta encendidas: por caso, los depósitos privados en dólares, que cayeron 3,5% entre el 17-9 y el 24-9, último dato disponible y acumulan un retroceso de USD 11.000 millones desde las elecciones (-34%) y el riesgo país, que ronda los 2.200 puntos básicos, por lo que los mercados privados de crédito permanecen cerrados para nuestro vías y sin perspectivas de reabrirse cuando próximamente deberemos afrontar grandes vencimientos de deuda en moneda extranjera.

Control de cambios, de las cosas malas y buenas

Producto del control de cambios, el dólar alcanzó su tercera semana en calma al hilo y permaneció en la zona de 56 ARS/USD. Por otro lado, el Banco Central aprovechó esta virtual estabilidad para recortar levemente su tasa de interés de referencia, que cerró la semana en 83%, dando la pauta de que, en esta oportunidad, la corrida se habría frenado vía un ajuste de cantidades y no solo de precios. Ahora bien, toda esta calma se obtuvo al costo de restringir la demanda de moneda dura y de reperfilar los vencimientos de letras de corto plazo. Como respuesta, el riesgo país persiste en zona de default (2.000 puntos básicos), pero este nivel no tendría impacto en el mercado cambiario oficial, por lo menos en el corto plazo. En igual sentido, el recorte de 0,25 p.p. en la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal de Estados Unidos, que en otro contexto podría haber relajado algunas restricciones de dólares, en este marco casi no tendrá impacto sobre nuestro país (al menos por el lado financiero), al igual que la suba del precio del petróleo.

 

El dólar oficial y otra semana calma: ¿batalla ganada?

Esta semana el tipo de cambio oficial continuó estable y cerró en la zona de 56 ARS/USD. Pese a esta calma, el contado con liquidación se disparó en las últimas jornadas y rozó los 70 ARS/USD, estableciendo una brecha de 25% con el dólar oficial. Este avance no respondió a mayores presiones o temores, sino a las nuevas regulaciones. Consciente de que este desenlace era probable, el Banco Central limitó el “rulo”, entendiendo que es más tolerable una brecha elevada a una constante presión minorista en el tipo de cambio oficial que lo obligara, o bien a convalidar nuevas subas de la divisa, o bien a una venta diaria de Reservas. En consecuencia, deberían ceder las presiones minoristas en el mercado oficial y trasladarse al paralelo. No obstante, considerando el bajo stock de Reservas netas y el importante retiro de depósitos privados en dólares que tuvo lugar desde las PASO, no podrá darse por ganada la batalla cambiaria en el corto plazo.

¿El control de cambios controlará el mercado?

En su primera semana en vigencia, el control de cambios atenuó las presiones sobre el peso y el dólar retrocedió más de 5%. En la misma línea, el riesgo país cedió levemente y rondó los 2.200 puntos básicos. Si bien este nivel sigue siendo de default, que se haya interrumpido la disparada es una buena noticia, más teniendo en cuenta el downgrade generalizado en las calificaciones de la deuda soberana argentina que vienen teniendo lugar desde el reperfilamiento. Estabilizada por ahora la cuestión cambiaria, resta frenar el retiro de depósitos privados en divisas, que al martes pasado (último dato disponible) acumulaba USD 7.500 millones desde las pre PASO (-23%). Si bien no hay un canal de interrelación directo, la estabilización de la divisa podría ayudar a frenar esta salida masiva de depósitos, dando la pauta de que el sistema alcanzó cierta normalidad. Más allá de esta mejora, y de los mayores controles en pos de brindar mayores certidumbres, la calma deberá renovarse a diario ya que los pilares del actual esquema siguen muy golpeados.

El dólar siguió subiendo en una semana tensa

En la semana del reperfilamiento de parte la deuda pública soberana, es decir, de un estiramiento compulsivo de los plazos de pago de las letras en pesos y dólares que vencían en 2019 y se pasaron a 2020, el tipo de cambio siguió subiendo y superó los 59 ARS/USD en su cotización mayorista, pese a las mayores ventas de reservas del banco central que pasaron de USD 250 millones en la semana anterior a casi USD 1.000 millones en la que pasó y la suba de la tasa de interés de LELIQS que rozó el 85% (+10 p.p.). Esta dinámica no respondió solo a los malos números económicos y financieros, sino también a los vaivenes políticos. Por su parte, el riesgo país continuó su escalada y ya supera holgadamente los 2.000 puntos, ubicándose en zona de default. Por último, pero no por ello menos importante, los depósitos privados en dólares continúan en baja y acumulaban un retroceso de 11% desde las paso (USD 3.500 millones) al miércoles pasado, agravado luego de las últimas jornadas pero sin datos aún.

¿La tercera es la vencida?

Las elecciones primarias arrojaron un resultado inesperado, no tanto por quién obtuvo cada lugar sino por la contundencia del triunfo: el Frente de Todos superó el 45% necesario para ganar en primera vuelta (aún con el conteo de las PASO, que incluye a los votos en blanco, excluidos en las elecciones presidenciales) y le sacó más de quince puntos de diferencia a Juntos por el Cambio.

Producto de este escenario inesperado por el mercado, que auguraba un virtual empate, se desató la tercera corrida cambiaria y financiera de la administración Macri. Desde las elecciones, el dólar acumula una suba mayor a 20%, la bolsa porteña arrastra una caída de 35% en pesos y el riesgo país se duplicó.

Si bien la situación se estabilizó en las últimas jornadas, la calma es demasiado frágil como para darla por sentada. Dado que el stress se originó por fuera del ámbito económico, es también por fuera de él de donde están llegando las señales de alivio, que deberán renovarse sistemáticamente. Concretamente, mientras el fuego cruzado entre los principales candidatos siga controlado persistirá la tregua, en cambio, si reaparecen las declaraciones conflictivas volverán las presiones cambiarias y financieras. Cabe destacar que aunque la calma sea la mejor alternativa económica para las principales fuerzas, en elecciones los objetivos políticos adquieren una dinámica propia, que puede exceder las necesidades de la economía.

Luego del salto cambiario, uno de los grandes temores que volvió a sobrevolar la economía argentina fueron las posibilidades de un default de la deuda pública, mayormente denominada en moneda extranjera. Al respecto, el primer punto es que nuestro país no debe afrontar grandes vencimientos de capital hasta 2022. Sin embargo, los mercados suelen anticiparse a estas situaciones. Dado que las Reservas netas son menores a USD 20.000 millones, y que el próximo desembolso del FMI podría posponerse –además de los criterios fiscales, el mismo está sujeto a la solvencia de nuestro país y a su capacidad de repago-, la reestructuración de la deuda podría anticiparse a los grandes pagos. Ahora bien, ¿qué tendría que pasar para eso?

La moderación del Frente de Todos será indispensable para que la débil estabilización persista. En diciembre de 2015 existían fuertes restricciones a la compra de divisas y un default técnico producto del conflicto con holdouts, como resultado, la relación con el mercado financiero no era la mejor. En un contexto de cuenta de capital abierta y macroeconomía frágil e inestable como el actual, mantener un buen vínculo con este actor es fundamental para evitar una cesación de pagos y nuevas disparadas del tipo de cambio. Por lo tanto, la principal fuerza opositora está enviando señales de que esas políticas no volverán para normalizar la situación. Sin embargo, no alcanza con eso: también es necesario que los mercados efectivamente las crean, algo que no parece garantizado por el momento.

Este escenario errático, volátil y tenso producto de un riesgo de default latente se extenderá, por lo menos, hasta que asuma el próximo presidente electo. Lamentablemente, la situación no mejorará significativamente luego del diez de diciembre: el fantasma no se alejará rápido.

Por lo tanto, más allá de las cuestiones electorales, lo único seguro de los próximos meses es que seguirán siendo agitados: las presiones alcistas sobre el tipo de cambio y el riesgo país continuarán a la orden del día. En este sentido, podemos afirmar que producto de la reciente corrida cambiaria la inflación se acelerará y la pérdida de poder adquisitivo se profundizará, aún en un escenario de reapertura de las negociaciones colectivas, agravando la recesión que azota a la economía argentina desde 2018.

En este marco, si anteriormente el Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central proyectaba una caída del PBI de 1,5% para este año, podemos decir que la misma tendrá un piso de 2% luego de los recientes movimientos. En igual sentido, la inflación, que se estimaba cerrando el año en la zona del 40%, no será menor a la del año pasado. Por lo tanto, y tal como viene sucediendo desde mediados del 2018, las proyecciones de la performance económica empeoraron otra vez.

En conclusión, en el mejor de los casos, la reciente corrida cambiaria podrá haber sido efímera, pero sus efectos sobre las variables nominales y reales de la economía argentina serán permanentes. Que la misma conserve su carácter transitorio hará que las consecuencias duren solo unos cuantos meses; de lo contrario, podría desembocar en una crisis de mayor magnitud que las que azotaron a la economía argentina en los últimos años.

Un poco de tiempo (que no viene nada mal)

Esta semana se vivió una tensa calma en el mercado cambiario. Más allá de la estabilización que pueden haber mostrado los mercados financieros en los últimos días, luce muy apresurado afirmar que el stress ya pasó. Por el contrario, esta calma es sensiblemente más frágil que la de las anteriores corridas, las cuales de por cierto ya eran endebles. Como datos positivos podemos rescatar que el Banco Central debió vender pocas Reservas para controlar las tensiones (e incluso en algunas jornadas se mantuvo al margen, tal como lo había hecho el jueves y el viernes de la semana pasada) y que los movimientos internacionales de la última jornada (recrudecimiento de la guerra comercial entre china y estados unidos que hicieron bajar al Dow Jones 2%, por ejemplo) no impactaron sobre un peso ya muy golpeado en las jornadas anteriores (acumula una depreciación mayor a 20% desde la previa electoral). No obstante, no hay que perder de vista que una declaración política que se malinterprete podría derrumbar la pax, de modo que la situación sigue siendo extremadamente compleja.